“Catar es el país más influyente del Medio Oriente”, afirma Mordechai Kedar, especialista israelí doctorado en estudios árabes por la Universidad Bar-Ilan, de la que también es profesor. Kedar ha dedicado años a investigar el islam y sus movimientos, los temas de género en el islam, los medios de comunicación árabes, así como la cultura popular, la concepción de Estado y la sociedad del mundo árabe.
La influencia del anfitrión del Mundial se explica, de acuerdo con el experto, por dos elementos: el dinero —proveniente, en buena medida, de su riqueza en petróleo y gas natural— y Al Jazeera, el conglomerado de medios fundado por el gobierno de Catar en 1996.
“Al Jazeera no es solo una agencia de noticias. Es una agencia contra Israel, Occidente y cualquiera que no acepte la hegemonía de Catar en el Medio Oriente”, lanza Kedar, que en paralelo a sus estudios académicos sirvió durante 25 años en el área de inteligencia militar de las Fuerzas de Defensa de Israel.
A pocos días del comienzo del campeonato de fútbol más importante, cuando los periodistas ya comprueban in situ su cultivado esplendor, Kedar pone sobre la mesa los aspectos más oscuros de este país. “Catar promueve el yihadismo a través de su apoyo financiero a grupos radicales, y a través de Al Jazeera. Hemos visto influencia negativa de Catar en Egipto y Arabia Saudita. Catar ha comprado el Mundial de fútbol de la misma forma que ha comprado todo tipo de cosas. La influencia es a través del dinero”, dice.
Esta acusación sobre la compra a través de sobornos para la organización del Mundial de fútbol aparece en la última serie de Netflix sobre la FIFA y su dirigencia bajo los mandatos de João Havelange y Joseph Blatter, Los entresijos de la FIFA.
Un ejemplo, dice, es la publicidad de Qatar Airways en la camiseta de Boca, el club argentino. ¿La intención? “Hacer parecer a Catar como un buen país. Lavar el feo rostro de Catar. Darle buena prensa”. El concepto de comprar corazones con dinero se conoce en árabe como dawa.
“Temo que Catar compra desde gobiernos hasta universidades, [pasando por] políticos, periodistas, fiscales, abogados: hablan a favor de Catar en el marco del Mundial y no hablan de lo otro. El modus operandi catarí es comprar gente donde sea y como sea. Compran todo lo que se mueve”, asegura, aunque se excusa de hacer señalamientos concretos, ya que es “competencia de la policía”, dice.
“Han logrado callar la voz de personas que critican los derechos humanos. Extranjeros que han preparado Catar para el Mundial construyendo estadios, piscinas, hoteles… miles han muerto por el calor; se habla muy poco de esto”, insiste.
Y agrega: “El problema es que nadie en el mundo llama al orden a Catar”. Reconoce que, desde Israel, donde él vive, tampoco se hace suficiente. Asegura que Catar “esponsorea” al grupo terrorista Hamas —paga los “sueldos” de sus miembros— y que Israel ha permitido el pasaje de dinero.
¿Qué quiere proyectar Catar en Medio Oriente? “Hegemonía, hegemonía y hegemonía”, responde el especialista con elocuencia. “En Medio Oriente, la cima del poder es el control de los demás. No es como Occidente. Ese es el mayor deseo de la gente y harán lo que sea, inclusive matar gente. Cuando una mujer se rebela ante un hombre, matarla es un asesinato de honor: al fin y al cabo, es control”.
Cuando se trata de Medio Oriente, el objetivo de Catar es que el clan Al-Thani, que es el más poderoso en ese país, gobierne en toda la región. Pero cuando se trata del mundo, explica Kedar, se trata de difundir el islam sunita en contra de la cultura occidental. “En Medio Oriente pesa el tribalismo; en el mundo, la religión”, indica.
Para imponer la “hegemonía” que busca, Catar debe “invertir dinero, intenciones y medios de comunicación”, plantea el académico. “Con el tiempo, funcionará. En el Corán hay un verso que dice que Dios está con aquellos que tienen paciencia. Es una de las características del islam: felicitar a quienes tienen paciencia. Y ellos la tienen”.
Vínculos con Irán
Catar e Irán mantienen “una gran cooperación”, advierte Kedar. “Se reparten el dinero que pasa por el golfo Pérsico y están juntos contra los países sunitas —Arabia Saudita, Emiratos Árabes y quien sea—”. La cooperación se ve incluso en las calles de Doha, a través de un elemento concreto como es la cantidad de árboles que los cataríes han sacado de Irán: “Los han plantado para que los visitantes digan ‘qué hermoso país’”.
El especialista señala, a su vez, la “muy importante presencia” de Irán en Sudamérica, especialmente en la triple frontera (Argentina, Brasil y Paraguay), desde donde han perpetrado atentados terroristas, asegura. “Hay una muy estrecha colaboración en términos globales entre Catar y mercenarios de Irán que actúan en todo el mundo”, advierte.
Entre 2017 y 2021, Catar fue bloqueado económicamente por varios países bajo el liderazgo de Arabia Saudita. En esa situación, Catar buscó refugio en Irán, que le proveyó comida y otras cosas, recuerda Kedar. “Y lo mismo hace Catar con los medios. En Al Jazeera (especialmente en su versión en árabe) se habla siempre bien de Irán”, agrega. Si bien se informa de las manifestaciones que ya llevan dos meses —y que son por partida doble: a favor de que la libertad de las mujeres y en contra del sometimiento de los persas—, “lo hace de forma casi técnica: sin dar una imagen general de lo que está pasando”, advierte. “Tienen terror de que el régimen iraní caiga y que a todos los países que recibieron su apoyo les pasen la cuenta por eso”.
En cuanto a la resistencia al régimen iraní, Kedar hace un paralelismo con la dinámica de un trabajo de parto y el aumento de la frecuencia e intensidad de las contracciones. Las manifestaciones contrarias comenzaron en el 2000 y desde entonces han sido cada vez más y con intervalos más cortos. “Quizás esta es la contracción que dará a luz la libertad”, expresa.
El académico explica que Irán está étnicamente muy dividido, con un mayor poderío de los persas, que dominan un tercio del país. Para Kader, “no hay dudas de que Irán será dividido en algún momento por líneas étnicas”, como ha sucedido tantas veces en la historia. “La pregunta es cuándo será y cuánta gente morirá en el proceso”, complementa. “Es muy difícil mantener el pie encima de la población durante mucho tiempo”.
En caso de que el régimen colapse, para Kader es esperable que el territorio se fragmente. En ese escenario, Catar quedaría expuesto. “Todos los que sufren a Catar tomarán revancha de lo que este país ha hecho con ellos. Al Jazeera ha hablado mal de ellos desde hace años”, advierte. Catar podría incluso ser atacada por Arabia Saudita, que ya ha amenazado varias veces con usar la fuerza para derrocar el régimen catarí.