Contenido creado por Federica Bordaberry
Elecciones 2024

Herederos políticos

Gurméndez, su anecdotario con Jorge Batlle, las tres veces en Antel y la orfandad colorada

La primera vez en el ente tenía 28 años. La segunda fue durante la crisis de 2002. La tercera, en pandemia. Ahora, quiere ser presidente.

21.05.2024 17:22

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2024-05-21T17:22:00-03:00
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Por Federica Bordaberry

Durante la dictadura militar en Uruguay, Gabriel Gurméndez estuvo detenido dos o tres días. En noviembre de 1981 se celebraba el aniversario del plebiscito, a un mes de que asumiera el general Gregorio Álvarez y endureciera la represión. Un año antes, ya había militado en contra del régimen, pero por ese entonces hizo, junto a otros, una serie de folletos clandestinos (o “folletos subversivos”) que imprimieron con un mimeógrafo originalmente del Diario Acción.

Pero también se imprimía un diario llamado Politeia. En la primera página había dos editoriales. Uno de él y uno de Washington “el turco” Abdala. Se imprimía, por aquel entonces, el sótano de un secretario de Jorge Batlle en Ciudad Vieja.

Es que ese mimeógrafo era de Jorge Batlle. Y ya lo habían usado el año anterior. La mujer de Batlle, de aquel entonces, lo escondió en lo de un vecino.

Pero cayó preso, de todas formas, por ser dueño del aparato. Y con él cayeron Gurméndez y varios más.

Lo mandaron a Inteligencia, lo encerraron en un cuarto durante días y hoy cree que parte de la “cuestión psicológica” era hacerlo creer que lo estaban tratando como a un tupamaro. Eso le preguntaban en los interrogatorios: si era comunista, si era tupamaro. Rodeado, obviamente, de publicidad comunista, de publicidad tupamara.

“Lo mío fue un episodio más de lo que le tocó a un militante de ese tiempo, evidentemente no es la situación que vivieron otras personas”, aclara Gurméndez.

Su liberación y la del resto llegó como resultado de una negociación con la Comisión de Asuntos Políticos de las Fuerzas Armadas, por parte de Julio María Sanguinetti. Por entonces, Gurméndez perdió su exámen de Mecánica II. Tenía 20 años y ya estudiaba Ingeniería en la Universidad de La República.

Es que Gabriel Gurméndez no solo es ingeniero y empresario, sino que además militó desde muy chico en el Partido Colorado, detrás de Jorge Batlle. La política le atravesó la vida, aunque tuvo períodos de menor y mayor actividad. Y pasó, obviamente, tanto por empresas privadas como públicas. Ahora, es uno de los seis precandidatos a la Presidencia de la República que presenta el Partido Colorado.

El cuarto de un niño, o un club político

Nació el 4 de julio de 1961 en Montevideo. Vivió toda su niñez y su adolescencia en bulevar España y Benito Blanco. A los 24, cuando sus padres se fueron a vivir al exterior, él se mudó a lo de su abuela en Plaza Independencia. Ahí estuvo hasta que se casó con María Laura Piñeyro y se mudó.

Fue el primero de cinco. Detrás de él vinieron dos hermanos y dos hermanas. Pero antes vinieron sus padres: Máximo Gurméndez y Margarita Armand-Ugón. Un abogado vinculado a la actividad pública y privada, militante del Partido Colorado, ministro de la Corte Electoral, embajador de Uruguay en México durante la primera presidencia de Sanguinetti. Una profesora de matemáticas que daba clases en la UTU, cuya familia proviene de Colonia Valdense, una ciudad donde todo se llama Armand-Ugon, especialmente una avenida y un liceo.

De sus abuelos, el que tuvo actividad pública fue el padre de su padre, Carlos María Gurméndez. Fue diplomático uruguayo durante la Segunda Guerra Mundial, desde Holanda, y se sabe que refugió alrededor de 30 judíos en su casa después de la invasión nazi en 1940. Salvó sus vidas de distintas formas. Por ejemplo, nombrando a algunos funcionarios de la embajada, o dándoles pasaportes diplomáticos falsos con los cuales abandonaron el país en un tren blindado.

Pero el linaje político es mucho más amplio que eso. Es hijo de seis generaciones coloradas, entre riveristas, terristas, batllistas. Francisco Joaquín Muñoz, pariente suyo, fue miembro del Gobierno Provisorio de la Provincia Oriental instalado en Florida en 1825. José María Muñoz, su tatarabuelo, perdió la Presidencia de la República por un voto comprado en el siglo XIX. Su bisabuelo fue presidente del club del Partido Colorado Independiente. Su tío bisabuelo peleó en la Guerra del Paraguay y fue deportado a Cuba por oponerse al golpe de Estado de 1875, muriendo en la Revolución Tricolor. 

El compromiso con el Partido Colorado viene, quizá, desde la época de la Cruzada Libertadora.

El vínculo con Jorge Batlle se forjó, obviamente, durante esos años en Pocitos. Gurméndez vivía a media cuadra de su casa, es cierto, pero también existió una relación familiar. Su abuelo había sido muy amigo de Luis Batlle, padre de Jorge, que también fue presidente entre 1947 y 1951, llegando a suplantarlo en el Consejo Nacional de Gobierno.

Gabriel Gurméndez, 1973.

Gabriel Gurméndez, 1973.

Fue un niño relativamente tímido, estudioso, casi siempre el último en ser elegido para los deportes en equipo. Fue al British Schools, un colegio privado en Carrasco de costumbres británicas. En primaria, se tomaba una camioneta que lo llevaba hasta allá. En secundaria, se tomaría dos ómnibus para llegar hasta esa punta de la ciudad. En 2021, en entrevista con Montevideo Portal, Gurméndez dijo que los recuerdos más felices de su infancia están vinculados a las vacaciones en La Paloma o en el campo, las salidas a Colonia Valdense. A la vida afuera.

Aunque también hubo vida adentro. Una casa donde siempre hubo olor a política y, por ende, una gran biblioteca. Llegaban todos los días, todos los diarios. Y Gurméndez, naturalmente, leía lo que hubiera disponible en su casa: libros de historia, enciclopedias, novelas de misterio de Enid Blyton, Hitchcock. Estos últimos, un típico regalo de cumpleaños.

En Maroñas, con su padre y su abuelo, 1966,

En Maroñas, con su padre y su abuelo, 1966,

Con solo 9 años, su cuarto parecía un club político, tapado de banderas y afiches. Recuerda, incluso, el año en que cayeron los helicópteros en Kibón porque, con esos 9 años, ya estaba repartiendo listas de la 15 en la Rambla de Pocitos, a días de las elecciones.

La adolescencia no fue tan distinta. Vida de amigos, vida de rugby (aunque solo en esa época, después haría más bien deportes individuales), vida de estudio. Vida de head boy de liceo, de aprender historia, de lograr una de las notas más altas en el Bachillerato Internacional. Vida de actividades extracurriculares como teatro, como el coro.

“También es el momento de mi vida que engrana, a los 18 años, el compromiso con la política. En el año 1980, el año del plebiscito de la salida de la dictadura, digamos, de la restauración democrática, fue por una relación de cercanía con Jorge Batlle. Ese hombre me inculcó esa pasión por la militancia y el compromiso, de alguna manera, con el Partido Colorado y con el amor a la libertad”, dijo Gurméndez en aquel 2021.

Ese mismo año fue el que Gurméndez tuvo que elegir en qué profesional iba a convertirse. Con facilidad para las ciencias en general, y para las matemáticas, tuvo una duda vocacional enorme. Los tests vocacionales solo la profundizaron, diciéndole que podía ser abogado, médico, ingeniero o, si quería, también actor.

Optó por la carrera que, frente a la incertidumbre, podía darle un camino laboral que no lo encasillara tanto. Para Gurméndez, en ese entonces, la ingeniería industrial era más maleable, aunque no le gustan ni los motores, ni los puentes. Lo que sí quería eran las herramientas intelectuales que podría forjar con esa carrera.

De hecho, más adelante, Gurméndez también se formaría con un diploma en Economía del Instituto de Economía de Montevideo, y realizando varios cursos en Dirección General de empresas en el Uruguay. Pero, durante ese tiempo, parte de las herramientas intelectuales se pudieron ver en su integración en la Asamblea del Claustro, en representación del orden estudiantil y del orden profesional de la Facultad de Ingeniería. Además, fue parte del Consejo Consultivo de la Universidad del Caribe en México.

Entonces, la relevancia del año 1980 para la vida de Gabriel Gurméndez. El año que ingresó a facultad, el año que vivió su mayoría de edad, el año del plebiscito en el que se comprometió de una manera importante con el “No”.

Primer discurso en Paysandú, noviembre 1980.

Primer discurso en Paysandú, noviembre 1980.

“Ahí fue que Batlle me cautivó, ya en una etapa más madura, con su capacidad intelectual. Fueron años de militancia, de organizar el primer acto contra la dictadura en el Cine Cordón. Me tocó participar a mí, pedir yo el permiso de la Policía. También dar el primer discurso por el “No” en el interior, en Salto y Paysandú”, explicó Gurméndez.

Al año siguiente estuvo preso en Inteligencia. A pesar de todos los años de militancia partidaria, Gurméndez terminó su carrera en Ingeniería. Durante ese tiempo, dio clases de matemática y llegó a conseguir un trabajo de operador de computadora nocturno. Todo eso, por unos mangos. Pero su primer trabajo serio fue antes de recibirse, en la Comisión de Análisis Financiero del Banco Central del Uruguay (BCU), para luego pasar a ser Asesor Técnico del Presidente de la Administración de Ferrocarriles del Estado (AFE), entre 1987 y 1990.

Su primer diente hincado en el mundo profesional fue en el sector público. Y, cuando tenía 28 años, Jorge Batlle lo nombró miembro del Directorio de Antel. En ese cargo estuvo de 1990 a 1993. “Yo diría que esa fue mi primera actividad empresarial, no en el sector privado. Para mí fue un paso formidable ocupar ese cargo, con esa responsabilidad, en una de las empresas más importantes de Uruguay. Cuando uno lo mira así, parece una locura de aquel hombre”, recordó.

Directorio de Antel, 1990.

Directorio de Antel, 1990.

La han llamado envidiable

Hay un twit del 14 de enero de 2022, hecho por el propio Gabriel Gurméndez en su cuenta personal.

Dice: “Hoy de mañana llamé a Norma para darle la bienvenida. Fue la primera en portarse a Antel desde un competidor. ¡Me dijo que su marido se venía con nosotros el lunes, y que unos cuantos amigos también! “Es más económico, sigan con las promociones de los Gigas!”, me dijo”.

Adjunta una foto suya hablando por teléfono, en su casa en Punta del Este, donde reside con su familia. Detrás, aparece su biblioteca. Los comentarios hablan de los libros que salen en la foto.

Los 100 años del British Schools. Mercedes, con la tipografía de Mercedes Benz. Diccionario Longman. Cartas de truco en perfecto estado. Marcos de fotos distribuidos. Hay tres que tienen a cada uno de sus hijos, recién graduados de la universidad. Uno de ellos, claramente, deja en claro haber ido a Stanford. Estribos viejos de metal. Colecciones de revistas de historia. Placas varias, una de ellas de la Universidad de Montevideo y la otra de la Liga de Fomento y Turismo de Punta del Este. Trofeos. Una bandeja de plata grabada. Una biblia grande y gruesa. Upheaval de Jared Diamong. Una placa de bronce de Rivera. 101 World Heroes. Algunos sobre Mao. Uno de Garibaldi. Varios del cristianismo. God. El rey. Garzón. Adolfo Suárez. Ángeles de Dios. Young Stalin y Stalin. Trotsky. Lenin. Karl Marx. Romanovs. Tsaas. El hombre que mató a Rasputín. La major de las fieras humanas, de Aldo Mazzuchelli, sobre la vida de Julio Herrera y Reissig. Fernando Savater. Liberals. Tony Blair. Presidents of War, el lomo de un libro con el Big Ben. First World War de Martin Gilbert. Agamemnon. This Blessed Plot. Hugo Young, Speeches, Great British Speeches. The Maya, Archeological Mexico, Maya cosmogenesis, Manuel Flores Mora, una serie con el escudo uruguayo. Ride To Win.

Ride to win.

Primero vino lo público

En 2004, Gurméndez venía de superar la tensión de la crisis del 2001 y el 2002. Pasó del Ministerio de Transporte y Obras Públicas a ser gerente del Aeropuerto de Cancún, el aeropuerto más transitado de América Latina.

Uno de los momentos de su vida que recuerda con mayor libertad fue cuando, recién llegado, se puso a bailar en un supermercado, acompañando a su mujer.

“Me acuerdo de ese primer día en el supermercado… la liberación de sentir que no cargaba. Había sentido, durante dos años, que de alguna manera cargaba con la responsabilidad de las cosas de un país. Estabas expuesto al escrutinio de todos los uruguayos. Había sido un momento de mucha exposición y de mucha tensión. Yo, además, no soy de esas expresiones, pero mi mujer no podía creer. A mis hijos no les gusta ir al supermercado conmigo porque dicen que tardo horas, me pongo a charlar con gente que no conozco”, cuenta. 

La actividad pública de Gurméndez sucedió en tres tandas. Dos de ellas, en situaciones de emergencia.

Por 1990, Jorge Batlle lo llamó a su casa en la calle Duvimioso Terra. A él y a Marcelo Grañero, quien en algún momento sería secretario de Batlle, cuando fuera presidente. Gurméndez había estado militando en las elecciones anteriores y, esa noche, jugaban Inglaterra contra Egipto por el Mundial del 90.

Gurméndez como Ministro de Transporte y Obras Públicas.

Gurméndez como Ministro de Transporte y Obras Públicas.

Esa noche, Batlle le preguntó qué pensaba, a ver dónde podían hacerse cambios importantes en la vida del país desde el gobierno. Gurméndez respondió que en el Puerto y en Antel. El partido continuó.

A los pocos días, Batlle llamó a la casa de la abuela de Gurméndez, para dejarle dicho que iba a integrar el directorio de Antel.

“Fue una apuesta a darle una oportunidad a una persona joven, en un lugar muy importante, que además en ese año lo que se iba a promover era la famosa ley de empresas públicas que terminó en el referéndum”, recuerda Gurméndez.

En 2002, con una gran crisis financiera y política galopando en Uruguay y en Argentina, Gurméndez volvió a recibir el llamado de Jorge Batlle. “Lo que ocurrió fue que vino la corrida financiera, hubo una crisis, se volvieron a recoger firmas en contra de las leyes que modificaban Antel, Batlle le pidió la renuncia al presidente y ahí me llamó para ocupar ese cargo”, narró por 2021.

Esa fue, además, su segunda vez en Antel. ¿Por qué Batlle llamó a un empresario del sector privado? Porque, según palabras de Gurméndez, lo conocía, le tenía confianza personal y política, compartían ideas y, en este caso, tenía una crisis en un lugar en el que ya había estado. Porque recurrió a alguien que podía darle una mano con eso.

Con eso, siendo presidente interino de AFE, OSE y Ancap, y en 2004 Ministro de Transporte y Obras Públicas.

“Uno no tiene mucho tiempo para pensarlo y sentís una tensión permanente, un agobio constante y una incapacidad de pensar en otra cosa que en esos problemas. Fue de los momentos más difíciles, pero cuando uno lo ve en retrospectiva, es de las cosas de las que uno se siente más orgulloso. Haber estado, a pesar de la dificultad lógica que tuvo ese gobierno, la sensación de haber cumplido, es de las cosas que me gustaría que mis hijos recuerden de lo que hice, de haber asumido esa responsabilidad en un momento en que creí que era lo que tenía que hacer”, dijo Gurméndez sobre sus roles en aquel gobierno.

Un gobierno que, obviamente, estuvo liderado por el entonces presidente Jorge Batlle, pero que también tuvo como equipo económico a Julio De Brun en el Banco Central y a Isaac Alfie en el Ministerio de Economía, un equipo al que se le aplaudió bastante por la salida de la situación de crisis. Y, sin embargo, un gobierno que cargó políticamente con la corrida bancaria en las siguientes elecciones.

En 2004, el Frente Amplio ganó la presidencia por primera vez en su historia, con Tabaré Vázquez obteniendo el 51,7% de los votos. El Partido Colorado, con Guillermo Stirling a la cabeza, obtuvo solo el 10,6% de los votos, siendo la votación más baja de su historia.

Con Jorge Batlle y Washington Abdala en Anchorena, mayo 1985.

Con Jorge Batlle y Washington Abdala en Anchorena, mayo 1985.

“Es el equipo que hizo lo que había que hacer para sacar al Uruguay de la peor crisis de su historia”, dice Gurméndez, habiendo puesto tanto a De Brun como a Alfie en su equipo económico para su precandidatura en el Partido Colorado este 2024.

La tercera vez que dejó su trabajo en el sector privado, para pasar al público, fue en 2020. En Uruguay, comenzaba a golpear la pandemia del covid-19. La gente empezaba a morir, empezaba a contagiarse, empezaba a quedarse encerrada en sus casas. Antel, entonces, se volvió una de las empresas clave para gestionar la seguridad de los ciudadanos.

Tras la renuncia de Guillermo Iglesias, pedida por el presidente, Gurméndez recibió una tercera llamada. Era de nuevo Antel, pero esta vez era Luis Lacalle Pou.

El jorgebatllismo

Lo más lindo de toda su oficina es el escritorio que perteneció a Luis Batlle Berres y, después a Jorge Batlle. Eso dice Gurméndez, que es lo más lindo y que se lo prestó la familia de Batlle para la campaña. “Al principio, me sentaba con un poco de recato, pero ahora ya ven que está todo”, acota.

Sobre el escritorio hay una bandera de Uruguay, un cuaderno con tapa roja, una lapicera roja, una foto enmarcada de Gurméndez serio y de ceño fruncido, con Batlle al lado, sonriendo con picardía. Por aquellos días, Gurméndez era ministro de Transporte y Obras Públicas. Está, además, el iPhone de Gurméndez, que tiene un protector también rojo. También colorado.

Eso sucede en la sede de su precandidatura, en Jaime Zudáñez esquina Ellauri, el mismo barrio que lo vio crecer. Una casa moderna, de tres pisos, que también tiene un sillón que era de Eduardo Jiménez de Aréchaga. “Así que estamos rodeados”, dice y agrega: “Si algo aprendí con Jorge Batlle fue esa obsesión de mirar siempre para adelante, y no mirar para atrás”.

Jorge Batlle, de quien acaba de salir una película, de quien hay distintos discursos y a quien, incluso, se lo ha señalado por la crisis financiera del 2002 en Uruguay. “Para mí fue el político que logró algo muy importante, que es cambiar la forma de pensar hegemónica en el Uruguay, que caracteriza al tiempo pasado. No del todo, porque por algo todavía existe el Frente Amplio. De modernizar, de cambiar la matriz prevaleciente del pensamiento político y económico del Uruguay. Fue muy valiente en enfrentar las creencias establecidas en su partido y en el país con visión y obsesión hacia delante”, opina.

Y también sentencia: “Fue el gran político de la libertad de este tiempo en Uruguay”.

Su padre político es, fue y será Jorge Batlle, aún habiendo fallecido en 2016. Y, según ha dicho, su precandidatura a la presidencia por el Partido Colorado tiene que ver con una orfandad política y de su partido.

La orfandad viene, obviamente, en parte gracias a la ausencia de Batlle, pero también de liderazgos dentro del Partido Colorado que fueron pasando. Alejandro Atchugarry, Pedro Bordaberry, Ernesto Talvi. “Eso a mí me dio un sentido hasta de deber, de dar el paso para representar al Partido Colorado que yo quiero, que lo haga crecer y que lo haga, especialmente, trascender hacia adelante”, dice Gurméndez.

En 2021, sobre una mesa ratona en su oficina en Antel, Gurméndez tenía un libro sobre José Batlle y Ordóñez, que había recopilado Jorge Batlle en 1956. Era un libro viejo, que tenía en su casa, y que ya estaba dedicado a su abuelo. Pero Batlle volvió a dedicárselo a Gurméndez de vuelta, cuando renunció al Ministerio de Transporte y Obras Públicas, sobre el final de su mandato.

La dedicatoria es así: “Querido, Gabriel. Varias generaciones luchando por la libertad, aquello por lo que vale la pena vivir”.

También existió lo privado

En diciembre de 2001, el Aeropuerto de Laguna del Sauce era un aeropuerto vacío. Pocas personas en Argentina, país que trae la mayoría del turismo en verano a Uruguay, podían venir a veranear dadas las circunstancias económicas.

Desde Operaciones del Aeropuerto, Gabriel Gurméndez, que en ese entonces era gerente del lugar, escuchó que venía una avioneta y que, quizá, podría ser el expresidente Fernando de la Rúa, escapando de Argentina.

Le pareció que correspondía recibir a los pasajeros que bajaran de ese avión. De allí bajaron una mujer, una señora mayor y unos niños. Todos afectados, todos a los llantos, le preguntaron enseguida si sabía si De la Rúa ya había renunciado. Eran, en realidad, la mujer, la hija y los nietos del expresidente. La familia de De la Rúa, que voló hacia afuera de Argentina sin tener pleno conocimiento sobre la renuncia.

“Si ves mi carrera, siempre alterné entre la cosa pública y la cosa privada. La cosa pública fue la que me llevó, siempre con pasión, a dejar cosas, a abandonar ciertas comodidades. La carrera profesional privada empresarial fue la de la obvia necesidad de cumplir con tus obligaciones de darle sustento a tu familia y de llevarla adelante”, explicó Gurméndez en 2021.

Gurméndez y su familia, viviendo en Punta del Este.

Gurméndez y su familia, viviendo en Punta del Este.

Pasada su primera experiencia en lo público, después de ser parte del directorio de Antel con 28 años, “no tenía un camino abierto en esa circunstancia y para abrirme camino yo tenía que renunciar a ese cargo”, dijo.

Así es como logró un cargo en el sector financiero de Sudamtex, una empresa dedicada a la elaboración de productos textiles. Allí estuvo poco tiempo (de 1993 a 1994), hasta que asumió la dirección general del Consorcio de Aeropuertos Internacionales que implicaba construir el primer aeropuerto privatizado de América Latina: el aeropuerto Laguna del Sauce, cerca de Punta del Este.

Un proyecto complejo, según Gurméndez, porque “era una cosa innovadora, era un gran proyecto” y tenía 33 años. “Me tocó ser el gerente general y fue mi primer gran desafío como dirigente de empresa”. Allí estuvo desde 1994 hasta 2002.

En todos esos años dedicado a la gestión privada, y los que vendrían, Gurméndez tuvo restricciones profesionales para actuar políticamente, así que su contacto con el Partido Colorado fue personal e íntimo.

“Siempre estuve, naturalmente, vinculado a todo y sabiendo todo, porque esto no se puede dejar. Uno está en esto y no puede dejar de estar, pero no estuve activamente militando”, explica. Porque el mundo de lo privado y de lo público, a la hora de liderar, son bien distintos.

Aeropuerto Punta del Este

Aeropuerto Punta del Este

En uno están muy claros los objetivos en función de qué resultados será juzgado el empleado. Muchas veces, hay capacidades muy amplias para determinar el curso de la carrera profesional.

En el otro, no suelen estar todos los elementos que tiene un líder empresarial privado. No se puede cambiar la estrategia, o el objetivo, o el rumbo, porque está fijado en rigideces externas. En leyes, por ejemplo. No se toman decisiones de mercado, decisiones de precio, de presupuesto, de selección de equipo. “Es un arte de mucha complejidad”, explica Gurméndez. Y no se sabe en base a qué será el juicio: si por los resultados económicos, los de mejor servicio, los de precios, los de imagen publicitaria.

Porque, según Gurméndez, en el mundo privado hay mucha más libertad.

A lo largo de su carrera, pasó por muchísimos rubros. Sector de aeropuertos, el hotelero, el de la construcción, en el de comercio, incluso en el de panadería. A esa experiencia de llevar lo aprendido de lo público a lo privado, y viceversa, Gurméndez le llama “polinización cruzada”.

Pasó por Sudamtex, por el Aeropuerto Laguna del Sauce, por el Aeropuerto de Cancún. Entre Maldonado y Cancún, estuvo el Ministerio, lugar para el que recibió la llamada para ofrecerle el puesto el mismo día que el aeropuerto mexicano. En 2010, después de sus años en México, volvió a Uruguay. 

Hasta 2020, sucedió todo esto: fue presidente de la Liga de Fomento y Turismo de Punta del Este, miembro del Consejo Directivo de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas del Uruguay, integrante del Consejo Directivo de la AHCIET, Asociación Iberoamericana de Centros de Investigación y Empresas de Telecomunicaciones (Madrid), integrante del Consejo Coordinador Empresarial del Caribe Mexicano. En 2016 fue director ejecutivo de Hípica Rioplatense, empresa concesionaria del Hipódromo de Maroñas, luego country manager del Grupo Codere en Uruguay y gerente general de Pagnifique. 

Maroñas, 2016.

Maroñas, 2016.

Pero los saltos le costaron, en alguna instancia, acusaciones.

Después de renunciar al ministerio, Gurméndez se fue a trabajar al Aeropuerto de Cancún. Por aquel entonces, se lo denunció en un medio por fomentar la implementación de un contrato en Antel con América Móvil, que era poco conveniente para la empresa uruguaya. La acusación radicaba en que, supuestamente, uno de los dueños de América Móvil también era socio del Aeropuerto de Cancún, donde Gurméndez había conseguido trabajo.

“Eso yo lo desmentí con contundencia. Es falso y hay una carta por allí, muy clara. Nunca trabajé ni para Claro, nunca trabajé para América Móvil, no conozco al señor Slim, ni donde trabajé el señor Slim tiene ninguna influencia, ni ninguna propiedad. Es absolutamente contundente, es parte de los inventos que después las redes replican, está documentado y clarito”, explica Gurméndez sobre aquel episodio.

El último Antel

En 2020, Gurméndez era ejecutivo principal de una multinacional. Estaba en su casa, en Punta del Este, teletrabajando. Hasta que lo llamó el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, para citarlo en su despacho.

—¿Te lo imaginabas?

—La verdad que sí. Había renunciado el presidente de Antel y era evidente que estaban buscando a alguien. La conversación fue muy corta. Me preguntó lisa y llanamente si me quería complicar la vida. Yo le dije que suponía que era Antel y que le decía que sí. “¿Ya está?”, me dijo. Y, sí. La misma respuesta le dí a Jorge Batlle hace 20 años y las circunstancias son iguales, o aún peores, así que yo estoy. Después, la conversación ya transitó por otros carriles sobre cómo vemos las cosas, e incluso hablamos de historia y las cosas que nos unían.

Entonces entró por tercera vez a Antel, como presidente. 

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

Los tres Anteles que recibió fueron distintos. El del 90 es muy difierente al de 2002, que es muy distinto al que era en 2020. La razón es obvia: la vorágine de cambio tecnológico que se vivió en los últimos treinta o cuarenta años. Las necesidades y las realidades digitales son distintas.

“En el 90, hablábamos de líneas telefónicas. En el 2002, empezábamos a hablar de ADSL y las cosas se medían el kilobytes. En el 2021 estamos hablando de terabytes y estamos hablando de que las telecomunicaciones son casi la vida misma de las personas, así que son empresas totalmente distintas. Pero los desafíos, desde el liderazgo, al final siempre son los mismos: saber bien cuáles son los problemas, movilizar y motivar los recursos humanos, formar equipos, administrar. Hay ciertas recetas básicas del liderazgo que van más allá de las circunstancias”, explicaba Gurméndez.

El ingeniero dice que el que recibió en 2020 era este: protección legal, plataforma técnica en términos de redes, de cable, de fibra óptica, de celular. Liderazgo de mercado en términos de cantidad de clientes y participación. Una posición top of mind en el consumidor. Un equipo técnicos robusto, con capacidades. También habla de una empresa que había perdido el rumbo de las razones para las que fue creada, que es dar servicios de telecomunicaciones. Una empresa confundida en su dirección estratégica. Una empresa pública que, sin tener nada que ver con el rubro, construyó un estadio. Una empresa que tenía gastos enormes en publicidad, pero tenía carencias importantes en el servicio. Y señala una empresa que tenía un grado altísimo de conectividad en Montevideo y muy poco en el interior profundo. Una empresa que se olvidó de poner al cliente en el centro, que se olvidó de modernizarse (en 2021 los expedientes eran de papel y no electrónicos).

“Sin ánimo polémico, que hubo un desvío, una distracción en el objetivo de la compañía. En esa distracción, creo que se abandonó muchísimo ciertos sectores de la población”, dijo Gurméndez en 2021.

Antel, 2020

Antel, 2020

La ley de portabilidad numérica, la conectividad en todos los rincones del país, la polémica de iluminar el Antel Arena con la bandera de Israel tras los ataques de Hamás, la denuncia por irregularidad a Carolina Cosse por la construcción del estadio con los fondos públicos.

El 8 de octubre de 2021, al mando de Gurméndez, Antel presentó ante la Fiscalía una denuncia penal por presuntas irregularidades en la construcción del Antel Arena, obra impulsada por Carolina Cosse mientras fue presidenta del ente. El análisis hecho por una empresa consultora determinó, entre otras cosas, que la obra tuvo un costo de US$ 120 millones, un monto tres veces superior al informado inicialmente.

En aquel entonces, Cosse, que hoy es una de los tres precandidatas a la presidencia por el Frente Amplio, calificó la denuncia de “opereta política”.

Esos son algunos de los capítulos de la gestión de Gurméndez en Antel, del 2020 al 2024.

“Yo hice la denuncia con la convicción de que existían elementos de irregularidad. Como funcionario público, no tengo la libertad de elegir si tengo que hacer o no la denuncia. Estoy obligado por ley. Con la misma convicción con que en su momento presenté la denuncia ante la fiscalía y ante la Jutep, que se pronunció sobre el tema cuando la causa fue archivada, discrepé con el archivo que el fiscal había determinado, porque entendí que no había explorado todas las líneas de investigación, que no había diligenciado todas las pruebas. Que no había tenido colaboración suficiente con el denunciante”, explica Gurméndez sobre su denuncia.

Y lo explica porque a comienzos de mayo de este año, el fiscal de Lavado de Activos de 1° Turno, Enrique Rodríguez, resolvió reabrir la investigación a pedido del directorio de Antel, que Gurméndez ya no integra.

—¿Hubieses construido el Antel Arena, si daban los números?

—No. Está fuera del objetivo de Antel, del principio de especialización que le confieren las leyes. En este caso, fue un favorcito que le hizo Antel al compañero Intendente (Daniel Martínez), porque es una obra que se construye para la intendencia. De hecho, es propiedad de la Intendencia, ni si quiera es propiedad de Antel (…) Antel tiene su uso, por un cierto tiempo, pero la propiedad es de la Intendencia y después de terminado el plazo, pasa a ser gestionado por la Intendencia.

—¿Qué plazo es ese?

—Treinta años.

Durante cuatro años, Gurméndez lideró no solo la empresa de telecomunicaciones del país, sino una de las conocidas vidrieras para mostrar gestiones públicas y, luego, pasar a la política.

Antel, 2022

Antel, 2022

“Creo que en este proceso mío en Antel fui teniendo más visibilidad frente al público y los resultados de la gestión fueron bien evaluados. Se fue poniendo el foco un poco en mi persona por parte de algunos y de mi mismo, en el sentido de que se entienda este deber de asumirlo”, dice.

Después, vino su postulación a la precandidatura por el Partido Colorado, que se definirá en las elecciones internas del partido el 30 de junio de este año. “Fue un proceso que fue gradual, pero que se terminó de definir, en realidad, muy cerquita del momento que tomé la decisión de renunciar al borde del plazo constitucional. Porque en ese momento quedó claro que los que podían eventualmente presentarse no se presentaban y que alguien tenía que tomar la posta”, confiesa.

Su candidatura recibió el apoyo de distintos sectores del Partido Colorado. Originalmente, fue la tradicional lista 15, pero también se fueron acercando dirigentes que se separaron de Ciudadanos (la agrupación formada por Ernesto Talvi) como Carmen Sanguinetti, de Batllistas, de Vamos Uruguay.

“Sentí que podía nuclear un ánimo de reconstrucción, que fuera superador de esa visión de sectores”, agrega. 

La precandidatura: una ensalada numérica

Para las elecciones de octubre, el equipo de Gurméndez pretende llevar el 29 como número de lista, bajo la agrupación de nombre Impacto. Pero las listas serán diversas: la 15, la 85, la 123, combinaciones del 29 como la 29.000 o la 2930, que es la 30 de Ciudadanos, la 1513.

“Va a ser una gran ensalada numérica. Por suerte, porque refleja esa construcción bien plural y superadora de los sectores”, explica Gurméndez, que recientemente recibió el apoyo de Guzmán Acosta y Lara, uno de los siete (ahora seis) precandidatos a la presidencia por el Partido Colorado. 

Es que la propuesta, dice Gurméndez, hasta el momento es esta:

La opción de una fórmula paritaria en base a mérito, no a cuotas. La preocupación de que se apruebe el plebiscito del PIT-CNT. Un dream team económico liderado por Julio De Brun y Isaac Alfie. Trayectoria de compromiso partidario para con los colorados. Experiencia en gestión, conocimiento del país y saber hacer. Haber estado al frente de empresas públicas, pero también privadas. Haber sido ministro de Transporte y Obras Públicas. Conocer “el mundo real”, como lo llama Gurméndez, o el sector privado y el mundo profesional. Volver los sueños y las promesas realidad. Un superministerio del Interior, que incorporaría a la Prefectura Nacional Naval, que trabajaría en pos de la represión del crímen organizado, que tendría funciones de coordinación central en servicios como Inteligencia, que hoy es parte de Presidencia. Que controlaría a Aduanas y los contenedores en el puerto de Montevideo. Que haya menos oficinas en Presidencia. Una rebaja de 1.000 millones de dólares a través de un 10% de ahorro de los gastos operativos del Estado. La mitad de eso, 500 millones, destinado a bajar impuestos como el IASS y el IRPF.

—¿Cuál es el riesgo de que eso permanezca en una promesa de campaña y que luego no suceda?

Cuando hice ese compromiso me paré y les dije: “si quieren grábenme con sus celulares”. Esto es lo que yo propongo hacer si accedo al gobierno, porque creo que se puede. 

Todo esto, en un Partido Colorado que desde el 2004 que no supera el 15% de los votos nacionales. Que vivió varias orfandades políticas, como la renuncia de Ernesto Talvi o el alejamiento de la política de Pedro Bordaberry. Cuyos líderes tradicionales recientes, como Jorge Batlle o Julio María Sanguinetti, ya no están o han pasado a otros roles. Que tiene la interna más fragmentada, con seis precandidatos, pero que hasta hace una semana eran siete. Que vio el cruce de miembros de agrupaciones a otras candidaturas. Que, además, hace tiempo que no tiene demasiados votos en las elecciones internas.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

Por Federica Bordaberry