Por GERARDO TAGLIAFERRO
Muchos veían a una frágil abuelita cuando enfrentaba cámaras y micrófonos para hacerse cargo de internas militares, pronunciamientos, malestares, denuncias, investigaciones y todos esos asuntos que pueden llenar las horas de un ministro de Defensa en Uruguay. Sin embargo, son muchos también los que creen que fueron su temple, su firmeza y ese talante severo, casi marcial a la hora de actuar, los que decidieron a Tabaré Vázquez a confiar en Azucena Berrutti para semejante cargo en un primer gobierno de izquierda en el país, nada menos. Mujer, socialista, defensora de presos políticos, un cocktail que quizás tomó por sorpresa a los propios militares y que podía tragarse solo si había suficiente carácter que lo respaldara.
La doctora Berrutti fue sindicalista en un gremio, el municipal, y en una época, los 60, en que eso era cosa de hombres. Defendió, según calcula hoy a vuelo de pájaro, a más de cien presos de la dictadura, la mayoría tupamaros. Le allanaron la casa siete veces y una vez se la balearon, pero ella dormía y ni se enteró. Fue secretaria general de la Intendencia de Vázquez y lo acompañó luego a donde él fuera en su derrotero político: estuvo en su equipo de la presidencia del Frente Amplio, fue su ministra y luego directora del Sodre.
Costó bastante lograr esta entrevista. Aquella mujer que no vaciló en destituir a un comandante del Ejército en menos que canta un gallo se parece más hoy a Doña Azucena, la señora que lee, teje y mira el acontecer político como quien ve zarpar una vez más el buque en el que se subió muchas veces. Un buque que ahora observa alejarse, definitivamente, desde el muelle.
A los 83 años, prefiere el bajo perfil y le huye a la polémica. Eso al menos es lo que dejó claro esta mañana, en el living de su apartamento del Cordón repleto de libros y casi sacudido por el estruendo y la vibración de uno de esos crueles aparatos que rompen veredas y tímpanos, cuatro pisos más abajo. Antes de empezar, entendió necesaria una aclaración, que fue quizás el último intento por evitar lo ya inevitable: esta entrevista. "Yo no sé si tengo algo interesante para decir, pero no hay problema, estoy jubilada y tiempo es lo que me sobra. Pero si usted ve que lo que le dije no le sirve, ni lo publique. Por mí mejor, mire".
1) En su casa tuvo comités del Partido Socialista, en los años previos a la dictadura. Los militares dirían que su casa era un centro de subversión.
Sí, tuvimos siete allanamientos y una vez nos balearon la casa durante la dictadura, en la época que defendía presos políticos. Una noche yo dormía con mi hijo que tendría cuatro o cinco años y me desperté de pronto rodeada de soldados. Me despierto y veo a uno apuntándome, y le dije: "¡Baje esa arma!" Y tienen tal automatismo ante las órdenes que la bajó de inmediato. Vamos a confiar en la condición humana y suponer que lo hizo porque había un niño chico.
2) ¿Qué recuerda de la noche que balearon su casa?
Yo no me desperté. Me enteré al otro día, que vi la puerta del garaje perforada. Nosotros no teníamos auto, en el garaje funcionaba un comité. La casa era una de esas construcciones clásicas del año 30, con una entrada, un garaje, un patio, y las balas entraron al patio, pasaron y quedaron incrustadas en la pared del fondo. No nos alarmamos demasiado porque no pasó nada. Todo fue fácil para mí (se ríe).
"El momento más difícil en el Ministerio fue cuando cesé al comandante en jefe (Carlos Díaz)" |
3) Lo que no debe haber sido fácil fue hacer su primer discurso durante una huelga municipal: una mujer a principios de la década del 60 hablando en un mitin de trabajadores.
Fue terrible... Fue terrible porque en mi casa, claro, no sabían. Yo tenía que hacer ese discurso porque me lo habían pedido los compañeros, no había prácticamente mujeres en los sindicatos, estamos hablando del año 60. Una huelga muy dura, el gobierno estaba en manos de los blancos, había un Concejo Departamental presidido por Fernández Crespo. Y los compañeros decidieron que tenía que hablar. Yo no era muy proclive a hablar, y no lo he seguido siendo, la exposición pública más bien me inhibe. Pero a los compañeros les parecía importante, así que finalmente acepté. El problema más grande fue cuando volví a casa.
4) ¿Qué sucedió?
Yo pensaba que había cierta posibilidad de que nadie se enterara de nada, pero la verdad que no fue así. Habían dado la noticia por la radio, no me acuerdo si no habían incluso emitido parte del discurso. La huelga, como era contra un gobierno blanco, significaba que los colorados la miraban con agrado... no, no voy a decir eso, pero los colorados la miraban desde una posición más cómoda. Recuerdo que en Acción al otro día salió todo, con fotos... Mis padres no estaban muy de acuerdo porque les parecía que era arriesgado para mí, qué necesidad de hacer eso.
5) ¿Estaba recibida ya en ese momento?
Sí, y era la única abogada que iba al gremio.
6) ¿A cuántos presos políticos defendió durante la dictadura?
No sé... le diría que no bajan de cien. La verdad es que tenía que trabajar bastante, en un trabajo que involucraba mucho. Era tanto el dolor, uno se daba cuenta que estaba viviendo una situación de gran injusticia y que eso no se podía tolerar. Yo me sentía un poco como el médico que ante un accidente tiene que atender a las víctimas.
7) ¿Cómo era actuar como abogada sabiendo de antemano que no tendría ninguna chance de ganar?
Era una forma de manifestar la resistencia, de tener presencia... y en algunos momentos me demandaba un gran esfuerzo y no sé si los resultados que se obtenían estaban acordes con eso. Pero a veces me encuentro con los presos que defendí y siento una gran corriente de acercamiento con ellos, porque vivimos juntos momentos duros. Me parece que sí valió la pena. Frente al preso era una especie de asistencia social, porque las visitas, que eran a través de un vidrio y por teléfono, eran muy importantes para ellos.
8) Uno de sus defendidos fue el ingeniero Juan Almiratti, a quien erróneamente con frecuencia se atribuye haber sido el inventor de la cárcel del pueblo. Almiratti fue detenido en un hotel de alta rotatividad y luego se escapó caminando de un juzgado.
A mí me inhibía Almiratti, porque no siempre he tenido la oportunidad de estar con personas tan inteligentes. Él era defendido por el doctor Artuccio, a quien sustituí cuando se tuvo que ir del país. Su fuga fue extraordinaria. Lo habían llevado a declarar a un juzgado, porque todavía no había asumido la justicia militar, y junto a él habían llevado a otros detenidos, estaba un poco alborotado el juzgado. Y lo habían dejado solo, entonces él enfiló caminando hacia la puerta y salió. Eso es lo que se espera de cualquier persona que esté detenida: que trate de escaparse. El juez era Gervasio Guillot. Yo siempre pensé que el expediente de Almiratti solo precisa un guionista que lo adapte, es realmente una historia para contar. Fui su defensora después, cuando lo volvieron a capturar. Conocía a su señora, que era médica y fue terriblemente maltratada aunque no fue procesada. Y cuando la liberaron, que la tuvieron que internar en el Casmu, la fui a ver y me pidió que defendiera a su esposo. Almiratti le contó al juez que como estaba ahí en el patio como olvidado, salió y empezó a caminar. Y llegó, si no recuerdo mal, a Ejido y Mercedes, donde un hombre lo paró y le preguntó si él no era Almiratti. El juez le preguntaba de qué había vivido todo el tiempo que estuvo fugado, y él le dijo que este hombre le dio dinero y le prometió que desde ese momento, un día determinado de la semana a la misma hora, estuviera en ese lugar que él le iba a dar dinero para que se mantuviera. Y eso hizo, pero no sabía quién era ese señor.
9) Gran novelista Almiratti.
Claro. Y después planeó la operación "Paloma", la fuga de la cárcel de mujeres. Eso al menos dice el expediente, no sé si es verdad pero a esta altura eso no tiene importancia. Para la película sirve (se ríe). Él además era el jefe de todo el territorio norte, hizo la toma del aeropuerto de Paysandú... acciones que en su momento tuvieron mucha repercusión.
10) Tabaré Vázquez le ofreció el cargo de ministra cuando usted tenía 76 años. ¿La tomó de sorpresa la propuesta?
Claro, yo estaba completamente retirada. Pero el doctor Vázquez es una persona que genera sorpresas. Había trabajado con él en la Intendencia y cuando él pasó a ser presidente del Frente integré también su equipo. En realidad me encargaba de las finanzas, de los trabajadores que había allí en la sede, coordinaba las reuniones, los salones, todo eso. Y cuando él renunció a la presidencia del Frente en 1996, yo me fui también.
11) ¿Recuerda qué le pidió Vázquez cuando la designó ministra de Defensa?
Ah... él pide muy poco. Yo conocía la línea, sabía lo que había que hacer. Un cargo de ministro nunca se me hubiera ocurrido que iba a ocupar, no estaba en mi universo. Pero como siempre, casi le diría que a mí me gusta el territorio más complejo porque eso me motiva. Y éste podía ser, porque además mi salud se había resentido, fui operada del corazón. El médico que me atendía había sido defendido mío y lo consulté. Me dijo: "Bueno, pero ponele plazo". Le puse un año, pero me quedé tres, me fui cuando él hizo la reestructura del gabinete en 2008.
12) ¿Por qué cree usted que, dentro de todos los nombres que podía tener para un cargo tan sensible como el Ministerio de Defensa Nacional en el primer gobierno de izquierda en la historia, Vázquez la eligió a usted?
El doctor Vázquez siempre me ha demostrado tenerme una gran confianza. Y toda vez que él me ha encomendado una tarea yo he tratado de cumplirla de la mejor manera. Porque me gusta trabajar con él, lo respeto, sé cuáles son sus objetivos de vida, y porque tenemos un enfoque muy parecido de la sociedad. Yo algún contacto con los militares había tenido, un poco sabía quién es quien. Trabajé muy cómoda en el Ministerio, aunque... las preguntas que me hacían los periodistas, no le puedo decir.
13) Vio como son los periodistas...
No, no, yo tengo amigos periodistas, pero algunos vivían permanentemente preguntándome: "Usted, una persona tan mayor -por no decirme tan vieja- ¿sabe algo de eso?" Me preguntaban así. Un periodista que conociera algo de su profesión tenía que pensar que habría alguna razón para que el presidente confiara en mí. Pero no es que me lo preguntaran una vez, era reiterado. A veces me molestaba, después opté por la solución a la que recurro siempre: empecé a reirme.
"Venían personas a ofrecer información (sobre desparecidos) y decían: ‘Mi jubilación tiene tal problema, tendría que arreglarlo'" |
14) ¿Recuerda su primer encuentro con los mandos militares en su carácter de ministra?
Sí. El primer encuentro que tuve con los comandantes en jefe fue en la transición del gobierno de Jorge Batlle al del doctor Vázquez. Yo llamaba al profesor Fau, que era el ministro, y él no me contestaba, no me atendía. Eso hizo que interviniera el gobierno electo ante el secretario del gobierno del doctor Batlle en ese momento. Y hablaron, no sé si Tabaré mismo o Gonzalo Fernández, para conseguirme una entrevista con Fau. Y fui a ver al ministro junto con (José) Bayardi, que era el subsecretario, y ahí tomamos café con galletitas y hablamos del edificio sede del Ministerio, que tenía problemas porque era una casa de familia, y qué lindo día que hace... una entrevista social. Entonces después le pedí a Fau para reunirme con los comandantes, y no me autorizó. Otra vez hubo que hacer la gestión directamente por la secretaría del presidente electo y al final tuvimos esa reunión.
15) ¿Cómo fue esa reunión?
Fau estaba sentado a la cabecera de la mesa y alrededor los comandantes y yo. Yo dije que quería ver cuál era la situación de las fuerzas, ellos tenían unas carpetas donde habían consignado su estado de situación, sus necesidades, aspiraciones, y me las dieron. Los comandantes, estando el ministro... habla el ministro. Pero el ministro no hablaba tampoco porque yo no había ido a hablar con él, así que fue muy aburrida la reunión. Debe haber durado unos inolvidables veinte minutos.
16) No se habló de los temas que podían ser urticantes en ese momento.
No, una reunión protocolar. Yo dije "vamos a terminar con esto, así no va".
17) ¿Notó desconfianza de los comandantes hacia usted en los primeros tiempos de su gestión?
Para nada. Indudablemente ellos esperaban a otro ministro. Usted sabe que los militares son personas muy precavidas, seguramente tenían dos o tres nombres y habrían buscado el dossier de cada uno de ellos para ver cómo eran. Va Tabaré y me saca a mí de la galera y entonces el desconcierto fue grande.
18) ¿Cómo jugó el hecho de que fuera una mujer la que fuera a estar al mando?
Ah, a mi favor. Una mujer con mando y además mayor. Son bien educados. Pero uno de los problemas que verdaderamente percibí y no pude solucionar fue la situación de las mujeres en las Fuerzas Armadas, es muy compleja. Me parece que necesitan una intervención que yo no llegué a poder hacer. Me encontraba frecuentemente con situaciones muy difíciles de entender. Hablo de mujeres soldadas, de personal de tropa, las marineras que tienen que pasar a veces muchos días en un barco. Se crean situaciones bastante difíciles.
19) ¿Cuál fue el momento más difícil que vivió al frente del Ministerio?
(Piensa) Desde el punto de vista de lo que podría ser la autoridad, cuando cesé al comandante en jefe (Carlos Díaz). Fue difícil porque significó un ejercicio de autoridad fuerte y además un acto de incidencia en la institución, pero no me puso nerviosa. Lo lamenté porque habíamos puesto mucha esperanza en el general Díaz, pero fue muy sencillo. Yo me despierto muy temprano y pongo la radio, escucho los informativos. Me vuelvo a dormir, así que escucho de a pedazos. Y uno de ellos leyó el titular Búsqueda que decía que había sucedido ese asado (en una dependencia del Ejército, con participación del ex presidente Julio María Sanguinetti y el ex ministro de Defensa Yamandú Fau). Salté de la cama e hice dos o tres llamadas: al presidente, al subsecretario (Bayardi).
20) ¿La decisión la tomó usted o el presidente?
El presidente tomó la decisión que yo le proponía. Quiere decir que fue conjunta, como debe ser: el mando superior se integra con el presidente y el ministro. Yo le dí cuenta al presidente que yo había hecho algunas consultas de carácter jurídico también. El presidente estaba en el Interior.
21) ¿Es verdad que estaba pescando?
No sé si estaba pescando, no le pregunto esas cosas. Él siempre estaba en funciones, siempre está pensando, que es lo importante. De repente pescando se piensa bien, como yo que tejo: cuando tejo pienso. Y el presidente me dijo que había que relevarlo.
22) ¿Cree que Díaz fue víctima de una maniobra política?
Yo no puedo entender, sería bueno hacerle esa pregunta ahora. A esa cena fueron el teniente general Díaz, Sanguinetti y Fau, que eran los dos del Partido Colorado, y otros dos generales: Pedro Aguerre y (Miguel) Dalmao. Uno está ahora detenido y el otro es el comandante del Ejército. ¿Qué estaban haciendo ellos allí? Yo no sé. Sería bueno preguntarle al ahora comandante en jefe (Aguerre), cuál fue su intervención en esa cena. Hay quien dice que él la organizó, pero son todos comentarios.
23) Me imagino que después habló con Díaz.
Llegué al Ministerio y mandé que lo llamaran. Vino enseguida y le pregunté cómo explicaba eso. Me dio a entender que era una reunión social y que él en su tiempo libre podía hacer lo que quisiera. Pero un teniente general no tiene tiempo libre: si vienen los extraterrestres y aterrizan en Tacuarembó él no puede decir que está fuera de horario. El general Díaz tenía que saber, como todos sabían, que cuando yo me entrevisté antes de ser ministra con los comandantes, la gestioné por las vías correspondientes a través del Ministerio. Cuando estábamos en el Hotel Presidente (centro de operaciones del gobierno electo entre diciembre de 2004 y febrero de 2005) alguien se me acercó para ofrecerme una entrevista con un comandante. Yo en esa ocasión le dije que ningún comandante en jefe podía reunirse con un político sin conocimiento de sus superiores y que yo no iba a tolerar eso cuando fuera ministra. Así que las reglas de juego estaban muy claras.
24) ¿Sanguinetti o Fau hablaron con usted sobre el tema?
Nunca.
25) ¿Al general Bertolotti le mintieron sobre la ubicación de los restos de María Claudia García de Gelman?
Bueno, esas cosas no se pueden saber. La comisión a la que le atribuyó esa misión (la de recoger información sobre los desaparecidos) el teniente general Bertolotti estaba integrada justamente por Díaz y por (Pedro) Barneix. Dos generales verdaderamente muy importantes, personas muy capacitadas. Recuerdo que los familiares de detenidos desaparecidos desde el primer momento dijeron que eran falsas esas informaciones. Pero había un trabajo serio, ordenado por el presidente, y yo personalmente tendía a otorgarle crédito a ese trabajo. Resultó, como todos sabemos, absolutamente falso.
- ¿Se manejó la posibilidad de un enfrentamiento bélico con Argentina? - No le puedo especificar una reunión con esa agenda, pero era tema de conversación, sí. |
26) ¿Cómo se explica que el general Díaz haya sido designado después, por el mismo gobierno, comandante en jefe del Ejército?
Bueno, uno no sabe si él mintió o si le mintieron a él. Porque con ese argumento había que haber sacado a Bertolotti, y no era del caso, para nada.
27) Usted no sabe si Díaz mintió.
No, no, yo no tengo ni siquiera sospechas de que lo haya hecho. Ni siquiera lo conjeturo porque no tiene sentido. Él sabrá, su conciencia le dirá.
28) ¿Cuál es su opinión sobre lo que se argumenta en círculos allegados a los militares hoy procesados en el sentido de que se los traicionó cuando se dijo "den información"?
No la dieron.
29) Pero la información fue apareciendo, porque se han encontrado cuerpos.
Ha habido informaciones que no surgen de un trámite oficial. Permanentemente llegan informaciones, cuando yo estaba en el Ministerio venían personas que pedían para hablar conmigo porque tenían conocimiento. Yo normalmente delegaba esas conversaciones. Algunas de esas personas decían: "Mi jubilación tiene tal problema, tendría que arreglarlo". O sea que venían a ofrecer información contra algún servicio administrativo. Yo no veo ningún tipo de traición, por el contrario, pienso que con respecto a los militares que tienen algún tipo de conocimiento sobre esos procedimientos y los han callado hasta ahora, si hubieran ofrecido información verdadera, aún anónimamente -todo tipo de vía se trató de proporcionar- las cosas estarían mucho más arregladas.
30) ¿Qué significa que las cosas estarían mucho más arregladas?
Le quiero decir que, en primer lugar, se hubieran encontrado los restos de los detenidos desaparecidos. Esa me parece una condición sine qua non para cualquier conversación seria.
31) ¿Hubo en algún momento -de manera expresa o tácita, por vías formales o informales- algún ofrecimiento a los militares -ya sea a los mandos o a los denunciados personalmente- de información a cambio de impunidad?
La ley de Caducidad estaba vigente.
32) Pero algunos están presos.
Están presos porque las causas por las que fueron procesados tenían características que así lo ameritaron: o fueron en el exterior, o intervinieron civiles...
33) Pero se habló de ese tipo de negociación. Se vinculó con ellas al doctor Gonzalo Fernández.
Ah bueno, pregúntele a Gonzalo Fernández, yo nunca intervine.
34) En el libro "Ministras", de la periodista Blanca Rodríguez, publicado en 2009, usted dijo que no votaría la anulación de la ley de Caducidad, que se plebiscitó en octubre de ese año.
Y no la voté. Muchos compañeros me preguntaron por qué y yo les expliqué y me entendieron. Yo pienso que la sociedad no se puede desarrollar sin el respeto por un Estado de Derecho fuerte, firme, que respete los derechos fundamentales. Si hay una ley vigente hay que cumplirla, y si se hizo un plebiscito, se acabó. No es como una ley, que se deroga en el Parlamento.
35) Siendo usted ministra, ¿se manejó a nivel de gobierno la posibilidad de que hubiera acciones bélicas contra Uruguay en el marco del conflicto por las papeleras?
Bueno, podía pasar cualquier cosa realmente. Una reunión formal con los comandantes para tratar ese tema no recuerdo concretamente, pero la situación era dura.
"Un comandante en jefe me comentó con satisfacción que llegaban unos camiones que había comprado. Yo lo miré y le dije: ‘¿Qué camiones compró? ¿Con qué dinero?' Y él me quedó mirando" |
36) ¿Se manejó la posibilidad de un enfrentamiento bélico con Argentina?
Bueno, partiendo de la base de una agresión de los argentinos supongo que me dice, no otra cosa. No le puedo especificar una reunión con esa agenda, pero era tema de conversación, sí. La situación era verdaderamente desconcertante.
37) ¿Sabía de las gestiones que hizo Vázquez ante el gobierno de Estados Unidos para pedir apoyo en el conflicto y que reveló en aquella charla en un colegio?
No recuerdo que me lo comentara.
38) ¿La sorprendieron las denuncias de irregularidades en la Armada?
No. En el Ministerio de Defensa no había un solo funcionario de confianza civil. El director general de Secretaría era un militar, que estaba sometido a una doble obediencia: al ministro y a su comandante. ¿A quién da cuentas primero? Yo eso lo cambié, a través de leyes, y puse funcionarios civiles, y entraron en un mundo completamente cerrado, porque todo el personal era militar. Recuerdo que en una oportunidad un comandante en jefe me comentó con satisfacción que llegaban unos camiones que había comprado. Yo lo miré y le dije: "¿Qué camiones compró? ¿Con qué dinero?" Y él me quedó mirando. Ahí fue que me enteré que las Fuerzas Armadas administraban los dineros de las misiones de paz, sin Tribunal de Cuentas, sin nada. Él me explicó todo. Ahí llamé a la Auditoría de la Nación, que empezó a trabajar con dificultades. Y todavía debe haber cantidad de cosas para hacer. Así que no me extrañó para nada. Si se compraba algo para la fuerza que nadie controlaba, ¿qué seguridad hay de que no se comprara otra cosa eventualmente de interés personal? Se da cuenta de la inocencia del comandante, que me comenta sobre una compra absolutamente irregular, y lo hace contento porque por fin llegaban esos camiones. Yo tengo que decir que esa persona no actuaba de mala fe. Por eso quiero decir que esas situaciones no sirven para abrir juicio negativo sobre la colectividad.
39) ¿Tabaré Vázquez es su candidato para las próximas?
Sí, claro, si él decide presentarse. Pero yo tengo que llegar al 2014.
40) Tiene 83 años, llenos de vida vivida. Cuando mira para atrás, ¿qué ve?
(Piensa largamente) Yo que siempre, por alguna razón, elegí los caminos más difíciles, también gocé de muy buenas circunstancias en la vida. Vale la pena vivir y luchar con esperanza. Uno de mis objetivos fue tratar de no molestar a nadie, no hacerle daño a nadie, manejarme siempre con respeto y haciendo lugar para los demás. Así que considero que mi vida fue una buena vida. Para mí al menos, para los demás no sé.
Gerardo Tagliaferro / Montevideo Portal