No es común que un avión tan grande como un Boeing 747 opere de forma particular por fuera de las aerolíneas, pero la familia real saudita compró uno en 312 millones de dólares. Ahora, y tras haber volado sólo 42 horas, reposa en un cementerio para aviones en Arizona, Estados Unidos.
El Boeing 747-8, distinguible por ser totalmente blanco, fue encargado por el príncipe heredero saudí Sultán bin Abdul-Aziz al-Saúd, quien murió en octubre de 2011, un año antes de que el aparato fuera entregado.
de que se le entregara el avión en 2012.
La aeronave estaba destinada a servir como jet privado del príncipe, y al momento de su fallecimiento em aparato se encontraba en Basilea, Suiza, donde se le estaba acondicionando su lujoso y confortable interior.
Tras la muerte de Abdul-Aziz, ningún miembro de la familia real quiso quedarse con el avión, que permaneció acumulando polvo en Basilea durante una década.
Ahora, según informa Daily Mail, el flamante y también viejo aparato efectuó su último vuelo a Pinal Airpark en Arizona, EE. UU., un cementerio de aviones de renombre mundial donde los aparatos fuera de servicio van a ser desguazados.
Con sólo 42 horas de tiempo de vuelo, el avión podría considerarse como nuevo, ya que la vida útil de un Boeing 747 es de unas 100.000 horas.
La aeronave partió de Basilea, donde había pasado la mayor parte de los últimos diez años, el viernes 15 de abril, y a aterrizó en Arizona 11 horas después.
De acuerdo con el citado informe, no está confirmado que el aparato haya llegado allí para su desguace, pero las características del destino y la falta de otros motivos para llevarlo allí permiten suponer que ese será su destino.