Craigh Adams, un honrado dentista que se dedica a atender las denticiones de los habitantes de Raleigh, Carolina del Norte, atraviesa por estos días un laberinto burocrático digno de la pluma de Franz Kafka.
Todo empezó cuando un vecino le consultó si se había mudado o estaba dispuesto a hacerlo. Adams respondió negativamente y quiso saber qué le había hecho a su interlocutor suponer una mudanza. Entonces el vecino refirió que una mujer le había preguntado si sabía las claves de acceso a la vivienda, alegado ser la nueva propietaria. Y, para respaldar sus dichos, había mostrado una escritura de propiedad que se veía auténtica.
El odontólogo decidió entonces averiguar más, y el descubrimiento que hizo lo dejó pasmado: su casa —una propiedad de 770 metros cuadrados y valuada en cuatro millones de dólares— había dejado repentinamente de ser suya. Ahora figuraba a nombre de una mujer llamada Dawn Magnum, a quien él jamás había oído nombrar.
La sorpresa aumentó cuando descubrió que el título de propiedad había sido obtenido de forma legítima —aunque por mecanismos espurios— del Registro de Escrituras, y lo que es peor: no se podía revocar.
Según el odontólogo, la mujer obtuvo el documento auténtico gracias a uno falso: presentó “una escritura de reclamación de garantía falsa contra la casa, y básicamente intentó robarla”, dijo en declaraciones a medios locales.
“Dicen [en el Registro de Escrituras] que no hay absolutamente nada que puedan hacer para revertir esto. Una vez que se haya presentado la demanda, la única solución que me indican es que contrate a un abogado privado, y el primer presupuesto que me dieron fue de unos 8.000 dólares para presentar una demanda civil contra esta mujer”, explicó el defraudado.
Por su parte, la mujer dijo al canal ABC 7 Chicago que solo presentó los documentos para la escritura porque pensó que la casa estaba abandonada, y la ley establece que se pueden reclamar propiedades embargadas. Curiosamente, coincidió en el mismo reclamo que el damnificado acerca de la burocracia registral. Insistió en que quiere devolver la propiedad a Adams, pero la ley no lo permite, y aseguró que en el Registro le dijeron lo mismo que al verdadero dueño: no pueden eliminar un documento una vez que se ha registrado.
Lo que más frustra a Adams es que el Registro de Escrituras se muestre riguroso a la hora de negarse a anular un documento, pero no lo hace cuando tiene que emitirlo.
Según el dentista, no se molestaron en realizar la comprobación más simple antes de emitir una escritura de una propiedad de cuatro millones de dólares a un completo desconocido. Por ello, dice que su caso debería ser una advertencia para todos los ciudadanos de Carolina del Norte “porque cualquiera puede ir a esa oficina y hacer una reclamación falsa por la propiedad de otra persona”.
“No se hizo ninguna investigación sobre quién es el propietario de la casa. Si hubiera habido una simple verificación, mi nombre habría aparecido. No hay medidas de rendición de cuentas… ninguna”, lamentó.
Sin embargo, el Registro de Escrituras de Carolina del Norte no asume ninguna responsabilidad por la situación, alegando que, según la ley estatal, su personal no tiene la obligación de verificar la suficiencia legal de una escritura cuando se presenta para su registro. Sí puede negarse a registrar un documento si se sospecha de fraude, pero aparentemente no hubo tal sospecha en este caso.
En cuanto a los dichos de la mujer, Adams no cree en su buena fe y supone que pretendía ocupar la casa, y luego usar la documentación obtenida para demorar indefinidamente su desalojo.
De hecho, luego de que el caso cobrara notoriedad, Dawn Magnum fue arrestada y se le presentaron cargos por presentar deliberadamente un documento falso.