La familia de Milagros Chamarro, la joven de 30 años que se suicidó el pasado viernes 25 de octubre en la mutualista Casmu tras ser víctima de una violación grupal 15 años atrás, escribió un comunicado dirigido a la opinión pública con sus descargos.

“Entendemos la conmoción que ha generado el caso de Mili, por lo que podrán entender el dolor inconmensurable que estamos atravesando”, comienza la misiva, con fecha de este jueves 31 de octubre.

Tras esto, agradecen “las condolencias y muestras de cariño” de “amigos, compañeros de trabajo, conocidos, organizaciones sociales, colectivos feministas, redes de contención, y toda la población en general que se ha sensibilizado con todo lo vivido y padecido por Mili tanto en el momento en que se animó a hablar en público sobre su violación como también ahora con su suicidio”.

Luego, apuntan a que el “desenlace” de lo sucedido con la chica “es multicausal”. “Desde la violación, las trabas y el desamparo por parte del Sistema Judicial, y la enorme ineficiencia del Sistema de Salud que una y otra vez no contempla a la salud mental como una de las principales emergencias sociales de Uruguay”, detalla el comunicado.

“Milagros Chamorro pidió ayuda, a gritos, se la sostuvo en innumerables oportunidades a nivel familiar y con ayuda psicológica además de psiquiátrica. De todas formas, tuvo este trágico final”, apuntan.

La familia también manifestó que mantiene “la esperanza de que, al hacerse visible su caso, las personas que son víctimas de violación y las que necesitan atención a nivel de salud mental puedan ser escuchadas, contenidas y acompañadas por los sistemas judicial y de salud de Uruguay”.

En esta línea exhortan a “respetar su memoria”.

“Además de ser una trabajadora social que ayudaba a niños, personas sin hogar y mujeres víctimas de violencia de género, Mili fue una víctima de violación y de las inoperancias del Poder Judicial y también del sistema de salud”, expresa el documento y suma: “Principalmente [Milagros] fue una joven intrépida, inteligente, cariñosa y una divina hija, hermana, tía, cuñada, amiga y compañera”.

“De esa manera es que preferimos recordarla mientras intentamos rearmar nuestras vidas de la forma en que podemos”, añaden los familiares.

Asimismo, indican: “No buscamos justicia porque sabemos que en su caso no la hubo, no la hay y no la habrá. Nada nos la podrá devolver”. “A pesar de sentir una inmensa impotencia y tan profundo dolor, escribimos esto intentando apelar a su voluntad y para hacer honor a su causa, deseando desde lo más profundo que pueda ayudar a otras víctimas”, piden.

“No queremos transmitir un mensaje de odio y reproche; todo lo contrario, buscamos paz y esperanza”, finalizan.