Tributo a Escanlar
Los siete sentidos VI

LA COLUMNA DE GUSTAVO ESCANLAR

Sexta entrega de Los Siete Sentidos, la columna del periodista y escritor Gustavo Escanlar.
18.05.2006
2006-05-18T00:00:00
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Junto algún que otro objeto de deseo, por las dudas, por si de pronto tengo mucho tiempo ocioso, yo qué sé, toco madera. Hay épocas de siembra y épocas de cosecha. Tiempo de recolectar y tiempo de largar para afuera. Hoy, por un rato, me contengo y no vomito nada. Estoy coleccionando. Por lo menos por un rato. Además hoy, jueves 18, cumplo 44.

(Información al margen: a un preso no podés interrumpirlo cuando duerme ni cuando está leyendo: son los únicos momentos en que se siente libre)


Tengo libros nuevos: El pintor de batallas, de Arturo Pérez-Reverte. Abril Rojo, la novela que ganó el premio Alfaguara, del peruano Santiago Roncagliolo, un policial con terroristas, policías y fiscales del Tercer Mundo bananero y real. Y Lunar Park, de Bret Easton Ellis, que no publicaba desde Glamorama en el 95 y me tenía fisurado. Empecé los tres al mismo tiempo, pero obviamente me enganché más, por una cuestión entre romántica y autobiográfica, con Easton Ellis. Parece autobiográfico: el tipo empieza contando su historia con las minas, con las drogas, con los libros que escribió, con la guita, con la fama, con el padre. Pero en un momento se zarpa y aparecen muñecas que hablan y Patrick Bateman, el asesino en serie, el héroe de American Psycho. La realidad y la ficción se entreveran y uno no sabe qué es de verdad y qué es literatura. Uno termina entregándose al relato, le deja de importar la verdad confesional y se sumerge en la "verdad narrativa". Y disfruta de un buen relato fantástico escrito por un autor llamado Bret Easton Ellis y con un protagonista llamado Bret Easton Ellis. Los otros libros te los cuento en la próxima columna.

(Los tres ya están en todas las librerías)

Tengo Stadium Arcadium, el nuevo de los Red Hot Chili Peppers. Lo agarré con desconfianza -más de lo mismo, pensé; qué más pueden decir estos, prejuzgué; no me banco las canciones de los rehabilitados, opiné. Pero me entraron a seducir desde el arte de tapa: los tipos son fashion, son glamour. Y haciendo música son unos fenómenos: más de lo mismo, sí, pero bien hecho, como siempre. Son dos discos, 28 canciones, más de dos horas. Y no cansan, a diferencia de otros discos dobles. Dales otra oportunidad a Flea y Anthony. Se la merecen, por lo menos.

(Stadium Arcadium duele 17 dólares)

Tengo más cds: Prince (3121, para que bailes solo mirándote al espejo), Cerati (Ahí vamos, para que extrañes tu adolescencia Soda), Pearl Jam (Pearl Jam, para que escuches en las protestas antiglobalización), Paralamas (Hoje, para que te saltees el rap de Manu Chao, el surco cuatro), Marisa Monte (sacó dos discos a la vez, pero el que más me gusta es Infinito Particular, para mostrarte la versatilidad de Carlinhos Brown), Gotan Project (Lunático, para que los turistas electrónicos se bauticen con el tango. Mucho menos sorprendente que el disco anterior, La revancha del tango. Pero mucho más disfrutable que los Bajo-Fondo-Puro-Loop). Se les dio a todos por sacar discos a la vez. Y yo, que soy bulímico, los copio con mayor rapidez de la que tengo para escucharlos.

(Todos los discos andan en la vuelta. Si no los encontrás por ahí mandame un mail que te averiguo dónde están y cuánto cuestan)

Tengo los dvd de Charlie y la fábrica de chocolate, de Nightmare Before Christmas, de El cadáver de la novia. Auténtico y original combo Tim Burton. Me gusta coleccionar dvds -tengo menos de los que desearía, me encantaría comprar las temporadas enteras de Los Soprano y Los Simpson, capaz que con el próximo sueldo. Lo que más me gusta de los dvds son los adicionales. Los comentarios del director, para seguirle la cabeza, que te cuente en qué pensaba, a quién quiso copiar, qué le dijo a la actriz. Las escenas eliminadas. Las bandas sonoras. Los backstage. A veces me gustan más los adicionales que la película misma. Me pasa, por ejemplo, con las de Robert Rodríguez (con Mini-espías y Érase una vez en México, por ejemplo). Por eso me parece una injusticia que Sin City haya aparecido casi pelada, sin los adicionales a que nos acostumbra el mexicano más bizarro.

(Así que lo que te conviene es que te compres -que te compres, no que alquiles- los de Tim Burton, que traen un montón de regalitos. Cuando vayas a Blockbusters fijate que capaz que los tienen en oferta)

Tengo los nuevos números de Pimba, de Neo y de Freeway. Entre las tres no hacen una. ¿Por qué los de la Neo se creen más vivos que el resto de los terrícolas y más inteligentes que el resto de los extraterrestres? ¿Por qué no hablan del mundo que está más allá (o más acá) de su círculo de amigos, de sus vicios, de sus chistes malos y de las películas clase Z? ¿Por qué los de la Pimba se creen más cool que los demás? ¿Por qué no hablan de la ciudad real, de esa ciudad que habitan otras personas además de los fotógrafos, los publicitarios y los diseñadores? ¿Por qué los de la Freeway se creen más combativos (acá, que más remedio, tengo que incluirme)? ¿Por qué no me la sacan un poquito y abandonan esa pose de actuada corrección política, de neohippie intelectual y superado? Señor quiosquero, por favor, deme la última Maxim, la que trae a la Silvina Luna casi en bolas.

(Se consiguen en la vuelta. Si no las conseguís no pasa nada)

Tengo todo lo que quiero. Tengo familia, amigos, enemigos. Tengo libros, compactos, televisión, revistas, videos, dvds. Qué más puedo pedir.

(¿Libertad de expresión? ¿Libertad económica? ¿Libertad de consumir todo lo que me guste?)

Falta una cosa: la libertad para insultar. La libertad para decir lo que me cante el culo y decirlo, justamente, cuando el culo me cante. Qué se le va a hacer: nada es perfecto.

(A las 14:30 de hoy, jueves 18, el juez me informa si soy culpable o no del delito de "injuria")