Fue el dictador de Portugal durante 36 años, hasta que la caída de una silla obligó a sustituirle. El golpe en la cabeza que recibió António de Oliveira Salazar, hace hoy 50 años, fue "el principio del fin del régimen" que cayó en 1974.

La fecha se recuerda en la prensa portuguesa, donde se reproducen las crónicas de lo acontecido desde que, el 3 de agosto de 1968, el dictador se cayó de una silla de lona en su residencia de verano en Estoril, a treinta kilómetros de Lisboa.

Ocurrió durante una visita de su pedicuro, que esperaba a que Salazar tomase asiento. Al dejarse caer éste en la silla, similar a la que utilizan los directores de cine, cayó hacia atrás y se golpeó la nuca contra el suelo. Las versiones difieren en algunos detalles. Algunos testigos dicen que el impulso del cuerpo volcó la silla. Otros que el mueble no estaba en el lugar exacto en que solía y que el dictador -que entonces tenía 79 años- no advirtió el cambio y se "sentó en el aire", pegándose el consiguiente porrazo.

La contusión, aparentemente inocua, se revela como grave un mes después, cuando Salazar se somete a un examen neurológico. Comenzaba entonces la búsqueda de un médico para operarlo.

Tras descartarse varios candidatos por estar de vacaciones o haber dejado de practicar la medicina, acaba siendo elegido António Vasconcelos Marques, que decide internar de inmediato -y con el mayor sigilo- a Salazar en el Hospital lisboeta da Cruz Vermelha, el 6 de septiembre de 1968.

El dictador es operado la madrugada del día siguiente por un equipo de diez médicos, algo "muy natural tratándose de la persona que era", según narra en 2009 la anestesista, Maria Cristina da Câmara, cuyo testimonio vuelve a reproducir hoy la prensa lusa.

"Salazar se recuperó completamente de la operación y mantenía una conversación agradable y muy simpática", cuenta Câmara,

"Reconocía a todos, lo que era un excelente síntoma. Y, como se sabe, antes de la operación tenía muchas confusiones", revela.

Durante esas primeras horas de postoperatorio, Salazar recibe un telegrama del dictador español, Francisco Franco.

"Con el profundo afecto de siempre, hago ardientes votos para su rápida y feliz recuperación", dice el mensaje, que lleva a su portada la prensa portuguesa de la época.

Pero el 16 de septiembre Salazar sufre un "accidente vascular cerebral", según consta en los archivos médicos, y llega a recibir incluso la extrema unción por parte del cabeza de la Iglesia portuguesa, el cardenal-patriarca de Lisboa.

Contra pronóstico, consigue salir del coma, pero ya no es el mismo. Se olvida de asuntos recientes, su capacidad motora disminuye y se decide su sustitución por Marcelo Caetano, quien toma posesión el 27 de septiembre como presidente del Consejo de Ministros.

Salazar nunca lo sabrá. Vuelve a su residencia, el Palácio de São Bento de Lisboa, y convoca regularmente a sus ministros, que acuden pacientemente, algunos de ellos incluso después de abandonar su cartera, para fingir que siguen gobernando.

"Nadie ha encontrado el coraje para contar al dictador, de 80 años, que ha sido reemplazado", detalla la revista "Time" en un reportaje publicado en 1969, un año antes de su muerte a los 81 de edad.

El principio del fin de la dictadura se ha consumado para entonces bajo el mandato de Caetano, que es acuciado por el ala más reaccionaria del "Estado Novo" instituido por Salazar, la crisis petrolera de 1973 y el fracaso de las guerras coloniales portuguesas en Angola, Guinea-Bissau y Mozambique, antes del estallido de la Revolución de los Claveles en 1974.

La historia de la fatal caída que comenzó a desintegrar el régimen continúa siendo tan fascinante para los portugueses que, el día del 50 aniversario, se dedican artículos solo a la silla.

"No caiga en esa. Sepa cómo escoger la silla ideal", titula la emisora TSF en un artículo en el que, aprovechando la fecha, detalla "los cuidados a tener en cuenta cuando se siente y cómo escoger la silla ideal, para evitar pequeñas grandes tragedias como la sucedida al dictador portugués".

Y proliferan las recomendaciones de la Sociedad Portuguesa de Ortopedia y Traumatología, que explican que las caídas "son responsables del 70 % de las muertes accidentales" durante la tercera edad y es preciso por ello extremar los cuidados.

En su libro "Casi un objeto" (1978), el escritor portugués José Saramago dedica un relato al episodio. El cuento es protagonizado por una carcoma que roe sin cesar un trozo de madera, ignorante -al igual que el lector hasta el final- que se trata de la silla del tirano.

En base a EFE