El exministro del Interior y ahora senador del Partido Nacional Luis Alberto Heber volvió a su banca luego de un paso por el Ejecutivo que dio que hablar. El caso del pasaporte a Sebastián Marset, las acusaciones contra Gustavo Penadés y las cifras de delitos, un dolor de cabeza para cualquiera que se haya hecho cargo de la cartera de seguridad.
Ese combo político, integrado por eventualidades y aspectos propios del cargo, hicieron que Heber saliera “golpeado”. Aclara, igualmente, que sabía de antemano que al asumir la titularidad del ministerio se exponía al “palo” constante.
En entrevista con Montevideo Portal, el exjerarca habló de su apoyo a la precandidatura de Laura Raffo, a la necesidad de hacer una interna “sin medias tintas”, y a cómo el caso de Penadés puede afectar al Herrerismo al final del día.
¿Cómo fue la salida del ministerio y la llegada al Senado una vez más?
Yo creo que hace cuatro o cinco años que no tengo un mes para poder descansar, porque el mes anterior a la elección [de 2019] estábamos en campaña electoral. Después fui ministro de Transporte que, si bien no era tan demandante como Interior, quería trabajar para que saliera todo lo que hoy se está inaugurando. Y como ministro del Interior nunca tenés paz, nunca realmente. Cuando me sonaba el teléfono nunca era una buena noticia, siempre eran situaciones muy tensas.
Cuando asumió como ministro del Interior, ¿hizo el cálculo político de que iba a salir con mucho desgaste?
Sí, sin dudas, por supuesto. Todos sabemos lo que es el Ministerio del Interior; cuando me lo dieron sabía que era un lugar en el que iba a recibir palo. Porque además el desafío es muy grande, porque la seguridad no la podés resolver en cinco años. Por lo tanto, no hay una instancia donde uno pueda cambiar de un día para el otro. En el gobierno anterior habían bajado los brazos y decían que había que distribuir mejor la riqueza para bajar los delitos, como decía [Mario] Layera.
Y ahora, de cara a la campaña, ¿cómo quedó a nivel político?
Y quedé golpeado, como queda cualquiera después de estar en un puesto como el de ministro.
¿Y eso cómo se relaciona con la campaña?
Y bueno, yo desde que volvió la democracia estuve en todas las campañas electorales. Eso no lo perdés aunque hayas estado en un ministerio como es Interior [risas]. Pero quedé políticamente golpeado, como cualquiera después de estar en el ministerio.
En el comienzo de este año hubo un ida y vuelta por las cifras que publica el Observatorio Nacional de Violencia. Es un tema que va y viene cada vez que se publican o durante la campaña electoral. ¿No es hora de reformarlo?
Si nosotros hubiéramos entrado —en este caso sería Jorge Larrañaga— cuestionando la metodología y cambiando a las personas, hubiéramos tenido una interpelación de entrada y siempre iban a ser números cuestionables. Nunca íbamos a tener ningún tipo de instancia que fuera creíble, por eso mantuvimos el mismo sistema. Ahora, en este momento, sí es hora de cambiar las cosas en el observatorio porque me parece que tenemos que profundizar en el tema de los homicidios.
Mirá, te pongo un ejemplo. Nosotros cuando estuvimos en el ministerio detectamos que entre narcotraficantes hay problemas de pareja, o sea, la mujer engaña a un narco con el otro narco y eso provoca una situación de venganza. Eso no es ajuste de cuentas, son situaciones puntuales y por ahí es que tenemos que ir. Se trata de afinar los números para ser más específicos.
¿Tiene una idea de reforma?
Creo que es Nicolás Martinelli a quien debería consultar sobre esto. Sí sé que hay voluntad política de reformar el observatorio y de cambiar algunas cosas.
Algunos le apuntan a Martinelli por no tener un perfil político. ¿Coincide?
De ninguna manera; lo que creo es que es otra estrategia de comunicación pero no es una ausencia de conducción política. Si se está leyendo así, está equivocado. Hay una comunicación más institucional y se le da más participación a la Policía, pero es una decisión que forma parte de una estrategia.
¿Habla con Martinelli?
Sí, claro. No te digo que permanentemente, pero por supuesto me gusta estar informado porque quiero defender la gestión de Martinelli.
¿Le da consejos?
No, porque no soy un experto. Pero sí doy opiniones sobre temas puntuales, cuando Nicolás me pregunta.
En materia política, ¿hay alguna propuesta en seguridad que impulsen con Laura Raffo?
Duplicar las cámaras de videovigilancia es una. Este gobierno ya lo hizo, pero queremos poner 12.000 más. Sobre todo en las zonas donde la presencia policial no sea la suficiente.
¿Cuál va a ser su rol en la campaña?
Mi rol es que tengo muchas campañas encima, como te decía antes. Lo que sí te digo es que nunca vi una mejor campaña a la interna que esta y espero que así se mantenga hasta junio. Pero el rol es organización, giras y estar en los principales temas. No podemos ir con un programa de gobierno lavado, tenemos que ir con propuestas concretas.
¿Pesa que Raffo no haya tenido un cargo político?
Yo creo que a ella le gusta la actividad política y es una persona que viene un éxito de la actividad privada. Creo que la política uruguaya necesita de eso. Claro que hay una labor de aprendizaje que te la da la propia campaña y la conducción que tuvo del Partido Nacional en Montevideo. En esa ocasión demostró condiciones, porque se enfrentó a Carolina Cosse siendo presidenta de la Departamental del Partido Nacional. Lo que le puede pasar a Laura es que, si llega a ser presidenta, se va a enfrentar a la maraña de burocracia que es el Estado.
Dicen por ahí que el Herrerismo es anti-Estado.
No, no es. Nosotros entendemos que el Estado tiene que estar en algunos lugares y no en otros. Cada vez que jugamos a los empresarios, nos sale mal. Nos pasó con Pluna y con Ancap. No es el rol del Estado ser administrados ni competir. Lo esencial es salud para todos, educación para todos y seguridad, y esos roles hay que cumplirlos bien. Yo en esas áreas quiero más Estado. ¿Es necesario que el Estado esté en el Correo? Perdemos millones de dólares en el Correo y después empiezan las explicaciones de que hay que estar en todo el país. Pero muchachos, si ya no hay más cartas.
Delgado es la continuidad del actual gobierno. ¿Raffo qué sería?
También somos la continuidad, pero hablamos de otra etapa de transformaciones. Porque para dar continuidad hay que seguir transformando. La continuidad no es dejar las cosas como están para tener el mismo estilo de este gobierno. Hay una segunda ola de transformaciones y tenemos que salir a decirla. Los blancos, si hacemos campaña, salimos a jugarnos con las opiniones, mostramos un perfil y no andamos con medias tintas.
¿Le falta jugarse más a Delgado con las opiniones?
No, no sé; creo que cada quien va marcando su perfil. Álvaro no está en la vereda de enfrente sino que en la casa de al lado, porque después de junio todos vamos a luchar por seguir en el gobierno.
¿Se debilitó la 71 con la salida de Gustavo Penadés?
Lo vamos a ver con la votación de la interna. Creo que las crisis generan oportunidades y ha generado en la lista una apertura de una nueva generación que ha asumido cargos importantes. Hubo una suerte de cohesión en función de la crisis que vivimos.
Sebastián Da Silva cree que los votantes jóvenes pueden dejar de votar al Partido Nacional por el caso Penadés. ¿Usted lo piensa?
Lo tenemos medido y en la opinión pública hay poca vinculación de la 71 con Penadés. Por otro lado, es un tema personal que no involucra al partido, al sector ni a la lista. Es muy injusto que alguien pueda usar el episodio para tratar de denostar a compañeros que son totalmente ajenos.
¿Le dolió lo que sucedió?
Sí, duele todo. Desde el principio hasta el final porque cuando uno es amigo, es amigo.
¿Se debería archivar la causa del pasaporte a Sebastián Marset?
Se debería no, se va a archivar porque no hay delito. ¿A dónde te tengo que firmar? Se archiva, no hay delito.
¿Por qué no mostraron las conversaciones entre Carolina Ache y Guillermo Maciel?
Entendimos que era algo privado; ella después decidió salir a ventilar y bueno, son decisiones. Pero en el Parlamento dijimos que hubo esas charlas; si no, la oposición ni se enteraba.
Es raro que diga que no hay delito y después no se quieran mostrar conversaciones.
De nuevo, son cuestiones privadas. Si hubieran hablado temas íntimos, ¿los íbamos a mostrar también? No, claro que no.