La llegada de Uber a Uruguay planteó una polémica que no es nueva y que despertó discusiones profundas en todas las ciudades en las que se instaló o quiso instalar. Mientras los usuarios defienden un sistema de transporte más eficiente, barato y acorde a los tiempos que corren, los gobiernos se muestran preocupados por la creación de una masa informal de trabajadores, sin los beneficios y derechos sociales del resto.
En Estados Unidos, Uber se volvió tan importante que incluso se convirtió en un tema de debate electoral, con la demócrata Hillary Clinton pidiendo más protección laboral y el republicano Jeb Bush respondiendo que la llegada de Uber "debería ser un tiempo para la celebración".
El analista estadounidense Michael Meurer, presidente de la consultora Meurer Group & Associate, siguió de cerca el debate Uber en su país y ha escrito más de un artículo analizando este fenómeno. A pedido de Montevideo Portal, escribió este artículo que resume su mirada sobre lo que significa Uber, que arroja un poco de luz sobre el debate en nuestro país.
Uber, sus inversionistas globales y los trabajadores dispensables
El servicio de transporte Uber es tan popular en Estados Unidos que se volvió un tema en la elección presidencial. Como expliqué en un artículo recientemente publicado, republicanos como Jeb Bush ven en Uber un modelo de la economía del siglo XXI, mientras demócratas como Hillary Clinton elogian a Uber pero quieren regularlo para asegurar que los conductores tengan protecciones legales y beneficios.
¿Quién tiene razón?
Argumentaría que ninguno de los análisis va suficientemente lejos. Uber es un heraldo de una nueva tendencia económica global en la que el capital ve al trabajo como temporal y prescindible. Apple Computer, por ejemplo, emplea directamente sólo a un 10 % de sus más de un millón de trabajadores que fabrican y venden sus productos en todo el mundo. Uber es un ejemplo perfecto de este fenómeno. De las 160.000 personas en los Estados Unidos que trabajan a tiempo completo o parcial para Uber, sólo 4.000 son empleados directos que tienen seguro de salud, dental y oftalmológico.
Los conductores de Uber son cuidadosamente monitoreados y son generalmente muy serviciales y amistosos, pero no son empleados. Son "contratistas" temporales de bajo salario, que usan sus propios coches, pagan sus propios seguros y no tienen beneficios. Uber representa un nuevo estándar en los patrones de empleo, con algunos expertos en los Estados Unidos calculando el número de trabajadores temporales en un tercio de toda la fuerza de trabajo.
Y sin embargo los usuarios, especialmente los jóvenes, aman Uber. Es rápido, económico, no requiere efectivo y funciona como las redes sociales, con un rastreo del viaje en tiempo real a través de una app móvil brillantemente diseñada.
Los especuladores financieros también aman el modelo Uber. En lo que la CNBC llamó un "frenesí de financiación", empresas a demanda como Uber subieron su capital en 4.100 millones de dólares en 2014, con la expectativa de duplicar la inversión a 8.000 millones en 2015. Solamente Uber ha recogido más de 8.200 millones de dólares de capital de riesgo de 53 inversores globales en 13 rondas de financiamiento desde que comenzó en 2009.
Entre los inversores están Goldman Sachs, Google Ventures, el CEO de Amazon Jeff Bezos y el Qatar Investment Authority. Estos jugadores financieros globales invierten en anticipo de los beneficios que caerán del cielo cuando a la larga Uber comience a vender acciones a través de su primera Oferta Pública (las llamadas IPO, cuando se lanzan acciones al público). Las estimaciones actuales del valor de mercado de Uber llegan a los 50.000 millones de dólares.
En Estados Unidos, los republicanos celebran Uber como un ejemplo de genialidad "disruptiva" del capitalismo. ¿Pero quién padece esa "disrupción" y quién se beneficia? Ha habido disturbios y ataques de los taxistas tradicionales contra los conductores de Uber en Francia, Colombia, México y Costa Rica. Estos taxistas sienten la "disrupción" directamente al ver su sustento amenazado.
Los inversores de Uber, por supuesto, tienen otra clase de disrupción en mente, la del tipo que mueve los mercados financieros en modos en que crean nuevas fuentes de beneficio especulativo.
Una solución simple para manejar la disrupción de los trabajadores, pero que quizá no guste a los inversores de Uber, es hacer a los conductores de Uber dueños de la compañía y los primeros en beneficiarse cuando se lance la oferta de acciones IPO. De todos modos, los conductores son los managers de facto de la empresa. Su trabajo está creando el valor de mercado de la compañía. ¿Por qué no deberían beneficiarse cuando los inversores de Uber sacan ganancias? Al mismo tiempo, los taxistas tradicionales que sienten que su ingreso es amenazado deberían ser invitados a convertirse en conductores de Uber, que también se benefician de una eventual oferta de acciones IPO.
En el auténtico espíritu de la nueva economía Uber, ¡compartamos la disrupción!
Por Michael Meurer
Meurer es presidente de Meurer Group & Associates, una consultora política ubicada en Colorado, California. Fue asesor del Partido Demócrata en ese estado y cofundador de Courage Campaign, una organización con más de 750.000 miembros que aboga por leyes más progresistas en su país. Sus análisis sociales y políticos han sido publicados por gran cantidad de medios, incluidos Alternet, Truthout y el Santa Monica Mirror.