Lo que sigue es la tercera parte de la entrevista con Gabriel Farías en la cárcel de Piedra de los Indios, en Colonia. Primera parte - Segunda parte.

"Pasé la noche en un calabozo de hormigón todo mojado de tres por dos, sin luz, ni baño, una mugre. Estaba solo, no había nadie detenido ese día. En la celda no tenía muchas ganas de pensar, pero me parecía extraño que no hubiera nadie conmigo, porque si hubieran detenido a más como me habían dicho los policías, yo los hubiera escuchado conversar. Yo preguntaba por Mary y por los demás detenidos, porque supuestamente cuando le hacen el allanamiento a Mary y después me agarran a mí, ella fue detenida en la seccional, pero yo nunca la vi. Me dormí tarde, pero me dormí, sin frazada porque el comisario de la seccional dijo que no me dieran. A la noche llamé para ver si me podían traer agua y un policía me trajo una botella toda sucia que al final no pude tomar. Me desperté temprano, como a las cinco o seis de la mañana porque ahí las guardias cambian cada seis horas, y entonces van al patio a charlar, fumar y armar relajo. Ellos estaban hablando de una custodia que tenían que hacer para un partido de fútbol de la Libertadores, me acuerdo que era entre un cuadro uruguayo y uno argentino.

Al otro día me mandan a buscar para declarar con ellos, ahí me decían que lo que me convenía era declarar en contra de Mary, que los que procesaban o dejaban de procesar eran ellos y que esta vez iba a salir. En la seccional me tomaron un acta, yo creo que era una carilla y cuando llegué al Juzgado dije que yo no quería ratificar esa declaración porque la había hecho bajo presión. Como al mediodía me llevan al juzgado de Bartolomé Mitre en una camioneta policial, yo estaba con un pantalón azul deportivo y la campera del equipo. Cuando salgo de la tercera varios medios me sacan fotos a pesar de que era primario. Al llegar al juzgado un policía me baja del auto y me pide que ponga las manos para atrás por la prensa, porque sino me tienen que esposar. Nunca pensé en salir corriendo, a pesar de que tuve muchas oportunidades porque cuando estábamos esperando la camioneta en la tercera yo estaba con el custodia y sin esposas, podía haber salido corriendo por esa calle que es muy transitada. Llegué al juzgado por unos ascensores viejos y fui a un carcelaje, que son como celdas, en las que hay otros presos y esperé como tres horas a que me llamaran.

Yo me sentía diferente por la causa, pero cuando vos estás detenido las otras personas están en la misma; sin comer, sin bañarse, siendo maltratados por todo el mundo. Las personas siempre te daban para adelante y te decían que ibas a salir, me acuerdo que estuve con una gente que exportaba droga en botellas de vino, estuve con la hermana, la mujer y el tipo que hacía eso, entonces conversamos porque ahí esperar es aburrido, entonces te ponés a conversar. Yo hasta ese momento no tenía abogado, porque ni siquiera tenía el teléfono con los números de los abogados, me atendía la Dra. Teresita Domínguez que era la defensora de oficio. Me llevaron a unas casillitas de madera, donde se toman las declaraciones. Después me llevaron hasta una salita ahí volví a ver a Mary que me miraba y se reía. Yo decía que cuando fui de vacaciones a Bella Unión estuve en su casa y ella decía que ella prácticamente no me conocía, que me había visto un par de veces nomás, y me habían incautado cosas en su casa.

El careo es una cosa ordenada, vos le hablás a la fiscal y la fiscal te dice: "Mary dice tal cosa y usted dice tal otra, cuente un poco más". Cuando me reconoce el muchacho de la estación de servicio en la que cargué la nafta del segundo auto alquilado, yo le estaba viendo la cara y me dicen:"él te reconoce como el que fuiste a cargar nafta a la estación ¿vos qué tenés que decir?" y yo decía "yo no fui". El juez le pide que se pare y que le asegure que fui yo, y él dice que sí, mientras yo le hacía señas de que no con la cabeza. Cuando me llama la actuaria me dice que el juez resolvió procesarme sin prisión, que tengo que constituir un domicilio y quedarme ahí. Firmé la caución juratoria y me trasladaron de vuelta a la seccional tercera. De ahí me llevaron a hacer una ficha de procesado sin prisión a la policía técnica y yo les dije que me dejaran ahí, pero no quisieron, la orden era que vuelva a la seccional y desde ahí me liberaran. La estrategia es así, la policía cuando quiere sacarte información, lleva al primer juez poca evidencia, para que el juez te procese sin prisión o no te procese, entonces después, si vos no les das información, caen con toda la prueba en otro juzgado y ahí sí te dan con todo.

Ellos se habían comprometido conmigo a que yo esa vez iba sin prisión, entonces llevaron solamente lo de Bella Unión, lo de la estación y una denuncia por un uniforme de Suat. Cuando a mí me aprehenden, yo tenía un bolsito con mis cosas, el termo el mate y mil dólares en la billetera, 600 en billetes de 100 dólares y el resto en pesos, lo tenían en la billetera adentro de una mochila negra. El pelado que aparece en la foto de Montevideo Portal es el guardia interno, que le preguntó al sub comisario si la plata la ponían en los valores o quedaba como incautada y esa plata desapareció, no está en el acta de incautación, me la robaron y lo puedo denunciar públicamente porque lo voy a hacer a nivel judicial, igual que otras cosas que incautaron en la casa de Mary que no están en el acta. Cuando me liberan en la seccional tercera, me fui caminando porque no tenía un peso, llegué hasta una Iglesia Evangelista, que queda enfrente a la radio Montecarlo. Apenas entré una mujer me dice: "¿Quiere escuchar un rato la reunión?", yo le dije que no: "Usted sabe que me robaron y necesitaría hacer una llamada". La mujer interrumpió la reunión y le preguntó al pastor. Cuando me dijeron que sí, llamé a papá y le pedí que me mandara plata para el pasaje que iba para ahí. Me fui caminando hasta Tres Cruces, retiré la plata y compré el pasaje. Mi padre ya se había enterado por la tele a las siete de la tarde, él no tenía idea en qué andaba.

Fue una falta grave de los medios, porque la gente me podía individualizar por la calle, cualquiera podía decir "mirá ése es el médico trucho, que salió en la tele hace un rato". Cuando me enteré que salió por la prensa dije "ta, el trabajo olvídalo, lo máximo una mano de algún compañero". Yo cuando llamé a mi viejo no sabía que él sabía, le dije que me habían robado y que necesitaba la plata: "tengo que cortar porque es larga distancia, necesito plata para irme en el ómnibus de las nueve". Yo no me di cuenta que mi viejo sabía, me enteré cuando llegué a Rosario. Ahí me preguntó como habían sido las cosas y qué era lo que yo había hecho realmente, yo le conté por arriba, porque quería comer, bañarme y acostarme, yo no sentía que le había fallado a mi viejo. Lo que hice fue como jugar con ciertas cosas, con la seguridad, con el Estado, hay otros delitos que son mucho más graves. Yo ahora le escribo a mis amigos, y me dicen que hablan con otros amigos y no creen que yo sea un delincuente, vivimos en una sociedad que muy hipócrita, que le gusta marcar la diferencia entre la gente que supuestamente es honrada y la gente que no, entonces vos caes preso, así sea por un accidente de tránsito, y la gente ya no te saluda. En mi caso no pasó eso porque cuando yo volví a Rosario la gente me saludaba, no me sentí discriminado por haber hecho lo que hice. Tampoco sentí que mi viejo me admirara, porque en realidad mi familia fue siempre la única que nunca me subestimó; si yo aparezco con un cohete enfrente a casa no es raro porque soy yo. Tenía documentación para viajar, podría haberle pedido plata a mi hermano y tomarme el barco en Colonia, yo donde esté se que voy a conseguir trabajo, un lugar para vivir. Sabia que seguía la investigación policial y que el próximo procesamiento sería con prisión. Yo hacía unos meses que no me quedaba en casa.

Era raro volver a caminar en Rosario y dejar atrás como un murmullo que no era malicioso. Yo salía a propósito a pasear la perra, para ver qué repercusión tenía y lo gracioso es que todos me preguntaban cómo andaba pero nadie se animó a preguntarme sobre lo que habían visto en la tele. Me quedé porque pensé que cada uno iba a pagar lo suyo. A mí delitos económicos y el departamento de investigación de la seccional 3 me estuvieron buscando un año y medio y no me encontraron. Estuve cinco o seis días en Rosario. Una noche estábamos viendo tele con papá y yo siento el ruido de un coche, abro la ventana y veo una camioneta blanca, de las Nissan: "A su servicio" decía en la parte de atrás". Entonces se baja un personaje de Rosario, Cecilio Silva y me grita: "Salí Farías, soy yo, Cecilio Silva" y yo me reía y le preguntaba "¿Quién sos?" porque sos Cecilio Silva y no el presidente de la República. "Te venimos a buscar porque tenemos una orden", "bueno mostrame la orden, pero igual no voy a salir, esta noche voy a dormir acá, porque vos de noche no podés entrar". Se fueron y volvieron al rato y me dijeron, "mirá, hablamos con la abogada Margarita, y nos dijo que te entregaras", "mentira, no creo que Margarita haya dicho eso", entonces me dijeron que me iban a dejar un custodia en la puerta. Yo desde adentro podía controlar si había algún policía y papá salía a dar una vuelta a ver si veía a alguien. Yo si quisiera me podría haber ido porque irse de acá es lo más fácil que hay, pero no me quiero ir porque si yo me voy o me hubiese ido antes, tendría que huir todo el tiempo porque el delito ese prescribe como a los 25 años.

Papá fue a comprarme cosas para comer y me dio plata yo me llevé un flancito para comer en la tercera. Como a las once da la mañana, me trasladan de Rosario a Montevideo en un Fiat Uno de la seccional tercera, iba manejando el subcomisario Ducre, otro subcomisario al lado y otro policía que era el custodio mío. Yo fui todo el viaje esposado. El subcomisario Rafael Ayala salió diciendo en la prensa que por una fuerte investigación de la seccional segunda de Rosario me habían capturado, yo no entiendo porque salió a sacarse el cártel con mi detención. Hay que darle también un poco de protagonismo a la policía del Interior, así que si quieren creer que ellos me capturaron que lo crean. A Ayala lo conozco porque la madre fue maestra mía y el hermano fue compañero de clase durante todo el Colegio. Yo me presento a las cuatro de la mañana a la seccional 2 con mi padre, se fijan en el libro de novedades y me dicen que acá no hay nada, que me vaya y cualquier cosa me iban a buscar, y cuando ya estábamos como a una cuadra viene corriendo el policía, Omar Peña, y me dice "vos sabés que llamamos y sí hay una orden de captura quedate un rato más" y me quedo sentado frente al mostrador. Yo estuve de cuatro a nueve de la mañana entrando y saliendo de la comisaría, hasta que llega la orden del juez de Rosario y ahí sí me llevan al calabozo.

En el viaje a Montevideo, Ducré me venía diciendo en el camino que ahora tenían de todo, y yo le decía que lo iba a denunciar porque me había pegado, entonces él me respondía que me la iba a hacer peor, que iba a buscar a todos los damnificados y que les iba a hacer firmar la denuncia en la casa, para que no tengan que molestarse yendo a la seccional. Cuando llegué a la tercera me decían ¿cómo no te fuiste? nosotros ya pensábamos que estabas en Brasil, nunca esperaron que yo me fuera a presentar de vuelta en la seccional. Al final ahí estuve muy poco tiempo y no pudieron hacerme nada, porque enseguida me llevaron al juzgado para hacer los reconocimientos. Me entraron por la puerta principal, cuando se supone que te tienen que entrar por la puerta de atrás, para que vos no veas a los damnificados que están esperando y me vieron pasar ahí esposado. Ponen un cartón verde que dice Poder Judicial en el carcelaje, con una mirilla para que alguien mire del otro lado, entonces paran gente en línea y la persona del otro lado de la puerta reconoce. La ventanita es chiquita tendrá quince por treinta, pero vos ves a la otra persona porque el vidrio es medio espejado pero se ve quién te está reconociendo. Te ponen dos o tres personas y te hacen cambiar de posición para que la gente no pueda arreglar, pero los otros no se parecían en nada a mí. Los reconocimientos no tuvieron sentido, deberían de haberse impugnado, porque como salí en la tele cualquiera me podría haber reconocido. Cualquiera podría haber dicho, "Sí este me operó la cara, me hizo una cirugía estética y salió mal". Al otro día me dijeron que estaba procesado con prisión, me acuerdo que un funcionario me dijo lo más probable que vayas con prisión , yo ya me lo esperaba, pero pensaba que había más personas detenidas. Entonces me llevaron a Cárcel Central y me dejaron en una reja con otros que también iban a Comcar al otro día.

A Comcar te llevan en un ómnibus cerrado, que es como un bunker, con un patrullero con la sirena abierta, éramos 18. Cuando llego a Cárcel Central ya me reconocieron como el doctorcito, y hasta el día de hoy me dicen así. Me tuvieron una hora y media con las manos contra la pared y las piernas separadas en un patio interno, eso ya es el primer síntoma de lo que va a venir después, no tiene sentido, cuando vos ya estás procesado con prisión no se justifica ese trato. Hasta el comisionado parlamentario se queja de eso, me acuerdo que yo estaba en el medio de la pared, y uno tenía la rodilla reventada porque se había caído de la moto cuando lo estaba persiguiendo la policía, se dio vuelta y pidió para sentarse, vino un policía de atrás y le empezó a pegar en las costillas y en las piernas, le dieron una paliza bárbara. Yo por más que me estuviera muriendo no iba a sacar las manos de la pared ni iba a pedir para hablar, porque sabía que me iban a dar también. Al entrar al módulo yo no conocía a nadie, pero todo el mundo me conocía a mí, entonces me preguntaron si quería tabaco o agua, caí bien dentro del módulo, yo no sabía lo que era una cárcel, era totalmente ignorante, yo venía como escondiéndome atrás de los otros que eran más grandes que yo. Éramos cinco en la celda, me llevó el llavero hasta la puerta, yo me bañé y puse mi ropa en remojo y empezó a caer gente de otras celdas a preguntarme cómo había caído. Eso fue un viernes, papá se fue de Rosario a la tercera, en ómnibus pero nunca lo pude ver, porque cuando él llegó a la tercera yo ya estaba en el juzgado y cuando llegó al juzgado a mí me habían llevado a Cárcel Central.

En Comcar me levantaba a la mañana y después podía salir al patio o a la biblioteca, me acuerdo que leí un libro que se llamaba La Casa del Gigante, una historia real de un chico que fue el más alto del mundo, lo tengo acá, me lo traje, también iba los miércoles a las reuniones de la Iglesia Católica, porque yo toda la formación que tuve fue católica. Era una rutina como la de tu casa, lo único que llegaba la hora de irte y no te podías ir. Con los compañeros siempre hablábamos de causas y nos asesorábamos entre nosotros. Yo me encontraba con gente que no sabía ni leer ni escribir, entonces yo iba con mi léxico no tan malo y no me entendían un carajo. Tuve que aprender a hacerme entender. La cárcel es una universidad de mafiosos, del lado de adentro y del lado de afuera, yo veía como el director Pereyra Cuadra salía de la cárcel con medias reses en una Chevrolet S 10 y la comida en Comcar era un vómito de gato. (Nota de redacción: Pereyra Cuadra no tiene ninguna denuncia realizada constatada durante su gestión como director de COMCAR) Yo me enfrenté a los problemas de Comcar y estuve dos semanas en una celda encerrado, sin visitas, sin derecho a llamada ni recreos por disposición del comisario Hunderson que era jefe de reclusión. Yo solicité que le proporcionaran jabones y colchones a los que no tenían visitas y me calificaron de complicador y me llevaron a esa celda. Antes me agarró el sub comisario De Ávila y me preguntó: "¿Usted tiene colchón?" , "Sí tengo" , "¿Usted tiene con qué taparse?" , "Sí tengo" , "entonces no pida para los demás haga la individual y cuando tenga que irse váyase pero no jodas más". En un momento llegan a esa celda y me dicen: "Farías, apronte sus cosas que será trasladado a cárcel de Colonia", yo llamé a Papá y le avisé, pero papá ya sabía. Cuando llegué acá fue mucho mejor, no ver guardia perimetral, ni soldados apuntándote, ver que tenés un parque.


Hace unas semanas pasó la revista por acá (La revista de los ministros de Justicia que pueden conceder liberaciones) acondicionan la cárcel para que vengan los ministros, es una actividad de corte meramente discursivo, la revista es un invento, yo vi a dos ministros discutiendo los casos, se sientan ahí con tu abogado, te dicen la pena estimada y los atenuantes o agravantes. Yo había lavado ropa el día anterior porque no tenía que ponerme y me fui con un pantalón mojado porque no se había terminado de secar. Vino el ministro Rodríguez Caorsi y otro ministro se sentaron a una mesa a tres pasos de mí, con un cartel que dice Suprema Corte de Justicia . Mi abogado hizo los descargos que eran aceptables, porque lo que estaba diciendo era verdad: no es productivo que yo esté preso, no es productivo que yo pase mucho más tiempo en prisión porque no genero ningún beneficio en la cárcel. Uno de los ministros dijo que había que darme una gracia porque mucho más tiempo que este no iba a estar, pero no me sacaron porque el presidente de la mesa, que era Rodríguez Caorsi no hizo lugar por lo que iba a decir la prensa, pero la prensa no está acá presa conmigo. ¿Cuándo voy a salir? ¿Cuándo la prensa se olvide de lo que hice? Yo tenía compromiso de trabajo escrito, si yo salía el lunes ya estaba trabajando con un veterinario amigo, que se había comprometido por escrito a darme trabajo ocho horas de lunes a sábados. Ahora estoy acá ocupando un lugar en el espacio, no sirvo para nada, no me regenero porque nadie se rehabilita en una cárcel uruguaya. Estoy consumiendo luz, agua, generándole un gasto al Estado en perjuicio de estar afuera haciendo mi vida."

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