Estoy contento, expectante, optimista luego del nombramiento de Jorge Denevi como director artístico de la Comedia Nacional. Un elenco que hasta ahora se caracterizó por su perfil burocrático y de escasas inquietudes artísticas, está bueno que acepte en su dirección a alguien que supo abrirle la cabeza al medio teatral uruguayo, tanto dirigiendo comedias (fue de los primeros que se animó a llevar a las tablas lo que los serios teatristas compatriotas consideraban "un género menor y pasatista") como obras rupturistas, de vanguardia y con elencos jóvenes y sorprendentemente versátiles y solventes. Le juego unas fichitas a Denevi. Espero que sea él quien transforme la Comedia, y no la Comedia quien lo transforme a él. Es sabido que los empleos públicos achanchan. Pero Denevi no es de los que se achanchan y se entregan fácilmente.
(Y no hablé de la carrera de Denevi en televisión. Ya habrá tiempo)
Prometí hablar de Beck y su noveno disco, The Information. Me pasa algo raro: cada vez que aparece un disco de Beck, todas las críticas son buenas. Cuando lo escucho, siempre, me termina gustando. Pero después lo comparo con Odelay, su obra maestra, y es como si Beck quedara debiendo algo. Aunque haga siempre discos diferentes. Aunque arriesgue. Aunque sea pop y vanguardista al mismo tiempo. Beck hace discos geniales pero que no conforman. Es lo mismo que me pasa con los discos de Prince posteriores al impresionante e imponente Sign O The Times. De todos modos, hay una canción, Nausea, que está entre lo mejor del 2006. Qué digo del 2006: está entre lo mejor que se ha compuesto desde el 2000 hasta hoy.
(Ya está en las disquerías, con un bonito packaging y a tres gambas y media)
Prometí comentar el disco solista del dueño de aquel grupo inglés, Pulp, es decir, de Jarvis Cocker. El disco se llama Jarvis y es como Pulp pero con la tristeza de un nerd incomprendido y solitario. Es eso, en realidad: Cocker abandonó Londres y se instaló en París, fue padre hace muy poco y ya no quiere ser el centro de la fiesta. Jarvis ya había participado de la banda sonora de "Harry Potter y el cáliz de fuego", y hasta se sacó el gusto de aparecer algunos segunditos en la película con una banda conformada por miembros de Radiohead, Pulp, Add N to X y Relaxed Muscle. Quizá Jarvis (el disco) no tenga hits como Disco 2000 o Common People, las inolvidables de Pulp. Pero Jarvis sigue siendo Jarvis: un tipo triste, oscuro, divertido, irónico, egocéntrico, ambiguo, escurridizo, tímido, melancólico, sentimental, sensible, imbancable, malhumorado, violento, enamorado, inexpugnable, condenado a la soledad eterna. Como casi todos los artistas. Si Jarvis se llamara Jaime Roos, bien podría haber compuesto el Tema del hombre solo.
(Jarvis es algo difícil de encontrar, pero para qué tenemos a la mula)
Veo la presentación de los jugadores de Gran Hermano 2007, que empezó esta semana en Canal 4. Me encanta Gran Hermano en dos sentidos: como juego de estrategia y, por otro lado, como experimento social, sexual, psicológico, tribal. Pero el casting de esta edición en particular me plantea algunas dudas. En las primeras versiones del programa, el énfasis estaba dado por las diferencias entre los participantes. Los productores se esforzaban por encontrar un gordo, un trolo, una prostituta arrepentida, un ama de casa con ganas de tirar la chancleta de manera culposa, una modelo estúpida, un lindo, un chanta, un futbolista. Pero en este Gran Hermano es como si todos fueran más o menos iguales, lindos chetitos habitués del Hotel Faena. Eso también puede tener su encanto, ojo. Ya van a aparecer las diferencias dentro de las similitudes. Vamos a ver. Obviamente, vamos a seguir hablando del programa que es más que un juego que es más que un programa que nos seduce a pesar nuestro.
(Lo conduce Jorge Rial, un tanto cagadito en el primer programa. Por suerte ya no está la insoportable Soledad Silveyra y sus grititos histéricos como ¡Mis valientes! )
Recibo un mail firmado por una lectora anónima que dice lo siguiente: "Escribes mal, Gustavo". No lo escribió ella, lo plagió de John Fante. A los pocos días apareció una nota en el diario Perfil. Comentaba un libro llamado Escritores contra escritores, de Albert Angelo, que acaba de editarse en España. Recopila insultos que escritores de todos los tiempos y lugares lanzaron contra colegas y competidores. En estos tiempos en que una ley arcaica y falsamente moralista limita la libertad para insultar, no puedo resistir la tentación de reproducir algunos de los ataques más viperinos e ingeniosos. Ahí van:
* Lewis Morris: "Hay una conspiración de silencio en mi contra. ¿Qué debo hacer?"
Oscar Wilde: "Unirse a ella"
* George Bernard Shaw a Winston Churchill: "Acá le hago llegar dos entradas para la primera noche de mi nueva obra de teatro. Traiga a un amigo... si es que lo tiene"
La respuesta de Churchill a Shaw: "Imposible asistir a la primera función. Iré a la segunda... si es que hay segunda"
* Lady Astor: "Winston, si yo fuera su esposa, le pondría veneno en el café"
Churchill: "Nancy, si yo fuera su marido, me lo tomaría con gusto"
* Gore Vidal al enterarse de la muerte de Truman Capote: "Una buena movida para su carrera"
* David Viñas: "Pablo Neruda es un boludo con vista al mar"
* Roberto Bolaño: "Si me fuera de copas con Isabel Allende, no cambiaría mi opinión sobre ella, porque ni en mis peores borracheras he perdido cierta lucidez mínima, un sentido de la prosodia y del ritmo, un cierto rechazo ante el plagio, la mediocridad o el silencio"
* Me identifico con ésta, del gran Capote: "No me importa lo que se diga de mí, mientras no sea verdad"
(Y no olvidemos que yo tuve que comerme una condena por haberle dicho "hijo-de-mil-putas-la-puta-que-lo-parió" a un personaje público que habia acumulado anteriormente cientos de epítetos contra mi personaje. El libro todavía no llegó por acá. Pediselo a alguien que se vaya de viaje)
Vuelvo a ver Oz en Canal 10. Qué casualidad que justo cuando empieza la serie se arme quilombo entre bandas en el Penal de Libertad.
(De Oz y de las cárceles autóctonas voy a hablar un poco más la semana que viene. Vale la pena)
Viene Tom Jones al Conrad. No te lo vayas a perder. Una vez lo vi en un show en Boston y es una cosa im-pre-sio-nan-te. Debe tener como 70 años. Pero no para de moverse y de bailar y de sudar y de olfatear cada bombacha que las fans cincuentonas les tiran cuando cantar "What´s New Pussy... cat" haciendo la pausa y mirándolas a todas a los ojos justo en ese momento. Es difícil envejecer con dignidad, con glamour, sin perder el sex appeal. Andá a ver al Tigre de Gales y después me contás.
(Cuando cante It s not inusual se te van a parar todos los pelos. Te apuesto lo que quieras)