Conforme termina el año y empiezan los aires de campaña electoral, los distintos actores que se perfilan para las internas han ido lanzado formalmente sus precandidaturas. Tomando las postulaciones oficializadas, el Partido Nacional tendrá cuatro precandidatos —Álvaro Delgado, Laura Raffo, Jorge Gandini y Carlos Iafigliola— y el Frente Amplio también repite el mismo número que llevó en 2019, ahora con Carolina Cosse, Yamandú Orsi, Mario Bergara y Andrés Lima.
En el caso del Partido Colorado, los precandidatos serán seis: Robert Silva, expresidente del Codicen de la ANEP; Gabriel Gurméndez, expresidente de Antel; Tabaré Viera, el ministro de Turismo; el diputado Gustavo Zubía; el abogado penalista Andrés Ojeda; y exdirector de Telecomunicaciones del Ministerio de Industria, Guzmán Acosta y Lara.
Ante este abanico de candidaturas, surge una pregunta: ¿es la primera vez que hay tantas postulaciones en la interna del Partido Colorado?
La respuesta inmediata es que no; no es una novedad la cantidad de nombres. De hecho, desde que se instauraron las elecciones internas con la reforma electoral de 1996, hubo sólo una ocasión en la que se presentaron menos de cinco precandidatos colorados, en 2014, cuando la interna la ganó Pedro Bordaberry, con el 73,62% de los votos, superando a José Amorín Batlle (25,92%) y Manuel Flores Silva (0,35%).
Antes y después de esos comicios, hubo dos elecciones con seis candidatos cada una, otra con siete y otra con cinco postulantes.
En 2019, el ganador de la contienda fue Ernesto Talvi (53,72%), seguido de Julio María Sanguinetti (32,81%) y José Amorín Battle (13,25%). En esos comicios hubo otros tres nombres, pero sacaron menos del 1% de los votos colorados cada uno: Edgardo Martinez Zimarioff, con 0,10%; Pedro Etchegaray, con 0,025%; y José González Queiro, con el 0,0016% de los votos.
Diez años antes, en 2009, la situación se repitió. Un candidato que sacó notoria diferencia (Bordaberry, con 71,20%), dos que lo secundaron en votos (Amorín Battle con 14,79% y Luis Hierro López con 12,05%) y otros tres que obtuvieron menos del 1%: Daniel Lamas (0,87%), Pedro Etchegaray (0,05%) y Eisenhower Cardoso (0,04%).
En 2004, fueron siete nombres, de los cuales el candidato más votado fue Guillermo Stirling, al cosechar el 91% de los votos colorados en las internas. Alberto Iglesias, de la Unión Colorada y Batllista, lo secundó con distancia con el 6,8%; Ricardo Lombardo obtuvo el 1,3%, con 2.029 votos. Con menos del 1% fueron cuatro esa vez: Manuel Flores Silva con 1.187 votos; Eisenhower Cardoso, con 74; Gustavo Boquete con 55; y Jorge Ruíz Garateguy, con 0 votos.
Finalmente, en las primeras elecciones internas, las de 1999, la disputa fue entre dos precandidatos, con otros tres que obtuvieron baja cantidad de votos. Jorge Batlle, con el 54%, le ganó a quien luego sería su compañero de fórmula, Hierro López, que obtuvo el 45%. Detrás hubo otros tres postulantes: Federico Bouza obtuvo 2.180 votos; Víctor Vaillant, 1.796; y César Cabrera, 746.
En todas estas contiendas hay una característica en común. Por un lado, se presentaban figuras con trayectoria en el gobierno o apoyos de varios grupos y, por otro, dirigentes colorados con apoyos más minoritarios.
Este futuro escenario plantea una aparente diferencia. Primero en el rol político de cada uno de los candidatos. De los seis, cinco ocuparon o continúan ejerciendo cargos en este gobierno. Ojeda es el único que no, pero por su rol como abogado en varios casos y su representación legal del sindicato policial, que ejerció hasta hace poco, cuenta con una exposición mediática mayor. Además, fue suplente de Laura Raffo como candidato a la Intendencia de Montevideo.
Otro de los aspectos, es la separación en bloques de los distintos apoyos con los que cuenta cada uno de los aspirantes.
“Nunca hubo una dispersión como hay ahora; esto es nuevo, es inédito”, opina el expresidente Julio María Sanguinetti, actual secretario general del Partido Colorado, en entrevista con Montevideo Portal. “Porque siempre hubo un predominio, digamos así, de dos tendencias, pero no más que eso”.
“La primera gran interna es la del 82, la que hacen los militares con la caída, la interna colorada y blanca, para ver quiénes eran los reales representantes legítimos de los partidos. En ese momento era el pachequismo de un lado, los batllistas de otro. Los sectores batllistas le ganamos al pachequismo y ahí sale la fórmula Sanguinetti – Tarigo”, señala, en referencia a los comicios que eligieron a los líderes partidarios tras el plebiscito de 1980, a pesar de la proscripción de algunos líderes como Jorge Batlle y Wilson Ferreira y los partidos de izquierda que integraban el Frente Amplio.
“El grupo nuestro, la [lista] 15 le gana a [Enrique] Tarigo y hacemos la fórmula conjunta. Allí se resuelve la primera interna. Después del 89 la interna es Jorge Batlle, Tarigo y Pacheco. Ahí había nacido el Foro Batllista, que pierde con la 15 de Jorge”, comenta el expresidente, que luego recuerda la contienda Sanguinetti-Batlle-Pacheco en 1994, las últimas previo a la reforma constitucional.
Para Sanguinetti, “lo que está claro es que siempre hubo una tendencia” de dos sectores “predominantes”, uno “que resulta ganador y otro que le sigue”.
“Siempre hubo alguna tercera pero ya sin opción”, afirma el líder partidario, que recalca que en “ninguna” interna “hubo una dispersión como ahora, porque hay seis de parecido porte”.
“Puede ser que un poco más Batllistas [que apoyan a Viera] y Ciudadanos [que impulsan la candidatura de Silva], pero no sabemos cuánto más”, sostiene el líder batllista.
Sanguinetti comentó que ve la contienda del año próximo con dos miradas. “Yo soy el fundador de Batllistas, tengo esa doble condición y como secretario general yo creo que en este momento, luego de un período de mucha incertidumbre, porque no se definía la posibilidad de Pedro Bordaberry, fueron aflorando varias candidaturas, que en este momento le han dado mucha vitalidad y dinámica al partido”, dice el exmandatario; que agrega: “Hay movimiento por todos lados”.
“Eso es bueno para el partido, porque hay gente trabajando. En las perspectivas de la definición de la interna, hay que pensar bien cómo se maneja la situación, porque con una elección muy dispersa, se puede llegar a la Convención de un modo que no quede claro”, señala.
“Ojalá la interna genere nuevos liderazgos y fórmulas fiables; eso es lo que habrá que pensar más cerca de la interna”, añade.
El exmandatario apunta, también, que es un “escenario nuevo que hay que prever” y opina que “antes de la interna habría que pensar algunas normas de procedimiento”.
“Si alguien saca más de cierto porcentaje, o cierta ventaja; esas fórmulas que se pueden hacer. Habrá que ver, pero hoy el partido está, vuelvo a decir, con una situación positiva, en cuanto a que hay mucha gente trabajando, muchas opciones y todos candidatos buenos. Porque son en general muy buenos”, expresa Sanguinetti, que además se muestra afín de armar “fórmulas conjuntas” y no “homogéneas” de cara a lo que vendrá después de las elecciones internas del 30 de junio de 2024.