Fotos: Javier Noceti / @javier.noceti
Trabajó en una sanitaria, cortando alfombras, cargando madera en camiones, en una empresa de filtros y vendiendo slips y pijamas por todo el país. También hizo alguna materia de primero en la Facultad de Medicina, pero abandonó tempranito, porque le costaba ver gente enferma sin ponerse mal. Lo que quería ser, y lo tuvo claro desde niño, cuando relataba partidos con pelotas de trapo, al lado de la cancha de Sud América, era narrar fútbol. Quería ser relator y llegar a ser tan bueno como Solé
Ese niño, ese muchacho de pelo enrulado y voz cascada, que no se veía saliendo en TV, acaba de cumplir 45 años en Telemundo, el noticiero de canal 12. Y en octubre celebrará medio siglo en 970 Universal, relatando fútbol. Y en noviembre, otro hito, participará desde una cabina de su decimosegundo Mundial de fútbol, cuando viaje a Qatar.
Hace tiempo venía postergando una entrevista con Alberto Kesman (71), el hombre en cuestión, porque procuraba una oportunidad especial. El martes 17 en una sala de la radio nos tomamos una hora para repasar su vida y su carrera. Charla con el dueño de la voz más emblemática del fútbol uruguayo.
-Cuál es tu vocación?
-Mi vocación es el trabajo que hago, sino no podría haberlo hecho tanto tiempo. Yo tengo 55 años como relator de fútbol, y eso no significa que me haya dedicado exclusivamente al fútbol porque en los primeros años, hasta que pude hacer de esto un medio de vida, trabajé de todo lo que te puedas imaginar. Cuando era muy niño, en las vacaciones del liceo, trabajé en una sanitaria. Después, fui peón de una barraca de madera por cinco años, cargando camiones, en Pincer SA. Después fui uno de los primeros vendedores de Robelco, una firma que vendía bolsas de polietileno. Trabajé en Montevideo y el interior vendiendo calzoncillos, camisas y pijamas. Después trabajé vendiendo filtros para (Julio) Sánchez Padilla. Trabajé también en una fábrica de alfombras, donde cortaba y colocaba alfombras.
Yo trabajaba en la fábrica de alfombras cuando falleció don Carlos Solé, y ahí cambió un poco la estructura (del periodismo deportivo): Víctor Hugo (Morales) que trabajaba en El Clan 10 de Radio Ariel pasa a Radio Oriental, yo ya estaba en radio Universal, me ofrece llevarme Sarandí y yo me quedo en Universal, cobrando mucho menos en Universal. Pero mi padre me dijo: “Si te tenés confianza, seguí ahí”.
-¿En qué momento de tu vida identificaste esa vocación?
-Desde que nací y fui consciente de que el fútbol era el deporte que más me gustaba, porque en el barrio jugábamos a la pelota de trapo o la pelota de goma, y yo relataba. A veces jugábamos al fútbol de botones en mi casa, y yo relataba, comentaba y pasaba los avisos. Tendría 8 o 9 años. A los 15 años me fui a probar como relator a radio Sport, me hizo la prueba Hugo Magnani, y me dijo: “Tenés voz de chiquilín, vení dentro de tres meses”. Yo agarré un calendario e iba tachando los días. Fui a los tres meses y me dijo: “No te necesitamos”. Dejé pasar dos meses más, y escuchando la radio un día pensé: “Voy a ir a una radio menos importante en su caudal de audiencia”. Fui a radio Ariel, y justo estaban buscando un tercer relator de fútbol. Hice la prueba y quedé. Estuve cinco años en radio Ariel, de los cuales dos estuve en El Clan 10.
-En octubre cumplirás 50 años en 970 Universal. ¿Cómo se dio tu incursión en la radio?
-Yo estaba en radio Ariel, se termina el tiempo de las transmisiones normales, y comienza a trabajar El Clan 10 en esa radio con (Jorge) Da Silveira, Amadeo Ottati, Víctor Hugo Morales, Américo Signorelli, entre otros. En Ariel le dicen a Da Silveira y Ottati: “Quédense con Kesman, que es un pibe que tiene unas condiciones bárbaras”, y ellos dicen: “No, ya trajimos a Víctor Hugo, un muchacho de Colonia, vamos a darle una oportunidad”. Yo, para quedarme, dije que aceptaba ser suplente, pero no relator de reserva, porque quería que la gente se acostumbrara a escucharme relatar partidos importantes y no de reserva.
"Yo nací en el relato de fútbol imitando a don Carlos Solé. Yo decía: 'me quiero parecer al mejor'. Él es el mejor relator de la historia de América del Sur, no tengas dudas. Muchas cosas que Solé inventó quedaron para los que vinimos después, y los que están ahora"
En dos años en radio Ariel transmití cuatro partidos. Y al terminar el cuarto partido que relaté, en el estadio Tróccoli, (era el año 1972) me estaba esperando un señor abajo: Tommy Hoftater, junto con Jorge Vilello, y el escribano (Nelson) Filosi. Ellos alquilaban el espacio en radio Universal, y me ofrecieron venirme con ellos. Yo le pedí un dinero que no ganaba en El Clan 10, me lo dieron y me vine a Universal. Era muy difícil para ellos mantener el espacio, al año tuvieron que dejar y Universal me mantuvo. Entré en el 72 y desde el 73 dependiente de la radio.
-Siempre se te señaló el parecido con Carlos Solé. ¿Lo imitabas?
-¡Sí! Yo nací en el relato de fútbol imitando a don Carlos Solé. Yo decía: “me quiero parecer al mejor”. Él es el mejor relator de la historia de América del Sur, no tengas dudas. Todos los términos, la idea de pintar un partido en radio, cuando no había TV. Él te decía cuánto público había, cómo estaba el terreno de juego, el score, cómo estaba el partido, quién se lucía, quién tenía más chance de anotar un gol, cómo estaba la cancha, si las líneas demarcatorias estaban bien marcadas. Muchas cosas que Solé inventó quedaron para los que vinimos después, y los que están ahora. Él fue el más grande de todos.
-Hace un par de semanas cumpliste 45 años en Telemundo, el noticiero de Teledoce. ¿Recordás cómo entraste al canal?
-En aquel momento Telenoche 4 con Carlos Giacosa, Víctor Hugo Morales, entre otros, era el noticiero más visto. Telemundo pretendía hacer cambios y empezó por Deportes. En aquel momento, Raúl Fontaina, dueño de canal 10, había tenido un problema familiar y fue tomado como funcionario en canal 12. Y él era el que conducía el informativo (había sido el primer uruguayo en salir en TV, en canal 10). Yo entré a canal 12 cuando eran Eduardo Navia el coordinador de Prensa y Raúl Fontaina el informativista principal. Telemundo empezó a crecer, después vino Néber Araújo, vinieron otras figuras, hasta transformarse en el noticiero número uno de este país. Así empecé, en una época maravillosa, en la que vos salías detrás de un atril e íbamos cambiando de personaje cada vez que cambiaba la información.
-¿Te interesaba poner la carita en la tele o no entraba en tus planes?
-Me llama Carlos Restano, que en aquel momento era el subgerente del canal, y me ofrece entrar en Telemundo. Le dije: “Pah, yo en televisión estuve un ratito, unos meses, en Estadio Uno. No es lo mío, me parece que no salgo bien”, le dije. “Vamos a probar”, me dijo. Me hace una prueba, yo me miré y le dije: “¿La verdad? No me gusto”. “Usted no se gusta, pero acá lo vamos a mantener”, me dijo. Me mantuvieron, me contrató, y yo le debo mucho a quienes me tuvieron paciencia. En canal 12 me tuvieron paciencia, y ahí empecé.
-¿La radio tiene una magia que la TV no?
-Y sí, claro: la fantasía. Hoy día mucha gente que trabaja en radio, también trabaja en televisión. Pero yo, por ejemplo, cuando imitaba a Solé, no le conocía la cara. Lo conocí en el estadio (Centenario) un día que fui a hacer una prueba para radio Sport, cuando yo tenía 15 años. Lo primero que hice fue ir a la cabina de Solé para ver cómo era. Por su voz yo me lo imaginaba un tipo enorme, grandote, pero me llevé una sorpresa: era un hombre bajo, retacón, no era lo que pensaba. Aemás, la fantasía de lo que te está pintando, te está emocionando, sin necesidad de que lo veas.
"Iba con un amigo haciendo ruta, y me dice: 'Pasé por acá, por el kilómetro 70, y paré en un boliche a tomar un whisky'. Y le sirvió algo que era un veneno, y mi amigo le dijo al cantinero: ¿Qué me diste, loco? ‘Es lo que hay, valor’”, le dijo el cantinero. Y yo empecé a repetirlo"
Los lunes, en el boliche de la vuelta de mi casa, los parroquianos se ponían a discutir de fútbol y uno decía: “Mirá que el gol de Peñarol (o de Nacional) fue offside”; “no, no fue decía el otro; “¡sí, fue offside!”. “¿Fuiste al partido?” “No, escuché a Solé”. Ahora es la época del VAR, antes fue la televisión, y antes fue la radio: “lo dijo Solé”, chau.
-Pero la popularidad y el saludo en la calle te lo da la tele...
-Sí, claro, de otra manera no te reconocerían. A mí me pasa mucho que, ponele, estoy haciendo una fila para comprar algo, y alguien se da vuelta y me reconoce por la voz. Pero la gente mira a los ojos, la gente sabe a quién creerle y a quién no. Yo tengo muy claro el panorama: la credibilidad te la da la gente. No es que yo digo “yo soy creíble”, la gente me hace creíble. Yo digo: con la gente todo, sin la gente nada. La gente decide si le gustás o no, mientras se exprese con respeto, todo bien. La gente te elige.
-¿Fuiste construyendo un estilo de relato propio con frases que se te fueron ocurriendo ("de rambullé", un "scrimage en el área", "es lo que hay, valor")? ¿O es algo que no buscaste y se fue dando naturalmente?
-Lo mío fue todo espontáneo. Yo jamás
me apunté algo para decir. Simplemente salieron. Y muchas de las cosas que
salieron, se generaron, por ejemplo, en un partido de truco con amigos, o
estacioné el auto y un cuidacoches me dijo una frase que me gustó.
Yo decía: “Le pegó de cacheté”. Un día fui a un boliche, y a la salida el cuidacoches me dijo: “Kesman, ¡de rambullé!”. Me dejó pensando. Cuando fui a casa lo busqué y el “rambullé” es el pelito de la oveja, un peloito de rambullé es un pelito criollo, pero además, el Palacio de Rambullé es el palacio de la presidencia francesa, y la duquesa de Rambullé era un duquesa a la cual le gustaba mucho el lujo. Entonces, cuando había una jugada de lujo, empecé a decir: “Le pegó de rambullé”, o sea, de lujo. Después la gente fue agarrando la onda de que yo lo expresaba en los momentos en que había una jugada que me gustaba.
“Es lo que hay, valor” nace por el cuento de un amigo. Iba con un amigo haciendo ruta, y me dice: “Pasé por acá, por el kilómetro 70, y paré en un boliche a tomar un whisky. Y le sirvió algo que era un veneno, y mi amigo le dijo al cantinero: ¿Qué me diste, loco? ‘Es lo que hay, valor’”, le dijo el cantinero, porque era el único whisky que tenía. Entonces yo empecé a repetirlo, al primero que se lo dije fue a (Alejandro) Etchegorry en canal 12. Y la gente empezó a repetirlo.
-Seguimos con los números y récords: en noviembre asistirás, en Qatar, a tu decimosegundo Mundial de fútbol. ¿Cuál disfrutaste más? ¿Hay alguno preferido?
-Sí, sí, hay preferidos. Si es por la presencia de Uruguay, te digo Sudáfrica 2010. He sufrido mucho con Uruguay en los mundiales. Fijate que Solé relató un Mundial que ganó Uruguay (Brasil 1950), relató un cuarto puesto en 1954 y en el 70. Deportivamente el que más disfruté fue el de 2010. Desde el punto de vista de la organización, del trato, de la amabilidad de la gente y hasta de la falta de controles para poder trabajar en los estadios y las canchas, con libertad de acción para los periodistas: México 1986 e Italia 1990. El de Italia 90 fue el mejor campeonato del mundo al que yo asistí. Por la organización, por lo que conocí, por la libertad para trabajar, porque yo era un muchacho joven, por todo.
-¿Qué cambios ves entre la selección de los '90, con los "repatriados" y la influencia de Casal, y el proceso del Maestro Tabárez? ¿Qué cosas cambiaron en la Celeste?
-Casal dignificó al futbolista uruguayo. Los propios jugadores lo recomendaban a Paco con otros jugadores, y empezó a hacerse de otros jugadores en el mundo. El lío fue cuando asumió (Luis) Cubilla en la selección, porque ellos habían tenido un problema personal. Cubilla armó una selección con los jugadores de la liga local, para no contar con los que representaba Casal. Bueno, se cuando el lío de los “repatriados” se generó una lucha entre los jugadores de acá y los que venían del exterior, los periodistas a favor y los periodistas en contra.
"El jugador (de la selección) empezó a aburrirse de escuchar siempre lo mismo. Eso hizo que el jugador tuviera cierto desinterés. Una cosa es decir que a mucha gente no le gustaba el fútbol de Tabárez (a mí tampoco me gustaba), pero puso a la selección en el sitial que correspondía"
La llegada de Tabárez fue clave, cambiaron muchas cosas… ¿Qué hizo Tabárez? Fue a la Copa América de Venezuela (2007) y cuando terminó el campeonato, muchos jugadores que estaban en la lista de Tabárez y eran importantes, alquilaron un avión para venirse antes de lo que correspondía. Ya había terminado la actuación de Uruguay en la copa, pero querían volverse antes y no con todo el plantel. Eso generó un malestar en Tabárez. Hubo un jugador muy importante que puso el dinero y cuando iba camino a tomarse el avión, le dijeron: “Vos te tenés que quedar, porque si no, no jugás más en la selección”. Y hubo otro jugador que le dijo a Tabárez: “Yo lo voy a ayudar a formar un equipo y un plantel sólido”, ese fue (Diego) Lugano. Y Tabárez rearmó un equipo, a partir de esa copa.
Tabárez arrancó su proceso (en 2006) con un ordenamiento, con una línea de conducta, con respeto del jugador, con organización, demandando que el jugador tuviera las comodidades necesarias, que tuviera todo para entrenar.
-¿Estaba agotado su ciclo en las últimas eliminatorias?
-Sí, estaba agotado. El jugador empezó a aburrirse de siempre vivir lo mismo y escuchar lo mismo. La reiteración de hechos hizo que el jugador tuviera cierto desinterés. Creo que el cambio de aire fue bueno. Eso potenció determinadas cosas. Yo nunca pensé que (Diego) Alonso ganara cuatro partidos seguidos, como los ganó. Fue una cosa maravillosa, explosiva. Pero lo cortés no quita lo valiente: una cosa es decir que a mucha gente no le gustaba el fútbol de Tabárez en los últimos partidos (a mí tampoco me gustaba), pero Tabárez puso a la selección uruguaya en el sitial que correspondía. Y la hizo respetar.
-Alberto Sonsol y Sergio Gorzy, por nombrar dos periodistas deportivos, dijeron públicamente de qué equipos son hinchas. ¿Has pensado en revelar qué camiseta te tira más?
-No. Lo que te puedo hacer es que desde el momento en que agarré un micrófono, no me mueve un pelo ni uno ni otro. Lo más importante para mi vida profesional era ir por el carril del medio y pensar como pienso. Es como si yo te preguntara a vos: ¿a qué partido político votás? ¿De qué partido político sos? Vos, si sos un buen periodista político, tenés que ir por el carril del medio. A mí nadie me va a pesetear para que yo me incline para un lado o para el otro. Nunca me vas a escuchar regalar elogios por intereses espurios. Nunca nadie me vino a decir que yo tenía que decir tal cosa. Nunca me pasó en Pasión (de Tenfield), ni acá en la radio, ni en canal 12.
-Te tocó sufrir la violencia en el fútbol, en 2008, a la salida del Parque Central. ¿Qué reflexión sacaste después de esa experiencia?
-Fue un cobarde, un tipo que estaba detrás de un árbol, me tiró una baldosa y me pegó de atrás. Me abrió la cabeza. (El árbitro Líber) Prudente había suspendido un partido Nacional-Villa Española porque Nacional entró tarde a la cancha. Yo fui crítico con Prudente, dije que se había equivocado porque había 10.000 personas en el estadio. Cuando salía vi que había un lío bárbaro, y un policía me dijo. “Mire que está fea la cosa afuera”. El policía me acompaña a la salida, y siento el golpe… El policía dijo: “¡A Kesman le rompieron la cabeza!” y veo la sangre. Yo no me caí ni perdí el conocimiento. Me tomó del brazo y me acompañó, pasaron dos hinchas de Nacional y me ayudaron a salir de una situación de gran violencia. Me llevaron hacia una casa, un señor mayor abre la puerta y me mete en su casa. Me dio dos toallas y me sequé. Me atendió la coronaria, me llevaron a la Española, me cosieron y luego hice la denuncia en la (seccional) 9ª. y luego en el juzgado, como corresponde.
"Tuve ofertas de radio Oriental, de El Espectador, Carve, la Sport. Una vez que la Sport perdió la Vuelta Ciclista, lo que no había puesto en la Vuelta Ciclista, me lo pusieron a mí en la mano, y preferí quedarme en Universal, por muchísimo menos"
Esa violencia que yo me comí se da por un cobarde… los hay en todos los equipos. Yo jamás identifiqué ese problema con Nacional, ni con nadie. Lo que sí te digo es que nadie me ayudó a encontrar a esa persona. No porque yo quisiera tomarme revancha con él, pero sí quería que pagara las consecuencias, como corresponde.
-Los millenials y centenialls no ven como un valor permanecer tanto tiempo en una misma empresa: vos llevás medio siglo en una radio y casi medio siglo en un canal de TV. Sos la estabilidad laboral en persona. Me imagino que te han llovido ofertas económicas para irte a otras empresas. ¿Te has encariñado mucho con 970 Universal y canal 12?
-No sé si es un tema de comodidad, o de que no soy tan ambicioso, como esos tipos que por un mango se tiran de cabeza a cualquier lado. Me hace primar la tranquilidad de poder expresarme, de estar cómodo… Yo voy a cumplir 72 años, hace 50 años que estoy en radio Universal, 45 en el canal, va a ser difícil que a esta edad yo pueda ir a otro lado, pero esas cosas nunca se descartan porque hoy el trato que tengo con las empresas es correcto. Mañana puede variar, y para mí trabajar es como alimentarme. Hay quienes están deseando dejar de trabajar para descansar. Si yo no trabajo, me canso más que cuando trabajo. Es como un vicio.
-¿Estuviste cerca de irte del canal o la radio?
-Sí, estuve cerca de irme. Me acuerdo que vino Fernando Niembro, en el año 97, a plantearme ir al radio Libertad y canal 9, que era el canal de Romay en Argentina. Era ir a competir contra Víctor Hugo … Le dije: “Lo que quiero es no dejar de relatar los partidos más importantes de Uruguay, los eventos más importantes, necesito un apartamento en Palermo o Belgrano y tener un auto mientras dure el contrato. Tener cuatro pasajes Montevideo-Buenos Aires-Montevideo para ir a ver a mis hijos los días lunes”. Le dije cuánto quería y todo se arregló. Me acosté a dormir y me puse a pensar: “Pah, me voy a perder los asaditos con mis amigos, ver a mis hijos todos los días, voy a perder la noche de solos y solas, voy a perder esto, y voy a ganar esto, voy a perder esto, y voy a ganar esto…”. De mañana me desperté, agarré el teléfono y llamé a Niembro: “Fernando, quiero decirte algo: aparte de lo que te pedí, quiero pedirte tanto dinero en el banco”. “¡Pero me van a mandar a la mierda!”. “Eso es lo que quiero… porque no tengo ganas de ir”, le dije. Y no fui.
Pero también tuve ofertas, en su momento, de radio Oriental, de El Espectador, de Carve, de la Sport. Una vez que la Sport perdió la Vuelta Ciclista, lo que no había puesto en la Vuelta Ciclista, me lo pusieron a mí en la mano, y yo preferí quedarme en Universal, por muchísimo menos de lo que me ofrecía Sport.
En un tiempo hubo una guerra de canales, y canal 4 se quería llevar a Néber Araújo y a mí. Fui a una reunión con un asesor de Romay y me hizo una oferta para irme a radio Oriental y a canal 4. De ahí me fui a trabajar a canal 12. Entro y el portero del canal, me dice: “Kesman, el ingeniero lo está esperando”. Mirá que en 50 años que tengo ahí adentro, debo haber subido a gerencia 15 veces. Me dice: “¿Cuánto le ofrecieron?”. “¿Y usted cómo sabe?” “Yo sé todo, estamos en guerra de canales”, me dijo. “¿Cuánto quiere?” Le dije: “Ingeniero, si están en guerra de canales, yo no le voy a tirar la metralla a usted. Le pregunto a usted cuánto puede mejorarme (el sueldo)”. “Usted es un caballero”, me dijo. Estuve tres o cuatro meses en los que no me mejoraron nada, otros cuatro meses para que mejoraran un poco, nunca fue lo que me habían ofrecido. Pero no estoy arrepentido.
-¿Te preparás de algún modo para relatar? ¿Comés caramelos de miel o tomás algún jarabe?
-Naa… me tomo un whisky de noche todos los días. Escuchame, lo que natura non da, salamanca nos presta. Yo no tengo una voz espectacular, hay voces más lindas que la mía, más limpias, más depuradas, con mejor expresión. Yo soy muy espontáneo, quizás eso, sumado a la voz cascada, de “garganta con arena”, que la gente identifica con el fútbol… Sumale a la costumbre, la gente se acostumbró a mi voz.
"Mi sucesor es Martín Kesman. Es el mejor relator de fútbol del momento, mejor que yo, sin dudas. Él ha madurado enormemente. Mucha gente ve en el 'hijo de' al tipo que tiene el camino abierto, pero la exigencia es mayor"
-¿Tanto te gusta el "té con hielo", o es parte del personaje?
-¡Me gusta! Pero me gusta para disfrutarlo, no para emborracharme. Me gusta mucho compartir (un whisky) con amigos, con mi señora, con mis hijos. Me puedo tomar un vino con la comida, pero soy más whiskero. Ojo, el agua me encanta. En serio te digo.
-¿"Hasta que el cuerpo y la gente aguanten" vas a seguir relatando y comentando fútbol, como dijiste en Twitter?
-Hay varias cosas que tienen que ver con la edad. Lo primero es que la gente te acepte, y que te acepte la empresa en la que vos estás, porque de repente te pueden decir: “Ya cumplió un ciclo, váyase”. El día que vea que a la gente no le gusto más, me tengo que ir. O, ni Dios permita, que me enferme o me sienta mal y tenga que dejar. En este momento, para mí, trabajar es una inyección de vitalidad. Para otros la inyección de vitalidad es poder descansar para ir a viajar. A mí la pelota me ha hecho conocer todo el mundo.
-¿A quién ves como tu heredero o sucesor?
-A Martín Kesman. No tengo dudas. Cuando a veces se dice “el hijo de” creo que no se le tiene confianza, porque creen que está ahí porque el padre lo puso. Mi hijo tiene 39 años, y empezó conmigo a los 15. Pero él está maduro en los últimos años, ha madurado enormemente. Para mí es el mejor relator de todos.
-¿Mejor que vos?
-En este momento, no tengo dudas. Y tiene un potencial muy grande, que es muy difícil que lo vean. ¿Cuántos años tiene Maxi De la Cruz? Hoy la está rompiendo con La Máscara. Es el hijo de Cacho de la Cruz, ¿y cuánto tiempo tuvo que esperar? Se tuvo que ir, salió del canal, ahora volvió. No es fácil… Mucha gente ve en el “hijo de” al tipo que tiene el camino abierto, pero la exigencia es mayor.
-¿Disfrutás el abuelazgo o te hace sentir viejo?
-¡Disfruto como loco! Lo que te hace sentir más viejo es ser viejo por dentro. Yo no soy viejo por dentro. Yo me siento bien, vital, me siento bárbaro para conversar con un pibe de 20 años como para conversar con un tipo de 40.
-¿Sos feliz?
-Sí, jaja. ¿Vos me ves cara de amargado?