Por The New York Times | Eric Schmitt, Julian E. Barnes and Helene Cooper

WASHINGTON — Conforme las tropas rusas avanzan con una campaña devastadora para tomar el control del este de Ucrania, la capacidad de la nación de resistir el ataque depende más que nunca de la ayuda de Estados Unidos y de sus aliados (incluyendo una red furtiva de comandos [grupos de tropas de choque que hacen incursiones ofensivas en terreno enemigo] y espías que se apuran para proveer armas, inteligencia y entrenamiento, según funcionarios estadounidenses y europeos).

Gran parte de esta labor ocurre fuera de Ucrania; por ejemplo, en bases en Alemania, Francia y el Reino Unido. Sin embargo, a pesar de que el gobierno de Biden ha declarado que no desplegará tropas estadounidenses a Ucrania; personal de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por su sigla en inglés) ha continuado operando de manera secreta en el país, principalmente en la capital, Kiev, donde dirige una enorme cantidad de la inteligencia que Estados Unidos comparte con las fuerzas ucranianas, según funcionarios actuales y anteriores.

Al mismo tiempo, algunas decenas de comandos provenientes de otros países de la OTAN, incluyendo el Reino Unido, Francia, Canadá y Lituania, también han estado trabajando dentro de Ucrania. Estados Unidos retiró sus 150 instructores militares antes de que la guerra comenzara en febrero, pero los comandos de esos aliados permanecieron o han ingresado y salido del país desde ese entonces, para entrenar y asesorar a las tropas ucranianas y proporcionar un conducto en tierra para las armas y otro tipo de ayuda, mencionaron tres funcionarios estadounidenses.

Pocos detalles han sido revelados sobre lo que el personal de la CIA o los comandos están haciendo, pero su presencia en el país (además de los miembros diplomáticos que regresaron después de que Rusia cesó su asedio de Kiev) es un indicio de la escala del esfuerzo secreto de ayudar a Ucrania que está en desarrollo y de los riesgos que corren Washington y sus aliados.

Ucrania todavía tiene menos armamento que Rusia y, el sábado, las fuerzas de Moscú lanzaron un ataque con misiles a objetivos en todo el país, incluyendo áreas en el norte y el oeste que no habían sido impactadas en las semanas recientes. Se espera que el presidente estadounidense, Joe Biden, y los líderes de los países aliados tengan conversaciones sobre apoyo adicional para Ucrania en una reunión del Grupo de los Siete de las naciones industrializadas que iniciarán en Alemania el domingo y en una cumbre de la OTAN en España a finales de la semana.

Poco después de que Rusia invadió Ucrania en febrero, el Décimo Grupo de Fuerzas Especiales del Ejército, que antes de la guerra había entrenado a comandos ucranianos en una base en el occidente del país, estableció en Alemania de manera sigilosa una célula de planeación en coalición para coordinar la asistencia militar a los comandos ucranianos y a más militares ucranianos. La célula ahora ha crecido y en ella participan veinte naciones.

La secretaria del Ejército, Christine Wormuth, ofreció un vistazo a la operación el mes pasado, al comentar que la célula de operaciones especiales ha ayudado a manejar el flujo de armas y equipo en Ucrania. “A medida que los ucranianos intentan mover eso y evadir a los rusos que de forma potencial intentan atacar a los convoyes, ya sabes, tratamos de ayudar a coordinar la movilización de esos tipos diferentes de cargamentos”, señaló la funcionaria durante un evento de seguridad nacional organizado por el Atlantic Council.

Wormuth agregó: “Otra cosa con la que podemos ayudar es con inteligencia sobre dónde pueden estar las amenazas para esos convoyes”.

La célula, que se diseñó con base en una estructura usada en Afganistán, es parte de un conjunto más amplio de células de coordinación operacionales y de inteligencia operadas por el Comando Europeo del Pentágono para acelerar la asistencia aliada a las tropas ucranianas. Por ejemplo, en la Base Aérea de Ramstein en Alemania, un equipo de la Fuerza Aérea y de la Guardia Aérea Nacional de Estados Unidos llamado Grey Wolf (lobo gris) brinda apoyo, incluyendo tácticas y técnicas, a la Fuerza Áerea ucraniana, declaró una persona de comunicación militar.

Los comandos no están en el frente de guerra con las tropas ucranianas, más bien asesoran desde el cuartel en otras partes del país o de manera remota mediante comunicaciones cifradas, según funcionarios estadounidenses y occidentales, quienes hablaron con la condición de mantener su anonimato al hablar sobre asuntos operacionales. Sin embargo, las señales de su logística, entrenamiento y apoyo de inteligencia furtivos son tangibles en el campo de batalla.

Diversos comandantes ucranianos de menor rango expresaron en fechas recientes su agradecimiento a Estados Unidos por la inteligencia obtenida a través de imágenes satelitales, las cuales pueden revisar en computadoras portátiles a tableta proporcionadas por los aliados. Las tabletas corren una aplicación de mapeo del campo de batalla que los ucranianos usan para fijar sus objetivos y atacar a las tropas rusas.

En una calle en Bajmut, una ciudad en la disputada región del Dombás en el este de Ucrania, un grupo de fuerzas de operaciones especiales ucraniano portaba parches con la bandera estadounidense en su equipo y estaban dotados con nuevos misiles tierra-aire portátiles, así como rifles de asalto belgas y estadounidenses.

Jonathan Braga, teniente general y comandante del Comando de Operaciones Especiales del Ejército de Estados Unidos, manifestó ante senadores en abril para describir la célula de planeación: “Lo que todavía no se ha revelado es la alianza internacional con las fuerzas de operaciones especiales de una multitud de países. Se han unido por completo para tener un impacto mucho mayor”, a fin de apoyar al Ejército y a las fuerzas especiales de Ucrania. Agentes de la CIA que operan en Ucrania se han concentrado en dirigir la inteligencia que el gobierno de Estados Unidos ha estado proporcionando al gobierno ucraniano. Gran parte de su labor ha sido en Kiev, la capital de Ucrania, según funcionarios actuales y anteriores.

Aunque el gobierno estadounidense no reconoce que la CIA opera en Ucrania o en ningún otro país, la presencia de sus agentes es comprensible para Rusia y otros servicios de inteligencia de todo el mundo.

No obstante, la experiencia de entrenamiento de la agencia es en operaciones de contrainsurgencia y contraterrorismo, afirman exfuncionarios de inteligencia. Lo que los ucranianos necesitan de inmediato es entrenamiento militar clásico sobre cómo usar artillería de misiles, como el Sistema de Misiles de Artillería de Alta Movilidad (HIMARS, por su sigla en inglés) y otro armamento sofisticado, aseguró Douglas Wise, un exvicedirector de la Agencia de Inteligencia de la Defensa y agente sénior retirado de la CIA. Funcionarios del Pentágono aseveran que un primer grupo de sesenta militares ucranianos ha sido entrenado en el uso de los sistemas y un segundo está en entrenamiento ahora en Alemania.

Mark Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, indicó que el entrenamiento ha comenzado de una manera “racional y deliberada”, ya que los ucranianos, que históricamente han usado los sistemas de la era soviética, aprenden la mecánica de las armas estadounidenses de más alta tecnología.

“No sirve de nada solo poner esos sistemas en el campo de batalla”, relató Milley a reporteros que viajaron con él en un vuelo reciente de regreso a Estados Unidos tras las reuniones con jefes militares europeos en Francia.

Después de una reunión en Bruselas este mes, Milley y líderes militares de casi cincuenta países se comprometieron a incrementar el flujo de artillería avanzada y otro tipo de armamento a Ucrania.

Milley precisó: “Todo eso conlleva un poco de tiempo y requiere una cantidad importante de esfuerzo”. Los militares estadounidenses necesitan de seis a ocho semanas para aprender a usar los sistemas, pero los ucranianos tienen un programa de aprendizaje intensivo de dos semanas, concluyó. Militares ucranianos en la ciudad recuperada de Novopil, el 25 de mayo de 2022. (Ivor Prickett/The New York Times) Una vivienda destruida en Moshchun, Ucrania, el 16 de junio de 2022. (Nicole Tung/The New York Times)