El proyecto Neptuno, una obra que el gobierno considera clave para asegurar el suministro de agua a la zona metropolitana, está paralizado hace tres meses debido a una resolución judicial.

En junio pasado, el juez en lo civil Alejandro Recarey ordenó no innovar en la ejecución del proyecto, en el que se prevé que un privado construya y opere una planta potabilizadora de agua del Río de la Plata que se instalaría en la zona de Arazatí en el departamento de San José.

En su sentencia, en la que accedió al pedido presentado por varias organizaciones ambientalistas, el magistrado ordenó a OSE que no suscriba el contrato con el consorcio Aguas de Montevideo (integrado por Saceem, Berkes, Ciemsa y Fast) hasta que exista un fallo sobre la constitucionalidad del procedimiento y, por otro lado, se defina la viabilidad ambiental de la iniciativa.

El gobierno recurrió el fallo del Dr. Recarey, por lo que ahora la resolución final está en manos de un Tribunal de Apelaciones.

En paralelo avanza el trámite en el Ministerio de Ambiente, donde en breve habrá novedades. En octubre se realizará la audiencia pública, el penúltimo paso antes de que tome decisión en torno a la Autorización Ambiental.

En este período de pausa, voceros del gobierno y del consorcio privado han salido a defender la obra. Y del otro lado se han sumado críticas de expertos. 

Como el proyecto pertenece a un consorcio privado, OSE le pagaría a este US$ 45 millones por tener la disponibilidad del servicio y US$ 5 millones por operación. 

El ingeniero civil Danilo Ríos, exgerente general de OSE entre 2006 y 2015, es una de las voces que cuestiona la propuesta. 

En diálogo con En Perspectiva, Ríos se refirió a que los “problemas” del proyecto residen en las dos hipótesis a partir de las que se construye: “construir una nueva planta y tomar de una nueva fuente de agua”. 

En Perspectiva · Entrevista Danilo Ríos - Críticas al Proyecto Neptuno, actualmente paralizado en la justicia

“Son dos temas que se pueden analizar en forma independiente y cada uno tiene su propia problemática”, apuntó.

“El punto que se eligió para captar el agua ha recibido muchas críticas desde el punto de vista de la calidad del agua”, comenzó planteando.

“En primer lugar, por la posible y probable presencia de cianobacterias”, dijo y habló de estudios realizado por universidades y científicos uruguayos.

Según el exjerarca las cianobacterias causan “varios tipos de problemas” en los sistemas de abastecimiento de agua. En este sentido, habló de posibles “obstrucciones de la planta; toxicidad del agua, y presencia de metabolitos causantes de mal olor y sabor”.

“También está el tema de la salinidad. El consorcio ha hecho sus estudios y lo que figura en el resumen es que serían muy pocos días al año en que habría salinidad en ese punto”, dijo en referencia a los 8 días al año que indica Aguas de Montevideo, es decir, un 2% en el año.

Para solucionar el inconveniente de la salinidad se habla de crear un “polder”, es decir, una reserva de agua dulce.

Sin embargo, según Ríos, “el polder trae otros problemas, como posibles contaminaciones del acuífero Raigón o que también sea una fuente de generación de cianobacterias”.

“El tema de calidad del agua son las cianobacterias, pero también la salinidad”, apuntó y desarrolló: “El agua del Rio de la Plata tiene cloruros y bromuros de sodio. Estos segundos reaccionan con la materia orgánica y forman lo que se llama ácido hipogromoso que reacciona con el cloro, que se agrega con fines de desinfección y genera trihalometanos”.

Esto, según recordó, “ocurrió en Montevideo el año pasado y generó trialometanos por encima de la norma”.

“Los trialometanos están incluidos en el Instituto de Investigación Sobre el Cáncer como 2B, que significa posibles cancerígenos”, explicó.

Y si bien admitió que hay un “procesamiento y tratamiento” del agua bruta que se extrae con esa salinidad y/o esas cianobacterias, dijo que eso complicaría la operativa.

“Lo primero que hay que buscar es la calidad de la fuente y después construir una planta acorde a su calidad”, manifestó. “El procesamiento y tratamiento del agua quizás sirva como un buen paraguas para resolver algún evento de calidad, pero no obstante hay demasiadas cuestiones de la fuente y variabilidad que hacen que la operativa sea compleja”, sentenció.