La vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, propulsada como casi segura candidata demócrata para disputar la presidencia con Donald Trump, es considerada una mujer que se identifica con las causas feministas, pero su discreto papel como vice —un aspecto ligado al cargo— ha impedido conocer al detalle sus ideas sobre los temas que marcan el debate electoral.
Inmigración
Harris se ha pronunciado una y otra vez sobre “las causas profundas” de la inmigración, como la pobreza y la inseguridad en el caso de Latinoamérica. “No podemos reducir este problema a una cuestión política. Estamos hablando de niños, de familias, de sufrimiento”, dijo en 2021 en una visita a México y Guatemala.
Sin embargo, en ese mismo viaje también advirtió a quienes planean emigrar: “A la gente en esta región que piensa en hacer ese peligroso trayecto hacia la frontera méxico-estadounidense [les digo]: ‘No vengan. ¡No vengan!’”.
Es decir, Harris se encuentra atrapada en el dilema del Partido Demócrata: garantizar el control de la frontera pero mostrar un espíritu más humano que se diferencia de la retórica de Trump, que se resume en su grito de guerra: ‘¡Levanta el muro!’.
Aborto
El pasado marzo, Harris visitó una clínica de Planned Parenthood en Minnesota donde se practicaban abortos, convirtiendo su mera presencia en una declaración de intenciones sobre sus posturas, más proabortistas que las de un Joe Biden, que, sin oponerse a ese derecho, lo ha hecho a veces en conflicto con sus ideas católicas.
Esta postura claramente proclive a defender el derecho de la mujer por encima de los principios religiosos puede marcar una gran diferencia con Trump, obligado a negociar entre el ala dura conservadora de su partido y el ala más liberal.
Cambio climático
La candidata en ciernes se ha mostrado decidida partidaria de combatir el cambio climático, y para demostrarlo representó a su país en la última cumbre climática (la COP-28) en Dubái, donde se jactó de que su gobierno había destinado “billones” a luchar contra los gases de efecto invernadero.
Y aunque su postura contrasta con el negacionismo de Trump, la web Grist.org especializada en el tema recuerda que del dicho al hecho hay un trecho y que cuando Harris tuvo en sus manos herramientas para demostrar su compromiso, como fiscal en San Francisco, solo promovió unas pocas denuncias contra compañías que contaminaban los barrios más pobres, y ninguna de ellas lo fue contra grandes corporaciones.
Política impositiva
A Kamala Harris se le presupone una tendencia más progresista dentro de su partido, y en ese sentido se esperan de ella políticas más proclives a ayudar a las clases medias y trabajadoras.
A falta de declaraciones concretas, se recuerda su protagonismo al promover en 2020 la iniciativa LIFT, un crédito sobre los impuestos para las clases medias (3.000 dólares para los solteros, el doble para parejas).
La página Taxnotes.com destaca que Harris es “tan progresista como pragmática”, y que ha promocionado reformas fiscales para aliviar las cargas sobre las clases bajas, negándose además a aplicar recortes para los más ricos, extremo este último que la diferencia claramente de las promesas de Trump.
La guerra de Gaza
No se espera que Harris vaya a dar un volantazo al apoyo inquebrantable de EE. UU. hacia Israel, incluso tras sus ofensivas militares más sangrientas en Gaza, pero tal vez una mayor empatía hacia el sufrimiento que la guerra de Gaza ha traído a los palestinos. En palabras del experto del centro Carnegie David Miller, un cambio de tono sin por ello significar un cambio en la política.
Harris está casada con un judío, Doug Emhoff, muy activo en la lucha contra el antisemitismo y que ha acercado a su esposa a los valores judíos, lo que puede facilitar su conexión con Israel. En marzo, tras los ataques de Irán con drones contra Israel, Harris dijo que el apoyo de EE. UU. al Estado hebreo estaba “acorazado”.
La ayuda a Ucrania
En la última cumbre en Obbürgen (Suiza) de ayuda a Ucrania, Harris reiteró que su país apoyaba “una paz justa y duradera” frente a la invasión rusa, que dijo “no es solo un ataque contra la seguridad alimentaria mundial y el suministro de energía, sino también un ataque contra las reglas y las normas internacionales”.
Y aunque en esa misma cumbre anunció una ayuda de 1.500 millones de dólares a Ucrania, es difícil saber si continuará con la misma línea de férrea defensa del Gobierno de Volodimir Zelenski frente a un Trump que no ha ocultado que quiere forzar un acuerdo de paz y terminar así un apoyo a los ucranianos que está resultando muy caro al contribuyente estadounidense.
El papel de China en el mundo
Ante el creciente protagonismo de China en el mundo, tanto en términos económicos como geoestratégicos, Harris no se ha apartado un milímetro de la línea de su gobierno.
En la última cumbre de la Asean (sudeste asiático) en Indonesia el pasado octubre, Harris lo definió así en una entrevista con CBS: “No se trata de sacar (a China), sino de asegurarnos de que protegemos los intereses estadounidenses, y que somos los líderes a la hora de definir las reglas del camino, y no seguir las reglas de otros”.
Dijo también que China tenía en el mar de Taiwán una actitud de “matón” y que EE. UU. no quería provocar el conflicto con Pekín pero “estamos totalmente preparados y comprometidos con lo que sea necesario para competir”, dijo entonces.
Vice con baja popularidad
Ya como vicepresidenta, Biden le encargó en un inicio la política migratoria fronteriza, motivo por el que los republicanos la suelen atacar, y luego la defensa de los derechos reproductivos de las mujeres ante la ofensiva conservadora contra el aborto.
Pero su gestión nunca se ha llegado a traducir en elevados niveles de popularidad. Según la media de sondeos recogida por la web FiveThirtyEight con fecha del 17 de julio, un 50,4% de ciudadanos desaprueba su gestión y solo un 38,6% la apoya.
“Harris es una política exitosa se mire por donde se mire. A menudo se la critica por no inspirar ni entusiasmar a los votantes demócratas e independientes, pero ha superado a todos los demás potenciales candidatos demócratas potenciales en las encuestas cara a cara frente a Trump”, explica a EFE William Dunlap, profesor de Derecho en la Universidad de Quinnipiac.
En 2019, había lanzado su propia carrera presidencial bajo el lema “Kamala Harris por la gente”, aunque su propuesta no logró convencer para recaudar suficientes fondos, y después de que anunciara su retirada, Biden acabó eligiéndola como compañera de fórmula.
Grant Reeher, director del Instituto Campbell de Asuntos Públicos y profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Siracusa, recuerda a EFE que cuando ella aspiró a la Presidencia lo hizo posicionándose a la izquierda de Biden y criticándolo por no ser lo suficientemente progresista.
“Eso la etiqueta desde el principio”, apunta el experto. “Y cuanto más la conoció la gente a través del proceso de primarias, menos les agradaba. Esta característica la perjudicará en unas presidenciales. Será vista como una mujer liberal de color de la costa de California, y esa no es una receta probable para el éxito”, agrega.
Su propia personalidad polariza. “Mucha gente la encuentra demasiado exaltada”, dijo. Las redes han hecho por ejemplo virales sus sonoras carcajadas en actos públicos, independientemente de la seriedad de los mismos.
En un primer momento, en la carta en la que anunció su retirada, Biden no le dio un apoyo explícito y se limitó a decir que ha sido una “socia extraordinaria” en el proceso electoral ahora frustrado por las presiones a Biden por su capacidad física y mental.
Pero menos de media hora después sí pidió el voto para quien ha sido su “número dos” desde enero de 2021: “Quiero ofrecer todo mi apoyo y respaldo para que Kamala sea la candidata de nuestro partido este año. Demócratas: es hora de unirse y vencer a Trump. Hagámoslo”, concluyó.
EFE
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