El exdirector de Ancap por Cabildo Abierto (CA) presentó en los últimos días su renuncia al cargo como jerarca de la empresa estatal y, además, abandonó el partido político después de discrepar con el senador Guido Manini Ríos públicamente.
En una carta que Alonso entregó directamente en la sede de CA, el exjerarca presentó su “renuncia indeclinable” al partido y a “toda actividad que en su nombre y representación con nobleza proceder ejerciera”.
En el documento, consignado por el diario El Observador y al que accedió Montevideo Portal, Alonso se expresó en duros términos sobre el funcionamiento de CA.
“A esta altura de mi vida, siento que estoy en un cruce de caminos, en uno de ellos debiera seguir en un grupo donde tolerar órdenes fuera de orden, donde reacciones fuera de línea se tornan costumbre, donde acciones no consensuadas se impongan, donde estructuras firmes para un crecimiento ordenado nunca se terminen fijando, con seguimiento de resoluciones de una Mesa Política, que hasta donde conozco, no estatutaria y con una junta nacional poco escuchada; en definitiva, en mi particular percepción: desorden”, comenzó Alonso.
El exdirector de Ancap reclamó que no hubo respuesta por parte del partido a su pedido de desagravio, ante “un integrante que amenazó infundadamente y de manera pública” a Alonso, por lo que “tolerar tal conducta de quien proviene resulta aún peor”.
“Desde mi punto de vista, una organización que tolera ese tipo de actitudes y las convalida con su inacción, no merece mi permanencia. Hasta el momento, tampoco ha funcionado el cuerpo que debiera analizar la conducta lesionadora de los tan pregonados principios constitucionales del partido, involucrado por una integrante en el otorgamiento de acceso a viviendas altamente cuestionado. No puedo ser partícipe involuntario de pregonar algo con insistencia y luego actuar por lo menos distraídamente… La falta de preocupación percibida y padecida, en los pequeños y en los grandes detalles me traen recurrentemente a la mente el Cilindro Municipal, el que, sin los cuidados necesarios, terminó implosionando”, añadió.
Alonso cuestionó el comportamiento de la cúpula de CA y sostuvo que sintió que no hubo reciprocidad para con su actuar, que pretendió aportar “como un ciudadano comprometido con toda la sociedad”.
“Me duele expresar, ante esa desesperanza, que no he podido incidir con la magnitud necesaria para reencaminar un derrotero del partido que ha resultado muy distinto al proclamado o al menos así percibido por mí y por quienes así me lo han expresado. Por lo expuesto, que es una parte al menos de la expresión de mi error cometido por exceso de confianza y baja percepción del riesgo asumido al integrarme a una estructura sin marca ni trayectoria de respaldo, es que presento mi renuncia indeclinable al partido Cabildo Abierto”, afirmó Alonso.
Y agregó: “Por si a algún malintencionado le quedara duda alguna y piense que esta renuncia sea un logro como consecuencia de la vil, infundada, sin mérito y pretendidamente degradante amenaza para quienes la planearan y pronunciaran sobre mi proceder, quiero dejar bien claro que no es así, que además no falté en manera ni momento alguno a mis obligaciones constitucionales y está de manera evidente reflejado en todas mis anteriores comunicaciones; sí hice uso de mis derechos constitucionales, y tal parece que el uso de la libre expresión molesta cuando se opta por hacer notar hechos que, a mi manera de entender, no eran correctos, sobre todo al involucrar de manera inconsulta a todo un colectivo; hago notar que los mismos actores que ejecutaron esos hechos, a este momento han declarado públicamente que con cartas vistas hubieran procedido distinto”.
Finalmente, Alonso señaló que en CA se “toman decisiones y se ejecutan acciones de manera reiterada por representantes de una fuerza política con análisis y convicciones no definidos sino variables según resultados posteriores de la opinión pública; metodológicamente inadecuado, por decirlo en pocas palabras, y riesgoso en cargos de alta representatividad”.
Carta completa de José Luis Alonso:
A esta altura de mi vida, siento que estoy en un cruce de caminos, en uno de ellos debiera seguir en un grupo donde tolerar órdenes fuera de orden, donde reacciones fuera de la línea se tornan costumbre, donde acciones no consensuadas se impongan, donde estructuras firmes para un crecimiento ordenado nunca se terminen fijando , con seguimiento de resoluciones de una mesa política que hasta donde conozco no estatutaria y con una junta nacional poco escuchada; en definitiva, en mi particular percepción: desorden. No me toca a mi explicar el porqué, a los ciudadanos votantes tampoco, y las autoridades no lo han hecho.
Tampoco han sido ejecutivos al momento de al menos contestar una carta con pedido de desagravio recibida, y si el punto es como se me indicó solo por WhatsApp o la prensa, no se tuvo la delicadeza de la respuesta formal y ni siquiera se dio satisfacción al pedido realizado de comité de ética para con un integrante que amenazó infundadamente y de manera pública a quien les habla, y si a pesar de expresarse en plural no fue en nombre del colectivo, mínimamente fue a cargo propio, por lo que tolerar tal conducta de quien proviene resulta aún peor. Desde mi punto de vista, una organización que tolera ese tipo de actitudes y las convalida con su inacción, no merece mi permanencia.
Hasta el momento, tampoco ha funcionado el cuerpo que debiera analizar la conducta lesionadora de los tan pregonados principios constitucionales del partido, involucrado por una integrante en el otorgamiento de acceso a viviendas altamente cuestionado. No puedo ser partícipe involuntario de pregonar algo con insistencia y luego actuar por lo menos distraídamente.
Otorgué un período de gracia a la espera de satisfacción de tratamiento en los puntos indicados, o al menos la explicación pertinente, pero tal parece que la idea fuera solo acumular tiempo perdido, debo concluir en que no se perciben los temas con la misma preocupación que a mí y quizás a muchos otros les generen.
El segundo camino de ese cruce es retomar una ruta con marca y trayectoria confiable, donde la fuerza de esa trayectoria determina una organización prolija que provoca una inercia tal que sean esperables confiadamente las acciones, resoluciones y cumplimiento de lo empeñado, así no sea más que demostrar al menos la intención; donde se dé satisfacción o mínimamente explicación en la atención a los reclamos de quien como en mi caso he colaborado activamente en la construcción de una imagen del partido hacia afuera, con dedicación, honestidad y preocupación continua por posicionar al colectivo como defensor de la gestión de los bienes públicos, es decir de los bienes de todos los ciudadanos.
La falta de preocupación percibida y padecida, en los pequeños y en los grandes detalles me traen recurrentemente a la mente el Cilindro Municipal, el que sin los cuidados necesarios, terminó implosionando.
Mi intención fue desde un principio, observar y acompañar, aportar sin esperar, y no sería honesto si negara que hubieron momentos de disfrute y reconocimiento, los cuales agradecí en su debido tiempo. Aquí no hay un desagradecido, hay un ciudadano comprometido con toda la sociedad y cultivando una cultura de paz, con voluntad, principios, costumbres y derechos para accionar libremente sin verse lesionados en su coherencia, cuestionados ni impedidos; como tal momento ha sucedido, habiendo además sentido violentada la reciprocidad y expectativa de comportamiento de la cúpula del colectivo, en mi caso no solo esperada, sino también exigible y exigida.
Como ser humano racional y consciente de que muchas personas han confiado en el desempeño colectivo y en el mío particular de quienes nos hemos comprometido a determinado proceder, me veo ante la propia y ajena desilusión, llegadas a mí como reclamo de tener voto, pero no voz. Me duele expresar ante esa desesperanza que no he podido incidir con la magnitud necesar ia para reencaminar un derrotero del partido que ha resultado muy distinto al proclamado o al menos así percibido por mí y por quienes así me lo han expresado.
Por lo expuesto, que es una parte al menos de la expresión de mi error cometido por exceso de confianza y baja percepción del riesgo asumido al integrarme a una estructura sin marca ni trayectoria de respaldo, es que presento mi renuncia indeclinable al partido Cabildo Abierto y a toda actividad que en su nombre y representación con nobleza de proceder ejerciera.
Por si a algún malintencionado le quedara duda alguna y piense que esta renuncia sea un logro como consecuencia de la vil, infundada, sin merito y pretendidamente degradante amenaza para quienes la planearan y pronunciaran sobre mi proceder, quiero dejar bien claro que no es así, que además no falté en manera ni momento alguno a mis obligaciones constitucionales y está de manera evidente reflejado en todas mis anteriores comunicaciones; sí hice uso de mis derechos constitucionales, y, tal parece que el uso de la libre expresión, molesta cuando se opta por hacer notar hechos que a mi manera de entender no eran correctos, sobre todo al involucrar de manera inconsulta a todo un colectivo; hago notar que los mismos actores que ejecutaron esos hechos, a este momento han declarado públicamente que con cartas vistas hubieran procedido distinto.
Se puede concluir entonces en que se toman decisiones y se ejecutan acciones de manera reiterada por representantes de una fuerza política con análisis y convicciones no definidos sino variables según resultados posteriores de la opinión pública; metodológicamente inadecuado, por decirlo en pocas palabras, y riesgoso en cargos de alta representatividad.
Queda claro entonces, que esta desvinculación es solo en mérito al inadecuado proceder de otros actores y no a presión alguna pretendidamente ejercida sobre mi íntima decisión, no solo no reacciono frente a la amenaza, sino que sepan además que no renuncio a mi libertad, ni a ninguno de mis ideales ni principios bajo ninguna presión ni aparente distracción o excusa, firme como siempre en defensa de ciudadanos que como yo, vemos como período tras período, muchas de nuestras ilusiones son postergadas, renovando la esperanza con confianza para que luego difícilmente nuestra voz sea tenida en cuenta. No desconozco ni reniego de nuestra sufrida sociedad, donde por supuesto también están contenidos los confiados adherentes a la fuerza de la que hoy me retiro, manteniendo intacto el mismo compromiso y confianza que tenemos todos los uruguayos, que más allá de colores formamos un gran grupo, el de la Nación que nos cobija, donde cada día nos ponemos a trabajar desde el hoy por un mañana mejor.
Reflexión final:
Los ciudadanos de este maravilloso País, frente a atropellos, discursos de odio e intentos de acallar nuestras libertades institucionales, de ninguna manera debemos permanecer indiferentes, de lo contrario,-tal como lo expresara magistralmente Dante en su Divina Comedia- estaremos condenados a no jugarnos por nada, siguiendo eternamente una bandera sin insignia que lleva a ningún lugar.
La única bandera a seguir es la de la Constitución, la que nos permite vivir en orden, con leyes y autoridades, en verdadero disfrute de las libertades individuales y con el respeto profundo por todos y cada uno de los integrantes del grupo más importante, el que a todos nos preocupa, el de la Nación.
José Luis Alonso.