Camino por las calles de Malvín y escucho a lo lejos canciones de Viglietti. "Niño mi niño vendrás en primavera te traeré". Una versión en vivo. Me acuerdo perfecto de aquel recital en el 83. Yo mismo fui al Franzini. Y canté en esa parte. Mirá, ahí viene, Viglietti les da el pie... "se precisan niiiiiiiiiiiños paramanecer". Estaba buena aquella época. Te la creías y todo. No se te ocurría pensar que el niño que nacía en el cante sería plancha, no revolucionario. Que sería un pastabasero, un rapiñero, en vez de aquel hombre bueno que el cantante imaginaba. Me iba acercando al lugar del que salían las canciones revolucionarias de Viglietti y escuchaba tal cual, como en aquel disco en vivo que ya tiene 30 años, los aplausos en el mismo lugar, el pueblo cantando con el artista en el verso acordado. "Mirá estos de la Gozadera, qué tipos raros", iba pensando mientras me acercaba al teatro de verano que les regaló la intendencia. "Pasan a Viglietti cuando ellos se copan con La Vela o con Buitres". Cada vez que terminaba la canción -que siempre era la misma- aparecían puntuales los aplausos, que eran también los mismos. Pero al llegar al lugar del suceso, cuál no sería mi sorpresa. Lo que estuve escuchando en mi caminata sabatina, las dos cuadras recomendadas por Ravenna, no era un disco de Viglietti. Era Viglietti. Avejentado, con frío, con boina, con campera.
Cantando las mismas mentiras que cantaba hace 30 años. La mentira de a desalambrar. La mentira manipuladora de Tiempo de guerra. La mentira de la Latinoamérica unida, del crisol de razas. "Yo quiero romper mi mapa/ formar el mapa de todos/ mestizos negros y blancos/ trazarlo codo con codo".
Cuando estaba cantando eso, me fui. Sí, es verdad, no lo había contado antes, al llegar a la puerta me paré un rato largo, tres o cuatro canciones, a ver si pasaba algo nuevo, algo conmovedor, algo que no fuera predecible, algo que pudiera emparentarse al arte. Vieron, ¿che? Sigo siendo un iluso. Estos ancianos ya hicieron su tarea, ya construyeron su parte de la historia. Con buena fe algunos, sin buena fe otros, ya se engañaron y engañaron bastante. Mientras me estaba yendo, pensaba: "está bien que termine de esta forma... en un teatro pobretón de Malvín, cantando para quince personas a las que él mismo antes despreciaba por burgueses... está bien que termine en esto, invitado a un acto de la embajada de Venezuela... está bien que termine entonando sus canciones en actos que homenajeen al militar dictador que gobierna Venezuela... está bien que viva de esos dineros...
"El problema, Gustavo", me señaló enseguida mi alter-ego, "es que no toca solamente en estos teatritos de morondanga". También recorre el mundo cantando las mismas porquerías... A los europeos, y a su sentimiento culposo por habernos conquistado, les gustan estos tipos que les hablan de las revoluciones, aunque nunca hayan hecho ninguna... Ni siquiera una pequeña revolución musical, un riesguito aunque sea mínimo... Ni siquiera una revolución vital... "Tenés razón, Gustavo", me contesté. "En definitiva, a todos nos interesa más nuestro ego que nuestra ideología. La otra vez haciendo zapping lo vi en TV Ciudad. Se suponía que estaba entrevistando a Serrat. Pero ni ahí. Lo que hizo durante toda la entrevista fue contarle lo crack que era él, Viglietti, el autor de aquella copla que decía 'Perder la paciencia/ y sólo encontrarla/ en la puntería/ Camarada/ Papel contra bala/ No puede servir/ canción desarmada/ frente a un fusil'.
(Viglietti además tiene programas de radio y televisión con los sensoriales títulos de Tímpano y Párpado. Si querés verlo o escucharlo, no soy yo el que te va a decir cuándo y dónde)
Prescindo totalmente de los concursos de Tinelli y de las peleas que se encarga de amplificar Rial. Me importan tres carajos. Tres Carrozos. Pero la peleíta entre Sofovich y Javier Rojas -NUESTRO representante- desató nuevamente ese nacionalismo estúpido que tenemos los uruguayos, esa idiotez que lleva a 100.000 tarados a votar por SMS para que al tipo no lo echen. Apareció hasta una carta en El Observador donde se deliraba con conceptos como "dignidad" y "no dejarse avasallar". Es así: si hubiera un ranking mundial de retardo mental los uruguayos estaríamos en el top ten. ¿Qué tiene que ver un show televisivo, qué tiene que ver Tinelli, con la dignidad nacional o con el falso "avasallamiento porteño"? Por favor ese complejo de enano enojado el Uruguay no se lo va a sacar más de encima y cuando lo echen vamos a decir que fue Sofovich que movió a toda la mafia, que fueron los argentinos, una manga de ladrones del primero al último. Y capaz que hasta vamos y les declaramos la guerra. O que algún imbécil hace una cadena de mails pidiendo que no miren más a Tinelli. Encima lo ponen a bailar con la Carrozo, que le pasa ese culo hermoso que tiene por la cara dándole a nuestro Javier un recuerdo que jamás olvidará.
(No vieron la versión trucha de Cantando por un sueño en VTV, en el programa del Fata Delgado? Les copiamos hasta los roles de los jurados... Por favor...)
Leo en el número de noviembre de La Mano la entrevista de Petinatto a Charly García. Y me convenzo que el tipo -en realidad los dos tipos- están lejos, a años luz de todos los demás. No sólo en materia musical. En todos los sentidos. Si un músico -o un periodista- uruguayo hablara con la libertad con que hablan estos dos de temas como las drogas o el sexo ya los hubieran crucificado. Que lo hagan, sí, pero en privado. Charly, en cambio, dice sin problemas: "A mí me gusta tomar en público, y ese es el chiste. Como tomaba Maradona, que lo hacía en la mitad del partido, así. La cocaína no estaba prohibida antes, y en Hollywood había estrellas que tomaban con sus accesorios de lujo a la vista de todos. No me gusta eso de ir a tomar al baño, porque en el mundo de los baños hay feo olor. Todos los roqueros dicen que dejaron y no toman más. Bien. Yo digo que recién empiezo". Es verdad: yo lo vi tomando en pleno show, en el Plaza, se pegaba un saque y tiraba la bolsa para atrás del escenario. La entrevista termina con una frase que es pura sabiduría-García: "Seis cosas hay en la vida: salud, dinero, amor, sexo, drogas y rock and roll. Yo tengo algunas de esas cosas, así que no está tan mal".
(Kill Gil, el nuevo de Charly, ya está por salir. Y La Mano acá en Uruguay no la encontrás ni en pedo. Pedí que alguien te la traiga de la Madre Patria. No se la pidas a ninguno de esos boludos que no consumen productos argentinos, pobres)
Vuelve Sabina. Y las que están locas de la vida son las cuarentonas ilusas que todavía no perdieron las esperanzas. Ya volveremos a hablar de él. Tenemos tiempo. Apareció una biografía. Lo que está bueno es cómo se pelearon con Fito Páez, que se ve que no le bancó la cabeza después que grabaron juntos "Enemigos íntimos". Sabina dijo que Fito ni siquiera le preguntó si necesitaba algo cuando estuvo mal de salud. El histérico de Páez contestó diciendo que "Joaquín es un mentiroso profesional, es como una novia borracha". ¿Y qué querés que sea un artista, Fito, si no un mentiroso? ¿Querés que todos sean como vos, que mandás un disco por cada novia y contás cómo lo hacían y cómo la borraste? No, Páez, no: el artista es mentiroso. Crea a partir de esas mentiras. ¿O vos te creíste el personaje de Sabina? ¿O te creíste el personaje de Páez? A Fito, mirá vos qué casualidad, le gustan las actrices. Justamente, minas que mienten siempre. Ideales para componer para ellas canciones de amor después de la separación.
(Fito sacó un disco, Sabina viene al Parque Central, y ya van cuatro señoras que me preguntaron si no podía conseguirles una entrada, yo que soy de los medios. No, señora, no puedo)
Vuelve Arjona. Y las que están locas de la vida son las cuarentonas ilusas que todavía no perdieron las esperanzas.
(Para Arjona tampoco tengo entradas)
Escuché Todo es tan inflamable, el nuevo disco de NTVG. O sea: no lo escuché, pero ya sé exactamente cómo va a ser. Y sé que no me va gustar. Un grupo para adolescentes. Un grupo que hace excelentes jingles. La banda sonora de la era de la boludez progresista. Encima, al final, recita Benedetti. Es que los tipos quieren entrar al mercado argentino sea como sea.
(Y no voy a mencionar una sola palabra acerca del alejamiento del baterista y del bajista del combo NTVG)
Tengo terminantemente prohibido hablar del casamiento de una pareja amiga. Fue el sábado. Llegué a las tres de la tarde y ya no había whisky. Así que no tengo nada que decir.
(Y bueno, che... felicidades... que sea lo que ustedes quieran... ¿o no son los dioses de sus vidas?)
Escuché el disco de Estelares. Una de las pocas sorpresas que me he llevado en estos tiempos. Se llama Sistema Nervioso Central. Pronto vienen a tocar. No te los pierdas.
(Escuchate también el disco anterior, Ardimos)
Cortémosla con Américo del Uruguay, por favor. Lo digo con toda la ondaaaaaaaaaaaaaaa con toda la hermandaaaaaaaaaaaaaaaaaaaad con todo el amoooooooooooooor con todo el corazoooooooooooooooooooon con un grito que diga por favooooooooooooooooor vamo arriiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiba no le demos más vida.
(Así nacen los Antolín, los Vázquez Melo... después no te los podés sacar de encima )
Está buena la sección Hacete Cargo, de este portal auténticamente plural, porque las contestaciones dicen bastante más de los entrevistados que un reportaje convencional. Enfrentar a los tipos solos frente a sus propias elecciones y decisiones los pinta más que las imposturas que elegimos para encarar el mundo cotidianamente. Ejemplos: está quien no soporta a los payasos televisivos, pero insiste en hablar de ellos aún cuando no vengan al caso. Está quien se niega a organizar fiestas, aunque va a todos los eventos que puedan ayudarla en su carrera acá y en Buenos Aires. Están quienes no invitaría a su fiesta a la familia Bush, aunque sería más difícil que los Bush decidieran invitarlos a ellos. Además, a eso de las tres, cuatro de la mañana, George el bobalicón debe ser divertido. El alcohol todo lo puede. Están los entrevistados que quieren demostrar que son cultos, intelectuales, cinéfilos, leídos, afrancesados, de gustos exquisitos y exclusivos. Los que escuchan a Mozart, a Paco de Lucía, no ven televisión y no se aburren con las películas de Lucrecia Martel. Los que hablan del pulgar oponible porque hace un mes leyeron un libro de Carl Sagan... Están los transparentes y estamos los mentirosos, los exagerados, los que decimos que el pescado que sacamos medía como tres metros. Así que violamos las reglas del juego y en vez de decir una decimos dieciséis, para demostrar de paso lo fenómenos que somos. Los otros, los transparentes, son los que se resignan y dicen la verdad: que se copan con Django, con Air Supply, con Roberto "Íntimo" Carlos. Que uno de los pocos libros que leyeron es "Viven" y que se emocionaron con El Principito y con Titanic, cuando Leo di Caprio la lleva a la cubierta. Hay cosas que no llego a entender, como una de las entrevistadas entre cuyos grupos musicales imprescindibles está Chopin, pero que después va y elige La Margarita, uno de los Roos menos inspirados, como su disco favorito. Que la misma artista elija la tremenda, violenta, dolorosa "Irreversible" como su película esencial y como serie de televisión se quede con Hechizada, una sit-com naif y carente de dramatismo y de violencia. Y están los previsibles. Que a Rosadilla le guste Numa Moraes, por ejemplo, y que cargue en el i-pod diferentes versiones de La Patria, Compañero. Hay alguna sorpresa: Diego Vázquez Melo aparece como un tipo mucho más sensato y reflexivo de lo que muestra su personaje televisivo. Tabaré Rivero -y yo lo sé porque lo conozco de hace años- se irrita con la falta de amabilidad y no quisiera morirse sin decir cuánto amor y cuánto odio siente por algunas personas. Me pregunto por qué un tipo tan leal y tan directo no lo puede hacer. Y no es joda ni ironía (Entre paréntesis: Nasser y Tabaré son dos de los tipos más frontales y encaradores de este medio hipócrita y careta. Aunque estén equivocados muchas veces -según mi entender, obvio- es admirable el modo en que van de frente siempre).
(Espero que esta sección tenga una larga vida, y que Montevideo COMM no la deje vegetar como está haciendo con El portal de la descarga, por la razón obvia de que era evidente que los que puteaban y elogiaban eran los mismos cambiándose de nombre. Pero hay una cosa que me calienta de Hacete cargo: en las primeras ediciones yo estaba bastante bien posicionado para ganarme el premio del tipo más odiado. ¡Te das cuenta! ¡Más odiado que Bush! ¡Más que Kirchner! ¡Más que Balbi! ¡Más que Nino Gavazzo! Pero poco a poco, y creo que por el contagio que producen las encuestas, el presidente de la Madre Patria me fue quitando el primer puesto. ¡Vamos, muchachos! ¡Vuelvan a mencionarme! ¡Total, si me invitan a una fiesta es probable que no vaya! ¡O que el casorio sea a las 12 y yo llegue a las tres de la tarde, cuando ya no hay más whisky!)