Fernando Butazzoni estaba una noche muy tranquilo en su casa de la ciudad de Holguín, en la provincia de Oriente, Cuba, cuando llegó un patrullero a buscarlo. No era la primera vez que le sucedía algo por el estilo: en Uruguay había sido tupamaro -de hecho todavía lo era- y por eso sabía lo que era ser subido a los empujones a algún vehículo policial.
Pero esta vez, allá por 1979, la historia debía ser diferente: formaba parte de un grupo bastante numeroso de ex guerrilleros uruguayos que habían sido recibidos por el gobierno de La Habana en su desbandada. Y, efectivamente, era diferente: los policías lo condujeron sin capucha ni manos a la espalda al destacamento de la pequeña ciudad, donde lo aguardaba una importante comunicación telefónica con la capital: había ganado el premio Casa de las Américas por su libro de cuentos "Los días de nuestra sangre".
Ese fue el día en que Butazzoni se sintió escritor y pisó tierra firme, luego de años casi flotando en un aire invadido por el olor a pólvora. Desde entonces no ha parado de escribir, hasta su último trabajo publicado en este 2014, "Las cenizas del cóndor", que le insumió once años de investigación y paciencia narrativa y le valió el Bartolomé Hidalgo. Antes hubo 16 libros, varios guiones cinematográficos y una docena larga de premios.
Es católico apostólico romano y sus convicciones morales no solo no le impidieron involucrarse en la lucha armada en su país, sino que fueron el combustible que lo impulsó a la selva nicaragüense a fines de los 70, donde se puso el uniforme del Ejército Sandinista y disparó contra las tropas del dictador Anastasio Somoza.
"Su vida es una novela", le dijo hace poco un periodista chileno. "No, no es una novela", dice él, pero no rehúye a que lo caractericen como un aventurero. Claro que en los últimos años, producto de la faena del tiempo pero también de algunas revisiones internas, su aventura se moderó bastante. Fue director de Comunicación de la Intendencia de Montevideo durante la administración de Ricardo Ehrlich y fue el propio Ehrlich el que lo designó presidente del SODRE al comienzo de este período. Quizás su disparo más certero en ese lugar haya sido la firma que posibilitó poner a Julio Bocca al frente del ballet.
En una mañana de estas, café mediante, Butazzoni habló entre otras cosas de su militancia "si se quiere filosófica", de su último libro, de Nicaragua, de la izquierda de ayer y de hoy, del gobierno del FA, del papa, de Dios y de la revolución.
1) Se te conoce como escritor, periodista, guionista cinematográfico, ex presidente del SODRE, pero vos te definís como un militante.
Es como el cemento que pega todas las partes de uno. A veces en broma digo que soy como un electrón, que puedo estar y no estar, ser una cosa y ser otra. Pero hay un elemento que une todas las partes y termina por darle coherencia a una vida, que es ese. El otro día un periodista chileno me decía "su vida es una novela". Y en realidad no, no es una novela, es una vida un poco azarosa pero que tiene hilos conductores que yo aprecio mucho. Uno de esos hilos es la militancia, que no es una militancia partidista y ni siquiera ideológica. Es una militancia si se quiere filosófica, muy vinculada a valores y principios.
2) ¿Ese "cemento" es el que une el militante revolucionario de los 20 años con el ex presidente del SODRE, un señor que firmaba expedientes en una oficina?
El tiempo que fui presidente del SODRE lo viví como una etapa de militancia, y te diría que militancia bastante sacrificada. Hace unos años me apareció una enfermedad neurológica que me atormentó bastante y trabajar se me hacía muy cuesta arriba. Sin embargo me aguanté tres años en ese lugar porque yo pensaba que ahí estaba colaborando con un proyecto de país y de sociedad en el cual creía y creo. A eso yo le llamo militar.
"En Nicaragua participé en una guerra para sacar del poder a un tipo absolutamente despreciable" |
3) ¿Cuándo te diste cuenta de que eras escritor?
Yo vivía en una provincia de Cuba, en una ciudad muy pueblerina. Estaba casado y ya había escrito mucha cosa en la adolescencia, y ahí me pasaba mucho tiempo leyendo. Y empecé a escribir. Escribí una colección de cuentos, ocho o nueve, se los mostré a algunos amigos y me animaron a mandarlos a algún concurso. Los presenté en el premio Casa de las Américas, que en aquel momento era un premio de gran relevancia internacional. Y una noche, estando en casa en medio de un apagón -yo no tenía teléfono- viene un patrullero de la policía a buscarme, diciéndome que tenía una llamada muy importante desde La Habana en la estación de Policía. Fui pensando que era algo que tendría que ver con mi familia, de la cual estaba muy desconectado por razones obvias, y sin embargo era Orlando Castellanos, un viejo periodista de Radio Habana Cuba que me llamaba para hacerme un reportaje porque había ganado el premio Casa de las Américas. Ahí me di cuenta que no solo quería, sino que podía ser escritor. Así que tuve una gran suerte porque, probablemente, si no hubiera ganado ese premio, no hubiera seguido escribiendo.
4) Alguna vez has dicho: "La literatura me salvó la vida". ¿Qué quiere decir eso?
Y bueno, quiere decir que mi vida sin la literatura no la puedo concebir. Creo que pude construir una vida, una familia, pero no por lo material sino porque espiritualmente me dio la templanza para pasar por períodos muy difíciles de mi vida, con muchas angustias, mucha incertidumbre y mucha miseria material también, con dificultades para parar la olla. Y creo que la literatura fue un gran soporte, sobre todo mental. Me hizo reflexionar mucho, me llevó a conocer y tomar perspectiva sobre una serie de problemas. Creo que me hizo una mejor persona. Probablemente sin la literatura yo sería una bala perdida.
5) Hiciste una opción por la lucha armada siendo casi un chiquilín.
Sí, siempre digo que yo no era un tupa, era un tupita. Un adolescente perdido, esa es la verdad. No desde el punto de vista de sus ideas sino de su ubicación en el mundo, sin un GPS claro para su vida. Me integré al MLN con 17 años.
6) Y después peleaste en Nicaragua con el Frente Sandinista (FSLN). ¿Eras un aventurero?
Y sí, era bastante aventurero. Pero con una ética clara: no era la aventura de los deportes extremos sino una especie de mandato moral. Tomar el riesgo y correr la aventura porque sentía que estaba aportando a causas que lo merecían. En el caso de Nicaragua fue así: participé en una guerra para sacar del poder a un tipo absolutamente despreciable [N. de R.: se refiere al dictador Anastasio Somoza]. Un tipo que tenía -yo lo vi- una leonera en el fondo de su casa con leones, donde iban a parar algunos enemigos políticos de él. Un hombre que vivía en la opulencia más ridícula en medio de la miseria más espantosa. Y me enrolé en una organización que prometía la toma del poder y convocar a elecciones democráticas. Y el Frente Sandinista tomó el poder y convocó a elecciones, y luego de ganar las primeras, las siguientes las perdió. Y entregó el poder. Más allá de lo que puede haber pasado después y de lo patético que son algunas figuras como el propio Daniel Ortega, creo que aquella revolución fue una luz de esperanza para los nicaragüenses. Fue un momento clave en la historia latinoamericana y en la historia a secas. La derrota de Somoza se dio en los plazos que se dio porque hubo una gran ayuda exterior. Hubo una conspiración internacional contra Somoza en la que participó gente de todos los pelos políticos.
7) Hasta la CIA.
Hasta la CIA, por orden del presidente de Estados Unidos, que era Jimmy Carter.
8) ¿Cómo se dio esa conspiración, hasta donde tú pudiste saber?
Bueno, detalles no tengo. Sé que hubo acuerdos en los que uno ponía el transporte aéreo, otro ponía las armas, otro ponía sus aeropuertos para aterrizar, la CIA hacía la vista gorda para que esos movimientos se hicieran... Como en todo, Estados Unidos con un doble discurso: hacía eso por un lado y por otro le daba bombas de napalm a la fuerza aérea de Somoza. Bombas que nos tiraban a nosotros [se ríe].
"La vida en guerra es una mierda absoluta, una experiencia terrible que te diría no tiene nada rescatable" |
9) Y participaste directamente de esa experiencia desde el propio frente de batalla. Era casi una guerra convencional, ¿verdad?
Totalmente. El Frente Sandinista no tenía fuerzas suficientes como para avanzar en los distintos frentes que había abierto, pero la Guardia Nacional [de Somoza] tampoco tenía fuerzas como para aniquilar esos frentes abiertos por el sandinismo. Entonces terminaron cavando trincheras, unos de un lado y otros del otro. ¿Cuál era el problema? Que el Frente Sandinista no tenía artillería y, en una guerra convencional como esa, la artillería es fundamental para poder atacar las posiciones del enemigo, mientras que la Guardia Nacional tenía artillería, aviación, etcétera. De ahí es que viene mi participación con una tropa de artillería que tuvo la carga de los combates durante la etapa final de la guerra.
10) ¿Y qué sabías de eso, más que manejar un arma que supongo habrás aprendido por tu militancia tupamara?
Sí, pero yo me había preparado militarmente para eso en Cuba. Había hecho un curso de artillero. Te diría que sabía bastante. Me había preparado junto a un grupo de militantes para ir a pelear a Nicaragua. Y sabíamos bastante, éramos buenos combatientes, ordenados, disciplinados, sagaces.
11) ¿Cómo es la vida en guerra?
Una mierda. Una mierda absoluta, una experiencia terrible que te diría no tiene nada rescatable. [Piensa] A ver... tiene de rescatable la fraternidad que se establece entre compañeros, los otros soldados que están contigo.
12) Pero me imagino que con la convicción de que estabas haciendo algo justo y necesario.
Por supuesto. Pero para hacer algo justo y necesario atravesábamos ese inmenso pantano de mierda que es una guerra. Pero bueno, de ahí me quedaron hermanos y hermanas para toda la vida, gente que sigo teniendo hoy como referencia, con la cual no tenemos ni que hablarnos, nos vemos y ya sabemos todo el uno del otro.
13) ¿Estuviste en Managua el 19 de julio de 1979, cuando el ejército sandinista tomó la capital?
El 19 de julio por la noche llegamos. Estaba Managua a oscuras, no había electricidad, estaba lleno de cadáveres porque había habido combates hasta último momento. Ahí había habido una situación de vacío de poder, porque Somoza había huido y asumió un presidente interino que, de manera totalmente irracional, ordenó a sus tropas que siguieran combatiendo y los últimos dos o tres días fueron muy sangrientos. Después se produjo la desbandada y todo quedó como estaba: los adoquines de las calles levantados, casas destruidas por los bombardeos aéreos, porque las fuerzas de Somoza destruyeron buena parte de Managua bombardeándola, actuaron como un ejército invasor. Lo que recuerdo es que había un gran caos y nosotros teníamos un hambre que no podíamos más, hacía tres días que no comíamos nada, literalmente. Y ahí alguien apareció con una olla con un poco de frijoles y arroz y con una cuchara comimos como diez. Pero dormimos en paz, por primera vez en mucho tiempo.
14) Una paz que no duró mucho, porque después apareció "la contra". ¿Estuviste mucho tiempo en Nicaragua?
No, unos meses, hasta principios del 80. El de la "contra" fue un proceso que se fue incrementando, lo cual a mí me llevó a plantearme que el Frente Sandinista fue benévolo con los oficiales del ejército de Somoza. No hubo enjuiciamientos masivos, habrá habido veinte tipos presos, pero el grueso de la oficialidad quedó libre y la mayoría de ellos fue la que después armó la "contra" desde Honduras y desató una nueva guerra que yo cubrí como periodista años después. Eso me llevó a preguntarme si no fue un crimen haber dejado a esa gente en libertad.
15) ¿Conociste personalmente a Edén Pastora, el "Comandante Cero", un dirigente sandinista que después fue uno de los líderes de la "contra"?
Sí, lo conocí. Era una especie de actor de cine que había alcanzado la gloria mediática a partir del famoso copamiento del Palacio Nacional [que él dirigió como combatiente sandinista]. Pero después resultó un tipo medio payaso. Tampoco lo conocí mucho, él era el jefe del frente donde yo estaba y yo era un pinche oficial, pero me parece un hombre no excesivamente inteligente, muy audaz y muy amante de las cámaras. Creo que tenía un afán de protagonismo muy grande y en algún lugar soñó con ser parte de la junta de gobierno [que se instaló tras el triunfo sandinista], cuando en realidad en la junta de gobierno estaba el Frente Sandinista pero había también otros sectores.
"Y ahí alguien apareció con una olla con un poco de frijoles y arroz y con una cuchara comimos como diez" |
16) Hoy te definís como un liberal de izquierda, y has dicho que antes eras "más izquierdista y menos liberal". ¿Eso tiene que ver con la edad?
No. Yo creo que tiene que ver con un problema que tenemos en el mundo que es que la izquierda no ha generado un cuerpo teórico que nos permita entender la realidad social. La izquierda sigue o con viejos esquemas de análisis, mucho de los cuales están totalmente perimidos, o con ocurrencias. Pero creo que no ha habido un esfuerzo sostenido, teórico, para entender el mundo que se viene y tratar de construir una izquierda de acuerdo a ese mundo que se viene. No podemos seguir hablando del proletariado y de los obreros que salen de la fábrica llenos de hollín.
17) Pero la izquierda no habla de esas cosas.
Una izquierda no habla. Hay otra que sí.
18) Aquello de que "cuando me aprendí todas las respuestas me cambiaron las preguntas".
Exactamente. Entonces, soy liberal no en el sentido del liberalismo tradicional, sino en el sentido de que es bueno tener la cabeza abierta para ver si pueden surgir ideas interesantes para desarrollar. Yo ya no las voy a desarrollar, pero sí los jóvenes veinteañeros que hay hoy en América Latina muy entusiasmados con cambiar el mundo y hacer primero un mundo viable, que hoy no lo es, y segundo un lugar mejor. Se cae muy fácilmente en trampas discursivas que no conducen a ninguna parte, como por ejemplo el bolivarianismo.
19) En una entrevista que te hizo Ana Jerozolimski en este mismo portal hace unos meses decías que no puede haber proyecto político serio que piense en justicia, igualdad y solidaridad si no pasa primero por garantizar la libertad más absoluta de los individuos. Pero también escribiste en Brecha hace unos años un artículo titulado "Consumir y reventar", en el que decís: "Democratizar el consumo hacia arriba es una falacia insostenible". ¿Cómo se compatibiliza una cosa con la otra? ¿Cómo se garantiza la libertad más absoluta limitando el consumo?
Creo que el problema del hiperconsumo no está vinculado con la libertad sino con la viabilidad del planeta y sus habitantes. Creo que la libertad individual hay que garantizarla en todos los ámbitos, que cada persona tiene derecho a desarrollar su vida de acuerdo a sus convicciones o talante o lo que fuera. Pero también creo que hay una situación en el planeta que a todos nos tiene que interpelar. Por ejemplo, el tapizarlo de automóviles, como estamos haciendo.
20) ¿Evitar eso no supone limitar la libertad?
Creo que tendría que existir un mecanismo por el cual las personas accedieran a bienes de consumo en la medida en que esos bienes puedan sostenerse en el planeta. Siempre digo que si todos los seres humanos del planeta se limpiaran el culo con papel higiénico, no habría posibilidades de producir todo el papel que se necesitaría.
21) El mercado por el momento regula eso, porque hay gente que no puede comprar un papel higiénico.
Y hay gente que no puede cagar porque no come.
22) Pero si viviéramos en un mundo donde todos tuvieran esa necesidad básica satisfecha, necesariamente tendrías que limitar ese consumo de alguna manera.
Y bueno, se limitará.
23) ¿Y eso no es limitar la libertad?
No sé. Cuando yo circulo por una ciudad y hay una calle que está flechada en una dirección, esa flecha está limitando mi libertad: no puedo ir en la dirección contraria. Tiene que haber una armonía entre las libertades individuales y las posibilidades reales de vivir en sociedad.
24) A lo que quería ir es al viejo dilema igualdad - libertad, y a la posibilidad de que una condicione a la otra.
Yo no digo igualdad, lo que digo es prudencia. Esto que me estás planteando es parte de ese agujero teórico que mencionaba hoy. A mí me parece que la meta no debe ser la igualdad paradisíaca entre todos los individuos. La primera meta debe ser vivir en un planeta que pueda seguir sosteniendo la vida humana. Puede haber limitaciones que no afecten a la libertad sino que simplemente regulen la vida de los individuos en algunos aspectos.
"La izquierda sigue o con viejos esquemas de análisis, mucho de los cuales están totalmente perimidos, o con ocurrencias" |
25) Las grandes trasnacionales que dominan algunos mercados van a sentir que se afecta su libertad.
Es que son las que han torpedeado los acuerdos de Kioto sistemáticamente. Siempre me pregunto si esos grandes ejecutivos no tienen hijos o nietos, si no ven ese futuro ya cercano en el cual el planeta va a ser un lugar difícil para vivir. Ahora hay una señal positiva, se reunió Obama con el presidente chino y llegaron a ciertos acuerdos. Quiero verlo, pero es una señal positiva de que se puede empezar a tomar medidas.
26) ¿Este gobierno es tu gobierno?
Sí, totalmente. El programa del Frente Amplio es mi programa y, con todos los errores que se cometieron en sus dos gobiernos, creo que le gana por goleada a la gestión de los gobiernos democráticos anteriores.
27) ¿Cuáles son esos errores que mencionás?
Creo que de alguna manera la limitación de los recursos y la necesidad hicieron que se pusiera un énfasis muy fuerte en los sectores más desfavorecidos y se descuidara a la clase media. Y creo que es un error, porque la clase media tiene una potencialidad de modificar la realidad y de generación de modernidad muy importante. El problema es que la clase media creció, hay decenas de miles de personas que pasaron de la pobreza a la clase media, tienen su autito, su casa propia... ha habido un salto muy importante de una masa muy importante y hay otros sectores que se han visto postergados.
28) ¿Vos fuiste el que trajo a Julio Bocca al SODRE?
Sí. Él estaba viviendo acá hacía un año y yo sabía que quería hacer algo, había propuesto incluso anteriormente no sé a quién involucrarse con una compañía de ballet. Cuando me nombran presidente del SODRE, él me plantea la posibilidad de trabajar con la institución en un ballet y yo le redoblé la apuesta: "¿Por qué no te nombramos director del Ballet del SODRE?" Hicimos números, hablamos con el ministro y en un gesto que me pareció muy inteligente, Ricardo [Ehrlich] me dijo: "Vamos a hablar con el presidente". Fuimos a hablar con Mujica y le pareció una gran idea. El de Julio fue un gesto de gran solidaridad y de gran desprendimiento, incluso desde el punto de vista económico. Siempre digo que fue un motor fuera de borda en la gestión. Un hombre de gran humildad, de gran sentido común y un gran laburante.
29) ¿Muy caro?
No, al revés, muy generoso. Te diría que Julio Bocca gana en un fin de semana dando una clínica en Nueva York lo mismo que puede ganar en cinco o seis meses trabajando doce horas por día, como trabaja, en Montevideo.
30) Estuviste en el SODRE con Alberto Scavarelli. ¿Sos es el que lo convirtió a la izquierda?
[Se ríe] Nooo. Yo soy un gran amigo de él y creo que es un hombre de bien, un batllista recalcitrante, un liberal a ultranza, que tiene ideas muy claras y un gran político. Me alegró muchísimo cuando me llamó para decirme que iba a tener una reunión pública con Tabaré Vázquez y que estaba dispuesto a apoyarlo. Creo que es un tipo que realmente no pegaba mucho con el entorno político del Partido Colorado en estos últimos años.
31) Escribir "Las cenizas del cóndor", tu último libro, te llevó diez años. Cuando empezás semejante tarea, ¿tenés la historia completa en la cabeza?
No, en este caso no. En rigor fueron más de diez años, porque tomé un primer contacto con la historia en 2002 y lo terminé en 2013. Lo que pasa es que no estuve diez años sentado escribiendo. A veces pasé un año esperando que alguien que me había dicho que lo iba a pensar me contestara algo. Yo pensaba que era una historia casi periodística y breve, lo que pasa es que fui encontrando historias increíbles: desde la espía del KGB que estaba en Buenos Aires hasta el ministro de Perón que era agente del KGB, o hasta el príncipe italiano que era un operador clandestino de la OTAN. Todo eso yo pensaba que eran cuestiones de una fantasía, sin embargo me encontré con documentos oficiales: el senado italiano y el senado belga tienen carpetones de 800 páginas con investigaciones sobre esas historias. Me pareció que era poco ético contar la historia sin contextualizarla correctamente. Sobre todo porque he comprobado que hay muchos jóvenes que no tienen idea de lo que fue la dictadura o quién era Pinochet. Entonces contextualizar eso me llevó a investigar mucho y a descubrir cosas que, pese a que estaban en documentos, nadie les había dado mucha bolilla.
"La meta no debe ser la igualdad paradisíaca entre todos los individuos. Debe ser vivir en un planeta que pueda seguir sosteniendo la vida humana" |
32) También has contado que tuviste que bajarle el perfil a ciertos hechos reales porque no te iban a creer.
Sí, o porque se iba a armar un escándalo. Por ejemplo, que una destacadísima personalidad uruguaya, que ya murió, que vivía en Montevideo, era agente del KGB. Yo no puedo decir eso, no porque no tenga pruebas, sino porque se generaba un ruido que me parece que afectaba lo que yo quería contar, que no era que Fulano fue durante 30 años un agente soviético en Montevideo. Lo que yo quería contar era la historia del Plan Cóndor. No te voy a decir quién era [se ríe]. Ya murió y además era absolutamente insospechable.
33) ¿Toda la vida fuiste católico?
Sí. Bueno, tuve mis etapas de alejamiento, de bronca, de putear a Dios. Pero sí, soy de familia católica y lo fui toda la vida.
34) ¿Y qué es Dios?
Nosotros. Todos. Los que están alrededor mío.
35) Has estado en una guerra, has convivido con la muerte cercana, ¿qué hay después?
No lo sé, pero tampoco me preocupa demasiado.
36) ¿La idea de Dios no está asociada indisolublemente al después de la muerte?
No quiero entrar en profundidades teológicas. Hay un sector de la teología digamos que ha abundado en eso precisamente, pero hay otra corriente teológica que ve a Dios, a la vida, al paraíso, en el amor. El amor como una energía que no tiene barreras, que no es materia ni energía ni luz. Yo creo que eso es exactamente Dios. Ahora, hacer una descripción paisajística del después de la muerte no tiene ningún sentido. Y creo que obrar bien para tener un premio después en la vida eterna también es un concepto muy mezquino.
37) Un concepto muy ligado a la Iglesia Católica.
Fue muy ligado, sobre todo por el núcleo más conservador de la Iglesia. Creo que hay otro sector muy importante que plantea un poco lo que dice el Maestro Tabárez -no quiero que suene a falta de respeto-: "El camino es la recompensa". Dios está en nuestras vidas. Lo dice la propia Biblia: "No busques entre los muertos a quien está entre los vivos".
"Julio Bocca gana en un fin de semana dando una clínica en Nueva York lo mismo que en cinco o seis meses en Montevideo" |
38) ¿El papa está en esa sintonía?
Absolutamente. Pero yo me he equivocado con algún papa, me equivoqué con Ratzinger. Él fue el tipo más ultraconservador en materia teológica que yo he conocido, más aún que Juan Pablo II, y sin embargo realizó un acto profundamente revolucionario para la Iglesia -ese sí que hizo temblar las raíces de los árboles- que fue renunciar. El primer papa que renuncia en 700 años, abriendo a una concepción nueva del papado. Esa cruz que cargó Juan Pablo II en sus últimos años, prácticamente imposibilitado de moverse, con dolores horribles, Ratzinger dijo: "Esto puede no ser así". Y le abrió la puerta a la posibilidad de que el papa, como un gesto de renovación eclesial, renuncie y le dé paso un nuevo papa. Creo que Francisco hasta ahora ha sido muy importante en su gestualidad pastoral, creo también que ha tenido gestos de gobierno muy radicales y está haciendo lo que puede. Y como él dice: hay que rezar por él.
39) ¿Francisco es un revolucionario?
Se verá. No lo sé todavía.
40) ¿Y vos seguís siendo un revolucionario?
No, creo que me queda grande. En algún momento me consideré así, pero hoy soy más humilde. [Se ríe y agrega] Creo que soy un reformista.
Montevideo Portal / Gerardo Tagliaferro
Fotos: Manuel Lino
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