El profesor de Filosofía, docente de Ética en la Universidad CLAEH (Centro Latinoamericano de Economía Humana) y especialista en Política y Gestión de la Educación, Pablo Romero García, publicó una carta este domingo en la que denunció que su hijo fue agredido por varias personas en Punta del Este por utilizar ropa distintiva del rap.
En concreto, Romero comenzó informando que tiene cinco hijos, que oscilan entre los 26 y los 4 años. Según denuncia, su hijo de 18, el pasado sábado sufrió un robo con una golpiza, amenaza de muerte e intento de secuestro.
Según informó El Observador y confirmaron fuentes policiales a Montevideo Portal, hay cuatro personas emplazadas, a disposición de la Justicia, por este hecho. En el caso está trabajando la fiscal letrada de Maldonado de 2° Turno, Ana Rosés.
La fiscal tomó la denuncia, solicitó el análisis de cámaras, estudiará el análisis forense de las lesiones y tomará declaración a la víctima. También se tomará declaración a los indagados, explicaron fuentes fiscales a Montevideo Portal. Las citadas fuentes informaron que la Unidad de Víctimas y Testigos de la Fiscalía va a trabajar brindando apoyo y contención a la familia.
“Mi hijo acaba de culminar su ciclo liceal y por estos días está ingresando en la Facultad de Medicina. Su sueño es ser médico cirujano. Le gusta escuchar rap y trap e incluso ha compuesto varias canciones dentro del estilo del rap. En la línea de la estética de la música que le gusta y cultiva, suele utilizar gorro de visera, capucha y pantalones recortados. Y a veces camina con un aire y balanceo que da sensación de que está en pleno rapeo por las calles. No es la música que escuchamos en mi casa (nos gusta básicamente el rock y el pop) ni tampoco la vestimenta habitual de ningún otro integrante familiar”, escribió.
“Por suerte, él tiene sus propios gustos y su propio estilo. Y por ese estilo, anoche cinco adultos de aproximadamente 30 años lo golpearon, amenazaron, intentaron subirlo a la fuerza a un auto y lo atropellaron con un cuatriciclo, pues supusieron que era un ladrón que caminaba por la calle con intenciones de robar”, explicó.
El padre de la víctima (Romero) estaba bañándose y cuando sale y se entera de lo sucedido se dirigió directamente hacia la casa de los agresores, es decir, sus vecinos. Allí los increpó por lo sucedido y estos manifestaron que “ya habían pedido perdón”. El docente argumentó que habían cometido varios delitos graves y contó que uno de estos le respondió que “no pasaba nada porque era hijo de un embajador y que iba a perder el tiempo denunciando”.
“Sea o no ciertamente el hijo de un diplomático, que fue lo que me dijo de manera altanera y burlona, le señalo que ten mi caso trabajo como asesor del gobierno, pero que eso tampoco importaba, que existe la justicia y no importa lo que uno sea. Entonces, uno me apoya la mano sobre el pecho y me empuja levemente para que me retire unos centímetros, queriendo cerrar el portón. Le pregunto si también me va a golpear. Me dice que es para sacarme porque el portón ya es propiedad privada (uno de los mismos sujetos que minutos antes habían invadido mi circunstancial hogar, llevando del brazo a mi hijo herido para ver si decidían matarlo o no en función de si efectivamente vivía allí)”, comentó.
“Vuelvo a mi casa, llamo por celular a los dueños de la propiedad que estoy alquilando para informarles de lo sucedido (viven cerca y llegan a los pocos minutos, para brindarnos su total apoyo tras lo padecido) y a continuación me comunico con el 911. Alrededor de las 22 horas llega una patrulla. Le narramos lo sucedido, nos toman los datos a mi hijo y a mí. Llaman en la casa de los agresores. Salen y quien lleva la voz cantante de las explicaciones es quien manejaba el cuatriciclo. Reconocen ante la policía el error en la confusión y se centran en señalar que alguien les había intentado querer entrar a la casa hace poco. La madre de mi hijo al escuchar lo señalado (estábamos a poca distancia) espontáneamente interviene para decirles que si incluso hubiera sido efectivamente un ladrón debía llamar a la policía y no hacer lo que hicieron”, acotó.
El también columnista en diversos medios de comunicación señaló que la respuesta de la policía que actuó en el caso fue lo “preocupante” ya que este le dijo que, en caso de que sea un ladrón, “estaba bien lo que hicieron, que era legal”. “¿Alguien podría decirnos en qué lugar de nuestra legislación se señala que si ves caminando por la calle a alguien que presumís podría ser un ladrón se tiene el derecho legal de agredirlo, secuestrarlo, hurtarlo, amenazarlo de muerte o incluso matarlo?”, se preguntó.
“Le decimos que es un disparate lo que está diciendo y los agentes intervinientes nos solicitan que no dialoguemos entre las partes. Un punto aparte también lo merece el comentario final que nos realiza la mujer policía del 911 Maldonado que intervino. Antes de subirse al móvil y previo a indicarnos los pasos a seguir, nos comenta que ‘hay muchos robos en la zona y que por eso la reacción, que errar es humano’. Saque ustedes sus propias conclusiones respecto del comentario que recibimos en tal situación”, añadió.
Luego de la intervención policial, se dirigieron al hospital para constatar las lesiones y con la constancia médica fueron a la Jefatura de Policía de Maldonado a realizar la denuncia, en concreto, a la Seccional 1 del departamento para efectivizar la denuncia policial. El profesor publicó el número de la denuncia y lo hizo así porque entiende que la situación vivida tiene un interés que “trasciende el familiar y privado”.
“Mi hijo fue golpeado, acusado erróneamente de ser un delincuente por quienes terminan obrando como tales, amenazado de recibir disparos, ser muerto y su cuerpo arrojado a una zanja, fue hurtado (le robaron su buzo y su gorrita, justamente aquellos elementos que sus agresores dieron por suficiente como para incriminarlo por la apariencia que le daba), le rompieron sus celular, intentaron secuestrar y lo intentaron matar atropellándolo con un cuatriciclo. Y luego le dieron 3500 pesos para que se sintiera recompensado y no hablara de la situación. Y yo amedrentado con que la denuncia no tendría efecto alguno pues tenían alguna especie de inmunidad diplomática”, reflexionó.
En tanto, reconoció que su hijo podría haber sido cualquier adolescente, que use un gorro con visera y una capucha, y que se cruce con personas cuya concepción esgrimida es que estaban en lo correcto si hubiese sido efectivamente un ladrón “porque la ley los amparaba”.
“¿Qué nos está pasando como sociedad? ¿Cómo es posible que cinco hombres, una manada de violentos, que creen que tienen una ley aparte que les permite actuar como quieran, hagan lo que hicieron con mi hijo de 18 años recién cumplidos? ¿Cómo es posible construir una sociedad sana y segura, donde nuestros hijos no tengan miedo -ese que le ha quedado ahora a mi hijo- de escuchar rap y vestirse con gorrita de visera, so pena de poder ser considerado un sujeto con “apariencia delictiva” y quedar expuesto a hechos tan graves como los que vivió mi hijo?”, se cuestionó.
Ahora, el docente dijo que esperará a que les caiga el debido proceso de la ley, para que se dé una señal “clara y contundente”, además de ser “ejemplarizante”. “Hemos indicado al momento de la denuncia policial la importancia de revisar las cámaras de la zona como testimonio de los hechos acaecidos. No hemos tenido respuesta”, contó, y explicó que los propios agresores comentaron que tenían cámaras de videovigilancia.
“La zona de la rotonda, donde mi hijo fue atropellado, son elementos que corroborarán los que los propios involucrados ya nos admitieron, pero que aún no lo han hecho ante la ley, porque ninguno ha sido detenido y están al lado nuestro. Esperemos que la justicia actúe pronto, pues tenemos pegados a los agresores y no sabemos cómo podrán actuar, visto lo que ya son capaces de hacer”, concluyó.