El padre Omar Franca-Tarragó es párroco de Santa Bernardita, una iglesia ubicada en Avenida Italia y Caldas, en el barrio de Malvín de Montevideo. Además, es médico y tiene una licenciatura en Ética.

Hizo llegar una carta a Montevideo Portal con el fin de que sea difundida, para mostrar su disgusto personal, aunque sostiene que es compartido por "un gran número de católicos", con la decisión de las autoridades de aún no autorizar la reapertura de los templos religiosos.

Según Franca, la Iglesia Católica, al igual que otras religiones como la Judía, el Islam y varias confesiones cristiano evangélicas son "rehenes" de los comportamientos "no seguros" de una "minoría de grupos afroumbandistas y algunos grupos de evangélicos pentecostales que no se adecuan a las medidas sanitarias mínimas".

A continuación, la carta completa de padre Omar Franca-Tarragó:

Queridos amigos/amigas:

Como párroco de una parroquia de Malvín Nuevo y a título exclusivamente personal, les pido que, si están en condiciones de hacerlo, hagan llegar esta carta al Presidente de la República o al Secretario de la Presidencia, para que conozca la generalizada disconformidad que gran número de católicos estamos teniendo con su decisión de no permitir que practiquemos, presencialmente, nuestra fe católica, mientras que, día tras día permite diversas actividades sociales (o no controla a otras).

Si bien hablo a título personal soy consciente que cada vez más número de católicos y de sacerdotes, sabemos que en este momento nuestra iglesia está siendo rehén de los comportamientos, no seguros, de cierta minoría de grupos afroumbanditas y de algunos grupos de evangélicos pentecostales que no se adecuan a las medidas sanitarias mínimas. Y por esa causa extrínseca a nosotros, las corrientes religiosas mayoritarias estamos "maniatadas" al "detente" presidencial.

Nosotros los católicos consideramos que no es justo -a esta altura de la curva epidémica- que una agrupación religiosa sociológicamente mayoritaria en nuestro país, como es la Iglesia Católica, tenga que abstenerse de practicar la fe presencial, a causa de grupos minoritarios que no están en buena disposición para cumplir con responsabilidad, los controles sanitarios.

Considero, como médico que soy, que desde el punto de vista sanitario, es posible diferenciar, con sólida base epidemiológica, dentro del universo de confesiones religiosas, aquellas que están dispuestas a FIRMAR PROTOCOLOS aprobados por el MSP, y cumplirlos fehacientemente, de otras que no lo están.

En este momento, las congregaciones judías, musulmanas, católicas y varias confesiones cristiano evangélicas estarían gustosamente dispuestas a firmar un compromiso sanitario con el gobierno y a cumplir los protocolos aprobados por el MSP.

Del mismo modo que se ha diferenciado los shoppings de Rivera, respecto a los del resto país. Del mismo modo que se ha diferenciado las escuelas rurales, de las ciudadanas, y así otras situaciones análogas, creo que el gobierno tiene en su poder, la posibilidad de permitir a las corrientes religiosas que están dispuestas a firmar formalmente el compromiso de cumplir el protocolo aprobado, tener un funcionamiento diferenciado (reglado y pautado sanitariamente); mientras que puede posponer el funcionamiento de aquellas otras corrientes religiosas que no estén dispuestas a firmar tal compromiso.

Si es así, ¿Por qué empecinarse en seguir impidiendo nuestro derecho a practicar presencial y responsablemente nuestra fe?

Me parece claramente injusto que, mientras los hoteles de alta rotatividad tienen autorización para funcionar, los shoppings también reabran (diferenciadamente) el próximo martes, y las escuelas muy pronto lo hagan, las comunidades religiosas sigamos discriminadas en nuestra libertad de practicar la fe presencial.

Sé muy bien que el grupo de científicos que asesora al presidente, utilizando la ciencias sociológicas y epidemiológicas, así como modelos matemáticos muy rigurosos, están en condiciones de diseñar seguras alternativas diferenciadas para el ejercicio reglado y responsable de las convicciones religiosas, de la misma manera que lo han propuesto para con los comercios, las escuelas, las actividades deportivas y otras actividades sociales. Podría pensarse, entre otras posibles soluciones y como hipótesis de trabajo: ¿por qué no permitir la práctica religiosa presencial en departamentos que no tienen casos activos de COVID 19 o el número es muy escaso en relación a la población?

A la luz de los actuales datos epidemiológicos, considero que los científicos que asesoran al Presidente pueden llegar a pensar posibles soluciones a esta injusta situación, sin que se ponga en riesgo la salud de la población, pero permitiendo el libre ejercicio del derecho a practicar presencialmente la fe religiosa que tenemos la mayoría de la población uruguaya.

Es evidente que, objetivamente, las confesiones religiosas no somos un universo epidemiológico homogéneo, sino muy diferenciado. Que el gobierno pre suponga, de hecho, que este universo religioso extraordinariamente diverso, sea una homogeneidad indiferenciada para la seguridad sanitaria, es un error sociológico y una injusticia para nosotros los creyentes practicantes.

Les agradezco lo que hagan para hacer llegar este firme y enérgico reclamo al Presidente Lacalle Pou, a fin de que conceda -a la máxima brevedad posible- la práctica presencial de la fe a ciertas confesiones religiosas (me refiero, al menos, a los judíos, islámicos y mayoría de grupos cristianos -especialmente católicos-) de forma diferenciada, pautada y acordada.

No considero que esta carta sea privada, sino pública, de manera que pueden darla a conocer a quienes uds. consideren conveniente. Su contenido está elaborado y manifestado a título exclusivamente personal y solo yo soy el responsable de lo que en ella afirmo. Los saludo muy afectuosamente en Cristo.

P. Ac. Dr. Omar França
Párroco de Parroquia Santa Bernardita