Por Gerardo Carrasco
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Hugo Alconada Mon pasó más de veinte años estudiando los entresijos del poder en Argentina. Decir que allí encontró corrupción sería una obviedad y algo para nada novedoso, pero su trabajo fue más lejos. En sus investigaciones, el periodista dio con nombres, situaciones y modus operandi que se repetían, configurando una trama que extiende su accionar a todos los aspectos de la vida pública, y cuyo cometido es el lucro mediante la corrupción y garantizar la impunidad de quienes tienen la sartén por el mango en ese juego.
"Hay todo un entramado subterráneo montado para la corrupción y la impunidad, en el cual aparecen políticos, empresarios, jueces, fiscales, dueños de medios, sindicalistas, policías, operadores judiciales, etc", define el autor, cuyo libro "es fruto de veinte años de investigación, de recopilar papeles y comprobar cómo en distintas investigaciones ciertos nombres se repetían". No importaba quién ocupara la Casa Rosada, quién fuera el presidente, "ese entramado trabajaba para distintos gobiernos, por la corrupción y para garantizar la impunidad", explica Alconada en diálogo con Montevideo Portal.
A modo de ejemplo, el autor recuerda uno de esos casos de perennidad del corrupto y su práctica. "El mismo operador judicial de los tiempos de Menem, que se encargó de manejar a los jueces, es el mismo que se encargó luego de cerrar la causa por enriquecimiento ilícito de los Kirchner, y el mismo que, ya con Macri, encapsuló el escándalo del Correo Argentino: un operador judicial, tres gobiernos distintos, treinta años de historia argentina. Y no es un caso aislado, se repite una y otra vez".
En cuanto al origen de dicho esquema delictivo, el autor entiende que no se puede establecer una fecha precisa de nacimiento. "Es un proceso que, con avances y retrocesos, está todo el tiempo en evolución e involución. Por supuesto que hay medidas positivas de los distintos gobiernos, que los hacen retroceder, y prácticas que les permiten avanzar. En definitiva, hay distintos cambios, reformas, leyes que se van imponiendo y van mejorando la situación. La figura del arrepentido fue un avance, pero este entramado sigue actuando y trata de anular esos logros", afirma.
A la hora de redactar el presente libro, el autor tomó como fecha de corte el retorno a la democracia, en 1983, "más allá de que aludo con múltiples ejemplos a décadas anteriores e incluso al virreinato". Pero con el retorno a la democracia "hubo un corte, se designó una nueva Corte Suprema, nuevos jueces federales, nuevas leyes. Por eso permite establecer un punto para ver si de allí en más el sistema mejoró o empeoró, y analizar qué sucede con los que se mueven en las cloacas" del sistema.
¿Conspiración o conjunción de intereses?
La palabra entramado aparece con pertinacia en el libro, y es el término con el que el autor designa a ese funcionamiento corrupto que atraviesa actividades y escalas sociales. Aunque -aclara- no se podría hablar en rigor de un accionar mafioso.
"Creo que por momentos existe un desarrollo más organizado y en otros [los corruptos] quedan más aislados, pero yo no llegaría a denominarlos una mafia, porque eso implicaría un sistema organizado delictivo. Más bien creo que acá lo que ocurre es que por momentos hay intereses convergentes de múltiples actores, que por diversos motivos se retroalimentan entre sí. Por ejemplo, un político necesita dinero y contrata empresarios. él aprieta jueces y fiscales para que no investiguen y los empresarios compran periodistas, y hay periodistas que ofrecen sus servicios, y si hay un escándalo contactan a un operador judicial que a su vez estaba por su cuenta. . . y todo se va complejizando", describe.
¿Qué tiene la Argentina en particular para que en ella se produzca este entramado?, Alconada apunta a que a diferencia de lo que sucede en otras partes, "en Argentina ha habido una paulatina degradación -con picos y valles- que ha llevado a que el país hoy afronte una corrupción estructural, una megacorrupción, como la denominara José Ugaz, el fiscal que investigó la dictadura de Fujimori. Y si bien en Argentina esto parece que ahora está en retroceso, múltiples jugadores involucrados en corrupción desde hace años siguen activos y operando".
Acá no pasa nada
Uno de los factores que alientan la corrupción en Argentina es la impunidad, las escasas probabilidades de que alguno de los integrantes de ese entramado termine con sus huesos en una celda. Esta relación riesgo - beneficio alentaría a medrar.
"No se trata sólo de corrupción: la idea es que incluso si salta el escándalo, quedes impune. Los porcentajes de condena por delitos de cuello blanco son bajísimos. En 25 años de historia se analizaron 750 grandes casos y sólo hubo condenas en el 2%. Luego de las reformas y cambios, ¡Gran avance! tres veces más ¡Seis por ciento! Esto quiere decir de cada 100 peces se te escapan 94", relata.
"Esta situación continúa y resolverla puede llevar décadas. Para un flagelo de corrupción sistémica se necesita una solución sistémica", sostiene el periodista, y vuelve al caso de la reciente reforma legal que habilitó la figura del arrepentido para casos de corrupción.
"Eso es muy bueno y significa un paso adelante, pero es sólo una reforma y no basta. Hay que modificar cómo funcionan los organismos de control, mejorar su presupuesto. Hay que formar una policía judicial, modificar numerosas leyes, darle un sistema operativo distinto a jueces y fiscales, y modificar las leyes que regulan la obra pública, que tienen setenta años", enumera.
De este lado del Plata
Para Alconada Mon "Uruguay es un eslabón necesario y recurrente" en la trama de corrupción. "En un alto porcentaje de investigaciones aparece como un factor de la ecuación, ya sea en la gestión o en el lavado posterior. Y no sólo desde Argentina, también con casos de corrupción vinculados a España o Brasil, como el Lavajato.", describe.
"Sé que declaraciones mías causaron revuelo en Uruguay. Mi intención no era generar polémica, pero Uruguay es uno de los baluartes del lavado en América del Sur. No es una afirmación mía, dogmática, sino que se basa en las investigaciones en marcha donde Uruguay aparece una y otra vez", sostiene.
"Si durante décadas a Uruguay se lo conoció como la Suiza de América, no era por la calidad de sus chocolates ni por la puntualidad, sino porque el sistema bancario y financiero uruguayo fomentaba el secreto, y el depósito de fortunas para lavado", refiere.
"Si nos ponemos a revisar nada más que los proyectos inmobiliarios en Punta del Este, ¡Agarrate Catalina! ¿qué vamos a encontrar ahí? ¿Cuánto vamos a enganchar de evasión tributaria de Argentina y varios otros países? ¿cuánto vamos a enganchar de lavado de activos? Es algo que todos sabemos, incluyendo a los investigadores uruguayos", dice.
"Con el mayor de los respetos, me apoyo en infinidad de investigaciones de los últimos veinte años, en las que una y otra vez aparecen Uruguay, Islas Caimán, Panamá, las Islas Vírgenes Británicas: ergo, para los piratas Uruguay es un baluarte", asevera.
Si te he visto no me acuerdo
Más allá de la impunidad judicial lograda "gracias a fiscales que no investigan y jueces que archivan hasta que las causas prescriben", los corruptos en Argentina gozan también de impunidad ante la sociedad. Antaño quizá existía la percepción de que lo difícil era "destapar las ollas", pero si esto ocurría, alguien tenía que caer. Hoy en día la situación parece diferente: la información sobre los casos de corrupción está disponible -y el libro de Alconada Mon es el mejor ejemplo- pero la sociedad parece estar mirando siempre para otro lado.
"Ahí es fundamental el doble juego, la condena judicial y el reproche social. No es casual que infinidad de abogados hagan reclamos sobre Google y otros buscadores por lo que se denomina ‘derecho al olvido' ¿De qué estamos hablando? De a la impunidad judicial sumarle el silencio social", asegura.
"Las sociedades por lo general tienen poca memoria, y eso permite que quienes en los años 90 estaban en todas las revistas, en el candelero, y que afrontaban investigaciones y quedaron impunes en los expedientes, hoy puedan caminar tranquilos por Buenos Aires, Montevideo o Punta del Este, porque casi nadie va a recordarlos. Ese es un beneficio, el olvido social.
Una luz al final del túnel
Luego de interiorizarse de tan descorazonadora situación, la pregunta obligada pasa por las posibilidades y caminos que se puedan ensayar para salir de semejante entramado.
"Se puede salir y no hay que inventar la rueda. La fórmula ya se conoce y se ha aplicado en otros países. Por eso yo decido las entrevistas del libro al gran investigador del Mani pulite italiano, Antonio di Pietro , al juez del Lavajato, Sergio Moro y al fiscal brasileño Deltan Dallagnol. Los tres por separado hablan de la importancia de la presión social, para que esa presión obligue a los gobernantes y al sistema político a aprobar las reformas sistémicas anticorrupción que ya se conocen en todo el mundo", asevera.
En ese sentido, recuerda que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) difundió recientemente un informe en el que colaboraron varios expertos anticorrupción. En ese breve informe plasmaron la "receta" que se puede implementar, "que es algo que ya todo el mundo sabe. El tema es si se quiere hacer o no. Se necesita presión social para que se aprueben las leyes que se tienen que aprobar".
"¿Es casual que la figura del arrepentido existiera en Argentina desde hace años para muchos delitos, como tráfico de personas, secuestro extorsivo, financiamiento del terrorismo, y no para corrupción? ¿Se les escapó a los legisladores o no quisieron aprobar algo que les complicaba?" pregunta.
Finalmente, Argentina incluyó el arrepentido en delitos de corrupción, pero "se hizo de un modo que no tiene todas las prestaciones que debería. Y aun con esas limitaciones, los jueces y fiscales se las arreglaron para armar un despelote tremendo con la causa de los cuadernos", expresa.
"Sucede siempre lo mismo: todo el mundo sabe lo que hay que hacer, pero (los políticos) se niegan a aprobarlo", concluye.
Por Gerardo Carrasco
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