El mayor accidente de una infraestructura o la posible demanda marítima más grande de la historia. Así describen algunos expertos la tragedia derivada de la caída el pasado martes del puente Francis Scott Key en Baltimore, un accidente con seis fallecidos y cuantiosas consecuencias económicas.
“Este es probablemente uno de los mayores accidentes de una infraestructura en la historia”, asegura a EFE David J. Closs, profesor emérito del Departamento de Gestión de la Cadena de Suministro de la Universidad Estatal de Míchigan.
Cerrado desde la caída del puente en la madrugada del martes, tras el choque del carguero Dali, el de Baltimore es uno de los principales puertos de EE. UU. en el Atlántico y el valor de las mercancías que circulan cada día por las instalaciones portuarias es de entre 100 y 200 millones de dólares al día.
En 2023 tuvo un tránsito de 80.000 millones de dólares de mercancías procedentes del extranjero, es la ruta más rápida para el medio oeste del país y también el más importante para el transporte de automóviles.
Es el decimoséptimo más grande del país por toneladas que mueve, manejó 52,3 millones de toneladas de carga extranjera por un valor de casi 81.000 millones de dólares en 2023 y crea unos 15.000 puestos de trabajo.
No se sabe cuándo podrá reabrir y por el momento nadie se atreve a dar fechas. Este jueves, la Guardia Costera inició la retirada de los restos del barco y, según los expertos, limpiar el río Patapsco para que pueda volver a recibir tráfico podría costar entre 40 y 50 millones de dólares.
Las tareas de rescate de los cuerpos de los seis fallecidos, todos ellos de origen latinoamericano, se suspendieron ayer por las condiciones climáticas y porque el río está lleno de restos del puente. Solo dos cuerpos han podido encontrarse por el momento.
No será rápida, por tanto, la reapertura del puerto, que, según Closs, es “muy especializado” y está preparado para “buques portacontenedores y grandes barcos que transportan automóviles y equipos pesados”.
La cadena de suministro “se ha visto interrumpida” y “no es algo que pueda replicarse fácilmente en otro lugar”, añade.
Se espera, por tanto, que esta tragedia tenga “un impacto importante en la industria automotriz y agrícola no solo en esa región sino también en todo el país”.
En una rueda de prensa celebrada el miércoles, el secretario de Transporte del Gobierno de EE. UU., Pete Buttigieg, afirmó que el efecto para la economía estadounidense “no será trivial”, aunque se resistió a concretar el coste del colapso.
Además de todas las interrupciones en la cadena de suministro que se están produciendo, habrá también cuantiosas pérdidas para las aseguradoras, que tendrán que enfrentarse a sucesivas demandas.
La agencia de calificación DBRS Morningstar apunta que podrían ser de entre 2.000 y 4.000 millones de dólares y el coste de la tragedia podría superar los 1.500 millones de dólares que provocó el hundimiento del Costa Concordia en 2012 en la isla italiana de Giglio.
Barclays sitúa las posibles reclamaciones de seguros entre 1.000 y 3.000 millones de dólares.
“He estado en el negocio durante 40 años y claramente será una de las demandas marítimas más grandes y complicadas que puedo recordar”, relata a EFE John Miklus, presidente de American Institute of Marine Underwriters, quien insiste que “ésta será probablemente la mayor demanda en el mercado mundial de seguros marítimos”.
Y es que hay numerosos factores que “complican la situación”, explica. “Tienes demandas por el casco del barco, por la carga, un puente dañado y la pérdida de vidas”, añade.
La responsabilidad por esta pérdida “se extenderá por todo el mundo”, particularmente en el mercado de reaseguros y eso incluye grandes compañías como Munich Ray, Swiss Ray y Lloyd's of London, “que se verán muy afectadas”, detalla, aunque “el mercado tiene la capacidad de absorberlas”.
“Creo que ciertas demandas se resolverán rápidamente, por ejemplo, las de pérdidas de vidas” o “el costo de retirar los escombros del barco”, pero en cuanto a los costos de reconstrucción del puente, añade, "habrá muchos litigios" que tardarán años en resolverse.
Paula Escalada Medrano y Julio César Rivas para EFE
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