Argentina abre este lunes el cepo cambiario, como se denomina la engorrosa maraña de restricciones para comprar dólares que durante casi catorce años ha intentado, sin suerte, contener el apetito de los argentinos por la divisa estadounidense y que se volvió una pesadilla para el funcionamiento de la economía del país.
Tras los anuncios del presidente Javier Milei el pasado viernes, el dólar minorista abrió este lunes sobre los 1190 pesos argentinos, lo que implicó una suba del 8,4% en comparación con el viernes —cuando cerró a 1097 pesos argentinos—, según informó La Nación.
El dólar oficial mayorista, en tanto, abrió este lunes a 1170 pesos argentinos, un incremento del 8,5% en relación al cierre anterior.
“Hoy pudimos sacar la última espina que nos infligía un dolor profundo: nos deshicimos del cepo cambiario, una aberración que nunca debería haber existido”, dijo el presidente argentino, Javier Milei, al anunciar el pasado viernes el fin de la mayoría de las restricciones cambiarias.
Flotación de bandas
En el marco de esta medida, desde este lunes empezará a regir un nuevo régimen cambiario de flotación entre bandas en la cotización del dólar estadounidense en el mercado oficial.
De acuerdo con el nuevo esquema, el tipo de cambio flotará sin intervención del Banco Central mientras se encuentre entre los 1.100 y los 1.400 pesos por dólar.
Cada vez que el tipo de cambio opere por debajo del límite inferior de la banda, el Banco Central comprará dólares en el mercado para recuperar esa cotización mínima.
En sentido inverso, cada vez que el tipo de cambio opere por encima del límite superior de la banda, el Banco Central venderá dólares.
Dentro de la banda, se promoverá la flotación libre del tipo de cambio, aunque el Banco Central podrá considerar la compra de dólares en función de sus objetivos macroeconómicos y de acumulación de reservas, así como la venta de dólares para mitigar una eventual volatilidad inusual.
La historia del cepo
La génesis del “cepo” se remonta a octubre de 2011, cuando el entonces gobierno de Cristina Fernández (2007-2015) impuso las primeras restricciones para intentar contener la fuga de divisas.
Para comprar dólares en un banco, la operación debía ser antes autorizada por el fisco.
Con el correr de los años, el cepo se endureció: se restringió el acceso a divisas para viajes y transferencias al exterior, se aplicaron fuertes impuestos adicionales a las compras con tarjeta en el extranjero y se multiplicaron los requisitos para comprar dólares. Por ejemplo, los beneficiarios de ayudas sociales quedaron inhabilitados para adquirir divisas.
Finalmente, el monto máximo de compra por mes para aquellas personas que cumplieran los requisitos quedó reducido a 200 dólares, con la imposición de una tasa adicional del 30%.
Las empresas también sufrieron las restricciones: trabas para hacer transferencias al exterior y pagar importaciones, imposibilidad de girar utilidades a las casas matrices y tipos de cambio especiales para liquidar exportaciones, entre otras.
Las restricciones fueron un factor de distorsión en la economía, que desincentivó la inversión y la producción, complicó el comercio exterior y generó más especulación.
Tras su llegada a la Presidencia, a finales de 2015, Mauricio Macri levantó muchas de las restricciones, pero en 2019 —último año de su mandato— las restableció en medio de una fuerte fuga de capitales.
Los controles cambiarios se profundizaron durante el gobierno del peronista Alberto Fernández (2019-2023) y Milei llegó a la Presidencia a finales de 2023 tras una campaña basada en la promesa de acabar con el cepo, entre otras.
Con información de EFE.
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