Por Nicolás Dovat
El único ajedrecista uruguayo de la historia en obtener el título de Gran Maestro se llama Andrés Rodríguez Vila. Fue el tablero número uno de Uruguay durante varias décadas y ocupó el primer lugar en el ranking nacional. Hoy es el número dos, detrás del alemán George Meier, que juega con bandera uruguaya desde fines del año pasado.
Desde Argentina, donde vive hace tiempo, cuestionó a la Federación Uruguaya de Ajedrez por conformar “grupos de amigos” que se cierran “cada vez más”. “Hay una persecución directa hacia mí desde hace ya muchos años”, dijo Rodríguez Vila en diálogo con Montevideo Portal.
Rodríguez Vila no formó parte del equipo olímpico en las recientes Olimpíadas de Ajedrez, entre julio y agosto de 2022, en la India. Y es que la elección de jugadores no es exclusivamente en base al ranking de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE, por sus siglas en francés); los equipos se arman también a gusto del técnico y sus jugadores más influyentes.
El jugador señaló a este medio que recibió un mensaje de la Federación para invitarlo, pero no se mencionaron posibilidades de apoyo económico. En más de una ocasión, ha expresado que Uruguay debe ser uno de los pocos países que no apoya a sus mejores jugadores.
Los orígenes: de La Teja a Moscú
Inspirado por su padre, Rodríguez Vila aclanzó un nivel ajedrecístico muy destacado gracias a mucho estudio, motivación personal y una perspectiva sudamericana.
Jugó Mundiales, Olimpíadas y también enfrentó a Magnus Carlsen, el actual número uno del mundo, a quien considera el mejor de todos los tiempos.
Rodríguez Vila vivió en Uruguay, Brasil y Argentina. Desde hace casi dos décadas reside en Buenos Aires, donde obtuvo en 1997 la norma definitiva para ser Gran Maestro. Dice que se siente parte de los tres países. Es esa óptica regional la que le permitió, desde muy chico, salir a buscar la inspiración en otros lugares más allá del barrio.
Los domingos en la La Teja: pasta y ajedrez. El día arrancaba temprano para Rodríguez Vila, un escolar inquieto que merodeaba en las partidas que jugaban su padre y su tío. El barrio y sus pintorescas casas con techos a dos aguas, en el inicio de una época dura. Rodríguez Vila nació en 1973, el mismo año que comenzó la dictadura. Esto condicionó mucho a toda la familia; sus padres tuvieron que mudarse varias veces en aquellos años “difíciles y oscuros”.
Con 10 años, comenzó a mostrar destellos de un don especial que poseía para este deporte. Sus primeras partidas competitivas fueron en el Círculo de Ajedrez del Club Progreso. También participó en abiertos del Club Trebejos de la calle Andes, y los resultados no fueron muy buenos. En uno de esos torneos solo logró unas tablas en siete o nueve rondas —no recuerda con precisión—, sin siquiera sospechar que, dos años después, clasificaría a su primer Mundial juvenil.
“Se dio todo muy rápido”, expresa sobre esta evolución.
El trayecto hacia el Club Trebejos era cansino. A veces tocaba ir en ómnibus. Es en uno de los aparatosos vehículos (muy poco propicios para el estudio del ajedrez) que se recuerda leyendo el libro El arte del sacrificio del ajedrez, del maestro austríaco Rudolf Spielmann. “¿Cómo podemos convertir favorablemente la materia en energía?”, se pregunta el autor en su libro de sacrificios. Rodríguez Vila despertaba de un letargo.
“Me encantaba ese libro”, recuerda con nostalgia. También tenía algunas ediciones de la revista rusa Shakhmaty, que le había conseguido el campeón nacional Roberto Silva Nazzari. Pero no había mucho más, en comparación a lo que se puede conseguir hoy, tanto a nivel de libros físicos como en internet.
El ingeniero del juego
Las influencias para Rodríguez Vila también llegaban desde la vecina orilla, con las enseñanzas del “ingeniero Óscar Panno”, como él mismo lo menciona. Argentina tiene una tradición ajedrecística muy importante: sacó a un maestro como Panno, campeón mundial juvenil y sudamericano, al tiempo que hoy cuenta con grandes promesas y un par de jugadores top 100 mundial, además de contar con una maestra internacional: Carolina Luján.
“Está por encima de varios”, analizó Rodríguez Vila, con la visión regional que lo caracteriza. Sobre los otros vecinos, expresó sin tapujos: “Viví un tiempo en Brasil, no saben qué es el ajedrez”. Igualmente, los brasileños tienen muy buenos históricos, entre los que se puede mencionar al maestro Henrique Mecking, que llegó a estar en el top 3 del mundo a fines de la década del 70, y con quien el Gran Maestro uruguayo se enfrentaría más adelante en su carrera. También lo haría con Panno.
Cada uno en su viaje
Con 12 años clasificó para jugar su primer Mundial juvenil en Buenos Aires. “Fue el primer salto”, señala. Dos años más tarde, mientras los maestros rusos Anatoli Karpov y Gari Kasparov quemaban todas las naves por el título mundial de 1987, Rodríguez Vila —entonces un adolescente de 14 años— viajaba a Puerto Rico para disputar otro mundial juvenil, en el que terminaría cuarto. Lo logró “sin estudiar”, aclara.
“Los primeros viajes de larga escala me dejaron impactado”. Gracias al ajedrez viajó a un Mundial en Las Vegas (Estados Unidos) y a olimpíadas en Estambul (Turquía), Mallorca (España) y Moscú (Rusia), donde conoció el mítico Club de Ajedrez de Moscú, famoso por su estilo, que combina mansión aristocrática y espacio cultural moderno. Por esos años, también renunció a algunos campeonatos, como los Mundiales juveniles en Europa, ya que se le hacía muy difícil costearlos.
Uruguayo-argentino
“Entre Uruguay y Argentina siempre hubo una diferencia, con la excepción del fútbol. En ajedrez a Uruguay lo veo bastante peor, no tiene perspectivas; el hecho de que tenga un Gran Maestro nativo es más que nada una casualidad”, evaluó con criticismo, y remató: “Nos cuesta competir por el fondo de la tabla”.
Esta casualidad se puede comparar —según él mismo explicó— con la del surgimiento del maestro Axel Bachman en Paraguay y del noruego Carlsen, en dos países sin tradición ajedrecística marcada.
Rodríguez Vila —que había vivido algunos años de su infancia en Argentina— terminó mudándose a Buenos Aires de joven. En Uruguay “era muy difícil”, recuerda, lo que motivó a su padre a conseguir trabajo en ese país. Durante 10 años, hasta lograr su título de Gran Maestro, participó en sucesivos torneos. Obtuvo el primer puesto en el Torneo Magistral Roberto Grau en 1989 y fue campeón panamericano juvenil en Paraguay en 1990.
Con mucho esfuerzo personal, sin entrenador, logró las normas necesarias hasta llegar a la definitiva, en 1997, en un torneo magistral representando a su club de Villa Martelli de la provincia de Buenos Aires. Obtuvo un score de 6,5/12 y finalizó en la tabla de posiciones delante de maestros como el brasileño Gilbert Milos, el ruso-argentino Maxim Sorokin y el argentino Pablo Ricardi.
Ese fue un año histórico para el ajedrez uruguayo: por primera vez un ajedrecista nacional obtenía el título de Gran Maestro, la máxima norma que se puede alcanzar en el ajedrez profesional. Uruguay cuenta hoy con tres GM: George Meier (alemán), Andrés Rodríguez Vila (uruguayo) y Alejandro Hoffman (argentino).
En la competencia nacional, Rodríguez Vila se consagró campeón uruguayo en dos oportunidades (2012 y 2018). En el plano regional, obtuvo títulos en Mar del Plata, Florianópolis y San Pablo, por mencionar algunos de los centros más conocidos. A mediados de la década del 90 rozó el top 100 mundial con un ELO de casi 2.575.
La vida actual: entrenador y juego online
“Muchos alumnos llegan porque se encuentran perdidos y abrumados”, explicó el Gran Maestro uruguayo, que trabaja como entrenador y se dedica —antes que nada— a organizar las prioridades que cada uno necesita para progresar. “La información en sí perdió valor, hay que saber organizarse”, añade.
Gracias a la explosión del ajedrez online, debido en parte al auge de la conectividad y otras razones (como el éxito de la serie Gambito de dama), el ajedrez se masificó, y es para este jugador algo muy positivo.
“Es una herramienta maravillosa”, opinó Rodríguez Vila, que ofrece sus servicios de entrenador en la plataforma Lichess y, además, dirige una academia de enseñanza online llamada Ajedrez Latino junto al múltiple campeón argentino Diego Flores.
Cortita y al pie
¿Quiénes son los mejores en ajedrez hoy en día?
La escuela de India se está posicionando como la mejor escuela del mundo. Tiene 40 Gran Maestros menores de 20 años. Lo mismo pasó con la escuela rusa y la escuela estadounidense. Tienen una camada de jugadores jóvenes que es impresionante.
¿Un jugador sudamericano a destacar?
Julio Granda, uno de los más talentosos del mundo, algo especial.
¿El mejor de la historia?
Cuatro: Carlsen, Kasparov, [Bobby] Fischer y [José Raúl] Capablanca.
¿Practicás otro deporte?
Tenis de mesa.
¿Te sigue gustando competir?
¡Sigo con las mismas ganas que hace 20 años!