Corrijo un error que muy bien me señalara GC, atento lector con quien compartimos cierto problemita de sobrepeso. En mi columna anterior, afirmé que la canción "Fueron", del combo NoTeVaGustar, guardaba ciertas similitudes con otra canción, brasileña, cuyo nombre omití mencionar. Respondiendo a la observación de GC, señalo que se trata de la canción "Emoriô", con música de Joao De Andrade y letra de Gilberto Gil, que en 1975 se dedicaba a componer y todavía no imaginaba su futuro de Ministro. No consideré importante decir cuál era la canción original, ya que ese tipo de datos no me preocupan demasiado. Tomar acordes o estrofas prestadas es práctica habitual entre los creadores. En definitiva, lo importante para el consumidor es la calidad del producto final.
Que Rod Stewart, por ejemplo, haya robado acordes de Jorge Ben para su "Da ya think I m sexy", es un dato marginal: las dos canciones están buenas. El plagio permitió la existencia de dos productos culturales valiosos. Otro ejemplo: "Bittersweet Simphony", de Verve, está bárbara, e importa poco que haya afanado melodías de los Rolling. No voy a ser yo, precisamente, quien se horrorice ante plagios supuestos o reales. La creación se alimenta y crece con otras creaciones. Aprovechando la oportunidad, voy a escribir una vez más (prometo que es la última) de NTVG, agradeciéndoles de paso que me hayan dedicado dos canciones en sus conciertos del Velódromo. Es un halago: quizá me consideren más importante que Seregni, a quien le dedicaron solamente un tema. Pero no entiendo, realmente, por qué decidieron armar tanto quilombo conmigo y con mi figura. Si es porque dije que una de sus canciones no me gusta, estos músicos deberían aprender que su obra, como toda obra artística, está abierta a las opiniones y a los criterios de los receptores. Que un hecho artístico puede ser criticado, destrozado, elogiado, analizado, examinado, maltratado. El arte no se lleva bien con el gusto monolítico, con la homogeneidad estética. Y un artista no debería exigir unanimidades. Ahora, si la rabieta de estos chicos tiene que ver con alguna cosa que yo supuestamente dije -y que en realidad no dije, pero eso es lo de menos- respecto a una supuesta separación del grupo, estos músicos deberían aprender a informarse antes de emitir opiniones o juicios. Seguramente, algún fan, un alcahuete, les pasó, quizá por mail, un dato erróneo acerca de mis dichos. Los músicos, sin confirmar el chisme, lo creyeron, lo aceptaron y actuaron en consecuencia. En otras palabras: plagiaron los datos que les dieron sin sentir necesidad de cotejarlos con la realidad.
(Por si alguien todavía no se enteró, 32.000 personas fueron a ver a NTVG en sus dos conciertos en el Velódromo. Y me dedicaron las canciones "gordo puto" y "gordito plagiador")
Escuché de nuevo la voz de Manolo García, en un disco doble de grabaciones encontradas y canciones en vivo. Me volvió a pasar: esa melancolía inexplicable
(Singles, directos y sirocos. Que te lo traigan de España. 25 euros)
Colecciono el diario Perfil. Primera ventaja: es barato. Por cuarenta y cinco mangos tenés un diario-semanario -sale sólo los domingos- que no cae en la bobería kirchnerista-progre-chupamedias de casi todos los medios argentinos. Tenés suplementos de espectáculos, de cultura y de deportes con columnas de Víctor Hugo y del gordo Bonadeo. Hay otro suplemento de seudo-periodismo-de-investigación (o sea, lo que se entiende en el Río de la Plata como periodismo de investigación). Trata los chismes políticos con la misma soportable levedad que los chismes farandulescos. Tenés fotorreportajes, ensayos y adelantos de libros. Tenés un resumen de la prensa argentina y de la internacional. Cada semana hay una entrevista seudoprogre de Magdalena Ruiz Guiñazú -y bueno, che, nada es perfecto... Y te regalan la revista Luz, que es medio al pedo pero a las minas las mantiene entretenidas por un rato. El suplemento de humor, El Mosquito, es bastante flojo. Y está el cuerpo principal del diario, con 68 páginas. Escriben Lanata y Nelson Castro, que no se gasta mucho respondiendo las cartas de los lectores. Tenés suplementos especiales cuando algo lo merece -fueron los más informativos y objetivos, por ejemplo, con el tema de las papeleras, y Caras y Caretas lo levantó tal cual. Y no tenés ese tonito paternalista que ponen los argentinos cuando hablan de Uruguay. Está bueno. Dentro de cinco años voy a hacer un comercial: "vieron, yo les dije hace cinco años que el diario Perfil iba a ser el mejor".
(Por lo general, llega los lunes, solamente a algunos quioscos, los de 18, El Paquín, el de 21 y Ellauri. Sale 45 mangos. Antes de irte del quiosco fijate te lo dieron todo)
Leí "Las aventuras del Sr. Maíz", del argentino Washington Cucurto, Lo disfruté, lo gocé, me hizo cagar de risa. Uno de los creadores de la "literatura villera", Cucurto crea un personaje que vive en una pensión, trabaja de repositor en un supermercado y tiene una novia dominicana. Una secta lo secuestra y forra su miembro viril con oro, transformándolo en un dios, objeto de adoración y culto. Mientras cuenta este delirio, Cucurto aprovecha para confesar todo lo que robó de otros escritores, se ríe de Fernando Vallejo y de Juan Gelman y fantasea con Carmen Yazalde, que lo visita en el supermercado. Como si no alcanzara, por el mismo precio, incluye "Zelarayán", su primer libro de poemas. El crítico y electricista paraguayo Humberto Anachuri describió el planeta Cucurto de este modo: "125 páginas cargadas con la dinamita del semen brincando, de las libertades del amor, de las contradicciones de la vida urbana, de las ironías y las burlas sociales".
(Las aventuras del Sr. Maíz, de Washington Cucurto. Interzona Editora. En Montevideo lo encontrás en pocos lugares. Es más fácil pedírselo a alguien que viaje a Buenos Aires. Cuesta 23 pesos argentinos. O sea, más o menos 170 uruguayos)
Escuché el nuevo disco de Morrisey. Me vuelve a pasar: esa melancolía inexplicable... Además, el tipo no se anda con vueltas y llama a Ennio Morricone para que haga los arreglos de una canción. Y a un coro de niños para otras dos. Pasan los años, pasan las modas, pasan los presidentes, pero la voz de Morrisey sigue ahí. Nunca pierde la elegancia. (Ringleader of the Tormentors está en todas las disquerías a 12 dólares, más o menos)
Alquilé "La suerte está echada", una película argentina que no parece argentina. La dirigió Sebastián Borensztein y actúan Gastón Pauls y Marcelo Mazzarello. Pauls se esfuerza por no poner cara de estoy-en-Ser-Urbano-y-soy-un-muchacho-sensible-y-progresista . Y Mazzarello es un fenómeno que interpreta a un tipo mufa, que transmite mala suerte a todo lo que toca. Compruebo que yo también soy medio mufa. Escribo sobre Central y Central pierde. Voy a los playoff a ver a Atenas y Aguada nos pasa por arriba.
("La suerte está echada" está en todos los videos. El DVD incluye algunas escenas eliminadas)
Clasifico a la gente en dos categorías. Los que toman helado en cucurucho o en vasito. Los que escuchan AM o FM. Los Astroboy o los No Te Va Gustar. Los que les gusta más el básquetbol o el fútbol. Los que se sientan adelante o atrás en el taxi. Los Mc Donald`s o los Burger King. Los Combo Uno o los Combo Cuatro. Rubias o morochas. Capital o interior. Los que se despiertan antes o después de las 10 de la mañana. Los Charly o los Spinetta. Sex Pistols o Dire Straits. Bukowski o Benedetti. Palermo o Punta Gorda. El mundo es más sencillo si uno lo estereotipa. Pero la realidad derrumba mi teoría: prefiero la gente que pide cucurucho, pero yo como el helado en vasito. Me gustan los que arriesgan, pero yo no soporto que se me caiga. El mundo es complicado.
(Probá el chocolate holandés de La Cigale)