“Gran Opening Fullperreo”: tres palabras en una suerte de spanglish ibérico anunciaban la fiesta que celebró el sábado pasado la discoteca barcelonesa Pampara Tardes. Como la segunda palabra de su nombre lo indica, el establecimiento se dedica a organizar bailes vespertinos, algo similar a las antiguas matinés, y de acceso exclusivo para menores de entre 14 y 16 años. Allí, los adolescentes bailan en un entorno supuestamente seguro, con horarios preestablecidos y sin acceso a bebidas alcohólicas.
Tras la fiesta del sábado, Pampara Tardes se transformó en el centro de una gran polémica debido a un video que la misma discoteca difundió en redes sociales. Las imágenes muestran a varias chicas inclinadas sobre un escenario, mientras sus acompañantes varones se agitan detrás en movimientos que remedan la cópula. En uno de los casos filmados, un chico apoya las manos sobre la cadera de una de las menores y se eleva, hasta que ella lo rechaza entre risas.
Las decenas de menores que aparecen bailando en el local donde suenan estilos como la música dembow, bachata, reggaeton o drill, lo hacen de un modo festivo y aparentemente sin incomodidades.
El video fue publicado por la discoteca en su cuenta de TikTok, y posteriormente empezó a circular por el resto de las redes sociales. Centenares de comentarios cuestionaron ese tipo de baile entre menores. En una sola publicación en Twitter, el video supera los trece millones de reproducciones.
Según informa el periódico local La Vanguardia, en un primer momento Pampara Tardes hizo caso omiso a los comentarios críticos por el baile de los jóvenes. Finalmente, la cuenta de la discoteca en TikTok dejó de ser pública y se suprimió el video. Antes de poner el candado a sus cuentas, la discoteca promocionaba el próximo evento para el 28 de enero: la fiesta del semáforo, en la que repartirían pulseras de colores en función de si los clientes tenían o no pareja. Finalmente, y debido al incremento de las críticas en redes, la fiesta se canceló.
Sin embargo, no todas fueron críticas. En Instagram se
inició una campaña para que la discoteca no se vea perjudicada por estas
imágenes ni se vea obligada a cerrar. Pampara Tardes hizo un llamamiento a la
protección del local con los hashtags #TodosSomosPampara, #NoAlCierreDePampara
y #FreePampara, y algunos clientes manifestaron su apoyo a la causa.
El debate
“Me sangran los ojos”, “¿Esto es legal?” y “Vergüenza ajena” fueron algunos de los comentarios surgidos a raíz de la viralización de las imágenes de la discoteca. En el polo opuesto, otros no veían nada objetable: “¿Están haciendo daño a alguien?”, preguntaban.
“Si ese vídeo lo vemos con ojos de madre o padre, ¡claro que escandaliza!”, exclama el psicólogo infanto-juvenil Abel Domínguez, en declaraciones al citado periódico.
“Estos episodios nos tienen que hacer reflexionar sobre qué tipo de educación sexual estamos dando a nuestros hijos”, subraya.
Si esa educación fuera la correcta, “ese video, aunque el baile esconda un fuerte componente sexual, no tendría que preocupar en exceso”, porque los menores protagonistas “tendrían entonces muy claro dónde empiezan y acaban los límites y tendrían criterio para renegar, por ejemplo, del reguetón más machista”.
El profesional señaló lo ocurrido en la discoteca como posible fruto “de esa hipersexualización a la que se somete a los menores —desde todos los ámbitos— cuando solo son niños” y que se manifiesta como potencial problema cuando se pasa de la niñez a la adolescencia, etapa esta última en la que “la influencia del grupo y la moda anima a seguir estas conductas”.
No obstante, hay quienes no ven un problema en el perreo juvenil, e incluso entienden que discutir sobre ello implica mover los focos lejos del sitio donde el machismo realmente se encuentra.
“El vals se consideró en su día como un baile erótico y del swing se dijo que trataba a las mujeres como muñecas de trapo. Esto ha pasado siempre”, dijo la socióloga y coreógrafa Kim Jordan en la emisora catalana RAC1.
El tema también ameritó una columna de la periodista Noelia Ramírez en las páginas del periódico matritense El País. En el texto, la comunicadora define la polémica sobre la discoteca como “pánico trampa”.
“Cada generación activa las alarmas por la coreografía de un baile prohibido entre sus jóvenes, pero pocos se indignan sobre lo que las amenaza y les impide volver seguras a casa”.
A modo de ejemplo, recuerda que años atrás estuvo en Honduras y se le presentó la ocasión de compartir bailes que incluían movimientos muy sexuales, algo que se hacía con naturalidad y sin que implicara amenaza alguna para las mujeres. En el país caribeño, donde la media de femicidios es de uno por día, según afirma, las mujeres son asesinadas lejos de las pistas de baile.
“Lo más importante, lo que realmente debería escandalizarnos, no es tanto la coreografía de un baile, sino por qué las jóvenes no pueden volver tranquilas a casa”, concluye.