Por The New York Times | Steven Erlanger
BRUSELAS — La reacción intensa la noche del martes a la probable falsa alarma sobre un misil ruso que impactó a un país aliado de la OTAN, Polonia, fue un recordatorio aleccionador (si es que era necesario) de los riesgos a los que un conflicto en Ucrania de por sí brutal podría escalar hasta convertirse en una guerra más extensa que lleve a Rusia y a la OTAN a un enfrentamiento militar.
Hay, en esencia, dos inquietudes. Una es que una guerra amarga y prolongada con fuerzas combatiendo en tierra, así como misiles y artillería volando a través del cielo, creará accidentes e incidentes que se conviertan en algo mayor (por ejemplo, si fuera claro que Rusia impactó a un país de la OTAN, incluso por accidente, como era el temor inicial la noche del martes).
La segunda y probablemente más peligrosa posibilidad es que Rusia podría calcular que el uso de armas nucleares proveería alguna ventaja, ya fuera militar o política, para dividir a la alianza transatlántica y causar pánico entre los civiles.
Ese temor se subrayó por la visita a Ankara, Turquía, el lunes de William Burns, el director de la CIA, para hablar con su homólogo ruso, Serguéi Naryshkin, director del Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia, a fin de advertir a Rusia contra las consecuencias de cualquier uso de armas nucleares. Después, Burns fue a Kiev a tranquilizar a los ucranianos acerca de que Estados Unidos no estaba negociando con Rusia a sus espaldas.
Jeremy Shapiro, un exfuncionario estadounidense que ahora es director de investigación en el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, opinó: “La ansiedad por la escalada es muy real. El gobierno estadounidense se la toma muy en serio y está más preocupado por la escalada intencional que sobre la accidental”.
Shapiro agregó: “Hay una sensación de que el régimen ruso acepta el riesgo, así que si tienen miedo de perder la guerra y de su propia supervivencia y ven una oportunidad para hacer una diferencia en los ámbitos militar o psicológico que debilite la determinación de Occidente, no dudarán en usar armas nucleares”.
Shapiro sugirió que la misión de Burns era alterar el cálculo de riesgo de Rusia, asegurarse de que Rusia entendiera que “el riesgo que tomarías es mucho mayor al que piensas que es y, por cierto, conocemos tu proceso de toma de decisiones y en qué punto de él estás y cualquier beneficio que piensas que obtendrás no existirá”.
Ian Lesser, director de la oficina en Bruselas del German Marshall Fund, mencionó que cualquier guerra trae consigo un riesgo mayor de accidente y escalada. En referencia a la OTAN y a Rusia, añadió: “Tan solo el gran número de fuerzas en las proximidad y la duración del conflicto, sin indicios de acabar, acumula riesgo en la región entera”.
Funcionarios ucranianos y algunos europeos que los apoyan acusaron con rapidez a Rusia de disparar un misil de manera intencional a Polonia el martes, lo que causó la explosión que mató a dos personas. Sin embargo, en las primeras horas del miércoles, la OTAN y Polonia afirmaron que lo más probable era que lo que detonó a algunos kilómetros de la frontera de Ucrania fuera un remanente de un misil tierra aire ucraniano, uno de muchos disparados en los intentos por derribar misiles rusos.
Funcionarios estadounidenses, que el martes pidieron cautela antes de apurar juicios, indicaron que aceptaron esa conclusión, pero de todos modos responsabilizaron a Rusia como agresor.
Por su parte, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, declaró el miércoles que no estaba convencido de los hallazgos iniciales y que seguía creyendo que un misil ruso estaba involucrado.
Al precisar sobre ese contraste, el vocero del Kremlin Dmitry Peskov hizo un halago poco común al gobierno de Joe Biden. Aseguró: “En este caso, tiene sentido que prestemos atención a la respuesta más mesurada y mucho más profesional del lado estadounidense”.
Lesser explicó que las reacciones intensas y en ocasiones precipitadas del martes por la noche fueron una advertencia. Y que las instituciones de la Guerra Fría que manejaban tal riesgo se han ido deteriorando en los últimos años. Lesser señaló: “Eso fue parte de la lógica de la conversación de Burns, tratar de establecer algunos medios de estabilidad estratégica”.
Sin embargo, Bruno Tertrais, director adjunto de la Fundación para la Investigación Estratégica de Francia, mencionó que no es difícil imaginar un misil ruso derribando un avión de la OTAN sobre Polonia, incluso por accidente. “Esto es lo que Clausewitz”, el general prusiano del siglo XIX y teórico de la guerra, “llamaba ‘fricción’ y entre más tiempo pase, más se acumula el riesgo”.
Tertrais indicó que pese al uso a larga escala de Rusia de armas contra infraestructura civil y “su intento aparente de escalar de manera horizontal al interrumpir los suministros de energía”, “necesitamos reconocer que fuera de Ucrania, Rusia ha mantenido la cabeza fría sin importar la retórica caliente”. Tertrais precisó que, incluso después de ocho meses, “la escalada a los extremos sigue siendo de bajo riesgo”.
Norbert Röttgen, miembro del Parlamento alemán y experto en asuntos exteriores, declaró que la guerra en Ucrania era “preocupante y precaria”, pero que Estados Unidos y Polonia habían respondido a la explosión en Polonia con “la cabeza fría”. Aseveró que la alianza debe actuar con base en hechos. Puntualizó que “nadie desea una escalada” y notó que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha sido cuidadoso hasta el momento de “no tocar a la OTAN”.
Röttgen advirtió en contra de dar demasiado crédito a la teoría de que Putin no debe ser “arrinconado” para que no haga algo irracional. Expresó: “Esto es parte de la narrativa de Putin y es exitoso con ella para decir: ‘Tú en Occidente no puedes ni siquiera desear que pierda esta guerra porque me volveré totalmente impredecible e irracional, así que no desees mi derrota’”.
Röttgen estimó que analizar a Putin es importante, pero “la principal lección es que él no debe ser recompensado por esta guerra, que se ha convertido en un crimen de guerra”. Agregó que Putin ha cambiado de un conflicto militar, que no iba bien, “a una guerra brutal de destrucción despiadada de Ucrania y sus estructuras civiles”. “Se está retirando de la guerra y en su lugar comete crímenes de guerra”.
Radoslaw Sikorski, un exministro polaco de Defensa y Asuntos Exteriores y ahora un legislador europeo, mencionó que, incluso si lo sucedido en territorio polaco el martes era un misil ucraniano, “la verdad es que lo que ocurrió es un resultado directo del ataque completamente inaceptable de Rusia a la infraestructura civil de Ucrania, lo que constituye un crimen de guerra”. Miembros de las fuerzas armadas de Ucrania viajan en la parte trasera de un vehículo en la ciudad de Jersón, en el sur de Ucrania, el miércoles 16 de noviembre de 2022. (Finbarr O’Reilly/The New York Times) El puente Antonovskiy, destruido por las fuerzas rusas en retirada, en la ciudad de Jersón, en el sur de Ucrania, el miércoles 16 de noviembre de 2022. (Finbarr O’Reilly/The New York Times)
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