El fentanilo ya existe en Uruguay porque tiene uso médico. Es de los opioides más recetados, junto a la morfina, para calmar dolores.
“En todo caso, es bien probable que haya alguna persona que haya tenido un uso recreativo de la sustancia”, dice a Montevideo Portal Daniel Radío, secretario general de la Secretaría Nacional de Drogas.
Se trata de un opioide sintético, y es parte de la misma familia de drogas conocidas como el tramadol. La heroína, la oxicodina y la hidrocodona son semisintéticos, aunque todos provienen del opio.
La fama, o la moda actual de la droga, tiene origen a mediados de los 90, cuando el sistema de salud americano comenzó a recetar medicamentos llamados Oyxcontin o Roxicodone, que contenían oxicodona, una sustancia extremadamente adictiva.
Una vez retirado del mercado, tras escándalos por el ocultamiento de la adicción, por parte de las farmacéuticas que lo producían, los adictos permanecieron adictos. La búsqueda de un reemplazo viró hacia el consumo de heroína, pero a mitad de la década pasada llegó el fentanilo a cubrir esa demanda.
En 2022, tres cuartos de las muertes por sobredosis en Estados Unidos fueron causadas por el fentanilo. El año anterior, casi 70.000 personas murieron en ese país por sobredosis vinculada al medicamento, una cifra que se cuatriplicó en cinco años, según un informe del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) americano.
“Nosotros desaconsejamos el consumo de esa droga tajantemente porque la dosis de euforia y la dosis letal están muy cerca”, explica Radío. De hecho, se considera que entre los dos y tres miligramos de fentanilo es cantidad suficiente para alcanzar la sobredosis.
Para que una droga se vuelva epidémica en un país, hay tres factores a considerar: la sustancia, los individuos que consumen y la circunstancia. Radío dice que en Estados Unidos, donde la droga se ha vuelto problemática a nivel nacional, primero tuvo que llegar la oxicodona.
Debido al recetado del medicamento se generó una adicción masiva, incluso en usuarios que no necesariamente hubieran consumido opioides.
“La gente estaba adicta y no había disponibilidad de sustancia. Y eso condujo a que la gente saliera a buscar alternativas. La primera alternativa fue la heroína. Los narcos se dieron cuenta de que la heroína no les iba a rendir, y la empezaron a cortar con fentanilo. Ahí se instaló el problema en Estados Unidos, que persiste hasta nuestros días, pero esa circunstancia no se da en todos lados”, explica Radío.
El jerarca agrega que eso no salva a ningún país de una epidemia toxicológica, pero que en Uruguay, y en el resto del mundo, las circunstancias han sido otras. De hecho, países como España, que tienen consumo de fentanilo, no han visto las cifras mortales que ha visto Estados Unidos. “Entre otras cosas, porque en Europa hay disponibilidad de heroína, por lo que los narcos no han tenido la necesidad de mezclar fentanilo”, dice.
En 2021, según el informe de la Junta Internacional de Fiscalización de estupefacientes en España, se consumieron en ese país 124,6 kg de fentanilo, llegando al 11,8% del consumo mundial.
Hasta el momento, las autoridades son concientes de un intento de introducir el fentanilo de forma ilegal a Uruguay en 2017, cuando se lo detectó como adulterador de sellos LSD. “Luego, no hemos tenido noticias”, agrega Radío.
Uruguay cuenta con un sistema de alerta temprana (SAT) que coordina a todos los organismos involucrados al ingreso de sustancias, nuevas variedades o uso de las mismas. Participan organismos como el Instituto Técnico Forense (ITF), el Centro de Información y Asesoramiento Toxicológico (CIAT), el Ministerio del Interior, la Policía Científica, el Ministerio de Salud Pública o el Observatorio Uruguayo de Drogas.
“Cualquier información que haya vinculada al ingreso de una nueva sustancia, nuevas variedades de uso, o contaminación de sustancias, circula inmediatamente y se evalúa la posibilidad de emitir una alerta a la población”, explica el secretario general. Sucedió, por ejemplo, cuando a principios de 2022, en Argentina murieron 24 personas tras el consumo de una tanda de cocaína adulterada con carfentanilo.
“No nos pareció bueno que tomara tanto realce en los medios esta incautación sospechosa de fentanilo porque, para hablar de fentanilo, hay que confirmar, primero. Sino, se generan alarmas falsas”, comenta Radío.
Más allá de un sistema de alerta, Radío opina que Uruguay también tendría que tener políticas de gestión de riesgo y de daño. En otras palabras, está buscando tener más disponibilidad de naloxona, una sustancia de introducción nasal que evita la muerte en caso de crisis de sobredosis.
Según comentó el secretario general, por iniciativa del Ministerio de Salud Pública varios organismos tendrán reuniones de coordinación para pensar políticas de prevención.
Sobre la posibilidad de que, debido al consumo excesivo de fentanilo en América del Norte, haya un rebrote de consumo de cocaína en otros mercados como Uruguay, Radío declara que es poco probable que aquello suceda, porque los públicos del fentanilo y de la cocaína son distintos.
“El fentanilo es una sustancia que se usa para la analgesia, osea para calmar el dolor. Calma el dolor físico, pero también cambia el dolor espiritual. Lo que hace es que te saca de ambiente. La cocaína hace exactamente lo contrario, te pone híper activo. El que quiere buscar el efecto de la cocaína, no le va a servir el fentanilo y viceversa”, explica.
“Por eso es muy raro que esta última incautación fuera fentanilo”, dice en referencia a la droga incautada en San José en los primeros días de enero de 2024.