La llegada de las vacunas contra la COVID-19 a Uruguay generó una "confianza mágica" que aumenta el riesgo de una población que atraviesa "una negación del duelo" y por lo tanto reduce los cuidados, advirtió este miércoles el doctor Ricardo Bernardi, integrante del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) que asesora al Gobierno en el combate a la pandemia.
"Hay una confianza mágica de que una vez vacunados se acabó el problema y esto no es así; a esto se suma que a comienzos del verano había una negación del riesgo y ahora hay una negación del duelo que hace que todavía no creamos que estamos peor que los demás países y no adaptemos nuestros comportamientos, aumentando el riesgo", señaló el experto en una presentación realizada en el marco del Ciclo de Intercambios de BienPro (Bienestar Profesional), un encuentro virtual con colegas de Uruguay y España.
A comienzos de septiembre de 2020, Uruguay registraba 1.780 casos y 45 fallecimientos por covid-19, el 75 por ciento de ellos correspondientes a mayores de 65 años, lo que daba una tasa de mortalidad de 1,28 cada 100.000 habitantes.
En la actualidad, las muertes suman 2.861, según datos publicados el martes por el Sistema Nacional de Emergencias (Sinae), lo que implica una tasa de fallecimientos diarios de 57,85 cada 100.000 habitantes, una de las más altas a nivel mundial, pese a que el 20 por ciento de la población ya recibió las dos dosis de la vacuna.
INTERVENCIÓN EN CRISIS
Bernardi, quien además es profesor emérito y fue director del Departamento de Psicología Médica de la Facultad de Medicina de la estatal Universidad de la República, señaló que una de las carencias que reveló la pandemia en Uruguay fue que "no hay estructuras armadas para hacer intervenciones (médicas) en crisis".
En ese sentido, aludió a la línea telefónica de apoyo a la población puesta en funcionamiento por el Ministerio de Salud Pública, la cual recibió más de 1.000 llamadas en sus primeros dos meses de funcionamiento, en las que los consultantes planteaban principalmente temas de depresión, ansiedad, soledad, desorientación y miedo al coronavirus.
"La línea telefónica funcionó, pero en el momento de conectar esas consultas con los lugares donde se podía dar respuesta, no había estructura armada; la conexión entre las llamadas a los servicios de emergencia y los servicios asistenciales está lejos de estar resuelta", explicó.
Agregó que lo mismo ocurre con la atención psiquiátrica y psicológica por telemedicina, indicando que en el transcurso de la pandemia, el 77 por ciento de las consultas psiquiátricas y el 58 por ciento de las psicoterapias pasaron a ser por videollamada, un sistema que "deberá ser evaluado para saber si es posible hacer diagnósticos adecuados por esta vía".
PREOCUPACIÓN EN AUMENTO
En noviembre pasado se instaló el Observatorio Socioeconómico y Comportamental, dependiente del GACH, que comenzó a funcionar en febrero de este año y que ya desarrolló dos estudios socioeconómicos y dos comportamentales.
Según cifras proporcionadas por Bernardi, que integra el observatorio, las investigaciones indican que la preocupación personal de los uruguayos en relación al covid-19 aumentó de un 63 por ciento en febrero a un 74 por ciento en marzo, mientras que la percepción de la gravedad de la enfermedad pasó de 70 por ciento a 77 por ciento.
Sin embargo, cuando se preguntó a los encuestados si consideraba que un familiar o amigo podía contraer la enfermedad, solo el 47 por ciento contestó en forma afirmativa en febrero, porcentaje que aumentó al 51 por ciento en marzo.
Respecto a la posibilidad de enfermarse uno mismo, solo lo cree posible el 37 por ciento de la población, frente al 32 por ciento de febrero.
Para Bernardi, esto forma parte de la negación que incrementa el riesgo al que se exponen las personas, que sufren los efectos de la ansiedad, la depresión y el estrés, males que según las investigaciones están afectando a un tercio de los uruguayos.
Con información de Sputnik Mundo