Martín Guzmán tomó en 2019 las riendas económicas de una Argentina condicionada por la recesión, la alta deuda externa y la explosiva mezcla de devalución e inflación. En dos años y medio en el cargo, al que renunció este sábado, el joven ministro ha logrado llegar a acuerdos con los acreedores privados y el FMI e iniciar la recuperación económica, pero no ha podido con las fuertes tensiones políticas que le han costado el puesto.
Discípulo del Nobel de Economía Joseph Stiglitz y con un brillante currículum académico, Guzmán asumió como ministro con la llegada al poder del peronista Alberto Fernández, quien ganó las elecciones al liberal Mauricio Macri, presidente entre 2015 y 2019, periodo en el que la economía entró en una crisis que llevó al entonces presidente a firmar el millonario préstamo con el Fondo Monetario Internacional que el actual Ejecutivo ha logrado refinanciar.
De perfil económico heterodoxo, Guzmán aterrizó en el ministerio más desafiante del país con apenas 37 años y sin experiencia en los entresijos de la política. Pero sí con fuertes conocimientos en crisis y deudas soberanas, campos de investigación en los que profundizó durante años, al igual que en macroeconomía internacional, políticas monetarias y temas de desarrollo económico.
Un largo bagaje
Nacido en 1982 en la ciudad bonaerense de La Plata, Guzmán era un joven aficionado al tenis y a las matemáticas cuando, en 2001, la peor crisis que ha vivido la historia contemporánea argentina le impulsó a seguir la carrera de Economía.
Su graduación, en la Universidad Nacional de La Plata, se produjo cuando en 2005, a la que siguieron estudios de posgrado en la Brown University, de Estados Unidos. Y fue en 2013 cuando se convirtió en investigador de la Universidad de Columbia, en Nueva York, bajo la supervisión de Joseph Stiglitz, Nobel de Economía 2001.
En el país norteamericano residió desde 2008 y hasta que Alberto Fernández llamó a su puerta a finales de 2019.
Intensas negociaciones
A las tensiones financieras, recesión y la altísima inflación con las que se encontró al asumir como titular de la cartera económica, se sumarían, apenas tres meses después, los efectos de la pandemia de covid-19.
Un contexto en el que Guzmán -de carácter apacible y con una forma de hablar firme pero sosegada- inició las intensas negociaciones para reestructurar bonos por 105.000 millones de dólares en manos de acreedores privados liderados por poderosos e implacables fondos de inversión, un proceso que concluyó con una reestructuración en septiembre de 2020.
Sin olvidar las no menos complejas negociaciones iniciadas en 2020 con el FMI para refinanciar el préstamo de 44.500 millones de dólares de 2018, mediante un acuerdo firmado en marzo de este año.
En apoyo a su discípulo, el propio Stiglitz llegó a decir que Argentina no podría haber sido mas afortunada al contar, para lograr esa reestructuración, con un verdadero "experto mundial" en deudas soberanas, que no solo aportó su conocimiento a la negociación sino también una "calma zen" para lidiar con los acreedores.
Si bien en 2021 la economía argentina logró salir de la larga recesión, la gestión de Guzmán no ha conseguido frenar la desorbitada inflación que sigue ahogando al país, ni frenar la desconfianza generalizada en el peso argentino, ni solventar el complicado escenario de dólares en el Banco Central que mantiene vigentes enredadas restricciones cambiarias.
El terremoto interno
Sin duda, además del talante y "calma zen" para abordar el problema de la deuda, Guzmán ha tenido que navegar en las aguas turbulentas de las disputas políticas, un mundo desconocido para él hasta desembarcar como ministro.
Uno de los peores momentos con los que debió lidiar es el que se desencadenó tras la derrota del oficialismo en las primarias legislativas, cuando la vicepresidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, que fue presidenta entre 2007 y 2015, hizo públicas sus críticas a la política económica.
Unos reproches que derivaron en una reestructuración del gabinete de Gobierno, pero el presidente Fernández sostuvo a Guzmán, a quien definió como un ministro "excepcional" y de "una capacidad e integridad moral única".
No obstante, sectores del kirchnerismo han continuado objetando la política de Guzmán, incluso hasta oponerse abiertamente a lo que este negoció con el FMI.
En medio de esas críticas del siempre influyente y poderoso sector al que pertenece la viuda del también expresidente Néstor Kirchner (2003-2007), el final de Guzmán parecía escrito. Y este sábado, los rumores que desde hace meses circulaban acerca de su salida se han acabado convirtiendo en realidad.
EFE
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