El águila del Graf Spee estuvo desde el año 1939 hasta el 2006, sumergida junto al resto del barco de guerra alemán, a 5 millas del Cerro de Montevideo. Héctor Bado y Sergio Pronczuk, dos buzos profesionales, sacaron los 150 tornillos que la unían al casco y la subieron a la superficie. Desde ese entonces, comenzó una historia de puja por la propiedad de la pieza iconográfica nazi que hoy tuvo su nuevo capítulo, luego de que el presidente, Luis Lacalle Pou, anunciara que el destino del águila será el horno de fundición y, luego de eso, la metamorfosis: será convertida en una escultura de la paloma de la paz.
Alfredo Etchegaray era, junto con su hermano Felipe, el titular del permiso que, tras firmar un contrato con el Estado, le garantizaba poder extraer piezas del barco hundido. La Ley 14.343, que rige cómo se procede con embarcaciones hundidas, establece que tras un plazo del naufragio de un barco se considera que queda “abandonado al Estado”, por lo que, al recuperarse cualquier pieza de ellos, es propiedad estatal. Pero el Estado puede establecer vínculos contractuales con privados para su extracción.
Durante todos estos años, Etchegaray y Bado litigaron contra el Estado, llegándose a evaluar rematar la pieza para repartir el monto por lo subastado a fin de compensar a todas las partes.
Hoy, tras el anuncio de Lacalle, el relacionista público dijo a Montevideo Portal que no comparte la decisión del presidente de fundir la pieza, que a su entender debería presentarse en un museo. Expresó que él aboga por “la conservación, la presentación y el destino académico de la pieza”.
“Que vaya a un museo, que se analice la historia, que se ayude a que no se repitan los horrores del pasado”, dijo, agregando que, en numerosas ocasiones, él recomendó intervenir la pieza tapando la esvástica, pero sin comprometerla y preservándola para presentarla en público.
“Estamos de acuerdo que es un elemento atractivo para el turismo internacional, estamos de acuerdo con que es una pieza histórica que debe transformarse en un mensaje de paz. Pero acá, primero, hay una violación a los principios básicos del derecho, que es la justa compensación, y a la ilegalidad de que el Estado se enriquezca con tu trabajo y tu inversión. Es ilegal eso”, dijo quien financiara la extracción del mascarón del Graf Spee.
“Vamos a seguir, vamos a continuar con acciones nacionales e internacionales. Esto deja muy mal parado a Uruguay, en cuanto a imagen”, expresó Etchegaray, que dijo que, a pesar de los obstáculos, nunca dejó de reclamar la compensación que considera correspondiente.
“Mi espíritu es de conciliar, e imagino y espero que el Poder Ejecutivo comprenda que tiene que haber la justa compensación, que el presidente como abogado lo sabe” agregó.
Para la extracción, los hermanos Etchegaray contrataron a Bado —hoy fallecido— y su equipo de buzos, el cual integraba Sergio Pronczuk, quien dijo a Montevideo Portal que el anuncio de Lacalle lo “tomó por sorpresa”, y que está “totalmente en desacuerdo” con el destino determinado por Presidencia para la pieza.
Expresó que su conservación es fundamental al ser un “símbolo histórico”, al igual que en otras partes del mundo se conservan campos de concentración para demostrar lo que “se hizo en esa época”.
“Es evidente que el miedo que hay es que no vaya a caer esto en un grupo neofascista, nazi o algo por el estilo, que lo conviertan en un símbolo. Por algo la casa de Hitler la tiraron abajo en Austria”, dijo el submarinista.
“Es evidente que el lugar que tiene que tener esta águila es un museo. No fundir y hacer una palomita. La podés hacer como representación, pero ¿por qué fundir esta pieza? Estoy totalmente en desacuerdo”, agregó.
Etchegaray, por su parte, dijo que se enteró que Atchugarry sería el encargado de hacer esta transformación por el propio escultor, que le dijo, en el cumpleaños del empresario argentino Alejandro Roemmers, que “el presidente le había hablado” del tema.
“Después, por el presidente de la República, que nos dijo si podíamos llegar a un acuerdo. Le dijimos que sí”, dijo Etchegaray, que remarcó que el acuerdo sería por la compensación, ya que “el destino lo decide el Estado”, como estipula la normativa.
“Me parece buenísima la idea, el hacer un monumento por la paz, el cómo hacerlo es la parte polémica. No se destruye una pieza, se puede metamorfosear, podés taparle con flores blancas la esvástica, un montón de cosas, pero no se destruyen los clavos de Cristo”, sostuvo Etchegaray.