"Hay más espías y agentes extranjeros operando contra los intereses australianos de los que había en el momento más fuerte de la Guerra Fría ", dijo Burgess, responsable de la Australian Security Intelligence Organisation (Asio), la agencia australiana de contraespionaje.
Es raro que los funcionarios de contrainteligencia australianos se pronuncien públicamente, pero ante lo que consideran una amenaza, han decidido romper esta ley del silencio.
Michael Burgess explicó que extranjeros instalados en Australia están siendo vigilados y acosados por gobiernos extranjeros.
Una investigación de la AFP mostró por ejemplo que los uigures exiliados, procedentes de la región china de Xinjiang (noroeste), han sido blancos de este hostigamiento en Australia y otros países.
Los estudiantes de Hong Kong matriculados en universidades australianas han asegurado que también han sufrido intimidación y que sus familias, que permanecieron en la excolonia británica, fueron amenazadas después de las manifestaciones prodemocracia que sacudieron el territorio el año pasado.
En su discurso a los parlamentarios, Burgess no mencionó a China pero sí enfatizó que el espionaje y la vigilancia de los grupos de la diáspora era "nada menos que un ataque a la soberanía de Australia".
Igualmente, insistió en que "es inaceptable que la gente en Australia sea intimidada simplemente por haber abogado por reformas democráticas o criticado las violaciones de derechos humanos".
En los últimos años, los políticos australianos se vieron envueltos en escándalos por aceptar donaciones en efectivo de personas vinculadas a Pekín o por participar en la propaganda china. Según Burgess, son tomados por objetivo para "robar nuestros secretos y manipular nuestra toma de decisiones".
Las autoridades australianas afirmaron que desde que el presidente chino, Xi Jinping, llegó al poder en 2013, el gigante asiático ha intensificado sus esfuerzos para influir en la política exterior de Australia.
AFP