Una mala decisión tomada por un limpiador en un momento de hartazgo derivó en la pérdida de un valioso y prolongado trabajo, y en una querella por más de un millón de dólares.
Según consigna la cadena noticiosa CNN, el dramático momento ocurrió durante la noche del 17 de setiembre de 2020 en el Rensselaer Polytechnic institute (RPI), situado en el condado neoyorquino de Troy.
De acuerdo con la citada publicación, un trabajador que llevaba a cabo tareas de limpieza se hartó del sonido del pitido intermitente que emitía uno de los equipos del laboratorio. El hombre creyó que lo mejor —tanto para sus oídos como para el artefacto— era desenchufarlo. Y cometió un grave error.
Tras los hechos, el RPI demandó a la compañía tercerizada Daigle Cleaning Systems, a la que acusa de no capacitar debidamente al operario que provocó el desastre. El monto exigido supera el millón de dólares.
Desde el RPI, dependiente de la Universidad de Nueva York, se explicó que el trabajador llevaba unos meses desempeñándose en el instituto, pero que —a la vista de lo ocurrido— no sabía cómo manejarse en el entorno de un laboratorio.
El instituto detalló que en el lugar afectado se conservaba material celular que debía mantenerse a una temperatura de -80 grados, y que cualquier fluctuación que superara los 3 grados hacia arriba o abajo, comprometería seriamente el trabajo.
El 14 de setiembre, el congelador se “calentó” y llegó a -78 grados, por lo que se disparó una alarma. Los científicos comprobaron que la temperatura se había estabilizado en esos -78 grados y que el contenido estaba en buenas condiciones, y solicitaron de inmediato una reparación.
Mientras tanto, tomaron precauciones para que nadie tocara el aparato. Colocaron un cerrojo de seguridad y pusieron un letrero bien visible: “Este congelador está emitiendo un pitido porque está en mantenimiento. No lo mueva ni lo desconecte. No se requiere limpieza en esta área. Puede presionar el botón de silenciar alarma durante 5 a 10 segundos si desea eliminar el sonido”, decía el cartel.
Los investigadores creyeron que con eso bastaría. Por desgracia, al parecer el limpiador era un hombre más dado a la acción que a la lectura. Al llegar al lugar, notó el fastidioso pitido y no dudó en desenchufar el congelador como forma de librarse del ruido y —según adujo— evitar que el aparato se dañara.
Al día siguiente, lo científicos descubrieron lo ocurrido e intentaron salvar su pesquisa, pero la encontraron “comprometida, destruida y por completo irrecuperable”, y enfatizaron que el simple acto de mover un enchufe “echó por tierra más de veinte años de investigación”.
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