Más de 350 militares fueron recluidos por oponerse al proceso. Algunos resistieron pasivamente, otros tuvieron una participación más activa. Pero en todos los casos partían de la misma base: la fidelidad al juramento de “respetar y defender a la República, su honor, su Constitución, sus leyes y sus instituciones democráticas”.
Varios oficiales y suboficiales estuvieron presos en condiciones indignas. Sus colegas de armas dispusieron que fueran tratados “como subversivos”. Despojados de sus cargos, estuvieron entre los últimos presos políticos en salir de la cárcel y debieron esperar más de 20 años para que el Estado los rehabilitara e indemnizara por la persecución sufrida.
Uno de ellos fue el general Pedro Aguerre Albano, quien fue recluido en 1972, antes del golpe de Estado, y recuperó la libertad en 1985, cuando la dictadura ya había finalizado.
“Fue una carrera larga”, recordó el militar en declaraciones hechas en 2016 durante la presentación del libro Los militares antigolpistas, obra que lo cuenta entre sus protagonistas.
En esa ocasión, subrayó que la resistencia comenzó para algunos en 1964, “viendo el avance de las ideas golpistas y la influencia de los yanquis sobre el destino de nuestra democracia”.
Aguerre subrayaba la necesidad de considerar como obligación de todo oficial “lo mismo que se exige al simple soldado cuando se hace cargo del puesto de centinela: el puesto se defiende a fuego y bayoneta hasta perder la vida”.
Por esa razón, le resultaba incomprensible la deriva golpista de sus compañeros de armas. “No comprendo entonces cómo unos militares traicionaron su palabra y a la historia del Ejército Artiguista”, reflexionaba.
“Todos fuimos uno: oficiales generales y soldados, apoyando a las instituciones”, dijo entonces Aguerre, recordando que en la Ley de Instrucción Militar 9943 “están los principios: defensa del territorio, de las instituciones y del bienestar de los habitantes del país”, dijo en la ocasión.
Aguerre integró, siendo Mayor, la corriente constitucionalista 1815, impulsada a partir de 1964 por el coronel Pedro Montañez para enfrentar el creciente proceso de desnacionalización del Ejército y los insistentes rumores de golpes de Estado de distinto signo que pautaron la década.
En los años 70, Aguerre formó parte del Comando Operativo organizado por el Frente Amplio ante el golpe de Estado sobre el que ya se rumoreaba, y la posible intervención extranjera si las elecciones nacionales de 1971 daban el triunfo a la fuerza de izquierda.
Aguerre y Montañez fueron detenidos en 1972 y, tras un breve período de libertad, en 1976 marcharon nuevamente a prisión, junto a un grupo de militares demócratas que corrieron su misma suerte.
Privados de libertad, fueron tratados con violencia por sus camaradas de armas golpistas en el centro clandestino de Punta Gorda, en la Cárcel Central de la Jefatura de Policía de Montevideo y en Punta Carretas.
Sobre su experiencia, publicó en 2012 el libro Hermano, trabajaremos de presos.
El deceso de Aguerre, de 95 años, fue comunicado por la Asociación de Expresos políticos del Uruguay (Crysol), que lo recordó como “militar patriota que se opuso al golpe de estado y la dictadura cívico militar”.
Aguerre será velado hasta el mediodía en la empresa Forestier Pose (sala 106), y sus restos se inhumarán luego en el panteón de la Asociación Española, en el Cementerio del Buceo.
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