Entrevista a Silvia Soler
|| LA FICHA
|
¿Cómo conociste a Milka, personaje de tu último libro?
Yo trabajaba en El Observador y fuimos a hacerle una nota a las alfareras
de Blanquillo que son famosas. Las alfareras se ubican en un galpón de una estación
de AFE, dividido en tres. En uno están las alfareras, en otro Milka hilando
rueca y en otro más alfareras. Mientras yo le hacía la nota, un compañero del
diario se fue a pasear por ahí y encontró a Milka hilando la rueca. Empezó a
preguntar y descubrió que había una historia. En un momento me dice: Pa mirá
que la señora que está hilando la rueca... no sabés la historia que tiene .
Pero nosotros habíamos ido por la alfarera. Después me puse a hablar con ella,
pero tampoco surgió mucho e incluimos la historia en un recuadro de la nota
principal. Pero siempre me quedé con eso de que era una historia que podía rendir;
como tenía forma de contactarla, varios meses después llamé y fui a Blanquillo
y ahí sí arreglamos para hacer la nota. Luego nos reunimos en otras oportunidades
en Montevideo y en Blanquillo.
¿La historia la reconstruiste sólo a partir del relato de ella?
Sí, solo a partir de eso. Para algunos detalles muy puntuales consulté a
una maestra de allí que conoce mucho el pueblo. Es la versión de ella sobre
la historia y no de alguna de las otras de las personas que aparecen nombradas.
El relato de ella, ¿era verosímil o tenía algo de fantasía?
No, ella es muy transparente. Se sabe la poseedora de una historia singular
y como poseedora de eso siempre tuvo la fantasía de contarla, entonces había
empezado a escribirlo pero no había podido ser. Es exactamente así y luego cuando
hablás con la gente del pueblo de alguna manera se corrobora. Milka es conocida
en el pueblo porque tenía allí el prostíbulo y es medio personaje. Así que la
historia podrá tener -como cuando uno reconstruye su propia historia- algún
adorno o maquillaje, pero es su historia.
Contás en el libro que ella tiene un cuaderno con algunos apuntes sobre su
vida, ¿qué dicen?
Ella me dio esos apuntes. Los que yo tomé se referían a su nacimiento, que
ella lo vive como muy traumático. Llegó a contar desde el nacimiento hasta los
15 años, de una manera muy distinta como yo lo hice, con mucho más elementos
morales.
Milka dice que si escribiera su historia haría hincapié en lo moral, ¿a qué
se refiere?
Sí, ella en algún momento me dijo que le gustaría que su vida quedara como
ejemplo. Yo la verdad que no la veía por ahí porque la historia de la prostituta
ejemplarizante realmente me resulta un tanto vulgar, además de conocida: hice
esto por necesidad, que nadie lo tenga que hacer . Lo que más me gustaba de
Milka es su capacidad de sobrevivir y lo que valorás de ella hoy es eso: que
es una mujer que sobrevive. Siempre encuentra la forma de sobrevivir y no es
una persona amargada, que sufra un estigma. Ya ves en el pueblo tiene una tarea,
yo la llamo a la casa de una vecina, le abren sus puertas y es conocida como
una vecina más, por más que tiene su historia. Es que nadie está pensando en
Milka la prostituta sino en Milka la vecina de Blanquillo, mirá la historia
que tiene!.
¿Milka se siente reflejada en la historia que contaste?
Hablé por teléfono con ella y le pregunté si le había gustado y me dijo
que sí, que estaba encantada. No le pregunté mucho porque el temor siempre que
haces una entrevista es que después cuando el entrevistado lo lea diga "yo esto
no lo hice", o "no era así". Todos los nombres están cambiados. Quizá le parece
que había ficcionado pero en realidad no hay nada ficcionado, nada que no me
haya contado ella. Incluso cuando hay datos de los personajes, en cuanto a su
estatura o detalles no es inventado, me lo contó ella. Creo que le gustó después
le voy a preguntar qué hubiera contado pero sólo por curiosidad, supongo que
sería muy diferente.
¿Cómo construiste la relación para ganarte su confianza?
Ella no tiene mucho problema para contar su historia.
Pero, ¿tenía idea de que era para un libro?
Aunque ella cobró por tener relaciones con hombres, tuvo varias historias
de amor...
Historias de amor... amor quizá es una palabra muy grande. Son historias
de compañerismo, de hombres que van pasando por su vida y que dejan una marca,
porque muchos de ellos dejan un hijo y otros golpes. Lo que ella tiene más cuidado
es si se van a saber los nombres porque algunos de ellos están vivos y alguno
vive en el pueblo, pero el sentido de la intimidad que tiene Milka es diferente
al que podemos tener en la ciudad; en un pueblo chico tu intimidad es compartida,
quieras o no quieras. En la ciudad tenemos mucho más reserva, me parece que
es un sentimiento diferente que va de lo urbano a lo rural.
Milka fue madre pero dejó sus hijos a otras personas, hoy adoptó una niña adolescente...
Es raro eso, cuando hablás con ella la sensación que te da es que hay amor
por los hijos, aunque no los crió, es bastante más complejo de lo que uno podría
decir a simple vista. Hay amor y preocupación pero que es con quien los deje,
los cuide. El sentimiento de que la vida que llevaba era incompatible con la
crianza de los niños y bueno no podía hacer las dos cosas, como que tenía que
delegar la maternidad. Es todo lo que te cuenta Milka que uno lo puede mirar
de un punto de vista muy dramático. Sin embargo, las cosas que le pasan a ella
son muy dramáticas porque dejar a sus hijos con otra persona, no volverlos a
ver, ejercer la prostitución, que un hombre te rompa las costillas... pero ella
no lo cuenta con dramatismo, te lo cuenta como cosas que le pasaron en la vida
y que fue salvando de una manera u otra.
De prostituta se transforma en tarotista, ¿Hay un proceso interior en ella en
ese pasaje de alquilar su cuerpo a vender espiritualidad?
Yo no lo veo tan así, capaz que ella te diría que sí. Veo como que ella
adapta las formas de sobreviviencia a las cualidades que va teniendo a lo largo
de su vida. Su cuerpo era lo que tenía hasta determinada edad, hoy con eso ya
no cuenta. ¿Con qué puede contar un veterano?, con su experiencia, su espiritualidad,
su sabiduría y astucia. La sabiduría de Milka es esa, cuando pudo vender con
su cuerpo fue con su cuerpo -cuando por distintas razones no contó con eso-
se sigue revolviendo y aprendiendo. Más que por espiritualidad, la propia vejez
o transcurso de la vida la lleva a ir cambiando las estrategias de sobrevivencia.
La veo casi con la misma filosofía que hacía lo otro, haciendo esto.
¿Sentís que tenés una responsabilidad extra por contar la historia de otra
persona?.
Siempre que sacás una historia y lo llevás de lo privado a lo público, significa
un riesgo; también como todos los riesgos son interesantes de correr. Para eso
tomé algunas prevenciones explicándole muy bien de qué se trata. Contarle que
voy a escribir un libro, que puede que nunca se llegue a editar porque a nadie
le interese; puede que se llegue a editar y no lo lea nadie; o que se edite
y lo lea bastante personas. Entonces ahí la historia de privada pasa a pública.
Yo se lo dije muchas veces y el deseo mayor de ella era que fuera público; tampoco
puedo asumir la paternidad. Ella es una persona que tiene muy claro lo que ha
hecho en su vida, tampoco me puedo poner de protectora y decir: esta mujer quiere
contar su historia pero yo pienso que le va a ser mal, aunque hay varias prevenciones
para no dañarla, como cambiar que es una de las cosas que le puede hacer más
daño.
Milka vive en una situación muy precaria, ¿ella pidió dinero por contar su
historia?
No. Ella lo que necesita es que si le pedís que se traslade a Montevideo,
tenés que ayudarla pagándole el pasaje. Jamás pidió dinero por adelantado. Ahora
que está el libro editado se le dará lo que corresponda porque en definitiva
yo lo escribí, pero la historia es de ella. Es compartida.
Tu libro anterior también refiere a la historia de una mujer, ¿es una opción?
Son dos historias nada más. Lo que sí seguramente como mujer estás mucho
más dispuesta a ver las vicisitudes femeninas que un hombre. Uno tiene la impresión
que cuando una mujer te cuenta que tuvo un hijo que lo abandonó, que tuvo un
embarazo, que ejerció la prostitución, hay algo de sensibilidad que te permite
una comprensión diferente. Los hombres siempre escriben historias de hombres
y nadie les dice: otra vez estás escribiendo historias de hombres , está tan
incorporado que a nadie se le ocurre.