En el bonito parque arbolado Taras Chevtchenko, en el centro de Kiev, el misil dejó un cráter profundo y desfiguró el área de juegos para niños. Un fino humo blanco se escapa aún del hoyo. Las ramas de los árboles que lo rodean están cortadas limpiamente.
Poco después de las 08:00 del lunes, dos misiles golpearon este barrio señorial, con menos de un minuto de intervalo, y a 300 metros el uno del otro.
En la calle que bordea el parque, las ventanas de los edificios volaron en pedazos. Trozos de cristal cubren el suelo. La onda de la explosión arrancó la puerta de un restaurante. Los empleados se afanan ya en barrer los escombros.
En una esquina del parque, el primer ataque afectó a un cruce de calles, justo al lado de un edificio administrativo blanco de tres pisos, del que las ventanas también volaron.
El misil creó un cráter en la calzada, levantando el asfalto. Varios vehículos estacionados al lado no son ya más que armazones torcidos y ennegrecidos.
Un periodista de AFP vio un cuerpo completamente cubierto por una manta térmica.
La muerte en un instante
Una canalización se vio afectada. Como un riachuelo, el agua desciende la calle que lleva a la principal arteria del centro de la ciudad.
Sentado en un banco más abajo del parque, Ivan Poliakov todavía está pálido. Al joven de 22 años le cuesta expresarse.
“Estoy en shock. Llegué a Kiev esta mañana. Iba andando por la calle… cuando sucedieron las explosiones”, relata.
“Vi a niños y a mujeres llorar. Me gusta Kiev, la gente es buena, son valientes. Pero en un instante… llega la muerte”.
Ksenia Riazantseva y su marido viven en la calle que bordea el parque, del lado del patio, justo enfrente del área de juegos para niños.
“Estábamos durmiendo y escuchamos la primera explosión”, en el cruce de las calles, contó a AFP.
“Nos despertamos y fuimos a verificar, y entonces llegó la segunda explosión [en el parque]. No comprendíamos lo que pasó”, prosiguió.
“Vimos el humo, y después los autos, y nos dimos cuenta de que ya no teníamos ventana. Suerte que vivimos del lado del patio”, añadió esta profesora de 39 años.
“Hay una universidad, dos museos, no hay objetivo militar o algo similar. Tan solo matan civiles”, concluyó enojada.
Al preguntarle sobre sus sentimientos después del ataque, el primero desde el 26 de junio en la capital, respondió: “Mira pues, ¡estamos en guerra!”.
Para Seguii Agapov, un hombre que estaba repintando el marco de un busto sobre el muro de un edificio enfrente del parque, no hay dudas, los ataques son represalias después de la explosión el sábado en el puente de Crimea.
¿Por qué?
“Después del puente de Crimea, todo comenzó. Ayer Zaporijjia, hoy Kiev. Sí, pienso que son represalias, muy horribles y crueles porque los civiles sufren”, dijo.
Sienten “miedo y el deseo de que termine pronto. No comprendemos por qué nos hacen esto, ¿cuál es el objetivo de todo esto?”, añadió.
Alrededor de los dos impactos de los ataques, los expertos documentan los cráteres. Una cinta roja y blanca rodea la zona, que está custodiada por policías armados.
Después de los ataques, los alimentos escaseaban en la calle Krechtchatyk, la principal arteria del centro de la ciudad, que atraviesa la plaza Maïdan. Las numerosas tiendas siguen cerradas.
En la víspera, el domingo por la tarde, la muchedumbre aún paseaba por ahí, bajo el sol radiante.
Por Emmanuel Peuchot para AFP