El pasado 27 de abril, Rebeca Hersztain, de 75 años, llegó al Aeropuerto de Carrasco. Uruguaya radicada en Israel, solía viajar a Uruguay.
Casi un mes después, el 22 de mayo, sus familiares reportaron a la policía que llevaban semanas sin verla ni tener noticias de ella. Ese fue el punto de partida de una investigación que permitió esclarecer un caso de matricidio no exento de ribetes macabros.
Según informara Subrayado, el análisis de las imágenes de cámaras de vigilancia mostró que la septuagenaria había entrado a la casa de su hija, en Scosería y Berro, y jamás había salido.
A partir del lunes la policía estableció un circuito de vigilancia alrededor de la finca. Posteriormente allanaron el lugar varias veces y llegaron a emplear perros rastreadores, pero no encontraron rastros de la desaparecida.
Sin embargo, ayer la hija de Hersztain confesó lo ocurrido, lo que llevaría a un rápido cierre del caso.
De acuerdo con la citada crónica, la mujer, de 43 años, contó que su madre había venido a Uruguay con la intención de vender la casa donde ella vivía. Esto suscitó una discusión entre ambas, en cuyo transcurso la anciana habría caído al suelo, recibiendo un mortal impacto en la cabeza.
En su relato, la hija contó que puso el cadáver de su progenitora en una bañera que tiene en la terraza de la casa, y luego lo quemó. Posteriormente, colocó los restos en bolsas para residuos y los tiró a la basura.
La mujer regentea un negocio de venta de artículos de limpieza que funciona en el mismo inmueble. Para asombro de los policías, contó que por error entregó a una clienta una de las bolsas con parte de los restos mortales de su madre.
Las autoridades dispusieron una búsqueda en la usina de Felipe Cardozo, donde tienen su destino final los residuos de la mayor parte de la ciudad. Sin embargo, esa búsqueda ha sido hasta ahora infructuosa.
Al momento de redactarse la presente, la autora confesa declara ante Fiscalía.