El "acorazado de bolsillo" alemán Graf Spee portagonizó junto a los cruceros británicos Exeter y Ajax, y el neozelandés Achilles, la Batalla del Río de la Plata, uno de los primeros enfrentamientos navales de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
El Graf Spee, con 1.100 tripulantes, había zarpado de Alemania en agosto de 1939, una semana antes de la invasión a Polonia que dio inicio a la guerra. Hundió a nueve mercantes británicos en el Atlántico Sur y en el Indico, antes de instalarse en las cercanías del Río de la Plata para atacar a los barcos británicos que se abastecían de carne, lana y cereales en esa costa.
En la madrugada del 13 de diciembre de 1939, frente a la costa uruguaya, a unos 370 km al este de Montevideo, el Graf Spee se enfrentó con el Exeter, el Achilles y Ajax, al mando del comodoro Henry Harwood, que había salido en su caza.
Gravemente averiado, el Exeter se retiró con 61 muertos rumbo a las Malvinas. Pero el Ajax, también dañado, y el Achilles, lo cañonearon y le lanzaron torpedos antes de alejarse.
El Graf Spee sufrió relativamente pocos daños y 37 muertos. Su capitán, Hans Langsdorff, herido, decidió abandonar el combate y dirigirse a Montevideo para reparar el buque, pese a la opinión contraria de sus oficiales.
El gobierno uruguayo le dio un plazo de 72 horas, que vencían a las 20H00 del domingo 17. Mientras el Graf Spee era reparado con el auxilio del barco mercante alemán Tacoma (requisado por el gobierno uruguayo en 1942, y convertido en cárcel desde 1973 hasta principios de los 80), Langsdorff enterró a sus muertos en el Cementerio del Norte de Montevideo.
Tras una trama diplomática con filtración de información falsa urdida por el embajador de Londres Eugen Millington Drake, los alemanes se creyeron acechados por una poderosa flota británica y temieron por la captura del Graf Spee.
En la soleada tarde del domingo 17, unas 250.000 personas se aglomeraron en el puerto y en la rambla de Montevideo para presenciar lo que creían sería una formidable batalla naval.
Pero los tripulantes desembarcaron o se subieron al Tacoma, que había escoltado al "acorazado de bolsillo" hasta apenas pasado el límite internacional de tres millas (5,5 km), donde el Graf Spee viró al oeste y echó anclas entre el Cerro de Montevideo y punta Yeguas.
Mientras el sol se ponía en el horizonte, el Graf Spee se inmoló mediante la detonación de explosivos colocados por orden del capitán. Ardió durante tres días y se fue hundiendo por estribor.
Esa noche, los tripulantes del Graf Spee viajaron a Buenos Aires. En la noche del 19 al 20 de diciembre Langsdorff, detenido en una dependencia naval bonaerense, se envolvió en la bandera de la Kriegsmarine y se pegó un tiro.
Dejó una nota para el embajador alemán: "Después de una larga lucha con mi conciencia he llegado a la grave decisión de hundir (el Graf Spee) para impedir que caiga en manos enemigas. Estoy convencido de que, dadas las circunstancias, esta decisión es la única posible, después de haber llevado a mi buque hasta la trampa de Montevideo."