El fallo, conocido en las últimas horas, condenó al Ministerio de Defensa Nacional y a la Prefectura Nacional Naval a "disponer y realizar la venta onerosa del Águila y del Telémetro del Graf Spee dentro de un plazo de 90 días (contados desde que quede ejecutoriada la sentencia) y a compartir el 50% de lo producido con los permisarios".
Según informara la emisora puntaesteña FM Gente, el dictamen obliga al estado a abonar a dichos permisarios intereses legales sobre el 50% del producido que les toque, retroactivos a la fecha de la demanda, así como devolverles el depósito de garantía.
El principal permisario fue el relacionista público Alfredo Etchegaray, que esperaba esta resolución desde el año 2004, cuando se localizó la pieza, que fuera extraída de las aguas del Rpio de la Plata el 10 de febrero de 2006. Sus socios eran su hermano Felipe y el buzo Háctor Bado, ya fallecido.
Con esta resolución, "se termina con una injusta situación que duró mas de trece años", expresa un comunicado de prensa emitido en nombre de Alfredo Etchegaray.
El hallazgo y rescate de la escultura generó un profundo debate acerca de qué hacer con ella. En su momento, el legislador nacionalista había propuesto la enajenación. Por otra parte, Alemania había reclamado su derecho a decidir el destino de la pieza, manifestando que la "prestaba por tiempo indeterminado" a Uruguay, con la condición de que no saliera del país, ni fuera exhibida.
Esto fue rechazado en su momento por Bado, quien recordó que el Graf Spee había sido vendido como chatarra a Uruguay en 1940, poco después de su hundimiento. Asimismo, la ley 14.343 señala que los buques que se hundieron en aguas uruguayas y no fueron reclamados por la bandera a la que pertenecen, son del estado uruguayo.
El acorazado alemán de bolsillo Admiral Graf Spee llegó al puerto de Montevideo en diciembre de 1939, seriamente averiado luego de la recordada Batalla del Río de la Plata, donde se enfrentó a tres navíos de guerra británicos.
Al cabo de varios días de gestiones y de gran efervescencia a nivel diplomático, el capitán de la embarcación decidió hundirla, dado que no contaba con los recursos ni el tiempo para hacer las reparaciones necesarias, y a que los servicios de inteligencia británicos habían logrado hacerle creer que más buques enemigos lo aguardaban a la salida de las aguas uruguayas, algo que no era cierto.
El águila se encuentra, desde hace años guardada dentro de una caja de madera en un depósito del Fusna (Fusileros Navales).