Por César Bianchi
@Chechobianchi
Fotos: Juan Manuel López
El 24 de agosto cuando las doñas y los señores mayores se emperifollaban para ir a cantar Last train to London con pelucas en la cabeza, Federico González Canavesi salía de prisión esposado y por un ratito. No era una salida transitoria, sino una suerte de recreo que le permite un artículo del estatuto del Instituto Nacional de Rehabilitación, justificando previamente la actividad, y con custodia. El motivo: concurrir al teatro Solís. Pero no salió de prisión para ir a ver una ópera o una coreografía de ballet, sino para subirse al escenario de la sala Zavala Muniz (250 personas) y hacer música. Él, el preso liberado por un rato, convertido en artista, en Kung Fu OmBijam, figura emergente del rap vernáculo con un disco en la calle (Desahogo cultural, 2017). Vale decir que él nunca se dice "preso" sino "privado de libertad", como dejando claro qué fue lo que le quitaron.
Federico abrazó el rap y el hip hop de púber nomás, cuando después de un par de años de aprender karate en la niñez, sus amigos lo apodaron Kung Fu, como aquel personaje de David Carradine de los '80. Recluso con cuatro antecedentes por hurto, tenencia de armas y copamiento, estrechó su relación con el rap y las letras filosas en la cárcel. Y fue terapéutico, liberador. Reformador también, por qué no. Él mismo dice que la música lo salvó de andar afilando cuchillos o vender droga, como a otro lo puede salvar el fútbol o la religión.
Esta charla se desarrolló en dos partes. La primera fue en su camarín, 40' antes de salir a escena -de que Kung Fu OmBijam, su alter-ego se presentara- para cantar hacia los cuatro costados con gente -tal la particularidad de la Zavala Muniz- y escupir canciones autorreferenciales que hablan de la cárcel, de la falta de libertad, del encierro como concepto, y de los años duros de la dictadura, porque él craneó algunas composiciones en literas donde antes había mujeres pensando en escaparse. Como él, que también quiso fugarse, hasta que la lapicera, un papel y su habilidad con el beat box lo rescató de esos pensamientos.
La segunda parte fue dos días después, ya con Federico (32) en su celda de la cárcel de Punta de Rieles, más imaginando cómo será su vida cuando salga, y cómo va a encarar su abandonado rol de padre con Santi de 8 y Ariana de 11, cuando el "pelotudo" sea un hombre de sanas costumbres.
-En varias entrevistas vos te mencionás como "privado de libertad". ¿Te resulta más justa esta definición a considerarte "preso" o "recluso"?
-Para mí, no hay etiquetas. Es una persona que está en distinto contexto, ya sea privado de libertad, recluso, preso, hasta me he bancado que algunos policías me digan "pichi", en otro contexto. No me afecta en nada. Si fuera por justicia, tendría que ser privado en libertad ambulatoria, porque estoy privado de la libertad de moverme nomás, de otra cosa no me pueden privar. Pero nada me afecta ni ofende.
-¿Desde hace cuánto estás en prisión y para cuánto más tenés?
-Hace siete años que estoy preso, este es el cuarto proceso. O sea que tengo cuatro antecedentes. Ahora estoy por copamiento, y anteriormente por porte de arma, y dos hurtos. Me quedan unos siete años. Estoy en la unidad 6 de Punta de Rieles. Ahora hay una nueva en Punta de Rieles y le pusieron 1, no sé por qué.
-¿Cuánto ha cambiado tu vida desde que estás preso?
-Bastante me cambió... Me separó de mucha gente que yo trataba todos los días. Esa gente, la gran mayoría, no iban a la cárcel. Era como que había un "allá ellos, y acá nosotros". Ellos no tenían relación con la cárcel, la única persona metida en ese contexto era yo. Era la oveja negra de mi familia y mi entorno.
-¿Y por qué crees que caíste en la espiral de delincuencia?
-Porque quería plata de una, porque me metí en la droga, porque la droga me hizo conocer otros contextos, porque me fui adaptando a esos contextos. Porque en ese momento me gustaba eso, quería plata de una. Cuando digo "de una" es sin esfuerzo, sin trabajar.
-¿La música ha sido un vehículo para sentirte más libre, aunque estés entre rejas?
-Fue la excusa para zafar del ambiente carcelario. La música te saca del ambiente violento. Pero es depende de uno... Podés jugar al fútbol y zafar de la violencia, o podés jugar al ajedrez. En mi caso fue la música y el deporte: trotar, hacer lagartijas, pensar en otras cosas que no sea cortar un cuchillo, vender droga, cosas así. Zafar de eso.
"Caí preso porque quería plata de una, porque me metí en la droga, porque la droga me hizo conocer otros contextos, porque me fui adaptando a esos contextos. Porque en ese momento me gustaba eso, quería plata de una"
-¿Cómo nace Kung Fu OmBijam como nombre artístico?
-Kung Fu nace a los 12 años, por dos amigos, Federico Ferro y el "Gallego" Diego Fajardo, porque yo había practicado kung fu. Hice un par de años y me quedó el apodo. Y OmBijam quedó por el espacio Yoga y Valores en Cárceles, un espacio al que concurría en la cárcel, que fue lo que me conectó con Sebastián Peralta y ahí nació el nombre artístico. Sebastián es el productor musical, del álbum (Desahogo cultural) y del toque de Solís. OmBijam es una palabra de yoga. Om es como... bueno, no me acuerdo de la definición pero tiene algo que ver con el yoga. Y OmBijam... lo mismo, jajaja. (NdeR: Según Pamela Martínez, maestra en yoga y terapeuta holística, om es el sentido primordial que se encuentra en todo, y bijam es semilla. "Siempre admiré el potencial que tienen las semillas, cuando en meditación me llegó OmBijam, lo abracé enseguida", le dijo la creadora de esta experiencia piloto en la cárcel de Punta de Rieles a la revista Sala de Espera).
-¿Por qué el rap y el hip hop como géneros? Da la impresión que hay algo de estos géneros que permite al intérprete, al rapero, hacer catarsis...
-Bueno, Catarsis se llama el primer grupo de hip-hop que tuve a los 13 o 14 años, con otros compañeros. Y el rap, capaz que porque soy un desastre cantando. El rap te permite desahogarte cantando, para mí ya escribir es como una terapia. Yo no invento, trato de escribir lo que yo pienso, y escribo desde mi consciencia. Después viene cómo lo decís, eso que escribiste. Y te estás desahogando...
-¿De qué hablan tus letras?
-De mi realidad, y de lo que transita por mi cabeza. Hay un tema que es sobre los desaparecidos, porque estoy en Punta de Rieles, y en Punta de Rieles hubo presas políticas. Esos temas se pensaron en un calabozo de mujeres que eran presas políticas y ahí salió "No son muertos". Después, "Falla el sistema" es por el sistema carcelario. Prendés la tele y te das cuenta que falla, no preciso explicártelo. Hay muchos que son desahogos, homenajes en vida, como el que le hice a mi vieja, a amistades. Hay otros temas para que entiendan que una persona quiere cambiar... No, que modificó su pensamiento, no cambiar.
-¿Por qué cambiar no?
-Porque yo no cambio, yo soy el mismo. Me modifico, modifico mis pensamientos, no me cambio. Yo sigo siendo el mismo con otra forma de pensar.
-Una catarsis que queda reflejada en el título de tu disco: "Desahogo cultural". ¿De qué te desahogás?
-Empecé a desahogarme de mi violencia interior, de lo que viví en varios establecimientos. Estuve en el Comcar, en Canelones, sé la violencia que vivieron compañeros en el Penal de Libertad, porque no sólo tenés que vivirla para entenderla, basta con escuchar a compañeros. Que te maten compañeros, que compañeros maten, que nos matemos entre las personas privadas de libertad, que nos quitemos las vidas, nos sumen más penas y no nos vayamos más de la cárcel por el ego, por no ser menos que nadie. Pasa en todos los ámbitos de la vida con distintos grados de violencia; en la cárcel es más violento. La lapicera y el papel fueron fundamentales para zafar de todo eso.
-En entrevista con Denisse Legrand de La Diaria dijiste que estás "preso físicamente, pero no mentalmente". ¿Se reflexiona mucho más estando recluido? ¿Qué cosas ocupan tu mente con el ocio de la cárcel?
-Con el ocio pensás en tu gente, en lo que perdés, cuando te aíslan, pensás en las cosas que perdiste. Empezás a recalcular. Con el ocio pensás en fugarte, pensás en cortar una reja e irte a la mierda...
-¿Pensaste en serio en fugarte?
-Sí, sí, la primera vez que perdí tenía 16 años y solo pensaba en cómo huir. Nunca me tiré ni nada. He visto compañeros que se han ido, he visto compañeros que los han matado en un tejido, he visto muchas cosas. Yo nunca lo intenté ni nada... Después va pasando el tiempo, te vas conociendo y vas viendo qué querés para tu vida, y cambiás de opinión, porque si vos te fugás tenés que seguir la vida delictiva, tenés que seguir robando.
" Empecé a desahogarme de mi violencia interior. Que te maten compañeros, que compañeros maten, nos sumen más penas y no nos vayamos más de la cárcel por el ego. Pasa en todos los ámbitos de la vida, pero en la cárcel es más violento "
-¿Por qué?
-Porque no podés trabajar, si estás fugado, no tenés otra. Por eso te preguntás: "¿Me voy a fugar? Si yo quiero estar tranquilo, con mi familia y mis hijos, ¿me voy a fugar para seguir viviendo en la violencia?" ¿Vos querés eso para tu familia?
-Recién decías que basta ver la tele para saber que el sistema carcelario está fallando. El gobierno ha apostado por construir más cárceles, a caballo de la financiación público-privada. Otros actores políticos expertos en seguridad dicen que pasa por construir microcárceles. ¿Pasa por ahí la cosa? ¿Por construir micro o macrocárceles?
-Construir cárceles no diría que fuera la solución, porque las van construyendo y se siguen matando los pibes... Pero si se van a construir más cárceles, que se construyan más chicas, porque por lo menos conocés a las personas. Si las querés adaptar a la sociedad, rehabilitarlas, tenés que conocerlas. Nosotros somos partidarios de cárceles más chicas. Al incrementar la violencia, es un ida y vuelta entre la Justicia y nosotros. Pero nosotros necesitamos aprender otras cosas para no violentarnos, para el día de mañana salir y pensar, bueno: "si voy a robar, que no sea con violencia". A mí me dieron 16 años y no le pegué a nadie, ni maté a nadie, me dieron 16 años por entrar a una casa, esposar una persona, copar y robar. En los anteriores antecedentes tampoco maté a nadie. Igual no justifico lo que hice, porque fue violencia. Ejercí violencia psicológica sobre esa persona.
-Estabas armado. ¿Nunca disparaste un arma?
-No, intimidé. Pero fue una presión psicológica, le hice daño a la persona. Entonces, cuando empezás a entender... Yo lo veo así. Hay otras personas a las que les importa un carajo. Piensan: "Si te tengo que matar, te mato". Pero esas personas necesitan que su contexto sea distinto: empezar a querer, empezar a amar, porque hay muchas cosas que no las conocen, empezar a tener paciencia, empezar a respetar.
-Recién decías que el sistema falla porque no se conoce a los presos, no se los escucha. Si quienes están al frente del sistema carcelario pudieran escucharte, o ahora estuvieran leyendo esta entrevista, ¿qué les dirías? ¿Qué les reclamás?
-La educación. Hay abundantes pibes que quieren estudiar y no tienen posibilidades. Cuando están su cabeza de otra manera y estudiando, capaz que no se les brinda judicialmente una oportunidad para que puedan salir a estudiar, un poco más libre, porque está de menos salir con esposas a estudiar. Creo que a ningún funcionario policial le gusta trasladar a una persona privada de libertad todos los días, o día por medio. Conocer a las personas, entendés qué quiere estudiar esa persona y bueno ta, andá a estudiar y volvé. Entendelo, dale oportunidades. No sé si hablar de confianza, pero sería algo así.
"Que caminen más la cárcel y estén más en contacto con las personas privadas de libertad, que conversemos un poco más. Que haya reuniones entre los referentes de la cárcel y las autoridades de la cárcel "
-¿Y si les permitís salidas sin esposas, para estudiar, y no vuelven?
-Bueno ta, pero tenés que probar. Si no vuelve, no lo hagas más. A algunos se les dio la chance y se fugaron, no volvieron, es cierto, pero, ¿conocieron a la persona? ¿Llegaron a conocerla? Si la conocés y ves lo que hace día a día, capaz que sabés si se fugaría o no.
-¿Vos estás estudiando?
-Yo quise arrancar el segundo semestre de quinto de liceo ahora, pero no me dio el tiempo. Mirame, estoy re flaco, porque ta, me gustan las actividades culturales. Estoy en quinto de liceo, y cuando me separe un poco de las actividades (musicales) voy a retomar, claro que voy a retomar.
-¿No le reclamarías más a las autoridades del sistema penitenciario?
-Que caminen más la cárcel y estén más en contacto con las personas privadas de libertad, que se arrimen un poco más, que conozcan un poco más y conversemos un poco más. Que haya reuniones, una vez por mes, ponele, entre los referentes de la cárcel y las autoridades de la cárcel. No voy a reclamar por comida, esto y lo otro, porque en esas reuniones que pido se pueden trasladar esos reclamos. Creo que estaría bueno que nos sentáramos y conversáramos más.
-No son pocos los políticos y técnicos-y también del oficialismo- que creen que hay presos que son irrecuperables, que no hay rehabilitación posible en la cárcel, que la cárcel es la universidad del delito. ¿Qué hay de cierto en todo esto?
-No es rehabilitación, es habilitación. A vos te tienen que habilitar. Capaz que quienes creen que hay personas irrecuperables nunca caminaron por una cárcel y no conocieron a las personas privadas de libertad para poder opinar. Todas las personas tienen maneras de pensar distinta, cada uno tiene su proceso. A mí me llevó cinco años entender que no tengo que robar. Y no fue por salir, ni por una cámara, ni por nada, sino por darme cuenta que me estaba perdiendo de mi familia y mis amistades. Respecto a si hay gente que nunca se va a rehabilitar, irrecuperables... yo no puedo juzgar a nadie.
-Vos sos un ejemplo de rehabilitación, gracias al poder sanador de la música, del arte. El trabajo o la religión pueden ser otras válvulas de escape, pero, ¿qué pasa con los que no creen en Dios y no trabajan?
-Cerrar los ojos y soñar. O compartir un mate con alguien puede ser una válvula de escape. Te sentás a charlar con alguien y podés construir muchas cosas. Yo puedo tomar un mate con otro compañero y hacerlo entender de lo bueno de estudiar, por ejemplo.
La entrevista es interrumpida por la directora del Teatro Solís, Daniela Bouret, en compañía del director de la cárcel de Punta de Rieles, Luis Parodi, quienes se acercan al camarín a saludar a Federico y desearle éxito en su recital. Bouret le dice que es un honor, y que la sala Zavala Muniz está llena de gente que quiere escucharlo. Parodi le agradece porque gracias a él, por primera vez se acercó al Solís y lo conocerá por dentro. También aclara que va a pagar la entrada. Parodi mira al cronista y deja claro que estaba escuchando la entrevista: "Lo que puede cambiar todo son las relaciones humanas, más que la religión, el fútbol, o lo que sea: son las relaciones humanas", insiste. La charla con Federico continúa en su camarín unos minutos más, mientras que el público termina de acomodarse en sus asientos para escuchar a Kung Fu OmBijam, el rapero.
-Ahora gozás de las libertades que te permite un régimen abierto, pero en la cárcel de Canelones estabas las 24 horas encerrado. ¿Cómo repercutió ese cambio en vos?
-Te labura... Pensás: "Mirá lo que te estabas perdiendo por lo que hiciste". En mi caso, salgo y entre comillas "me siento libre", porque tampoco está bueno que salgas esposado o engrilletado... Yo salgo esposado en cada salida. También en cada salida que vine a ensayar. Hoy también, pero cuando estoy acá, con un funcionario (policial) ya no. Es el artículo 120 del INR (Instituto Nacional de Rehabilitación) que me permite salir... En mi caso fue la música, ahora el Teatro (Solís), pero pensá en las personas privadas de libertad cuando salen y necesitan trabajo. Porque cuando yo recupere la libertad, sé golpear una puerta y pedir trabajo, sé hacer un curriculum porque aprendí, tengo algún conocimiento de informática, pero la mayoría de 11.000 personas (presas) no tienen ni idea cómo hacer un curriculum, no tienen ni idea cómo conseguir un trabajo. Y encima, tu vida es un pico a pico, cuando salgas, no vas a conseguir trabajo y tu vida seguirá siendo violenta. Y claro que cuando empecé a salir me sentí más libre...
-¿Qué cosas aprovechás a hacer en cada salida?
-Algo que me construya para hacer el día de mañana cuando vaya a salir. Me veo con mi familia, con mis amigos, con gente querida y a querer, que todavía no conozco. Pero el artículo 120 no es una libertad transitoria, yo lo tengo que pedir para determina actividad. No es una salida transitoria.
La entrevista debió interrumpirse nuevamente, por razones de fuerza mayor: el artista debía subirse al escenario y mirar a los cuatro costados de la Zavala Muniz para escupir sus letras autobiográficas. Quedamos en que dos días después, ya nuevamente en su celda de la cárcel de Punta de Rieles, continuaríamos dialogando para conocer más, para conocerlo más. Por WhatsApp continuó la charla.
-La impotencia de "la tranca" como la llamás vos, ¿termina explotando por otro lado?
-La tranca genera límites y ponerle límites a personas que nos adaptamos a hacer lo que queremos es complicado... Genera violencia la tranca. Muchas veces la tranca es una represión porque te encierran, entonces al reprimirte, eso genera violencia. Esto pasa desde chico: cuando te pegan para marcarte un límite, vos entendés que los límites se marcan pegando. Entonces, vos adquirís eso. Cuando vas creciendo, ves que te marcan los límites, pegando, y si no cumplís, te limitan, y si limitan, son violentos, y esa violencia genera violencia. Es una reacción en cadena complicada. La tranca genera violencia.
" Tengo nostalgia por las esquinas donde hice rap, por lugares donde pasaran solo hip-hop. De encontrar sin querer a uno rapeando arriba de un ómnibus, cosas así... Después tengo nostalgia de estar en libertad. Libre. Estar libre, pero libre físicamente "
-La noche del 24 de agosto muchos se fueron a bailar oldies para celebrar La Noche de la Nostalgia. ¿De qué tenés nostalgia vos?
-Si hablamos del ambiente de la música, tengo nostalgia por los grupos por los que he pasado, por las esquinas donde hice rap, por los boliches que eran difíciles de encontrar, lugares donde pasaran solo hip-hop y poder ir. De eso tengo nostalgia. De hacer un poco de rap en la Plaza de los Bomberos o la Plaza Seregni. Encontrar sin querer a uno rapeando arriba de un ómnibus, cosas así... y compartir escenario con Catarsis. Después tengo nostalgia de estar en libertad. Libre. Estar libre, pero libre físicamente. Poder ir al almacén cuando me bajo de un ómnibus, poder sentarme en un ómnibus y escuchar música, ir al cumpleaños de algún amigo, alguna amiga, algún familiar. Conocer lo que es ser padre, porque tengo hijos, y prácticamente no cumplí el rol de padre... salir con ellos, algo así. Mucha nostalgia de muchas cosas.
-En 2014, en tu cama de la cárcel de Canelones, empezaste a soñar con empezar a rapear y que te escuchen, subirte a un escenario. La noche del 24 hiciste tu música en la Zavala Muniz del histórico Teatro Solís... ¿Qué significó para vos?
-Primero que nada, me quedo sin palabras por haber pasado por el Teatro Solís, por toda su historia, por todas las anécdotas que debe tener ese teatro y los artistas que deben haber pasado por ahí. Me siento muy contento y feliz... Es un sueño. Ahora, como me lo puse en la cabeza hace un tiempo ya: para mí, a cada lugar que vaya, ya sea desde el patio de una cárcel, desde una esquina, desde una plaza, ya sea en el toque más chico, más grande, más pobre o más lujoso, Kung Fu OmBijam da el 100% de su energía y sus ganas. El lugar no condiciona a esta persona. Siempre con el mismo amor y las mismas ganas de expresarse. Es un sueño cumplido, fue impresionante, una sala re linda, llena de amor, con la particularidad de que no es de frente, sino de los cuatro lados, entonces era como una energía que te envolvía... y tratar de expresarme hacia todos los lados y que quedaran llenos todos los rincones... Y muy contento porque exploré lo que es el ambiente musical profesional, con gente muy pro. Creo que de todos los artistas y músicos que estuvieron ahí, el más sencillo en el sentido de tener poca idea de lo que es la música soy yo. Después, estaba lleno de profesionales, profesionales con cámaras, con luces, con instrumentos, con tiempo en la música. Y laburar con toda esa gente fue increíble, loco.
-¿Cómo te imaginás tu vida cuando salgas, cuando recuperes la libertad?
-Cuando recupere mi libertad va a ser así: tengo un trabajo de fibra de vidrio, con Pedro Saba, con mi hermanastra Marita. También voy a laburar haciendo talleres de rap, que ya tengo medio encaminado, son talleres en contextos de encierro. Tengo pensado seguir con mi carrera musical, con el disfrute musical. También lo que te decía de recuperar tiempo... recuperarlo no: sumar tiempo de padre, vivir con mi familia, y vivir una vida "normal" y dejarme de pelotudeces que me quitaron muchas cosas. Digo "pelotudeces" ahora, que ya sé que lo que hice estaba mal. En ese momento, cuando lo hice, no sabía que estaba mal. Pensé que estaba bien lo que hacía.
-¿Has pensado en buscar a las personas que fueron víctimas de tu delincuencia y pedirles disculpas?
-Desde el primer momento en que cometés un delito, no quise hacerle daño a la gente. Lamentablemente es un daño psicológico que le hacés, le hacés pasar un mal momento, y si tenés la mala suerte de lastimar a alguien, es un viaje... Pero sí, obvio, si esa persona está dispuesta a aceptar mis disculpas, le pediría disculpas, pero... ta, es un viaje, porque sería recordarle a la persona lo que le hice. De la manera que se pueda remediar, lo remediaría. Ya sea pidiendo disculpas, o devolviendo el monto robado. Lo que sea. Yo me doy cuenta que lo que hice estaba mal. Ahora me dejaste pensando... ¿Por qué a la persona que comete un delito económico se lo hace pagar con cárcel? ¿Por qué no lo paga con dinero?
-¿Vos ya te perdonaste?
-Sí claro que me perdoné. Pero respecto a la pregunta anterior, disculparme con los damnificados es la mitad de mi perdón; la otra mitad iría hacia mi familia, mis amigos, mis seres queridos, hacia lo que quiero yo en mi vida. Es mirar para los costados y ver qué quiero para mí. Igual, por el delito me di cuenta del entorno, de todo lo que se tiene que cambiar, porque hay que transitar acá adentro para darse cuenta de las cosas como son acá adentro. Y a mis hijos les pediría disculpas, porque no tienen la culpa de que yo sea un pelotudo consciente o inconsciente, o pelotudo al fin.
-¿Cuáles son los próximos desafíos de tu carrera artística?
-Seguir creando contenido: seguir escribiendo, seguir grabando, seguir estudiando... Voy a ser más positivo hacia adelante. No tanto revolver, sino brindar visiones a poder avanzar, a ser más positivo para los otros privados de libertad y para la sociedad en general. Entonces, empezar a explorar eso. Voy a seguir haciendo videos. Seguir aprendiendo. No me voy a desenfocar del rap, me gustaría aprender algún instrumento, pero tengo que potenciar lo que hago porque el que mucho abarca poco aprieta. Mi género es el rap y el hip hop, y eso lo tengo claro. A su vez voy a tratar de zafar de la privación de libertad con las letras, pero meterme en el ambiente carcelario, para tirar herramientas, y si soy una de las pocas personas privadas de libertad que salen hacia afuera o se involucran con profesionales en este ámbito, bueno, voy a tratar de ser un puente de herramientas, hasta que le abran las puertas a otro. Porque tampoco queda bueno que yo sea el único que sepa que este es un camino que te abre la cabeza.
" Me quedo sin palabras por haber pasado por el Teatro Solís, por toda su historia. Es un sueño. Pero a cada lugar que vaya, ya sea desde el patio de una cárcel, en el toque más chico, más grande, más pobre o lujoso, Kung Fu OmBijam da el 100% de su energía "
-Seguramente hoy Kung Fu OmBijam sea muy feliz. Vos, Federico, ¿sos feliz?
-Yo no soy feliz por haber ido a tocar al Solís. Soy feliz por haberme dado cuenta de lo que quiero. Y por saber que lo que quiero no le hace daño a nadie. A nadie.
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