Miro a la reina de Gualeguaychú, la defensora del ambientalismo y de los piqueteros, posando medio en bolas para la revista Gabo. Está buena, pienso. Y lo que me surge al verla es lo mismo que le surgía a mi madre cuando era joven y le gustaba algún cura: "qué desperdicio esta muchacha".
(Mirala en notiblog.com.ar)
Tendría que escuchar el disco de Callejeros. Pero ya van varias veces que lo pongo, que aprieto "play" y lo apago casi enseguida, apenas el tipo empieza a cantar una canción compuesta en noviembre del 2003, antes de Cromañón. "Quiero gritar pero el dolor calló mi voz", dice y apago. Por un lado, siento que los tipos estaban como predestinados, tenían escrita la tragedia. Por otro, me da un poco de pudor escucharlos penar y pedir pena por lo que les pasó, evento del que son, por lo menos, parte co-responsable. Leo una entrevista a padres de las víctimas del incendio. Uno de ellos se zarpa, y dice que si Callejeros vuelve a un escenario, "van a bajar en una bolsa negra". Haber vivido un drama en carne propia no puede convertirte en un hijo de puta. Pero los tipos lo dicen convencidos. Si Callejeros siguen cantando, hay padres que los quisieran matar. Ni una cosa ni la otra, che. A mí me paspa un poco que los Callejeros hayan editado un disco, que no estén presos o escondidos o penando por las calles. Me paspa que se genere cierto mercado en torno a las muertes que ellos mismos provocaron o ayudaron a provocar. Pero al mismo tiempo reconozco que los tipos tienen derecho a seguir con su vocación, supuestamente la de ser artistas. Pediría pena para ellos, pero no pena de muerte. Ni siquiera cadena perpetua. Pero me abstengo, por ahora, de escuchar "Señales". Y si algún día vuelven a actuar, voy a abstenerme de ir a verlos. Las ceremonias y las señales mortuorias apenas si las puedo soportar en los velorios.
(Señales, de Callejeros, está a 20 dólares en todas las disquerías. Y tiene un arte de tapa muy lindo, muy alegórico)
Dicen que algunos jóvenes socialistas proponen legalizar la marihuana. Aunque estoy de acuerdo con la propuesta (en realidad me gustaría que TODAS las drogas fueran legales), no llego a creer del todo que lo que quieran estos muchachotes sea, realmente, lo que dicen que quieren. Me da la impresión que con la discusión sobre las drogas va a pasar lo mismo que con otros temas urticantes: el partido gobernante va a mostrarse plural y con un amplio abanico de opiniones en su interna, pero las cosas van a quedar más o menos como están. Así quedan conformes el conservador y el revolucionario, el progresista y el tradicionalista. No les creo cuando discuten sobre el aborto y sobre la legalización de ciertas drogas. Los mismos tipos que prohíben fumar no van a ser capaces de abrir otros espacios de libertad corporal o espiritual. Simplemente enviarán un mensaje de discusión interna, de apertura mental, de pluralismo para dejarnos a todos un poco más contentos. Y de eso se trata, ¿no? Una asamblea, una minita, un porrito, una guitarra y a dormir hasta mañana. Somos taaaaaaaaan locos.
(Jorge Batlle volvió a decir que las drogas deberían estar legalizadas, acá y en todos lados. Por qué no lo hizo cuando podía haberlo hecho, entonces, me pregunto yo, conociendo la respuesta. Y Tabaré también habló, faltaba más. Obviamente no se la jugó demasiado y dijo que era un tema a discutir -no como el aborto, que no admite discusiones)
Publicitan los productos uruguayos por medio de un comercial cantado por una vistosa murga, creo que la que ganó el primer premio en el carnaval pasado (si ésa es la que ganó el premio, imaginate cómo serán las otras). Es la mejor manera de inducirme a consumir productos extranjeros. Todo es horrible: letra, música, estética, filmación, caras, voces, gritos, todo. Me dan ganas de ver la peor de las publicidades argentinas. "Si nosotros no confiamos, quién confía en el país", pregunta la murga. Yo no, les respondo. Agarrate.
(Si seguís mirando televisión abierta, los podés ver cada dos o tres tandas)
Pasean por mesas y paneles de programas deportivos algunos sujetos que dicen pertenecer a la "selección uruguaya de fútbol gay", apadrinada por Daniel Lucas. Piden aceptación. Piden no ser discriminados. Pero la discriminación, esta vez, parte de ellos. Es decir: si se les acerca un atleta heterosexual, ¿lo dejarían jugar en su mundial? ¿O lo rechazarían por raro, por distinto? Si yo los denuncio por discriminadores a ellos, ¿qué diría la justicia competente? Quiero practicar para el mundial con ellos en la canchita del costado del estadio: ¿tendré que hacerme trolo?
(El Campeonato Mundial de la IGLFA -Asociación Internacional de Fútbol de Gays y Lesbianas- se jugará entre el 23 y el 29 de setiembre del 2007 en Argentina. Todavía estamos a tiempo)
Leo Fernández, el libro del argentino Jorge Fernández Díaz. Al tipo le va bien este estilo de novela andá-a-saber-si-autobiográfica: ya había escrito Mamá, un viaje emocionante al interior de la vida de su madre, una asturiana llegada a Argentina para "hacer la América". Comentando ese libro, Jorge Lanata escribió: "Terminé de leer Mamá sorprendido: ¿tanto le había contado a Fernández Díaz sobre mi vieja?". Es eso, exactamente: el tipo habla de sus experiencias personales, pero con tanta exactitud e intimidad que parece que estuviera hablando de las del lector. Pintando su familia, Fernández Díaz se hace universal. En Fernández, vuelve a lograrlo: esta vez no habla de su madre. Habla directamente de él, un argentino nacido en 1960, uno que creció con Charly García y con Perón, que se hizo adulto con la dictadura, que se comió todos los versos, que fue y vino tantas veces que ya no cree en casi nada, que se casó y se divorció, que se hizo escéptico trabajando como periodista, que tuvo dudas y que buscó certezas y que después volvió a dudar, que vio crecer su panza y la bajó a sushi y a gimnasio y que después dejó que le creciera para siempre. Que abandonó a sus hijos y después los extrañó. Que volvió a tener hijos pensando que no se volvería a equivocar. Al final, a Fernández, pobre tipo, sólo le queda una esperanza: "que nos dejen pelear alguna vez la batalla que perdimos sin pelear". Apenas dice eso, por la radio, alguien lo llama y le pide que se deje de decir boludeces. Que se calle y ponga un disco de Creedence.
(Fernández, de Jorge Fernández Díaz. 300 pesos en todas las librerías)
Matan a dos pacientes del Pasteur. En lugar de administrarles el cóctel, de generar una eutanasia, les ponen en la sangre oxígeno y comida. Es decir: después de lo del doctor Magga, chivo expiatorio de todas las muertes por piedad que se practican en sanatorios y hospitales uruguayos, aparece alguien que lo hace explícito. A dos pacientes candidatos seguros a la eutanasia pasiva, se los "saca de ambiente" a lo bruto, a lo grosero, asesinándolos, llamando la atención. El mensaje del asesino o la asesina pirado es evidente: "esto pasa siempre, pero no lo ves. Miralo ahora". Van a mandar en cana a una enfermera o dos y no va a pasar más nada.
(El presidente también habló de eso. Bah, dijo las dos o tres obviedades que diría cualquier vecina)
Pelean Spinetta y Petinatto en la revista La Mano, que no sé por qué carajo dejó de distribuirse en Montevideo. En un especial de La Mano dedicado a Spinetta, Petinatto escribió, como siempre, al borde de la genialidad descriptiva: "Un día salí con una chica que tenía la particularidad de transpirar como un jabalí". Una chica fanática de Spinetta, claro. Saliendo con ella, Petinatto se da cuenta de algo: "nunca iba a existir una mujer bonita-bonita y que fuera fanática de El Flaco". "Esas chicas también eran mujeres que podían dejarse el vello debajo de las axilas y que no les importaba tener mal aliento o llevar con orgullo, en este caso, la transpiración y el olor bestial". Sin estar a la altura de su "poesía barata", Spinetta le contestó: "Petinatto es muy grosero; en sus programas, en sus ideologías, lo demuestra. Pone escritos de un tipo que se hace pasar por izquierdista cuando es un tremendo fachista; lo hace hablar en contra mío. Petinatto es del mismo palo, un fachista. En un momento lo quería pero ahora, después de ver lo que hace en TV, me parece un farabute". Y, al borde de la autocomplacencia, dice sobre los críticos de discos de La Mano: "Si cualquiera de esos artistas a los que ellos le soban el lomo compusieran dos canciones como las mías dirían que es Dios. Pero como son mías, dicen 'Spinetta es raro' ". Suelo ser de los pocos tipos rioplatenses que no están convencidos de que Spinetta es un poeta genial. Es más: me aburre, me duerme, me pone de mal humor, me parece soberbio, pedante, incomprensible, inaguantable. Pero los fanáticos de Spinetta siguen pensando que es un Dios. Y el mismo Spinetta cree ser Dios. Un tipo capaz de usar la palabra "farabute" no debería ser tomado en serio. Menos cuando cataloga de "fachista" a alguien a quien quería por lo que vio de él en la tele.
(El último disco de Spinetta se llama Pan, y es tan malo y pretencioso como sus discos anteriores. El último número de La Mano pedíselo a algún amigo que vaya a Buenos Aires. Y a Petinatto en la tele pedí que te lo graben)
((Aclaro: el comentario anterior es puro prejuicio. En cualquier polémica entre Spinetta y Petinatto siempre, a priori, voy a estar a favor de lo que diga Petinatto)
Pelean los periodistas de Deluruguay.net con los músicos de NTVG (¡¡qué peleadores y paranoicos andan estos chicos!! ¡¡a ver si se consiguen alguna noviecita en el Pilsen Rock y se descargan!!). El periodista Leonardo Scampini le mandó a Mateo Moreno, vía e-mail, las siguientes preguntas:
1) Oí decir que NTVG vive de la música actualmente. ¿Eso es cierto?
2) ¿Con qué ganan más? ¿Recitales, ventas de discos?
3) Los grupos que recién empiezan se quejan de que ellos producen el fenómeno del rock y otros se quedan con la mayor parte del dinero. ¿En el caso de NTVG sucede lo mismo?
4) O sea: ¿ustedes ganan pero más ganan los que están alrededor de la banda (managers, sellos, productoras, disquerías, etc.)?
5) ¿Les parece bien la manera en que está organizado el negocio?
6) Si los músicos se quejan pero siguen dentro de la "rosca", ¿no son en parte responsables de la situación?
7) ¿Realmente las bandas deberían ganar más por ser los hacedores de canciones? ¿O los que quieren hacer su negocio y para eso ponen dinero y ponen infraestructura al servicio de la música está bien que ganen lo que ganan?
8) Crear productoras y sellos independientes por parte de los propios músicos, ¿no sería una vía de salida?
9) Cuando NTVG va a grabar un disco, ¿el sello paga todo o la banda tiene que hacerse cargo de algún gasto? ¿Siempre fue igual o la situación cambió luego de haberse convertido en una banda popular?
10) ¿Quién gana más con la venta de cada disco: el sello, el grupo, la disquería, los managers? Si podés aportar porcentajes aproximados estaré agradecido.
11) ¿Y con los recitales qué pasa? ¿quién se queda con la mayor parte?
El bajista de NTVG, Mateo Moreno, leyó las preguntas y le contestó: "¿Vos me vas a pagar porque yo te haga de secretario? Tenés muchos mitos y no tengo ganas de respondértelos, aparte me pareces medio atrevido y tus preguntas afirman y marcan opinión y eso no es serio. Saludos"
Ahora yo me pregunto: ¿qué proceso mental sacudió la mente de Moreno para no contestar esas preguntas? ¿Cuál es la paranoia que se les despierta a los uruguayos cuando se habla de dinero o de negocios? ¿Moreno siente que está mal ganar dinero? ¿Moreno siente que una pregunta que intente discriminar las ganancias de los distintos participantes del negocio musical es atrevida? ¿Creerá Moreno que si hubiera contestado sincera y frontalmente estas preguntas el grupo que integra perdería parte de su credibilidad? ¿Cómo puede un artista solucionar sus contradicciones internas e ideológicas a la hora de enfrentarse con el mercado? Son preguntas que, claro, Moreno no quiso contestar. Preguntas atrevidas. Una cosa más que tienen en común los integrantes de NTVG y el presidente.
(En deluruguay.net hay entrevistas a grupos y podés bajarte discos)
Tengo buen busto, lo sé, como todo cuarentón algo excedido de peso. Pero no quiero que, como a Moria Casán, cualquier nabo se me cuelgue de las tetas. Así que no voy a hablar de ningún comunicado. Yo marco mi agenda. Y me hago rigurosamente el autoexamen de mama. Por las dudas.
(Jorge Guinzburg, Nicolás Repetto, Adolfo Castello, hacían hace 20 años "La noticia rebelde", ¿te acordás?)