La Teja, un barrio humilde, de clase obrera, con un sentido de pertenencia único y que suele estar pintado de amarillo y rojo por los colores del club Progreso, sigue con la tristeza de la muerte de su vecino más querido, Tabaré Vázquez.
Desde el bar La Razón, al que el expresidente acunó como propio, se reflejan los lazos que construyó a lo largo de 80 años de vida con un barrio que lo vio crecer hasta ser una de las personas más influyentes de los últimos tiempos en el país.
Un pizzero que jugó en Progreso cuando Vázquez era presidente, el dueño del bar y hasta uno de los asiduos clientes sostienen el recuerdo de alguien que marcó tanto al recinto como al resto del barrio que hoy lo llora.
El amor hacia el expresidente, fallecido este domingo a los 80 años, se puede visualizar en pancartas e incluso en banderas del Frente Amplio colocadas a media asta.
Sin embargo, la muestra de afecto y respeto más grande aparece cuando los vecinos del barrio cuentan vivencias compartidas o la admiración hacia alguien que, pese a que alcanzó el cargo más alto al que puede aspirar un uruguayo, nunca dejó sus raíces.
UN BAR QUE LO VIO CRECER
En Carlos María Ramírez, calle principal de La Teja, está el bar La Razón, un sitio al que concurren los "parroquianos" desde la mañana para tomar algo, comer pizza o simplemente hablar entre "familiares", como se consideran ellos.
"En el bar era cliente de la pizzería, tanto él como su mujer. Una vez apareció con el auto, vimos que estaba haciendo fila y le dijimos venga presidente, pase, y dijo 'no, yo voy a hacer fila como cualquier cliente'", cuenta a Efe Sebastián Segovia, encargado del bar.
Aún triste por la partida de uno de los símbolos del barrio, Segovia recuerda a Vázquez como alguien humilde a quien le encantaba comer la pizza con muzzarella y el fainá de allí.
Desde su época como vecino hasta que pasó a ser intendente de Montevideo o presidente del país en dos ocasiones (2005-2010 y 2015-2020), Vázquez siempre intentaba hacerse un tiempo para ir a este bar, hablar con los trabajadores o clientes y tomarse fotos.
La Teja no olvidó estos gestos y el domingo, en su despedida, lo aclamó con las calles colmadas que corearon: "Y ya lo ve, el presidente es Tabaré".
"Fue fuerte, la verdad que sí. El barrio entero vivió un momento muy triste, se nos fue alguien muy importante para nosotros, siempre estuvo presente, siempre ayudándonos", enfatiza el dueño del bar.
El domingo, pese a la tristeza, el local permaneció abierto y mucha gente se acercó a sabiendas de que este era uno de los sitios preferidos de Vázquez.
"Vino mucha gente a conocer, de otros barrios, que no conocían el lugar sabiendo que él estaba acá. Venían como si fuera una parte de él", recuerda.
VECINO ORGULLOSO
En la mañana del lunes son varios los fieles que asisten al bar para comenzar la semana bebiendo algún vaso de whisky o compartiendo anécdotas.
Daniel Villabona es uno de ellos; un vecino que desde hace ya 50 años vive en La Teja y ha sido testigo preferencial del crecimiento de Vázquez a lo largo de los años.
La emoción en sus palabras hacia alguien que comparte su misma enfermedad junto al orgullo de pertenencia por haber salido de un barrio obrero, se reflejan en la mirada de este veterano que apoya sus codos contra la barra para dialogar.
"Para mí Tabaré Vázquez es una gran persona primero que nada, un buen vecino y buen político", cuenta a Efe este hombre que ya es conocido por todos en el bar.
Desde su punto de vista, no hubo otra persona que pusiera tan triste a un barrio entero como ocurrió con la muerte de Vázquez.
"Salir de un barrio de obreros con muchas fábricas que hoy no están y llegar a ser presidente de la República creo que es lo más grande que se puede dar y un orgullo de tener una persona como presidente de un barrio obrero como fue La Teja", enfatiza.
La mirada y el orgullo de Villabona hacia alguien que "va a quedar para la historia" se resumen en la despedida que le hubiese gustado darle: "Hermano, diste todo lo que pudiste. Vamo' arriba, descansa en paz".
EL PIZZERO QUE FUE '9' DE PROGRESO
Antes de que Vázquez se metiera en la vida política del país, ya comenzó a mostrar su carisma como líder en el fútbol. Tras fundar el club Arbolito en 1958, se metió en Progreso, equipo de sus amores y donde dejó una huella imborrable como presidente.
El pizzero del bar, Adrián Cejas, supo ser futbolista profesional en su juventud en Progreso mientras Vázquez estaba al frente.
"Era un tipo que siempre admirabas, porque por más problemas que hubiera, él siempre mantenía la serenidad, la calma, siempre buscaba la mejor manera de resolverlos", recuerda.
Para Cejas fue "un privilegio" compartir momentos con alguien que le dio tanto al club y que siempre estuvo presente tanto en el estadio como en lo cotidiano.
"De la mano de Tabaré, Progreso es uno de los cuadros campeones uruguayos. Consiguió el título en 1989 que como todos sabemos hay siete campeones uruguayos en toda la historia", señala.
Hoy, tantos años después, Progreso tiene una infraestructura mucho más importante y se mantiene a flote gracias "a la escuela que él dejó".
Desde las casas hasta las calles, desde Progreso hasta el bar La Razón pero, fundamentalmente, en cada rincón de un barrio obrero que está de luto, Tabaré Vázquez permanecerá vivo y su legado inmaterial es una guía de orgullo para todos estos vecinos quienes lamentan la partida de su hijo más querido pero mantienen la alegría por recordarlo.
EFE