Algunos casos judiciales se pueden graficar como un cable enredado que se fue llenando de nudos y pequeños dobleces, por lo que cuando se quieren volver a estirar terminan siendo un dolor de cabeza. Esta parece ser una buena imagen para describir la causa que involucra a Rodrigo Etchissure (33) y a su hermano, Robert (35).
El comienzo de la historia se remonta al 2 de noviembre de 2008, en la ciudad de Trinidad, del departamento de Flores, con el homicidio de un joven de 17 años que falleció debido a un balazo en uno de sus ojos. En el relato de los acusados, lo que pasó aquella noche fue que Rodrigo estaba cumpliendo años y la víctima del disparo, de nombre Juan Carlos, lo acompañaba a “tomarse unas copas” para festejar.
En determinado momento del recorrido, se cruzaron con dos jóvenes que venían en bicicleta, con quienes ya había tenido algunas desavenencias previas. Allí comenzó una disputa verbal que fue escalando hasta llegar a los golpes. El episodio terminó con que alguno de los protagonistas sacó un arma y disparó a quemarropa la bala que terminó con la vida del adolescente.
Los hermanos Etchissure fueron condenados por el crimen y están afrontando más de 20 años de cárcel. En el caso de Rodrigo, se le tipificó un delito de homicidio muy especialmente agravado, mientras que Robert terminó sentenciado por la misma figura pero en calidad de coautor.
Cuando la causa llegó a Fiscalía y se comenzó a investigar, la magistrada a cargo era Alicia Ghione, quien ahora está al frente de Delitos Sexuales de 6° Turno. Quien lideró en el último tramo fue la magistrada Alicia Abreu, que ahora está ejerciendo funciones en Treinta y Tres. En tanto, la jueza María Elena Iriarte aparece como la encargada de dictar sentencia.
Incierto
La defensa de los hermanos Etchissure, ahora a cargo de la penalista Elizabeth Frogge, ha denunciado que a lo largo del proceso hubo una serie de irregularidades en las que ninguna de las autoridades repararon. Lo primero es que uno de los investigados, de apellido Santos Lezue del Río, es sobrino del policía que era director de Seguridad departamental en aquel momento. Es más, está comprobado por Fiscalía que el auto en el que los homicidas trasladaron el cuerpo del joven de 17 años pertenece a la esposa de la exautoridad de la jefatura departamental.
“El vehículo que figura en la circular que se emitió está a nombre de Graciela [nombre ficticio], quien viene a ser la esposa del comisario inspector Del Río, quien en aquel momento era el director de Seguridad, a quien se elevó una circular de servicio de la seccional primera”, indica un pasaje del expediente judicial de más de 300 páginas al que accedió Montevideo Portal.
Además de Santos Lezue, la otra persona que estuvo involucrada en el hecho y también fue absuelta por falta de pruebas es Alejandro Pedreira, quien lleva el alias de Yeye. Durante la recolección de evidencias, en el expediente no queda claro quiénes son los autores del hecho, pero hay una serie de indicios que no necesariamente apuntan a los condenados, como por ejemplo, el relato de un policía que estuvo el día en que los hermanos Etchissure fueron detenidos y “manifestó que es táctica policial dejar a los detenidos en celdas contiguas para así poder saber lo que hablan”.
Ese día escuchó que uno de ellos dijo: “El pendejo se fue de mambo”, lo que daba a entender que hablaban de Yeye. Rodrigo, el amigo de la víctima del disparo, contó que cuando vio al joven tendido en el suelo intentó ayudarlo, pero Santos Lezue y el Yeye comenzaron a amenazar con que lo iban a matar, por lo que decidió salir corriendo.
“Se enfrentaron los dos [Yeye y la víctima del disparo]. Yo agarré y le puse la mano en el pecho pero ya no respiraba ni nada. Pedreira me apuntó a mí y me dijo que para mí también había. Engatilló y no sé si no tenía balas o qué y ahí salí corriendo para casa”, narró ante el Ministerio Público.
El análisis forense determinó que el asesino estaba a un metro y medio de la víctima y argumenta que el disparo fue a “quemarropa”. Etchissure declaró, también, que su entender el balazo se efectuó relativamente cerca del joven de 17 años.
En la sentencia se determina que la escena del crimen fue la casa de los hermanos Etchissure, pero en los allanamientos que se hicieron “se realizaron varias pruebas científicas a los efectos de determinar la existencia de sangre humana” y en ninguna de esas instancias “se encontró algo vinculado al hecho”, argumenta en el expediente la defensa de los señalados como culpables.
Asimismo, la Fiscalía dispuso —con orden del juez— la intervención de los teléfonos de los dos condenados. “No surgió absolutamente ningún indicio en sus conversaciones que fuese útil al esclarecimiento de estos hechos”, indica el expediente.
Un pantalón que sale de la cárcel e involucra a Robert
Cerca de donde se encontró el cadáver apareció un pantalón de jean que tenía como singularidad un botón de túnica. La abuela de Robert Etchissure fue quien pegó el botón con la prenda de vestir, según pudo corroborar la Fiscalía. Con esta prueba fue que Etchissure es relacionado por la Justicia con el hecho, pero la defensa dice que no estuvo en la escena del crimen y que la prueba no es tan contundente como parece.
Santos Lezue, el sobrino del exdirectivo de la Policía de Flores, estuvo unos meses en la cárcel departamental y compartió reclusión con Robert Etchissure. Un agente de la Policía, que desempeñó funciones en el centro carcelario, declaró que el mismo pantalón comenzó a ser usado por Santos Lezue cuando Etchissure dejó la cárcel.
“El señor Raúl Guarino, quien se desempeñaba como subjefe de Policía, corrobora los dichos del agente en cuanto a que la prenda era utilizada por Santos Lezue”, indica el expediente.
Dos primos del Yeye, Matías y Ángel Pedreira, declararon que tenía un arma en su poder y que había amenazado con que dispararles “en el medio de la cabeza” durante una discusión familiar que tuvo lugar unos días antes del asesinato del joven de 17 años.
El mismo Yeye estuvo en boca de uno de los testigos de la causa: “Tuvo un problema con mi padre, ya que él tenía una comparsa y al Yeye lo echaron de la misma. Fue ahí que insultó a mi padre y por tal motivo un día que nos cruzamos en el boliche El Caldero, tuvimos un cruce de palabras, nos fuimos para otro lado donde sacó un arma y me efectuó un disparo el cual no me dio”.
El informe de balística y semiológico
El arma con que se efectuó el disparo fue hallada junto al pantalón y poseía el grabado de fábrica adulterado. Además, cerca de estos elementos había un preservativo usado.
“No se encontró rastro de ADN de los hermanos Etchissure en la escena donde se encontró el cuerpo del adolescente”, indica la pericia, que también descartó que un preservativo hallado cerca del cuerpo tuviera algo que ver con los finalmente condenados.
Sobre la declaración de Robert Etchissure, se realizó una pericia semiológica y el profesional encargado estableció que “en dicha entrevista no se observó confrontación entre el lenguaje gestual y el lenguaje verbal”. El análisis agrega que “eso sucede cuando la persona está siendo veraz en su relato”.
“Se expresa en este informe que el señor Robert Etchissure no crea ni inventa ninguna respuesta”, reafirma, y agrega: “Cuando se pregunta si alguien le pagó dinero para que lo matara responde que no, con lo gestual y verbal y dice ‘quién me va a pagar a mí’”.
Bajo estos argumentos, la defensa de los Etchissure no duda en decir que ha habido una serie de pericias que indican que los condenados no tienen nada que ver en el hecho, por lo menos en cuanto a las responsabilidades del crimen.
“Se tienen que valorar las pruebas científicas y no los testimonios vidriosos de una causa que de por sí es delicada bajo la óptica de que uno de los involucrados es familiar directo de una exautoridad policial”, sostiene la defensa en el expediente.
La sentencia
En el documento de sentencia que emitió la Justicia en 2016 se establece que hay “elementos” para otorgar la condena de los hermanos Etchissure porque surge de los testimonios recabados.
En el caso de Robert, la prueba que surge es el pantalón ensangrentado, aunque según la declaración del efectivo policial y la autoridad carcelaria, este era propiedad de Santos Lezue en el último tiempo.
La defensa apeló la sentencia y el expediente está en un Tribunal de Apelaciones, en donde se espera que avance. “Es una injusticia”, resumió la defensora Frogge.