Un hombre de 79 años identificado por el nombre de pila de Antonio, se ha convertido en azote y pesadilla de los barrios O Calvario y A Doblada, en la ciudad gallega de Vigo.

Según informa el periódico La Voz de Galicia, la policía calcula que el anciano rayó la chapa de mil coches en el 2018 y de otros 120 en lo que va del corriente año. Además, le atribuye tres agresiones a vecinos,a los que, supuestamente, golpeó con su paraguas o su bastón por la calle tras tener altercados con ellos.

A pesar de que algunos vecinos creen que sufre algún trastorno, los médicos que lo evalúan dicen que cognitivamente está bien y que, simplemente, es una persona que se porta mal. "No está enfermo, simplemente es malo, está enfadado con el mundo, lo que se dice un señor erre que erre", opina un experto policial en declaraciones recogidas por el citado medio.

Los daños causados por el veterano vándalo podrían superar en total el medio millón de euros. A los gastos de chapa y pintura por los rayones, hay que sumar las cuentas de cerrajería, ya que otra de las "gracias" del abuelo meter mondadientes por la cerradura de los coches, dejándolas inutilizadas. Algunos vecinos también lo acusan de rellenar con silicona las cerraduras de los edificios.

A mediados del mes pasado, Antonio fue atrapado in fraganti por el dueño de un coche vandalizado, y cuando acababa de dañar otros siete en la misma calle. Al ver cómo le rayaba la camioneta, el propietario encaró al anciano y la situación derivó en una trifulca, donde la víctima del daño a la propiedad terminó también con la nariz y los anteojos rotos.

A pesar de semejante violencia, el hombre logró retener al agresor y llamar la atención de un patrullero que circulaba cerca, procediéndose así a la detención del díscolo septuagenario.

Antonio ya tenía doce arrestos por vandalismo o agresiones. Los testigos contaron a la policía que el hombre de 79 años, a punto de cumplir 80, tiene atemorizado al barrio porque daña coches y portales y agrede a personas con paraguas o bastones o cualquier objeto que porte en la mano. La consecuencia es que la gente del barrio le tiene miedo. Hace unos años también le habían atribuido un tocamiento a una viandante, pero la víctima dio la voz de alarma, y acabó siendo perseguido por varias mujeres por la calle.

A raíz de los continuos percances, el año pasado el hombre fue internado en una institución de salud para evaluar su estado mental pero solo estuvo ingresado tres días porque los médicos le dieron inmediatamente el alta. La razón fue que concluyeron que cognitivamente estaba bien y que su discurso era coherente, por lo que no apreciaron que tuviera síntomas de ninguna enfermedad para continuar su internamiento.