Por César Bianchi
@Chechobianchi
Fotos: Juan Manuel López
La historia de vida de Julio Sosa se ha contado muchas veces, en múltiples entrevistas. Pero siempre vale la pena volver a charlar con este hombre de casi 86 años que representa el candombe por antonomasia y que alguna cosa de esto sabe. Perdió la virginidad con un párroco de su pueblo Illescas, y dentro de la misma iglesia, pero nunca se le ocurrió denunciarlo porque él -dice- lo disfrutó y sabía lo que hacía. Unos meses después, con apenas 15 años cumplidos, Julio hizo un bolsito, se subió a un tren y dejó atrás el trabajo en el campo para perseguir sus sueños. Quería estudiar y tener un buen empleo, pero la primera noche se quedó sin el cuarto de pensión que le habían prometido y tuvo que lavar waters para sobrevivir. Después la cosa fue mejorando: se hizo amigo de otros "maricas" que le dieron cobijo y trabajo, empezó a bordar y coser para grandes vedettes, hasta que -por fin- lo tocó la varita mágica de la suerte y se transformó en Tabú. El compositor e intérprete mexicano Agustín Lara lo contrató como bailarín de boleros y otras canciones, bailó semidesnudo, y luego lo bautizó Piel Canela. Julio Sosa ya era un personaje, con nombre propio.
Se hizo amigo de Rosa Luna, Lágrima Ríos, Martha Gularte y sobre todo, de "La Negra" Johnson. Desarrolló su carrera artística como bailarín y coreógrafo, tuvo sus propias comparsas y desde hace años lidera Tronar de Tambores, con la cual acaba de consagrarse en la última edición de las Llamadas. El de la semana pasada fue un desfile polémico por la participación de la comunicadora Andy Vila, que despertó críticas y burlas en redes sociales. "Kanela" no solo la defiende, sino que -dice- quienes le faltaron el respeto al candombe fueron las propias negras, y sostiene que muchas prefieren bailar en escolas do samba antes que bailar candombe.
Cree que los gays -"¿qué gays? Maricas querrás decir"- tienen todo el derecho del mundo a exigir que se respeten sus derechos, pero no avala para nada el matrimonio igualitario, porque sostiene que eso es cosa de un hombre y una mujer. Pero progresista al fin, dice que nunca vivió mejor que ahora, defiende a su amiga (e integrante invitada de su comparsa) María Julia Muñoz y atiende a Luis Lacalle Pou porque "fue criado como un bebé" y no ha "pisado el barro". Tocayo del "Varón del Tango", casi despidiéndose del concurso oficial del Teatro de Verano, habla el Señor Candombe.
-Padre capataz de tropa, madre doméstica, en Nico Pérez. ¿Cómo fue esa infancia en el medio del campo, con 16 hermanos?
-Yo nací en Puntas de Illescas, pero había una vía media torcida, el juez venía del lado de Nico Pérez la cruzaba en pedo, y anotaba de a dos o tres gurises. Mi madre tenía 16. Yo soy mellizo con otro hermano, Eleuterio. Tenemos cuatro hermanos mellizos. Fui reconocido del lado de Florida, pero si vamos a la realidad, soy del lado de Lavalleja. Esa infancia fue bastante dura: un día galletas y otro día un poco de avena. No fue fácil. Tuve dos padres maravillosos: un padre muy duro, a la antigua, porque lo habían criado así, y mi madre, una morena, también criada a la antigua, pero era más accesible, era una mujer más floja. Mi padre era un hombre muy duro, para él, el honor estaba primero.
-Ya de niño tuvo que trabajar...
-Sí, claro. Empecé con las patas adentro del barro, cuando empezaba la época del maíz, teníamos que salir para correr la langosta. Pasábamos la tarde metidos adentro de los maizales, con tarros con piedras para correr la langosta. Y ya nos íbamos haciendo. A mí no me tocó ordeñar vacas, eso lo hacían mis hermanos en la estancia de los Gallinal. Más bien yo vendía empanadas en la estación de AFE: empanadas, roscas de chicharrón, pan casero, y me llevaba muy bien en Nico Pérez con las chicas del prostíbulo. ¡Porque era una zona que de noche parecía París! Era la zona de los bagayeros, una zona muy importante, ahí en la estación de Nico Pérez. Y después me fui ganando la vida con canastas.
-¿Vivía en la pobreza?
-Claro que era pobreza, pobreza total. Era un piso de barro y un rancho de totora: eso es pobreza. Estábamos viviendo en los terrenos de los Gallinal, no teníamos rancho propio. O sea, como mi padre era capataz de tropa de los Gallinal, mi madre era lavandera de los Gallinal, eran esclavos de los Gallinal, hasta que un día yo dije: "De éstos no voy a ser esclavo", y me fui.
-Hoy denunciarían a sus padres por explotación infantil, pero quizás en aquel tiempo era más aceptado...
-Ah sí, pero en aquel momento todos los niños tenían que trabajar, menos los hijos de los estancieros, de los terratenientes, que venían los fines de semana de la capital a mirar a las gurisas que andaban ahí, dejarlas preñadas (sic) y después volarse, y quedaban las gurisas preñadas ahí. Esas cosas fueron las que más vi. Pero era súper común ver menores trabajar. Hoy el campo ha recuperado mucha cosa, tienen seis horas de trabajo, antes ya salía el sol y tenías que estar y te volvías a tu casa cuando oscurecía. Antes había muchísimo sacrificio.
"Todos los niños tenían que trabajar, menos los hijos de los estancieros, que venían los fines de semana de la capital a mirar a las gurisas que andaban ahí, dejarlas preñadas (sic) y después volarse, y quedaban las gurisas preñadas ahí"
-¿A qué edad se dio cuenta que era gay?
-¿Qué gay? Gays son los de ahora, los modernos que usan barba y bigote. A qué edad me di cuenta que era marica, querrás decir. Y... ya mi inclinación venía porque me gustaba cuidarme mi pelo, me gustaba ir al río a lavarme y ser prolijo, limpio, ¿me entendés?
-Bueno, pero ser higiénico es una cosa y la orientación sexual es otra...
-No, ojo, porque mirá que había mucho gaucho "pata sucia", hediendo mucho, y yo era muy delicadito, ¿sabés? Me cuidaba mucho, me cuidaba el pelo con salvia y todas esas cosas. Era coqueto. Y de ahí uno se va dando cuenta de lo que es, hasta que un día, llega el momento de tu desfloración y te das cuenta lo que sos... Eso fue a los 14 años. Era "la gata de París" yo. A los pocos meses de perder mi virginidad, ya me vine para la capital.
-¿En algún momento tuvo algún contacto non sancto con curas, cuando era chico?
-Precisamente, fue el primero: un cura, en la capilla de mi pueblo Illescas.
-¿Y nunca lo denunció o pensó en denunciarlo?
-No, ¿por qué lo iba a denunciar si a mí no me violó? Yo me metí también para adentro de la iglesia. ¿Por qué voy a decir que el cura me violó, si a mí también me gustó? No debía hacer el cura lo que hizo. Debió haberme educado de otra manera y decir: "No, acá no, esto no se hace acá", y más dentro de la iglesia.
"¿Por qué iba a denunciar al cura si a mí no me violó? Yo me metí también para adentro de la iglesia. No debía hacer el cura lo que hizo. Debió haberme dicho: 'No, esto no se hace acá en la iglesia'. Yo callé, porque ya tenía códigos"
-¿Le pidió silencio, que no le diga nada a nadie?
-No, yo ya era de códigos: oír, ver y callar. En ningún momento me dijo nada.
-¿Y usted nunca se lo comentó a un amigo, a un familiar, a sus padres?
-¿Para qué iba a comentar si a mí me gustaba? Eso fue cuando yo tenía 13 o 14 años, no era ningún bebé. Hoy los niños saben todo lo que hacen, como yo sabía lo que hacía.
-Pero con la madurez y la experiencia de hoy, ¿es consciente de que, siendo usted menor de edad, fue un abuso sexual de parte del cura?
-Yo diría que no conviene estando dentro de la iglesia.
-Y si hubiera sido fuera de la iglesia, ¿hubiera estado bien?
-Pero en ese momento, no se usaba la minoría... Los gauchos se llevaban mujeres de 13 años de la puerta del rancho, las preñaban y ya era su mujer. Mi padre se llevó así a mi madre de la puerta del rancho. Y después le dijo: "Vamos a casarnos" y aguantaron. Mi madre a los 14 tuvo su primer hijo. Esa era la campaña. Tenías que ser una nenita de bien que venía de Montevideo para que sea distinto, porque las pobres muchachas ignorantes del campo eran así.
-¿Sintió la discriminación en Nico Pérez, pueblo chico donde todos se conocen?
-De día sentía la discriminación, de noche no. De noche todos los gatos son pardos y todos caminan por ahí.
-A los 15 años, siendo un adolescente, decidió venirse solo a Montevideo en tren. ¿Por qué? ¿Huía de algo o venía en busca de algo que le faltaba?
-Me fui en el moto-car, como se decía en aquel momento. Vine con ambiciones. Miraba las revistas -no sabía leer muy bien-, pero miraba las revistas, la revistita del London París, de Angenscheidt, que recién se fundaba en esa época, que dejaban en los trenes... Yo llegaba tratando de ver si podía estudiar, hacer algo, y trabajar, encontrar un buen trabajo. Pero no. No hubo buen trabajo. No fue deshonroso lo que hice: andar limpiando baños y metiendo la mano en los excusados, pero no tuve tiempo a estudiar ni nada, porque la peor discriminación la sentí en la capital. Y eran muchos los amigos que encontraba que estaban en la misma situación, muchachos bien, que lamentablemente como eran maricas, la sufrían.
-¿Cómo lo deslumbró Montevideo, la capital del país, a ese jovencito de 15 años?
-Primero me embargó una gran tristeza dejar mi pueblo. No fue fácil dejarlo, aunque solo tuviera una taza con avena con leche y una galleta, mal o bien estaba con mi familia. Pero venirte y no conocer a nadie... Yo venía para una pensión que me dijeron que fuera, pero no me dejaron quedarme porque era menor de edad. En el interior no pasaba nada, pero acá sí, porque existía población flotante y controlaban los menores que andaban solos, estaba el Consejo del Niño (hoy Inau) y todas esas cosas... Fue bastante bravo poder adaptarme, hasta que me metí en una pensión de un marica amigo que me recibió y me dio trabajo, todo ahí.
-¿Tuvo que prostituirse en algún momento para poder comer o pagar la pensión?
-No, no, nunca, la dignidad antes que nada. Siempre trabajé. Me crié trabajando y trabajando me voy a morir.
-Su vinculación con el arte y la cultura se da bordando en los cabarets. ¿Es así?
-Sí, por esos años empecé a trabajar en la pasamanería, el bordado, y justo en la pensión donde yo estaba trabajando la mayoría (de los huéspedes) eran artistas, artistas de bajo pelo, hasta Alfredo Barbieri llegó a esa pensión. Esto era cerca de la estación de AFE. Trabajabas allá pero dormías acá, en las pensiones de bajo pelo. En los cabarets le bordé a grande figuras: a Blanquita Amaro siendo muy joven, una de las grandes figuras que tuvo Argentina, a Amelita Vargas, ese año vino con Alberto Castillo a hacer el carnaval acá, y yo le preparé el vestuario a ella.
-¿Cómo era El Bajo en aquella época? ¿Cómo era el mundo de la noche y los cabarets?
-El Bajo era todo código y respeto. Un marino que llegaba en el Julio César o los barcos griegos, se bajaban y arrancaban para los boliches -¡porque había 80 boliches acá en la capital!-... Yo estoy segurísimo que si bajaran esos marinos hoy, los cagaban a palos, los afanaban y los daban contra el suelo. Pero en aquel tiempo no. A un marino borracho se lo llevaba hasta el puerto, para que se fuera a su barco. Había un respeto. Las mujeres se ocupaban con los tipos, tomaban sus copas, era otro respeto. Había muchos "poetas", como yo decía, que iba a conversar con una mujer, le pagaba tres o cuatro copas solo para conversar, no para ir al mueble. Intelectuales que inclusive hablaban con los maricas, sobre la vida. Un día uno me preguntó "qué se sentía". Le dije: "Hacete dar y vas a ver lo que se siente".
-¿Había códigos que se perdieron? Me refiero a que los pungas no robaran a las ancianas o no robaran en el barrio...
-¡Eso era impensado! El punga era un gentleman, un caballero. Y si vos eran un rastrillo, te cortaban las manos, hermano. No ibas a ir a una pensión a romper un candado para llevarte un primus. Hoy te rompen la puerta, te llevan la garrafita de tres kilos, te llevan la yerba y todo lo que tengas, o como hacen en las escuelas: mean, defecan, hacen cualquier cosa dentro de las escuelas, les roban la leche en polvo a los niños... Esas cosas no existían. Al contrario, se ayudaba y se le rompía la cabeza a los rastrillos.
-Cuénteme cómo nació el apodo de Piel Canela, bautizado nada más ni nada menos que por Agustín Lara, y que de alguna forma tiene que ver con sus inicios como bailarín...
-Yo me llamaba Tabú, en la noche. Tabú por lo prohibido. Una noche de esas en que pasan cosas en tu vida solicitaban un bailarín, y yo era muy atrevido, muy audaz. Venía Pedro Alaria, un bailarín argentino nacionalizado mexicano, pero justó se enfermó, y llegaba la noche del debut de "Piel Canela", tema que traía Agustín Lara. También hacía "María Bonita", en un teatro de 18 de Julio. Y me dicen: "Che, llega una compañía mexicana y necesitan un bailarín para bailar entre un tambor y el otro, pero tenés que bajar casi en bolas". Y yo dije: "¡A mi juego me llamaron!" Date cuenta que me pagaban siete pesos por cada baile y eran tres actuaciones. Siete pesos era moneda fuerte, eran como hoy 70 palos, y eso multiplicalo por tres. Yo quería terminar esos tres días para agarrar la plata y mandarme mudar, pero decían que iba a venir Agustín (Lara) a saludar a los camarines. Llegó y era una cosa chiquita, enana, con la cara torcida, yo no entendía cómo era el marido de la mujer más linda del mundo, que era María Félix. Entonces me llamó, me preguntó mi nombre y le dije Tabú. Y me dijo: "A partir de ahora yo te bautizo como Piel Canela".
"Me dicen: 'Llega una compañía mexicana y necesitan un bailarín, pero tenés que bajar casi en bolas'. Y yo dije: '¡A mi juego me llamaron!' Date cuenta que me pagaban siete pesos por cada baile y eran tres actuaciones. Eran como 70 palos de ahora"
-¿Y le gustó el nuevo apodo?
-No me gustó mucho, me gustaba más Tabú: más joven, más alegre, hacía referencia a lo prohibido, y eran solo cuatro letras. Pero quedó Kanela... con K.
-¿Había duelo de egos entre Lágrima Ríos, Martha Gularte y Rosa Luna? ¿Había una fuerte competencia? ¿Cómo las recuerda?
-Lo hubo siempre, pero después se juntaban a tomar mate, a chusmear y a hablar de viejas épocas. Nosotros los uruguayos no somos tan mediáticos como los argentinos. Arriba de las tablas nos peleamos, pero después que bajamos, somos todo corazón. Las recuerdo como mujeres genias que le dieron todo a este país. También a "La Negra" Johnson... Lágrima no fue bailarina, ella cantó, era "la calandria criolla". Yo la conocí cantando y no en el candombe, la conocí cantando en el Prado, ella vino de Durazno. A Rosa Luna la conocí de jovencita y era tan flaca que dormía en el dobladillo de la sábana, era bailarina en Fantasía Negra, la teníamos en el cuerpo de baile, después se transformó en una negra grandota... Era una excelente compañera. Pero de todas, a la que amé fue "La Negra" Johnson.
-Después de grande y ya famoso, una figura de la cultura conocida en todo el país, ¿dejó de sufrir la discriminación o la sigue sintiendo?
-No le doy pelota. La siento sí, está solapada... Pero son canallas. La canallada existió siempre. Son divinos, te elogian, pero te diste vuelta y ponen una cara tipo "este trolo". Y te la dan en la nuca. Te duele, eh. Porque llegás a tu casa y decís: "La atendí tan bien a esta persona, fui amable, gentil, para que me dé media vuelta y me defenestre". Es una traición.
-Pero hoy hay una sociedad más progresista: se legalizó la marihuana, se aprobó el matrimonio igualitario. ¿Le parece bien? ¿Es un cambio significativo que se haya aprobado el matrimonio entre homosexuales?
-Yo se ve que llegué tarde, pero no me casaría, ni estoy de acuerdo con el casamiento. Estoy de acuerdo con los derechos de que si yo tengo una pareja, y vivo 30 años con ella, y mañana se va de este mundo, viene su familia y dice: "¿Este tipo qué hace acá? No, no, raje de acá, todo esto es de nosotros". Y lo tiran al tipo como un piojoso, sarnoso, a la calle. Yo quiero una ley que proteja a ese que quedó solo, y si muere mi compañero, todo esto que era de nosotros, me quede a mí. Pero no estoy de acuerdo con el arrocito y la fotito a la salida del juzgado.
-¿Por qué no?
-Porque lo veo un poquito violento. Creo que el amor es entre cuatro paredes, ahí hacé lo que quieras. Yo nunca lo hice, nunca anduve de la mano con nadie en la calle. No fue necesario, si cuando voy caminando dicen: "Ahí va el maricón, ahí va el puto".
-¿Por qué no permitírselo a los gays que sí quieren casarse?
-Problema de ellos, pero yo no estoy de acuerdo. Tengo derecho a que se respete mi opinión.
-En alguna entrevista ha dicho que permitir el casamiento entre homosexuales es una "hipocresía". ¿Por qué?
-Claro, es una hipocresía. Porque fue un antojo: "¡Me quiero casar!" o "¡me quiero sentir mujer!", "¡quiero mis derechos!". Los derechos se logran a través de las leyes que se hacen en el Parlamento...
-Precisamente, ahí lograron el matrimonio igualitario...
-¡Pero es equivocada esa ley! El casamiento es entre el hombre y la mujer. Punto.
-¿Qué se le dio por incursionar en la religión umbanda?
-Nací en ella, vengo de familia, mis abuelos eran curanderos. Yo no incursioné jamás, la viví desde chico en mi familia. La practico pero para mí, no estoy con el curro de vengan que yo les hago umbanda, toco las castañuelas y mango guita. No, no. Ese curro no corre conmigo. Y si alguien que dice que le cobré, que me denuncie.
-¿Está bien que ya no se elijan "reinas" de carnaval y ahora se elijan "figuras"? ¿O es parte de la hipocresía o corrección política de la que hablábamos antes?
-Todos cuando ocupan un cargo o llegan como directores quieren hacer algo nuevo, quieren ser distintos. Quieren sacar una medida para decir "esto lo hice yo", y le cagan la vida a las costumbres, las tradiciones, a la cultura nuestra. La reina de las Llamadas tiene que estar y la reina del carnaval tiene que estar. No hay que restarle al carnaval, hay que aportarle.
-Tiene fama de ser muy exigente como líder de Tronar de Tambores. ¿Qué tan duro es con quienes trabajan con usted?
-Soy insoportable, imbancable... Soy no a la bebida, no a la droga. Mirá, yo me mamé, yo me drogué, yo me pervertí como quise, pero acá adentro no. Entonces no le permito a nadie que le falte el respeto a lo que hacemos. Y en cuanto al baile: soy exigente total, soy asquerosamente exigente, soy repulsivo. Hay quienes me odian y quienes me aman por ser así.
"¿Exigente? Soy insoportable, imbancable... Soy no a la bebida, no a la droga. Yo me mamé, yo me drogué, yo me pervertí como quise, pero acá adentro no. Soy asquerosamente exigente, soy repulsivo"
-Tuvo alguna controversia con la vedette Yessy López, por ejemplo... ¿Lo arreglaron en algún momento?
-Naaa... fue una controversia estúpida. La Yessy es una negra buena, una negra santa. Qué me voy a pelear con la Yessy...
-¿Cuánto cambió el carnaval? ¿En qué cosas nota los cambios más significativos?
-Se han ido cambiando muchas cosas. No quisiéramos cambiar tanta cosa, sino mantener las costumbres de este país. En cuanto al baile, yo me he sacado un poco el balde en eso. Porque era muy antiguo y había cosas que no me cerraban; ahora dije sí a lo que hace el Coco Rivero, sí a lo que hace (Martín) Angiolini -que están con la puesta en escena de nuestro espectáculo en el concurso del Teatro de Verano-, sí a lo que hacen los técnicos modernos, nuevos. Antes estaba cerrado. Ahora digo: "Muchachos, yo coso la ropa del espectáculo que ustedes están armando, denle para adelante".
-Fue declarado ciudadano ilustre en Nueva York, también en Australia y en 2015 acá en Montevideo. Además de los innumerables premios como bailarín y coreógrafo. ¿Le cambian esas distinciones?
-No, en nada... No le doy la más mínima pelota.
-¿Por qué cree que se lo ha distinguido?
-Porque tengo una cantidad de años, soy un tipo que todavía permanece, intenté llevar la historia acá adentro. Son como premios a la trayectoria. No he hecho cosas que otros no hayan hecho, hay gente que hizo cosas más grandes que yo.
-¿Y ganar el desfile de Llamadas, como el de la semana pasada?
-Todavía no reaccioné, todavía no caí. Sé que hicimos un gran trabajo, con el Colo (José Luis Brun), con un gran equipo, armamos un espectáculo maravilloso, lo sé, como el espectáculo que armamos para el Teatro de Verano, que iremos el 23 (de febrero) para la segunda vuelta. Hay un gran espectáculo armado, por eso te decía que me saqué el balde de la cabeza: es más modernizado, más tecnificado, más refinado.
-¿Cómo vio la enorme cantidad de críticas a Andy Vila en redes sociales tras verla desfilar con Tronar de Tambores?
-Fue muy penoso, triste. Eso demuestra -no en todos, en algunos- la incapacidad, la envidia, y los celos de los uruguayos, hasta porque una mujer es bella. ¿Qué hizo esa mujer? Querer salir a divertirse. No salió contratada, ni (fue) paga, ni es candombera ni es bailarina. Salió a mostrar, a sacar esa libertad que debe tener la mujer uruguaya. ¡Salgan como hizo ella! Salió casi en bolas y se terminó. Es una mujer encantadora. Y otra cosa: no tengo nada contra los chetos, ni contra nadie, pero es una gurisa que se sentaba ahí en la esquina a tomar mate y comer un pedazo de rosca con las negras y con todo el mundo. ¿Qué cheta? Se integró totalmente...
-Algunas negras uruguayas sintieron que era una falta de respeto al candombe, una danza afrouruguaya, que por novelería se sumen algunas personas públicas, de tez blanca, a comparsas de negros y lubolos para desfilar por Isla de Flores, y sin saber bailar. ¿Tienen algo de razón?
-El respeto se lo faltaron las propias negras. Desde que yo empecé en carnaval éramos cuatro o cinco negros en pedo allá abajo para sacar una Llamada. Y se hacían las ricas, no querían salir a bailar. Cuando empezaron a bailar las mujeres en las Llamadas eran prostitutas, putas, de todo eran... Mujeres blancas muchas, porque las negras salían de los quilombos, de los prostíbulos. Porque, ¡por favor! ¡Salir a bailar candombe! Y te digo más: hoy hay negras que no bailan candombe, no quieren bailar candombe, y bailan en escolas do samba. Y no defienden el candombe. ¡Y la mayoría en las Llamadas son blancos! Yo soy hijo de madre negra y padre blanco. Hoy la enorme mayoría son blancos, en la cuerda de tambores la mayoría son blancos, contame las negras cuántas son... Hubo una negrita por allí que dijo: "Me discriminaron, que esto, que lo otro". Fue bailarina de acá, de hacha y taco, muy mediocre. ¡Quiere subirse arriba de Andy! Y eso es feo. Lo mejor que hay que tener es humildad, unir y estar todos unidos, no tirar mierda para todos lados. Yo te voy a ser sincero: la mayoría de las mujeres bailarinas fueron blancas, y no negras.
"Hoy, en la cuerda de tambores la mayoría son blancos, contame las negras cuántas son... Hubo una negrita por allí que dijo: 'Me discriminaron, que esto, que lo otro'. Fue bailarina de acá, de hacha y taco, muy mediocre. ¡Quiere subirse arriba de Andy Vila!"
-¿Pero con ella fue igual de exigente a la hora de bailar?
-No, pero vino solo tres días.... Era invitada, vino a divertirse. Ahora viene con nosotros a la gira, y la voy a preparar. Es una chica que tiene terrible corazón y es indomable, no la llevan por delante.
-¿Y la ministra María Julia Muñoz? ¿Cómo la vio?
-Es un encanto de persona, una amigaza. Fuera de lo político, es mi amiga. Ella cuando pudo vino a ensayar, pero no te olvides que es una mujer mayor, tampoco se puede pretender tanto. Ella vino por allá por invierno a ensayar, vino varias veces. Y es una ministra.
-¿Qué sigue sintiendo cada febrero al bailar en su comparsa...?
-Que me tienen podrido.
-Pero sigue saliendo...
-Vamos a ver, este año puede ser mi despedida del Teatro de Verano. Yo ya dije que me retiraba del concurso. De la Llamadas no, ahí voy a morir, es mi ley: yo las empecé, yo las termino.
-¿Y qué es lo que le gusta de desfilar en las Llamadas?
-Me gusta estar con mi gente, estar al frente de mis tambores, y el cariño de la gente, por supuesto. No quiero ser jactancioso, pero creo que nadie levanta al público de pie como se levanta a mi paso.
-Sé que tuvo algunas nanas. ¿Cómo lo encuentra la vida a los casi 86 años?
-Tuve una operación al corazón hace muy poco, el ojo derecho me lo operaron, el izquierdo no me lo pudieron operar, porque tenía que trabajar, y lo hice con la cataratas... Ando con este ojo que no veo (el derecho), éste que más o menos (el izquierdo), y la voy llevando... Sería más feliz si no viera cosas que estoy viendo a esta edad.
-¿Qué cosas?
-La convulsión en Sudamérica, los ataques entre los políticos, que no son honestos ni de un lado ni del otro, que se tiran mierda de un lado para el otro... Yo voy a hacer una confesión: nunca viví mejor que ahora. Con eso lo digo todo. Pero me lastima ver tanto palo de un lado para el otro, que se insultan, cuando los políticos tienen que dar el ejemplo de una mejor educación para nuestro pueblo, de una mejor convivencia democrática. Dar señales de que son educados, porque son educaditos cuando hablan, pero después se sacan los pedazos de piel.
-Bueno, su amiga María Julia no dio el ejemplo con las cosas que dijo de Lacalle Pou...
-¡Le dijo la verdad! ¿De dónde salió él? De una nube de algodón, criadito como un bebé. Yo quiero un presidente que haya pisado barro, yo quiero un presidente que la haya sufrido.
-¿Es feliz?
-Intento.