Por Joaquín Symonds
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Los líderes históricos de la política uruguaya se han caracterizado por permanecer en el tiempo, dada su capacidad de dar calma en momentos de turbulencia e incentivar a sus compañeros cuando el desafío que se avecina es grande.
Carecer de esa guía implica riesgos para el resto o incluso la posibilidad de desaparecer del mapa político. El Partido Colorado, fundado en 1836, ha pasado por innumerables períodos de crisis y el factor común en todas ellas es que ha salido adelante.
Sin embargo, entre los colorados está instalada la sensación de haber tenido una singular mala suerte durante el último tiempo. En 2017, el por entonces senador y líder colorado Pedro Bordaberry anunció que no se presentaría a las elecciones de 2019 porque abandonaría la actividad política.
El diputado Felipe Schipani recordó a Montevideo Portal que, con el surgimiento de Bordaberry dentro del partido, el tema del liderazgo parecía estar solucionado. Si bien Bordaberry no había tenido números grandilocuentes en las dos elecciones nacionales en las que había sido candidato, sí marcaba una posición clara a la interna de su partido, por lo que había logrado ser el guía para muchos colorados. Aunque no deja de ser cierto que la vuelta de Bordaberry a la política aún puede concretarse, en 2017, sin mayores explicaciones, se retiró.
Algo similar sucedió con el exministro de Relaciones Exteriores y fundador de Ciudadanos, Ernesto Talvi. La salida de Talvi fue tan o más sorpresiva que la de Bordaberry. “Eso fue una crisis en serio, porque cuando se fue Ernesto el Partido Colorado era parte del gobierno y todo indicaba que Ciudadanos dejaría de existir”, consideró el colorado Andrés Ojeda.
Para muchos, Talvi representaba el “pepebatllismo” pero con una visión mucho más moderna de la política. Los números electorales para el excanciller no fueron malos, si se tiene en cuenta que anunció su precandidatura sobre finales de 2018 y se lanzó en una plataforma nueva como la de Ciudadanos, que según los detractores del talvismo tenía “aires refundacionales”.
El final de la historia ya es conocido. Unos meses después de asumir el mando de la Cancillería, Talvi publicó una carta donde anunciaba que dejaba la política activa y resumía sus argumentos en: “No es lo mío”. Otra vez, los colorados a la deriva.
Sin Talvi como titular de una secretaría de Estado, el partido empezó a tener la necesidad de potenciar el vínculo con el Poder Ejecutivo. A decir verdad, no había ningún interlocutor entre el presidente Luis Lacalle Pou y los colorados. Si bien el expresidente Julio María Sanguinetti había asumido un rol importante por su función de secretario general, no tiene ningún cargo en el gobierno.
Con esta necesidad se empezó a instalar la figura de Adrián Peña, quien había sido coordinador de la lista 600 de Talvi. Peña asumió la titularidad del nuevo Ministerio de Ambiente, reestableció un diálogo fluido con Lacalle y se transformó en alguien de referencia para el Partido Colorado.
Tal es así que cuando se divulgó el chat entre el subsecretario del Ministerio del Interior, Guillermo Maciel, y la exvicecanciller Carolina Ache, los colorados esperaron a que Peña regresara al país para decidir si mantenían o no el apoyo político.
El diputado Ope Pasquet valoró la visión “juvenil” que durante este tiempo le aportó Peña a la fuerza política, algo que funcionaba bien en combinación con la experiencia de Sanguinetti, quien a los 87 años sigue asumiendo un rol de liderazgo en filas coloradas.
La relativa calma para el Partido Colorado terminó cuando el semanario Búsqueda publicó que Peña no tenía el título de licenciado en Administración de Empresas, a pesar de que apareció en varias ocasiones como tal.
Si bien el mismo día el exministro salió aclarar que había culminado la carrera, lo cierto es que desde la Universidad Católica aseguraron que aún debe terminar uno de los cursos para obtener la licenciatura.
Con este panorama, Peña decidió dejar la titularidad de la cartera de Ambiente y dar un paso al costado de la política activa hasta culminar sus estudios. Una vez superada esa etapa, Peña volvería a ocupar su banca en el Senado, aunque no lo ha dicho públicamente.
“Si uno hace historia, el partido ha tenido muchas de estas crisis, pero lo cierto es que en el último tiempo una ha sido muy cerca de la otra”, reconoció Sanguinetti a Montevideo Portal. El dos veces presidente considera que, en parte, la subsistencia de los colorados es gracias a que él asumió un liderazgo interno.
“Era lo que debía hacer, de forma voluntaria y con el propósito de ser alguien activo para todos mis compañeros”, agregó. Por su parte, Pasquet hizo la salvedad de que Sanguinetti siempre “ha dado lugar” a que otros líderes más jóvenes puedan surgir, como por ejemplo en el caso de Talvi.
La esperanza en ellos
El Partido Colorado tiene dos chances de volver a tener un líder claro: que vuelva Bordaberry o que surja un candidato que reúna suficiente consenso, que se presente en las elecciones internas y que esté dispuesto a asumir este rol. Los nombres que aparecen en las conversaciones para 2024 son el del presidente de la ANEP, Robert Silva, y el titular de Antel, Gabriel Gurméndez.
“Hay que terminar con la electoralitis en este país”, sostuvo Ojeda, aunque los colorados saben que ya deben pensar en el año electoral si es que pretenden un relativo éxito.
Sanguinetti, por su parte, entiende que hay que mirar más a la juventud del partido. Pasquet y Schipani consideran lo mismo, aunque confían en que las internas del año que viene arrojen un nombre claro. “No podemos sobrecargar a los jóvenes con todo, pero sí integrarlos al partido”, agregó Pasquet.
Ni Gurméndez ni Silva confirmaron sus intenciones de ser candidatos —por sus cargos, ambos están impedidos de hacer política partidaria—, aunque el jerarca de Antel ha dicho en algunos ámbitos informales que tiene intenciones de postularse. Su cargo no está condicionado a acuerdos políticos, dado que fue el propio Lacalle quien lo llamó para que dejara la actividad privada y pasara a la pública.
Fuentes coloradas manifestaron a Montevideo Portal que el hecho de que no tenga “compromisos políticos” hace que pueda “jugar un poco más libre”. Algunos ven en él un posible retorno del “jorgebatllismo” al Partido Colorado”, dado que Gurméndez hizo su vida política junto al expresidente Jorge Batlle.
La personalidad del presidente de Antel ilusiona a varios colorados, que le ven un perfil de líder. Esto ha llevado a que, en las conversaciones con otros dirigentes políticos, fuera inevitable la pregunta: “¿Vas a ir a o no?”. La respuesta formal, hasta ahora, ha sido: “Son momentos de gestión”.
Con respecto a la candidatura de Silva, la mayor traba es la reforma educativa que se comenzará a aplicar a partir de marzo. Si el jerarca decidiera postular su nombre, tendría que dejar la conducción de los cambios antes de tiempo, algo que él no querría, según dijeron fuentes de la educación.
Si bien es una posibilidad real que Silva sea un candidato a la interna colorada, hoy en día es una incógnita que está muy atada a los resultados que obtenga el nuevo plan para la educación que dispuso el gobierno.
Ya está muerto
Ante esta crisis, el exdirigente colorado José Pablo Franzini Batlle salió esta semana en los medios con un diagnóstico lapidario de la realidad de su anterior fuerza política, cuestionando su falta de “dignidad”.
En diálogo con Montevideo Portal, Franzini Batlle sentenció que “el partido es un difunto”. De acuerdo con su visión, es imposible que la “fuerza política vuelva a ser lo que era antes porque está cada vez más pegada al Partido Nacional”.
“Hoy en día es todo lo mismo. Si bien el partido es gobierno, la realidad es que tiene una participación minoritaria”, agregó. Para Franzini Batlle, Sanguinetti llegó en “el momento justo” porque “nadie puede oponerse a un dos veces presidente”.
“Yo tengo muchas discrepancias con él. Me parece un tipo amoral y que no le importa nada, pero hay que reconocer que tuvo las agallas para agarrar un fierro caliente en el peor momento”, valoró.
No va a desaparecer
El politólogo Adolfo Garcé coincide con Sanguinetti en que las crisis pasan, pero los partidos políticos quedan. En ese sentido, presentó algunos argumentos de por qué entiende que la fuerza política seguirá adelante.
El primero es histórico: “El Partido Colorado tiene un ADN de gobierno. Ha gobernado por más de 100 años y en el siglo XX fue electo en casi todos los períodos”. La segunda razón que esgrimió Garcé es de orden institucional, ya que la fuerza política cumple actualmente una posición relevante dentro del gobierno.
A modo de ejemplo, Isaac Alfie está al frente de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto. Lo mismo sucede con Nicolás Albertoni, quien asumió la subsecretaría del Ministerio de Relaciones Exteriores tras la salida de Ache.
El tercer argumento de Garcé se basa en una posible vuelta de Bordaberry a la política. El politólogo considera que, si eso sucediera, los colorados podrían crecer a costa de votos de blancos y cabildantes.
Sobre la vuelta del exlíder, Sanguinetti prefirió no explayarse y resumió: “Solo el tiempo puede darnos un líder. Mientras tanto, el partido seguirá adelante”.
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