Víctor Licandro acompaña incansablemente a la izquierda desde hace décadas. Cree en Vázquez, quiere el triunfo en octubre, mira de reojo a Estados Unidos y tiene su propia y meticulosa visión sobre el papel, el presupuesto y el destino de las Fuerzas Armadas.

"/>
Recibí las noticias de Montevideo Portal
Seguinos en:

GENERAL (R) VÍCTOR LICANDRO

Fuerte y claro

Víctor Licandro acompaña incansablemente a la izquierda desde hace décadas. Cree en Vázquez, quiere el triunfo en octubre, mira de reojo a Estados Unidos y tiene su propia y meticulosa visión sobre el papel, el presupuesto y el destino de las Fuerzas Armadas.


- ¿Cuál es su participación actual en la orgánica de la izquierda?

- Voy al Frente tres veces por semana. Aprovecho para ir a la Mesa Política, presido la Comisión de Defensa Nacional y el Tribunal de Conducta Política, con esas cosas me entretengo bastante.

- ¿Cree en la victoria del Frente en octubre?
- No es que 'creo', 'deseo' esa victoria. Sobre todo por una razón de seguridad. Ya la experiencia de 1999 con la introducción del balotaje nos mostró que es muy peligroso no ganar en la primera vuelta, porque con la posibilidad de éxito del Frente Amplio la coalición blanqui - colorada hace cualquier cosa.

- ¿Qué va a cambiar si gana el Frente?
- Muchas cosas. Empezando porque el pensamiento político del Frente Amplio apunta hacia un modelo de país que es diferente al que tenemos ahora, por ejemplo en la obtención de los recursos y en el reaparto de los mismos.
La izquierda apunta a la justicia social y eso lleva a un modelo distinto del capitalista que maneja el lucro como elemento motor de la producción.
Siendo la sociedad el elemento motor de la política del Frente Amplio, forzosamente está permanentemente mirando las necesidades de la gente.

- ¿Qué le pareció la reunión de Vázquez con los empresarios?
- Tengo la impresión que hay una gran expectativa con el Frente Amplio. Eso lo venía notando hace muchos años, cuando en 1997 la izquierda resolvió salir con toda la Mesa Política al interior. Acompañé todas las salidas, y me di cuenta que la gente se arrimaba a escuchar, gente de todos los partidos. Además la aplicación de la política del gobierno de la coalición blanqui - colorada con ese pasaje desastroso de la crisis ha demostrado que la gente no resiste más la situación actual.

- Usted mencionó el Frente desde años atrás, ¿cuáles fueron los grandes cambios que se desarrollaron en el seno de la izquierda?
- Están marcados por los grandes cambios que pasaron en este Uruguay, acompasando los grandes cambios del mundo. Primero el Frente Amplio se funda llenando una necesidad; porque era el momento de frenar el advenimiento del autoritarismo que se dio con Pacheco Areco y por una necesidad de juntar las fuerzas de izquierda. Viene la dictadura cívico militar y se corta una expectativa de acción política de otro tenor, de otra forma y pasamos por la negra dictadura.

En el momento pensamos que todos los males estaban en la dictadura y que con la democracia se iban a resolver, pero nos encontramos que no se solucionaron y que muchos se ahondaron porque lo que no servía era el modelo político de país.
Hay una tercera etapa donde el panorama político cambia sustancialmente que es a partir de 1989 con la caída del muro y la desintegración de la Unión Soviética. Allí el mundo ve emerger una única súper potencia en todos los campos, fundamentalmente en el militar.

También en este período se generan subdivisiones: está la Guerra del Golfo, la invasión a Irak, hasta que viene el 11 de setiembre de 2001 y cambian nuevamente las coordenadas de la política mundial. Porque la súper potencia se rige en la autoridad única y dice están con Estados Unidos y la democracia o están con el terrorismo . Esto obligaba a las naciones a alinearse a los Estados Unidos y es el esquema del momento actual. Por eso es muy importante seguir paso a paso el pensamiento político y de acción estratégica de los Estados Unidos.

- ¿Esta última etapa viene acompañada de un cambio en la región?
- En nuestra América hubieron cambios muy marcados desde que salimos de la Segunda Guerra Mundial donde el territorio estaba geopolíticamente marginado. Ahora está entrando en un reverdecer de interés. En el momento actual hay condicionantes que están llevando a que se mire a América Latina, ya que tiene algunos recursos que toman cada vez más relevancia.

- Como el agua
- Exacto. Pero no solamente nosotros estamos sensibilizados con eso, sino todo el continente. Hay una agresión muy marcada de propaganda, de acción diplomática, de acción económica, de presencia militar tratando de dominar los diferentes resortes de las riquezas y particularmente del tema del manejo del agua.

- En caso de que gane la izquierda, ¿cree que hay que revisar la Ley de Caducidad?
- Este tema tiene varias puntas. Primero hay que recordar bien cómo se produjo la sanción de esta ley. Aparece en diciembre de 1986 luego de varias tentativas de leyes de amnistía. Hubo varios proyectos rechazados y allí surge porque se señala como un momento de peligrosidad de la estabilidad institucional. Se dice que la justicia ordinaria está llamando a su seno a ejecutantes de la época de la dictadura por presunción de delito, y que esos que serían llamados se negarían a concurrir ante el juez.

Esa ley 15.848 tiene varios artículos y uno de ellos es el cuarto que refiere a obligaciones que el legislador puso en el Poder Legislativo para investigar y dar cuenta de los resultados de la investigación a los familiares.

Hoy día se plantea otra vez qué se quiere hacer. La realidad es que la Ley de Caducidad tiene herramientas como para poder hacer las investigaciones necesarias y en lo que no está expresamente en el texto se puede avanzar en el marco de la justicia. Podrá derogarse o no, pero lo importante es que la propia ley tiene herramientas para seguir avanzando en las investigaciones y eso es lo que yo entiendo que hay que hacer.

- Empezaron a surgir nombres de políticos que ocuparían los ministerios de la izquierda, ¿quién sería el mejor titular de Defensa?
- No tengo opinión en ese aspecto.

- ¿Qué características debería tener quien ocupe ese puesto?
- Es un Ministerio muy difícil que tiene dos o tres aspectos señalables. Uno es que en el ministerio de Defensa Nacional está la responsabilidad del manejo de las Fuerzas Armadas. El ministerio de Defensa es el responsable de las Fuerzas Armadas que fueron fundamentales en el advenimiento y ejercicio de la dictadura. En ese sentido creo que la transición de la dictadura a la democracia todavía no terminó porque hay un hecho sustancial que debe cumplirse que es la depuración.
Cuando se habla de la Ley de Caducidad, se mezcla con la depuración y no necesariamente van juntas. Esta depuración viene por conocer el comportamiento de cada quien y en su momento señalar si va a continuar perteneciendo a las Fuerzas Armadas o no.

- ¿Cuáles serían esos mecanismos?
- Los mecanismos son muchos. En la historia se señalan tres grandes formas de resolver los problemas cuando se pasó por una dictadura: una es disolver las FFAA, otra es depurarla y una tercera es dejar las cosas como están. Creo que el Uruguay no es un país con un funcionamiento institucional que acepte en este momento la disolución de la fuerza pero soy contrario a mantenerla como está, quiere decir que mantengo la idea que hay que depurar.

- ¿Y con respecto al presupuesto en Defensa?
- Este es uno de los grandes problemas que va a tener cualquier gobierno y que ha ido cambiando. Cuando se sale de la dictadura en 1985 tenemos más de 40 mil hombres que son el personal del Ministerio de Defensa. Antes de la dictadura eran 16 mil y hoy son 33 mil.
Todos los gastos del Estado fueron recortados abruptamente, y el descenso presupuestal trajo aparejado que no hay presupuesto para mantener material, equipos e instalaciones y nos encontramos con la incapacidad funcional de las Fuerzas Armadas.

El presupuesto en defensa es una cosa difícil, pero hay algún otro elemento que entra en juego. Los últimos 10 años el Uruguay entró en una política de poner sus Fuerzas Armadas a disposición de las Naciones Unidas para las misiones que se denominan del mantenimiento de la paz. Hay que tener en cuenta que ahora hay alrededor de 2.500 efectivos militares fuera del país y cuando se tiene 2500 afuera, se tiene la misma cantidad preparándose para los relevos, entonces son 5 mil individuos. Si no hubiera esos compromisos se ahorraría presupuesto.

- Pero eso ¿no le da dinero al país?
- Las Naciones Unidas hacen dos retribuciones. Una compensación a cada componente que, por ejemplo, en caso de los observadores militares es de 4 mil dólares mensuales y el resto del personal entre 900 y mil dólares por mes. Hay países que se lo quedan, acá en principio tengo entendido que se canaliza directamente al personal.
El otro aspecto que cubren es el desgaste del material. Hay un gasto para el mantenimiento de la fuerza que lo paga el Estado y nunca se ha conseguido que el Ministerio de Defensa ni la fuerza dé detalladamente qué se gasto y qué se recibió de las Naciones Unidas. Nunca. Nuestros legisladores lo reiteraron una y otra vez.

- Volviendo al presupuesto, ¿una solución posible sería la baja de efectivos?
- La solución no es aritmética, es de concepción. Si es necesario una defensa militar de la nación y si esto es necesario con qué, cómo, cantidad de recursos, etc. Hay que definir para qué las Fuerzas Armadas, su misión, organización, volumen, equipamiento, armamento, entrenamiento y cada uno de esos rubros tiene su presupuesto. Pero lo primero es para qué las Fuerzas Armadas.

- Y ¿para qué?
- Las Fuerzas Armadas en principio son necesarias para encarar la defensa militar de la nación en aquellos casos en que sea agredida militarmente desde el exterior.
Digo esto porque nosotros definimos bien que las Fuerzas Armadas las queremos para la defensa militar anti agresión desde el exterior. Porque en lo interno dejamos en manos del Ministerio del Interior y las policías el orden público, la seguridad ciudadana.

Ahora, si es para eso ¿no habría que invertir más? Es decir, ¿no es poco para defenderse de un ataque externo?
Es por eso que comenté recién que no es lineal el tratamiento del tema. Porque el Uruguay no es un territorio con un límite y una relación amistosa o afín con el exterior.

Hay todo un engranaje de política internacional que hace que nuestra nación esté inserta en la comunidad internacional y es en el juego de las relaciones internacionales que algún día puede plantearse la amenaza de una agresión. La historia está llena de ejemplos. Irak no atacó a Estados Unidos y éste la invadió, tampoco Panamá.

Lo que estábamos hablando del agua nos trae nuevamente a este tema. Nosotros tenemos varios acuíferos. Yo digo que las potencias y las grandes compañías conquistadoras y multinacionales se mueven por algunos intereses y la historia señala que las fuerzas militares avanzan para que después las compañías se instalen. Ahora estamos viviendo un fenómeno en nuestro continente de una presencia cada vez mayor de efectivos militares o de organizaciones dependientes del Comando Sur de los Estados Unidos que están manejando la capacidad de controlar determinados resortes de la administración de los recursos de nuestro continente y particularmente en el acuífero Guaraní.

Todo eso hace que Uruguay esté en uno de los lados que controla la entrada y salida del Río de la Plata, un lugar estratégico muy importante y en algún momento puede sentir la tentación quien quiere dominar los recursos de venir a atacar.

Puede que uno diga pero frente a una potencia como Estados Unidos qué voy a hacer . También la historia está llena de ejemplos en que países relativamente chicos que se han hecho valer porque tuvieron una prestancia, una conducta que mantuvo lejos al presunto agresor porque el precio a pagar es muy caro. Así está Cuba. Políticamente Estados Unidos querría invadir Cuba y cambiar el régimen pero lleva muchas décadas y no lo hace.