Por César Bianchi
@Chechobianchi
Fotos: Juan Manuel López
Casualidad o causalidad: esa es la cuestión. Néstor se sabía de memoria los parlamentos de la Antimurga BCG y si algo le gustaba era cantar y actuar. Los había visto en decenas de tablados y hubiera dado lo que no tenía para subirse, algún día, al tablado a cantar con aquella troupe. Como dice el dicho: "Ten cuidado con lo que sueñas, porque se puede cumplir". Y se le cumplió nomás. Era un adolescente que fue con su familia al camping de AEBU, se anotó en algunas actividades y terminó jugando a ser murguista en el camping. Lo vio un integrante de la BCG, y unos meses después, le propuso que hiciera un casting. Lo hizo, y quedó.
Entró al elenco estable de la Antimurga BCG a los 16 años y continuó con ella hasta sus 40, cuando en 2013 la murga de Jorge Esmoris se diluyó. Para ese entonces, ya había incursionado en el cine. Cinéfilo de familia, el niño que tenía pasión por leer las contratapas de los VHS y alquilaba más películas que las que veía, terminó actuando frente a la cámara, para la pantalla grande. Hoy es uno de los actores más prolíficos del cine nacional, sin ninguna duda. Un actor fetiche de los principales directores uruguayos, que ya ha viajado a filmar películas en Brasil o (ahora mismo) una serie en Argentina.
Por estos días Néstor Guzzini (47) presenta la última peli que protagoniza, Alelí (de Leticia Jorge), ya estrenada en cines uruguayos. Y alterna los rodajes con el trabajo en un estudio contable. Mientras tanto, dice que a la televisión le falta ficción nacional y que los gobernantes tomen nota: apostar al cine nacional y la producción propia no es un gasto, es una inversión redituable.
-De chico, ¿qué querías ser cuando fueras grande?
-Lo que más hacía de chico era jugar a la pelota, y jugué en el baby-fútbol, pero tampoco tenía como meta jugar al fútbol. Hubiese querido jugar en Peñarol, obviamente. Pero después del baby nunca me fui a probar a ningún equipo, y a esa edad tampoco tenía vinculación con el arte. Me gustaba cantar, cuando había que leer algo en la escuela, me anotaba, pero no se me ocurre nada.
-¿Y en qué momento sentiste la vocación de ser actor?
-Antes de ser actor, lo primero que me gustaba era cantar. Y lo hacía de forma amateur, totalmente. Siempre tuve una vinculación, ya desde casa, con el cine. El cine siempre fue un tema en mi casa.
-Eran cinéfilos en tu familia...
-Ah sí, sí... Accedía todo el mundo al cine y mis padres se veían las cinco funciones pagando una sola entrada, y valió lo mismo durante 20 años. Veías de todo, la mexicana, la de cowboy, de todo... pero siempre estaba eso de vivir un rato una fantasía. Y por el otro lado de mi familia, mi madre y mi abuela, siempre. Las idas al cine siempre eran un acontecimiento.
-De chico ibas muy seguido al videoclub y te quedabas hasta tarde mirando pelis en tu cuarto...
-¡Claro! Cuando surgió lo de los videoclubes se me abrió un mundo fantástico. Tenía uno a dos cuadras de mi casa, y me encantaba todo el proceso de elegir una película. Alquilé muchas más películas de las que vi. Me pasaba horas mirando películas. Y después la vinculación al arte se dio de forma fortuita.
-Mucho antes de ser actor llegó la murga ¿Cómo da Jorge Esmoris contigo?
-No fue él el que me "descubrió", yo los descubrí antes a ellos (la Antimurga BCG). Nosotros íbamos con un amigo al tablado del barrio, te hablo de previo a terminar la dictadura y los años posdictadura, era más una manera de juntarse que un espectáculo en sí. Era un hecho social ir a ver la murga. Me gustaban algunas. Me sé las letras aquellas de La Reina de La Teja... Pero ahí era un niño, y después empecé a perder interés con los años. Empecé a ir menos al carnaval, hasta que en un tablado vi a estos tipos haciendo "La retirada de la caca" y pensé: "Esto está re bueno, esto me encanta". Me pareció súper rupturista. Después me enteré que el "Flaco" Esmoris replicó muchas cosas del carnaval que había visto de niño.
"Me encantaba la BCG y se dio una cosa bastante fortuita. Fui a acampar con mi familia al camping de AEBU, y ahí me anoté en una especie de murga, y ahí me vio un integrante de la BCG. Meses después me invitó a hacer un casting. Estuve desde los 16 a los 40 años".
Y en esa cosa que me encantaba la BCG se dio una cosa bastante fortuita. Fui a acampar con mi familia al camping de AEBU (mi padre era bancario), y ahí había unos grupos, había actividades de todo tipo, yo me anoté y caí en una especie de murga, donde cantábamos al final, y ahí me vio un integrante de la BCG. Yo, meses después, me puse de novio con una gurisa que iba a AEBU, y en el carnaval del 89 al 90 había vacantes en la BCG, y ese que me había visto me preguntó si quería ir a un casting. Fui al casting y yo me sabía todas las canciones. Y quedé. Íbamos mucho al interior, era la época del voto verde... Lo difícil de imaginar es que desde ahí hasta el 2013 estuve siempre. Fueron muchos años.
-De los 16 años a los 40 en la Antimurga BCG. ¿Por qué no probar en otras murgas?
-No. Mi vínculo con el carnaval fue a través de la BCG. Lo que no quiere decir que no pueda aparecer otra propuesta y me guste. Pero fíjate que a través del "Flaco" Esmoris tuve mi primera experiencia en radio, mi primera experiencia en televisión (con Malo pero nuestro), mis primeras experiencias audiovisuales cuando la BCG venía de hacer "La BCG no engorda" con José María Ciganda, una película de videoclips, y el teatro que hice, también lo hice con la BCG. Digamos que además de ser un lugar donde me desarrollé como actor, fue una escuela. Sin proponérselo, porque el Flaco no se lo proponía, pero uno de los espectáculos, "Surrealismo después" fueron siete meses de ensayo. Había una concepción que traía él de la manera de construir una obra artesanal que para muchos de nosotros fue una escuela.
-¿Te formaste como actor o sos un autodidacta?
-Formalmente no. Hice una escuela muy linda que era Alambique, pero no terminé el primer año porque surgió un espectáculo con la BCG con la Sinfónica Municipal y era una cosa o la otra, y siempre elegí seguir haciendo. Siempre estuve tentado de hacer alguna escuela, pero la opción de no hacer la BCG no existía, y a su vez yo precisaba tener un ingreso, entonces para eso tenía que trabajar en otra cosa... Vos tomás decisiones y me fue quedando para atrás la formación actoral. Pero... tampoco puedo decir que soy autodidacta porque por la BCG, a través de Esmoris, han pasado actores, actrices, directores, pasaron mil, pero tampoco fue una escuela formal.
-¿Qué hiciste antes de dedicarte a la actuación?
-Era un buen estudiante, nunca sote en conducta, aunque tampoco me portaba mal. A los 19 empecé en un estudio contable, pero a los 16 ya estaba en la BCG. Y trabajé vendiendo libros, trabajé en una rotisería que tuvo mi madre un año, y en el 2010 ya el espacio artístico empezó a ocupar más tiempo en mi vida y pasé a trabajar medio horario en el estudio contable. Yo no puedo decir que viví de la actuación, pero tampoco puedo decir que no, porque muchas de las cosas que conseguí, si no hubiera tenido esos ingresos, no las hubiera hecho.
-Tanta agua (2013) fue tu primer protagónico en una película. ¿También la que te dio más visibilidad?
-Hasta ese momento, seguro. Pero no por las películas en sí, porque había estado en películas valiosas, sino que cuando ves una película te quedan más los personajes que están en todo el desarrollo de la historia. Y Tanta agua fue mi primer personaje con cierta continuidad en la historia. Yo venía de Tres, de Pablo Stoll, con un personaje que tenía cierta continuidad en la historia, pero con Tanta agua al ser mi primer protagónico, también fueron mis primeros premios como actor, y con eso, el reconocimiento, y que te reconozcan otros directores, que puede terminar en otro trabajo, te conoce otra gente. Y es verdad que cuando voy a festivales, muchos se acuerdan de Tanta agua.
-Has dicho que a esa película le tenés un cariño especial. ¿Por qué?
-Bueno, la experiencia que tenés como actor al estar en todo el desarrollo de la historia cambia bastante, primero por una construcción del personaje. En qué parámetros está, qué es lo que quiere decir, cómo se mueve, cómo piensa, y después llevarlo a una línea de tiempo que es la que propone la película. Y cuando vos estás en todo el transcurso, te cambia la percepción, y te cambia también el antes y el después, estás mucho más metido en el proyecto. A su vez me enteré estando ahí, en la única locación -las termas del Arapey, en Salto-, eso de estar todos conviviendo le da una cosa única a todo el equipo. Y además, se da una cosa muy especial: las directoras Leticia Jorge y Ana Guevara se la jugaron a darme ese personaje, y ya sabían que era yo, antes que yo supiera. Eso le da cierta magia. Y la historia tiene una sensibilidad especial, la historia se ve a través de los ojos del personaje de mi "hija" adolescente, y yo no era padre, pero me entero durante la filmación de que lo iba a ser, entonces empezás a desarrollar un vínculo muy particular.
"Tanta agua fue mi primer personaje con cierta continuidad en la historia. Al ser mi primer protagónico, también fueron mis primeros premios como actor, y con eso, que te reconozcan otros directores, que puede terminar en otro trabajo".
-¿Es cierto que gracias a Tanta agua viajaste por primera vez en avión?
-Sí, es cierto. Nunca había viajado en avión. Y me perdí de ir a Berlín, porque Tanta agua se estrenó en Berlín y estaba invitado, pero estaba con funciones con la BCG. Pero sí pude viajar a México, en días en que no tenía función. En mi familia, cuando éramos chicos, el viaje en avión no era una opción, lo común era ir en auto a Brasil o Argentina. Después, con la misma película viajé muchísimo.
-Sos, probablemente, el actor más prolífico del cine nacional. Por enumerar solo algunas películas: Acné, La Demora, Gigante, Tres, Tanta agua, El 5 de Talleres, Mr. Kaplan, Zanahoria, Clever, Otra historia del mundo, Severina, El hipnotizador y Mi Mundial, entre otras. ¿Por qué crees que los directores te eligen?
-Pah, qué pregunta... No creo que haya una sola razón. Hay una cosa: uno siempre es bastante cruel con uno mismo, uno es muy autoexigente con uno mismo y se cuestiona todo, pero también necesitás confianza para actuar, porque si no crees en eso, se trasluce. Y una de las cosas en las que me baso es que hay un director o directora que está cinco años con un proyecto entre manos y piensa en vos para hacerlo. Y en muchos casos es gente a la que vos admirás, entonces pienso: "Si este tipo hace cinco años que está con tal proyecto y piensa en mí para tal papel, él confía en mí, yo tengo que confiar en mí".
-¿Quizás porque representás al uruguayo promedio? ¿O por tu versatilidad?
-Está bueno eso de que represento al uruguayo promedio, no lo había pensado. Puede ser, perfectamente. Y con respecto a la versatilidad, es un valor para el actor (no creo que sea un valor para la película en sí), y para uno es valioso, por una cuestión de ego, pero también por trabajo. La única forma que yo encuentro de pelearlo es en el trabajo de cada escena que filmás. Yo sé que en el trabajo que estoy haciendo ahora, me estoy jugando el trabajo que viene también. Eso lo aprendí en la BCG: cada función tenés que dar el 100%, había una figura que era Esmoris, pero si yo no estaba al mango, el Flaco no iba a funcionar.
-La campaña de la IM del "team Midori", por ejemplo, te muestra como el vecino montevideano tipo...
-Lo bueno que tuvo esa publicidad, más allá de tener un guion bien cortito porque cuenta la historia en poco tiempo, es que me dio la chance de crear mi personaje.
-También podés darte el lujo de decir que actuaste en dos series uruguayas: El mundo de los videos y Todos detrás de Momo. ¿Qué te dejaron estas dos series?
-Las dos fueron experiencias divinas, pero diferentes. El mundo de los videos fue un mes y medio de rodaje, cinco capítulos, y teníamos tiempo para desarrollar las escenas. Se creó un micromundo fantástico, y le tomé mucho cariño a todos los personajes y cómo está construida la historia. Y Todos detrás de Momo, para mí, y para Pablo (Stoll) y para Adrián (Biniez), los directores, fue una primera experiencia también. Una primera experiencia con un equipo técnico y directores con mucha experiencia encima, pero teníamos que descubrir otro ritmo. Y me sumo porque el personaje mío estaba a lo largo de toda la historia.
-Para Todos detrás de Momo (Carlos Tanco, Adrián Biniez y Pablo Stoll) interpretaste un policía que debía infiltrarse en una murga para investigar un crimen. Filmaron 10 capítulos en 50 días. ¿Fue tu desafío más ambicioso?
-Diez capítulos en 50 días: ¡es mucho! Tuvimos que filmar mucho. Si fue mi desafío más ambicioso... desde un punto de vista sí, porque era una primera experiencia para todos. En intensidad, en Mr. Kaplan tuve 33 días de rodaje de 40 de toda la película, y fue una película de esas como ya no se filman más, pero con un plan de rodaje de cine. Acá -en Todos detrás de Momo- no sé cómo hicieron, pero lograron filmar mucho en poco tiempo, y los actores no sentíamos el peso de eso. Sentíamos que teníamos nuestro tiempo para hacerlo. Yo ahora estoy filmando en Buenos Aires, una serie de ocho capítulos, y son cinco meses de rodaje; fíjate que aquello fueron 50 días, 10 capítulos.
-¿Falta audacia en Uruguay para pensar en producir series propias con calidad? ¿O falta público que las elija?
-Creo que falta plata. Audacia sin dudas que no. Es un formato difícil acá, porque el cine donde un productor pone el dinero, no hay mercado acá, eso no pasa. Público creo que hay, sí. Todos detrás de Momo la vio mucha gente, y si hubiera estado en un canal de aire, la hubiera visto muchísima más. No tengas dudas.
"Está bueno eso de que represento al uruguayo promedio, no lo había pensado. Puede ser. Y con respecto a la versatilidad, es un valor para el actor, y para uno es valioso, por una cuestión de ego, pero también por trabajo"
A lo que voy: técnicos uruguayos, directores uruguayos y actores y actrices uruguayos vamos a filmar todo el tiempo al exterior. El problema no viene por la calidad del trabajo. Hay un fondo para series, ya determinado, que tuvo a Todos detrás de Momo como el primero de tres que estaban comprometidos, o sea que se van a hacer dos series más. Creo que serán tres buenas experiencias.
-Hablando de lo que el público elige, te recuerdo en Parentela (canal 4) acompañando a Manuela Da Silveira. Dio la impresión que la gente no acompañó un humor blanco, para toda la familia. Por lo menos no en la TV abierta, en tiempos de streaming...
-Como actor me integré dos meses antes de que saliera el proyecto, y venía de antes. Era muy ambicioso, muy creativo... Las versiones que tengo (sobre por qué se bajó del aire) no son para decirlas en público. Son decisiones de una empresa, de un canal, y de una productora. Claramente estaba pensando para que durara mucho más de lo que duró, eso seguro. Lo otro que veo es que el humor a veces lo hacen los conductores que conducen otros programas que no son de humor. Y, a ver, es real que nos estamos acostumbrando a ver las cosas en streaming: cuando queremos. Cuando vos viajás con los festivales a presentar películas, ahí valorás más el cine. No hay una rivalidad, porque no son excluyentes, pero la experiencia de ver algo todos juntos no tiene nada que ver...
-¿Se debería apostar a la ficción uruguaya en TV?
-Sí, sin dudas. De hecho, no hay nada. Imagino que debe jugar un papel importante el costo de las producciones. Pero si bien en Argentina no hay tantas ficciones como antes, los canales siguen apostando a la ficción, y esos actores, actrices y directores después producen películas y los invitan a programas satélites. Plata no pierden con la ficción.
-Ahora se está estrenando Alelí, de Leticia Jorge (la misma directora de Tanta agua). ¿Por qué la gente debería ir a ver Alelí al cine?
-Lo primero: porque es una muy buena película, es un pedazo de historia (como todas las películas) muy interesante. Segundo, por el tono en el que está contada la película. Si bien que sea una comedia no es un valor en sí mismo, me parece que en este caso es una lucha de egos, una lucha de poder, atravesada por el cariño que se tienen en la familia, mirada desde un tono sarcástico. Me parece que es una linda forma de ver las miserias de las personas. Es una película que no es condescendiente con sus personajes, muestra qué tan miserables pueden ser, pero lo muestra de una forma que vos podés llegar a sentir empatía por ellos.
-Dijiste que Los románticos, Todos detrás de Momo y Alelí llegaron a ser un conflicto de interés en tu vida, y pudiste resolverlo. ¿Cuál fue ese conflicto?
-Por los tiempos. En un momento se daban juntos los rodajes... Las películas o las series no es sólo el tiempo durante el que filmás, sino que son períodos de ensayos anterior. Lo que me pasó es que las coproducciones dependen de lo que pasa acá, en Argentina, y bueno, cuando se contrapusieron, coincidieron, yo anteponía el proyecto al que me comprometí primero. Pero conté con que se alinearon los planetas, y la disposición y las ganas que tenían de que yo esté en el proyecto, y pude hacer todo junto. Ojalá sea siempre así.
-"Cuando uno termina de filmar siente un vacío muy grande", dijiste en entrevista con El País. Explicame este vacío.
-Hay un ejemplo medio choto pero gráfico. ¿Viste cuando te vas de camping con tus mejores amigos o tus amigos de ese momento? Te vas una semana a un lugar, y sentís durante esos días ese grupo no se va a separar más y son tus mejores amigos. Se terminan esos días, volvés a Montevideo, a tu rutina, y te preguntás dónde están los que esa mañana estaban contigo. Te sentís un poco perdido. El rodaje es eso. Los dos meses de la serie Todos detrás de Momo, con la presión de filmar 10 capítulos, esa gente (con la que trabajaste) es tu vida. No necesariamente son tus amigos, pero creás unos vínculos muy estrechos. Y toda esa gente desaparece de un día para el otro. Y aparte, como actor, uno es consciente de por qué te cuidan tanto: porque tenés que estar. Cuando eso desaparece, se te genera un vacío. Y vos soltás la serie o la película, pero otra gente sigue trabajando en ella, y tu poder de decisión terminó.
-¿Qué estás filmando ahora en Argentina?
-Por contrato no puedo revelar mucho... Es una serie, para una plataforma. Es un papel secundario, pero un muy lindo papel, en una muy linda serie. No puedo decirte más.
-¿Se ha desarrollado el cine nacional? ¿Crees que ya hay una industria que permita que los actores, directores, libretistas y demás, puedan vivir del cine uruguayo?
-Creo que sí hay una industria. Vos te vas encontrando con los equipos de rodaje y ves la solvencia en todos los rubros. Y te llaman, porque uno intenta colaborar con las escuelas de actuación cuando hacen sus trabajos de egreso, y ahí ves la calidad de los que se vienen y decís: "Esto no se creó de la nada". La industria se crea cuando hay directores que ya van por su tercera o cuarta película, y ves que se genera un círculo virtuoso. Estaría buenísimo que se pudieran hacer más películas de las que se hacen, y que más gente pudiera vivir del cine.
-¿Cuenta con el apoyo suficiente del Estado?
-Para mí sería muy fácil decir que tienen que apoyar más. Lo que sí estoy seguro es de que es muy redituable apoyar a la cultura en general y el cine en particular. Porque cuando vos empezás a viajar con las películas a festivales te das cuenta la importancia que tiene. Fui al festival de Rio de Janeiro a presentar Alelí y me invitaron a ver otra película, porque un productor de esa peli había sido co-productor de otra película acá en Uruguay. Fui a ver esa película, y ahí me di cuenta que había sido filmada en Uruguay. Y era una película brasilera. Ese productor había estado acá y conocido las locaciones donde terminaron filmando. A su vez, hace poco fui a filmar tres días a Brasil una película brasilera, y habían contratado actores uruguayos y técnicos de acá. Y sumale que todos esos días que vienen a filmar acá es mucha gente trabajando, y lo mismo cuando filman publicidades.
"Si bien en Argentina no hay tantas ficciones como antes, los canales siguen apostando a la ficción, y esos actores y directores después producen películas y los invitan a programas satélites. Plata no pierden con la ficción".
A mí me gustaría que se apoyara más, pero cuando se pone en tela de juicio el apoyo y se dice que hay que priorizar en qué gasto el dinero. Creo que mirar la cultura en Uruguay como un gasto es un error. Y no sólo hacia afuera por los dividendos que genera.
-¿Seguís trabajando en un estudio contable?
-Medio horario.
-¿Todavía no te da para vivir de la actuación?
-Mi cuenta es así: no estoy dispuesto a dejar un proyecto artístico. Si en algún momento me enfrento a ese dilema, ya sé cuál es la postura que voy a tomar (elijo el proyecto artístico). Mientras lo pueda mantener (el estudio), me da una estabilidad económica que me sirve, y el trabajo que hago me sigue resultando interesante. Si lo hacés con responsabilidad e intensidad, está todo bien. Tengo un hijo de 8 años. Capaz que si él fuera más grande, me daría el lujo de dejar el estudio contable. Por ahora la voy llevando bien.
-"Estoy convencido de que nunca tenés ganado nada", le dijiste El Observador en 2018. ¿Qué significa?
-Que está bien que he actuado en muchas películas, que tengo cierto reconocimiento. Pero hay una realidad: cuando empecé a filmar Alelí, yo ya había trabajado con Leticia Jorge y había andado bárbaro, pero yo no sé si ésta película va a funcionar o no. No porque la anterior haya andado bien, esta tiene el éxito asegurado. Claro que con el oficio que uno tiene, la historia la vas a resolver, de alguna forma la vas a contar. Pero con qué calidad se va a contar y cómo se va a contar, no sé.
-¿La gente en la calle te reconoce?
"No estoy dispuesto a dejar un proyecto artístico. Tengo un hijo de 8 años. Capaz que si él fuera más grande, me daría el lujo de dejar el estudio contable. Por ahora la voy llevando bien".
-Ahora más que antes. Y no se me caen los anillos al reconocerte que seguramente me reconozcan más por una publicidad en TV, como la del "team Midori" para la Intendencia, que por una película. Publicidad he hecho muy poca, prefiero hacerla cuando puedo componer un personaje. Ponele que con Mi Mundial o Mr. Kaplan la gente me empezó a conocer más, la serie (Todos detrás de Momo) la vio mucha gente, pero sin dudas, mucha gente me saludó en la calle después que anduvo con frecuencia el spot del tema Midori. "Me parece que este gordito es el de...". Pero no estoy ni cerca de cualquiera que trabaja en televisión.
-¿Qué te está quedando en el debe? ¿Qué crees que todavía te falta hacer y te desafía?
-Hay gente que quiere tener su propio proyecto, guion, o crear algo. Yo técnicamente no sé nada de eso. Sigo sintiendo una gran pasión por aportar en el guión a través de la construcción del personaje. Ahí sos parte del guion. Y como actor, siempre tuve la fantasía, tal vez un poco absurda, de trabajar en algún proyecto que tuviera algún vínculo con Zitarrosa. Puede ser basado en algún cuento o un día en su vida, no sé.
-¿Sos feliz?
-De a ratos. Cuando gana Peñarol, seguro.
Por César Bianchi
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